¿Una ruptura, o el inicio de algo nuevo? 2

El día de despues. Tras una noche como la previa, surgen muchas preguntas e historias interesantes...

Hola a tod@s de nuevo, continuo este relato donde dejé el anterior, como recordareis los que lo habéis leído.

Me saca de mis sueños un ruido que llega desde la cocina, miro a mi lado y me encuentro con Rosa aún dormida pero Pablo no está en la cama. De nuevo escucho ruido, y salgo en busca del origen. Es Pablo que está en la cocina buscando por todos los muebles, al notar mi presencia se vuelve y me dice:

  • Siento haberte despertado, ya no podía dormir más y vine a preparar café – se disculpa – voy bien, por ahora he encontrado la cafetera y el azúcar, pero sigo buscando el café.

  • No te preocupes ya lo hago yo.

  • No, tranquilo, vuelve con Rosa, yo me encargo, tan sólo dime donde está el maldito café.

Se lo digo, y le obedezco: vuelvo a la habitación con Rosa, realmente es lo que me apetecía. Cuando llego la encuentro despierta, desnuda, tumbada en la cama, y mirando el cerco de la puerta por la que entro.

  • ¿Qué ocurre?

  • Nada, Pablo que me está desmontando la cocina para preparar un simple café.

Sonríe y sin más palabras de por medio, me abraza y me besa. Mis manos, mi boca, en fin todo mi cuerpo le corresponde.

  • Lo de esta noche ha sido fantástico – me dice – mis sueños han sido como una continuación de lo ocurrido, no quería despertarme, pero al hacerlo me he dado cuenta, que por una vez prefiero la realidad – me sonríe y no puedo por más que darle la razón.

  • Ya está el desayuno, tortolitos, ¿os apuntáis? o ¿pretendéis que os lo sirva en la cama? – nos anuncia Pablo socarronamente, al hacer su aparición.

Desayunamos, con hambre, pero tranquilos, con ganas de disfrutar el buen ambiente que impera entre los tres. Nadie nota ninguna tensión, nervios... nada, simplemente disfrutamos del "día de después".

  • Yo me tengo que marchar – nos suelta Pablo – quedé con mi hermano para hacer unas chapuzas en casa de mis padres, y después prepararé la maleta para el viaje (trabaja en una ciudad vecina a 180 km. y sólo viene los fines de semana).

La noticia nos pilla de sorpresa tanto a Rosa como a mí, y se lo hacemos saber a Pablo.

  • No os preocupéis, ya repetiremos otra juerguecita como ésta. Por cierto, antes de irme, quiero que sepáis que ha sido una de mis mejores experiencias en la cama, y he tenido muchas, gracias chicos.

La despedida de Pablo nos deja una sensación agridulce, pero le despedimos con la mejor de nuestras sonrisas, así como sendos besos, para que no se olvide fácilmente de sus compañeros.

  • Creía que se quedaría – se queja Rosa, una vez que hubo salido Pablo.

  • No te preocupes, ya sabes como es, ya le veremos el fin de semana que viene. Por cierto, ¿que planes tienes para hoy?

  • Ninguno en especial, si me invitas a comer, me quedo.

  • ¿Si esa es la condición?, dalo por hecho – le respondí, e inmediatamente y de la forma con menos tacto que os podáis imaginar le espeté - ¿habías hecho esto antes? Perdona que te lo pregunte así, pero esta noche ha sido tan especial para mí, que no hago más que pensar en ella.

  • No te preocupes – me dijo mientras se reía – cualquier cosa que nos digamos hoy sobre el tema será de lo más normal. Y la respuesta a tu pregunta es ésta: SÍ y NO.

  • Eso me lo tienes que explicar más despacio.

  • Sin problema, pero es una historia un poco larga – me avisó Rosa – si no te importa aburrirte.

  • No creo que me aburra, estoy a tu disposición.

  • Ya sabes que nunca me ha importado "el qué dirán de mí", desde hace mucho tiempo soy muy consciente de mi sexualidad, y nunca he tenido inconvenientes en buscar mi placer, a pesar de lo mal visto que pueda estar por la gente. Como muestra te daré algunos ejemplos, aunque algunos ya los conozcas: me he liado con mujeres, que sin ser claramente mi tendencia, te puedo decir sin mentirte que me he puesto más cachonda con alguna mujer de lo que lo he estado con muchos hombres. He estado con hombres maduros, y al decir maduros me refiero a que me doblaban de largo la edad. He probado con juegos sadomasoquistas, tanto en un papel, como en el contrario. Y en todos y cada uno de los casos he llegado a cualquier límite siempre y cuando me procurara placer; y de este punto en concreto es de donde derivaban casi todos los problemas.

  • A qué te refieres.

  • Me refiero que a mis compañeros de cama, no importa de que género fueran, les encantaba que yo fuera tan morbosa, que me prestara a todos esos juegos que tanto les excitaban, pero había un punto de inflexión que casi nadie superaba, y era cuando yo imponía mis "juegos".

  • ¿Cuales eran?

  • Ninguno en concreto, a lo que me refiero es que yo disfruto con lo que ellos querían, pero no me gustaba encasillarme en nada, y siempre quería más. Entiéndeme, no más refiriéndome a cantidad, sino a variedad, a cambios; Pero ellos, muy liberales que se creen por sus propias tendencias sexuales, en cuanto yo les proponía jueguecitos de infidelidades, exhibicionismo, o lo que se me ocurriera (a mí y a mi líbido) en ese momento, se asustaban, y me llamaban salida, pervertida y otras lindeces. Ellos, que a ojos de mucha gente parecerían el anticristo. Ya ves cuanta hipocresía.

  • Perdona que interrumpa tus reflexiones, pero me parece que en toda esta charla has evitado la palabra "trío" – dije intentando reconducir la conversación hacia el tema que en ese momento me interesaba.

  • Jajaja – rió – sí, lo sé, lo he hecho aposta, y no sólo por dejar lo mejor para el final, sino que tenía que contarte esto para que entiendas lo que sentí cuando hice los tríos.

  • LOS TRIOS – grité – y yo que creía que lo de hoy había sido tan especial para vosotros, como lo ha sido para mí.

  • Y lo ha sido, créeme. Ten paciencia, cuando te lo acabe de contar lo entenderás.

  • Perdona, continúa.

  • Uno de mis rolletes, un chico de 28 años (yo en ese momento tenía 26), con el que estuve 4 meses, me propuso hacer un trío. Pero como ya te imaginarás, con una mentalidad egoísta de machito, el trío que me propuso es de dos chicas y él, a la otra chica ya la tenía incluso elegida, era una ex suya que le daba a la coca, y como el chico éste trapicheaba para aquellos entonces, su amiga no le negaba ningún polvo, si él se lo pedía (ya sacaría algo a cambio). A mí no me parecía mal la idea, pero quise aprovecharme de la situación, y lo que le pedí fue que antes hiciéramos otro, pero con un chico. En cuanto se lo pedí, me dijo que si estaba loca, que iba a hacer él con otro tío en la cama y cosas por el estilo. Pero me planté y le dije que si quería verme comiéndole el coño a su amiga la farlopera, antes teníamos que hacerlo con un tío. Se ve que elegí bien las palabras, porque a los pocos días accedió.

  • Estoy flipando, con lo que me cuentas, porque creo saber a quién te refieres y no me lo imagino, comiéndole la polla a otro tío.

  • Has acertado, porque eso fue lo que "no" ocurrió: organizamos la noche, el afortunado fue un colega suyo, dentro de su círculo de amistades tan "sanas". Una vez en casa de él, yo estaba como una moto, pero solamente yo, porque ellos estaban acojonados, estuvieron toda la noche intentando no tocarse, parecía que hacían turnos conmigo para evitar cualquier mínimo contacto entre ellos; Si hasta cuando les propuse una doble penetración se negaron porque iban a estar demasiado juntos. Así que la sensación que me quedó de aquella noche fue una tremenda decepción, yo llegué con muchas expectativas y ellos se encargaron de enfriarme.

  • Entiendes ahora la diferencia con nuestra magnífica noche – continuó.

  • Sí, ya te comprendo – y tras unos segundos, mi cerebro volvió a funcionar y le pregunté – el otro trío ¿llegasteis a hacerlo?

  • Sabía que me lo ibas a preguntar. Sí que lo hicimos, pero se repitió la historia. En este caso él estaba como una moto, pero parecía disfrutar más viendo como nos lo montábamos nosotras, que participando. Jugó un poco, se corrió, y se retiró a vernos. Así que más que un trío, fue una relación lésbica con un voyeur en la habitación.

Cuando Rosa terminó de contarme todo esto, nos quedamos en silencio. Mi cabeza iba poco a poco asumiendo sus palabras. Tuvo que ser muy decepcionante para ella, participar en las fantasías del capullo ese y sin embargo él no fue capaz de responder a sus expectativas.

  • ¿Y tú, Raúl?, ¿qué piensas hacer ahora?, me refiero con tu vida, sales de una relación más o menos estable, que tienes en mente.

Algo dentro de mí me decía que esa pregunta encerraba trampa, así que sólo se me ocurrió responder con total sinceridad:

  • Lo que decíais en las bromas que me gastabais ayer en el pub – dije sonriendo - ahora no quiero ni puedo, mantener una relación que suponga algún compromiso, mi intención es vivir mi vida, disfrutar, y enrollarme con quién quiera, o con quién me deje, que no tenemos ya figura como para elegir.

Rosa se rió de mi broma, me miró en silencio, y tras unos segundos de calma me soltó a bocajarro:

  • Raúl, ¿no te interesaría una "seminovia", que no te suponga ningún compromiso – matizó - con la que te atrevas a hacer realidad tus fantasías. Una chica con la que seas capaz de repetir lo de ayer junto con un desconocido, o que una noche en la que estéis con los amigos os liéis delante de ellos, y media hora después seas capaz de tolerar e incluso disfrutar el verla metiéndole el morro a otro tío o tía, sabiendo que todos tus amigos han sido testigos de lo ocurrido?

Dijo todo esto sin apenas respirar, no me lo podía creer, Rosa, la chica más segura de su persona que he conocido, estaba nerviosa preguntándome si quería ser su cómplice en sus aventuras. ¿Era una relación lo que me estaba proponiendo?, ¿como definiría una chica como Rosa la palabra "relación"?. Daba igual, a la misma velocidad que Rosa verbalizaba su petición algo dentro de mí iba formando la respuesta:

  • Claro que sí Rosa, lo estoy deseando.

Sonrió y se relajó. Estiró la mano por encima de la mesa de la cocina y cogió la mía. Un observador externo diría que estábamos sellando el pacto recién formulado.

  • ¿Sabes? – dijo Rosa para cambiar de tema – ayer cuando Pablo te penetró, mientras te separaba el culo y veía como entraba su polla en ti habría dado mi reino, por tener yo también un buen rabo para follaros a los dos.

  • Jajaja – me reí ante el sorprendente giro en la conversación – creo que para eso también hay solución. Ven vamos al ordenador.

Entre en la web de un sexshop, en la que mi ex y yo solíamos proveernos de variados juguetes, y busque el apartado de arneses, enseñándoselos a Rosa. Se los quedó mirando fijamente, con el ratón iba pinchando los distintos tipos que había, comparando las descripciones, todo en el más absoluto silencio y cuando terminó, dijo:

  • Tengo en mi casa un par de consoladores, todos comprados en el sexshop del barrio, pero no había caído en buscar esto – dijo, y mirándome a los ojos – vamos a encargar un par de ellos.

Por lo visto, en su comparativa ya se había decantado por dos arneses, el primero era de látex que iba fijo a una braga también de látex, que a su vez llevaba incorporado otro consolador en su parte interna para una penetración vaginal. El problema de éste es que no especificaba bien la talla y teníamos miedo de que no le estuviese a Rosa (recordar su descripción), pero era tal el morbo que nos inspiraba que decidimos incluirlo. El segundo por contra si que disponía de unas correas ajustables, y con el pene de plástico anclado por medio de unas anillas, sin embargo éste no incorporaba el pene interior. Así que ante la duda cogimos los dos. El tiempo de espera según la web era de 4 ó 5 días. Iba a ser una semana muy larga.

CONTINUARÁ...

Pd. este relato es de transición, en el que se hace necesario explicar las bases de nuestra nueva relación, espero que os haya gustado a pesar de no mantener el nivel en cuanto a contenido sexual se refiere. Un saludo a tod@s