Una rica señora (5)

La ùltima aventura con la sabrosa señora y su marido...

UNA SABROSA SEÑORA V

Después de que Agustín se levantó, dimos cuenta del desayuno que nos había preparado Luly y, para no perder el tiempo, nos pusimos nuevamente a platicar en torno al sexo, cada uno de nosotros platicó las más locas aventuras que había tenido, unas eran muy alocadas, algunas trataban de relaciones homosexuales, bisexuales o lésbicas, otras, demasiado excitantes, las menos, relaciones normales sin ninguna aportación para la imaginación de los presentes, continuamos así hasta cerca del mediodía, hasta que ella propuso que le diéramos una nueva cogida, Agus dijo:

  • Pues ustedes pueden hacer lo que gusten, yo solo los voy a ver o, si acaso, les daré unas mamadas, ¿de acuerdo?

La felicidad inundó el rostro de Luly, volteando hacia mí, preguntó:

  • ¿Crees que puedas darme nuevamente tu rica verga? – al tiempo, se levantaba el vestido para mostrarme lo que yo ya sabía, estaba desnuda.

  • Es cosa de que lo convenzas – respondí mientras señalaba hacia mi pene -, si logras que se pare te lo meto por donde quieras.

Sin agregar nada, se acercó a mi asiento y se puso de rodillas a mi lado, me hizo girar frente a ella y musitó en voz baja:

  • Se que no deseas que me quede con las ganas de sentirte dentro de mí, ardo en deseos que tu espesa leche me inunde por dentro, te voy a dejar meterte en cualquiera de mis agujeros que ya conoces, necesito que calmes este fuego que me consume por dentro.

Acto seguido, sacó mi miembro de entre la ropa y lo metió hasta el fondo en su húmeda boca, su lengua se paseaba por toda la extensión de mi, aún flácido, garrote, a pesar de que habíamos tenido bastante actividad sexual, reaccionó levemente al principio, pero poco a poco fue tomando la rigidez necesaria como para lograr una penetración, su marido solo disfrutaba de la vista, mi caramelo desaparecía una y otra vez entre los labios de Luly, el sonido de las chupadas aumentaba en mí el deseo y la calentura, en cuanto se irguió totalmente ella detuvo sus mamadas para decirme:

  • Creo que ya estás listo, elige el lugar en donde vas a iniciar la cogida – comentó mientras de sacaba el vestido por arriba de la cabeza.

Giró como para que decidiera en dónde lo ensataría primero, mostrándome su amplio trasero y abriendo las nalgas para dejarme ver su oscuro culo, luego me enseñó la espesa mata de vellos púbicos, los apartó mostrándome sus rosados labios vaginales, insertó dos dedos en su concha y jugueteó con ellos por dentro haciendo que el sonido de la humedad se escuchara, finalmente se acercó a mi cara y me besó amorosamente, mi reacción no se hizo esperar, la tomé por la cintura mientras me ponía de pié, la abracé fuertemente para restregarle mi espada entre sus piernas, detuvo el beso y emitió un largo suspiro, movió su cadera como si realmente tuviera una reata en su interior haciéndome calentar más, Agustín cooperó desvistiéndome totalmente para que me volviera a coger a su esposa, luego, me senté en la orilla del sillón para lograr la penetración, Luly, con cara de satisfacción, se montó sobre mí, dándome la espalda, para comenzar a disfrutar nuevamente de mi caramelo, esta vez, se fue sentando lentamente para gozar cada centímetro de la macana de carne que estaba clavándose, un profundo "mmmm" salió de su garganta haciéndome saber cuanto lo disfrutaba.

  • Sabía que no me ibas a fallar – comentó ella con tono de placer -, no sabes cuanto lo necesito dentro de mí.

  • Pues si realmente deseas llegar al clímax, debes de moverte como solamente tú lo sabes hacer – respondí.

  • Tus deseos son órdenes para mí, mi amo, a ver qué te parece esto –contestó si dejar de mover sus ricas nalgas.

Acto seguido, inició un movimiento giratorio y, a la vez, de arriba abajo que hizo que mi pene disfrutara al máximo de la penetración, si decir nada, Agus, que solo había permanecido expectante, se acercó a nosotros, se arrodilló frente a la abierta concha de su esposa y comenzó a lamerle el clítoris, la reacción de Luly fue inmediata, sus gemidos aumentaron a tal grado que llenaron el pequeño comedor, mis manos se encontraron con las de Agus tratando de apoderarse de los deliciosos melones de Luly, yo tomé uno de ellos y dejé que él se encargara del otro, ella se encontraba en un estado cercano al paraíso, mi pistola entraba y salía de esa rica funda, haciendo que la calentura que nos embargaba, aumentara a cada instante, después de uno momentos, sentí que la lengua de Agus iniciaba sus caricias en mis testículos, no me sorprendí, al contrario, me dejé llevar por las sensaciones, subió un poco para lamerme el tronco que, durante las entradas y salidas de la panocha, quedaba expuesto a él, aquella experta lengua logró que estuviera a punto de llenar la vagina de esperma, pero, como no deseaba vaciarme aún, les dije:

  • ¿Qué les parece que lo hagamos igual que ahora pero mientras me clavo a Luly por el culo?

La aprobación resultó unánime, ella sacó mi espada de su apetitosa concha para acomodarse en la nueva pose, Agus también se acomodó para tener mejor vista de la peluda concha de su mujer, y yo simplemente me dispuse a continuar gozando, Agua, lamió el estrecho anillo se su esposa para lubricarlo y que yo se lo pudiera clavar fácilmente, Ella puso la punta de mi pene en la entrada se su ano y se dejó caer, la ensartada fue inmediata y total:

  • ¡¡¡Ayyyyy, que rico se siente!!! – gritó Luly cuando mi verga desapareció totalmente entre su esfínter -, Agus dame la mejor mamada que puedas – finalizó ordenando a su marido.

Agus obedeció sin protestar, pasó su lengua por toda la abierta panocha de su ensartada mujer, yo tomé sus piernas y las levanté para que la lengua de su marido llegara lasta el fondo, comprendiendo el motivo de mi acción, Agus metió su apéndice bucal hasta lo más hondo de la mojada vagina, haciendo, con esto, que los gemidos se convirtieran en placenteros gritos, ¡Luly estaba obteniendo una doble penetración, lengua adelante y reata en el ano!, la excitación nos tenía prisioneros,, pasados unos momentos, ella anunció que se venía, Agus pegó su boca a los labios vaginales para insertarle la lengua y aumentar el goce de ella, sorbió hasta la última gota del salado y espeso líquido proveniente del interior de la abierta concha, al terminar de beberlo, bajó para chuparme las bolas como lo había hecho anteriormente, solo que ahora pidió que le diera mi leche en la cara, como no estaba dispuesto a salirme del sabroso culo, le dije:

  • Espera a que me venga, luego sacas mi lanza y te tomas toda la leche que puedas exprimir, ¿de acuerdo?

Agustín asintió saboreando de antemano mi esperma, retomó sus lamidas entre mis bolas, tronco y concha para obtener lo prometido, por su parte Luly, no dejó de moverse hasta lograr que le llenara el culo de semen, lo hacía con los movimientos rotatorios y, además comenzó a apretarme con el culo de una forma que no permitía retener por más tiempo el orgasmo, anuncié mi explosión al mismo momento en que ella se daba de sentones rápidamente sobre mi garrote, mis pene inició sus espasmos para inundar el cuerpo de la rica y, casi insaciable señora, en cuanto las contracciones del ano cesaron, Agus sacó mi pene y se lo metió en la boca para chupar las postreras gotas de mi pasión, mientras metía un par de dedos en la panocha de su esposa, y uno más en mi culo, eso nos hizo disfrutar el final de la cogida hasta que quedamos exhaustos recostados sobre el sillón, con Agus a nuestros pies.

Muy a nuestro pesar, dejamos aquella casa en dónde el placer había llenado nuestros cuerpos, el regreso a casa lo hicimos con mucha precaución, pues el cansancio era exagerado y no deseábamos sufrir un accidente en la carretera, por cierto, Luly se sentó en medio de nosotros y sacó nuestros exprimidos penes de entre las ropas, todo el trayecto de regreso lo hizo con muestras vergas en la mano, ocasionalmente las besaba en la punta como esperando lograr una nueva erección y, tener alguna, o las dos si fuese posible, dentro de ella al llegar a su domicilio.

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

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