Una rica señora (4)

La cuarta parte de las aventuras con la ricura de señora que conocì.

UNA SABROSA SEÑORA IV

Gracias a todos los lectores por los correos, en dónde me hacen sus comentarios y críticas para mis escritos, en verdad lo agradezco sobremanera.

La voy a platicar la penúltima parte de esta serie de relatos, espero en verdad que sea de su agrado.

Al mediodía del sábado, con música suave que puso Agustín, comimos algo ligero, nos metimos desnudos a la alberca hasta que la tarde indicaba que el día casi llegaba a su fin, como el regreso sería hasta el domingo, no había motivo de preocupación, al contrario, deseaba que la noche tendiera su oscuro manto para entregarnos al los placeres de la carne; salimos de la piscina para tomamos unas cervezas bien frías, la desnudez de nuestros cuerpos no molestó a ninguno, al contrario, era como un afrodisíaco que pronto haría sentir su efecto, luego Luly nos preparó algo para cenar y, sentándose con nosotros a la mesa, dijo en tono alegre:

  • Espero que ya se hayan repuesto del primer encuentro porque hoy necesito que me llenen nuevamente de verga – comentó mientras se tocaba la concha.

Agus y yo reímos por la forma en que lo dijo, su marido agregó:

  • Pues no se si él – dijo mientras me señalaba -, está listo para una segunda cogida, por mi parte no creo que se me pare.

  • Creo – intervine -, que con las mamadas que sabe dar Luly no habrá problema para lograr una erección fabulosa.

Nuevamente las risas llenaron el jardín de la pequeña pero lujosa casa, la sabrosa comida y las bebidas fuero terminándose, las estrellas comenzaron a asomarse en el cada vez más oscuro firmamento, nuestra hembra se puso de pié con una copa de vino en su mano, la alzó y brindando con ella, agregó:

  • ¡Por el amante de nuestro matrimonio!, M…, brindo porque nos cumplas nuestros deseos sexuales.

Ambos nos levantamos y brindamos con ella, las copas chocaron con un alegre tintineo y terminamos su contenido, su marido sirvió nuevamente en cada copa e hizo un nuevo brindis:

  • Por la excelente amante que tengo, Luly, y espero que siga tan fogosa como hasta ahora, ya que, gracias a ella, he logrado tener una vida sexual plena como bisexual que soy.

Nuevamente bebimos nuestras copas, ahora era mi turno, decidí hacer una propuesta extravagante, así que comenté:

  • Deseo que este fin de semana me dejen vacío de leche, que nos hagamos de todo y por todos lados, que el sexo domine esta noche y nos envuelva hasta el amanecer.

El brindis lo hicimos al terminar las risas que causaron mis palabras, luego, Luly se acercó a besarme ardientemente, su marido me abrazó y me acarició las nalgas efusivamente, como si deseara poseerlas, el triple abrazo se hizo más apretado, los tres cuerpos estaban fundidos como si fuera uno solo, manos y caricias comenzaron a recorrer la piel que se encontraba a su alcance, los besos se tornaron mucho más candentes, mi herramienta, se irguió por las deliciosas sensaciones, al sentirla, Luly anunció jocosamente:

  • Damas y caballeros, por fin tenemos una verga parada y muy caliente, ¿quién la desea?

Agustín, sin perder tiempo agregó:

  • Quisiera que se metiera en este rico culo, que está deseoso de sentirla – señaló hacia sus nalgas.

Para continuar con la broma, yo agregué:

  • Solo es cuestión que la convenzan y con lo hará gusto.

  • ¿Cómo la convencemos? – preguntó Luly poniendo cara de inocencia.

  • Fácilmente – repuse -, solo deben de lamerla entre ustedes dos para dejarla lista y poder proporcionarles el placer que tanto ansían.

Rápidamente ambos se hincaron frente a mi caramelo y los empezaron a besar, lamer y chupar hasta que se me paró por completo, me estaban transportando a un mundo insospechado de placenteras sensaciones, motivado por la tremenda felación, me armé de valor y les propuse:

  • Qué les parece que me coja alternadamente a los dos, les voy a meter mi garrote en sus bocas, culos y a ella, por su rica panocha, ¿de acuerdo? – dije mientras les mostraba unos condones.

El matrimonio aceptó gustosamente mi comentario, deseaban sentir placer y no habría nada que se interpusiera; para iniciar el encuentro, tomé a Luly por la cintura e hice que se agachara para mamar la reata de su marido mientras me la ensartaba por el culo, me puse la funda de látex en mi miembro y, escupiendo en el anillo que se hallaba frente a mí, le metí lentamente mi candente hierro, ella, al sentirse penetrada por la puerta posterior, detuvo un momento las chupadas que le estaba dando al marido, emitió unos guturales sonidos para hacernos saber que lo estaba gozando, Agus, mientras tanto, se dejaba lamer en pene, tratando de lograr la erección para participar activamente en la cogida; el esfínter de Luly se contrajo, aprisionando en su interior mi espada, le pegué en las amplias nalgas para aumentar su excitación, cosa que logré al segundo golpe, luego, su marido sugirió que cambiáramos de lugar, puesto que su lanza se había parado lo suficiente como para lograr metérsela a su mujer, la boca de ella estuvo a punto de exprimirme los salados jugos, me estaba haciendo gozar en una forma increíble, la calentura aumentó al grado que ella suplicó una doble penetración, dispuestos a complacerla, nos dirigimos a la recámara, tumbándose sobre la cama Luly nos pidió:

  • Cláveme entre los dos, necesito llenarme de su carne por dentro, ¡hágame gozar como loca!

Agustín, se acostó junto a ella poniendo a la plena disposición su arma, ella le puso un condón y se subió para cabalgar sobre él, ofreciéndome sus caderas, ante tal vista, me coloqué otra funda de látex y, acercándome hasta su culo y me dispuse a enterrarle mi palo hasta hacer que el orgasmo llenara todo su ser, el trío se consumó plenamente, los gemidos, jadeos y placenteros quejidos llenaron la habitación, en mi mente revoloteaba la idea de que Agus y yo nos hiciéramos el amor mientras ella nos daba de nalgadas, como sabía que a él le gustaba ser penetrado, hice la propuesta que fue aceptada inmediatamente, Luly cedió su lugar para que su marido fuera ensartado por mi fogoso miembro, él solo levantó las piernas para recibirme en sus entrañas, Luly lubricó la estrecha entrada del culo del su marido y, tomándome de la tranca, la puso en la entrada posterior de él, con una violenta arremetida inserté todo mi palo en ese caliente orificio haciéndolo gritar de placer, al mismo tiempo recibí unas sonoras nalgadas en mi trasero que hicieron la penetración más profunda, metí y saqué mi pene por espacio de unos minutos hasta que él anunció que se venía:

  • Estoy a punto de venirme, mámamela hasta que te llene la boca de leche – dijo dirigiéndose a mí -, quiero que te tomes todo mi semen.

Al principio la idea no me agradó mucho, prefería llenarle el culo de carne, pero mi resistencia fue vencida por ella, puesto que me dijo:

  • Anda querido, complace a este pobre bisexual que no desea desperdiciar su crema.

Saqué mi arma de la oscura funda mientras él se despojaba del condón, coloqué mi boca sobre la cabeza del palpitante miembro que apuntaba hacia el techo del dormitorio, mamé pausadamente aquel trozo de carne hasta que Agustín anunció su orgasmo, el salobre líquido inundó mi boca, continué chupando la herramienta hasta que no sentí un estremecimiento más, inmediatamente ella me tomó de la cara y me besó para, juntos, saborear el espeso líquido proveniente de su marido, su lengua hurgó hasta el más recóndito rincón de mi boca, paladeando el ocre sabor que se había impregnado en nuestras lenguas, luego se acomodó de perrito y me instó a meter mi punzante miembro en su húmeda vagina, la complací insertándosela de un tirón hasta la empuñadura, su marido se puso entre mis piernas y comenzó a lamerme los huevos hasta que descargué toda mi esperma dentro de ella.

Desperté ya entrada la mañana, en la misma cama en la que habíamos consumado el trío, un aroma a comida llenaba el ambiente, me levanté y noté que Agustín aún se hallaba dormido, decidí dejarlo descansar y salí en busca de Luly, la encontré preparando algo para desayunar y escuchando música, en cuanto me vio, de dirigió hacia mí y me besó fogosamente, luego me dijo:

  • Cariño, eres tremendo en la cama, anoche nos cogiste a los dos en una forma deliciosa, quisiera que este fin de semana fuera eterno, pero desgraciadamente vamos a regresar dentro de unas horas.

  • Pero los buenos ratos nadie nos los quita – intervine -, además creo que aún podemos tener algo de placer antes de irnos.

  • Tienes toda la razón, pero antes debemos de alimentarnos bien porque no solo de amor vive el hombre, ¿cierto?

  • De acuerdo, así podré tenerte en mis brazos y volver a gozar juntos – deseaba que pudiera tenerla para mi solo.

  • Pues si quieres empezar… - respondió maliciosamente.

  • ¿A desayunar o a cogerte?

  • Lo que gustes papito – dijo levantándose el vestido para dejarme ver que no llevaba nada debajo.

Mi pene se encontraba realmente vacío y yo pensé que no reaccionaría a pesar de la maravillosa visión que se presentaba ante él.

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

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