Una rica señora (2)

La segunda cogida que nos dimos entre la madura y yo...

UNA SABROSA SEÑORA II

Como recordarán, en mi relato anterior le platiqué de la primera sesión con Luly, aquí tienen la segunda parte.

Después que se vino, cayó exhausta sobre mi pecho, pasados unos minutos mi flácido miembro se salió de la que fuera su funda durante el encuentro sexual, me dejó descansar un buen rato, pero, después volvió a chuparme la reata, la que reaccionó levantándose realmente sabía cómo complacer a un hombre, continuó hasta que le tuve totalmente parada y lista para clavársela.

  • Ahora vamos a cambiar las cosas – me dijo -, te toca lamer mi cuerpo, ¡hazlo rico y te daré lo que quieras! – finalizó.

Por toda respuesta, me acerqué a su cabello, fui bajando lentamente lamiendo y besando todo lo que quedaba a mi alcance, oídos, boca, cuello, hombros, pecho… todo y por todos lados; al llegar a su deliciosa cueva, abrí los rosados labios vaginales e inserté la lengua hasta donde pude, mientras con mi dedo acariciaba el botoncito que sobresalía de entre la espesa mata de vello púbico, sus gemidos se hicieron audibles, alcé mi vista y pude ver que sus pechos se levantaban y bajaban rápidamente al ritmo de su agitada respiración, mi lengua continuó su ataque sobre su panocha, sus manos, como dos tenazas, aprisionaron mi cabeza y la estrujaron sobre su sexo, con esto supe que estaba logrando que se viniera, intensifiqué las caricias sobre su clítoris, que ahora estaba mucho más grande, dejé por un instante su vagina y me concentré en morder suavemente ese trocito de carne que se asomaba entre la espesura de su monte de Venus, al sentirme ahí sus caderas se alzaron y abrió las piernas al máximo, un notorio temblor se apoderó de ella, y con entrecortada voz dijo:

  • ¡Ahí, ahí necesito que me lo hagas!, ¡no te detengas!, ¡quiero venirme mientras lo haces!, sigue papacito, sigue

Continué haciéndolo mientras metía dos dedos en su concha, ella solo acertaba a moverse en forma frenética mientras el placer la invadía, de repente se convulsionó y quedó tendida en la cama sin más movimiento que el de su respiración, agitada como estaba me dijo con voz suplicante:

  • ¡Vuelve a hacerlo solo que ahora méteme un dedo en el culo, eso me pone muy caliente!

Repetí lo que anteriormente había hecho mientras humedecía mis dedos con sus propios jugos, mi lengua repitió la penetración, solo que ahora alternaba entre insertarla en su vagina y le daba leves mordidas en el clítoris, en cuanto mis dedos estuvieron mojados, le metí dos en la concha y otro por su negro anillo posterior, al sentirlo nuevamente se agitó como su estuviera recibiendo al mejor de los amantes, el movimiento que hacía ahora resultó más intenso que el de su anterior orgasmo, como respuesta, mis cabellos fueron hechos prisioneros entre sus dedos, los acariciaba, los jalaba, los retorcía

Un segundo orgasmo llenó el cuerpo ansioso de Luly, nuevamente quedó desfallecida sobre la cama mientras me acariciaba la frente, se repuso pasados unos minutos, y, apoyándose sobre mí, me dijo:

  • Déjame hacerte algo que, creo, nunca te han hecho, vas a gozar como nunca, te lo aseguro.

Mientras decía esto me recostó boca abajo en la cama, pasó su lengua por todo el dorso de mi cuerpo, puso especial atención al llegar a mis nalgas, las abrió suavemente e introdujo su apéndice bucal en medio de ellas, el placer que me proporcionaba era inmenso, pero no sabía lo que a continuación iba a ocurrir.

  • Aflójate un poco, quiero darte un beso negro – dijo son suave voz.

Como si fuera arcilla en sus manos, me dejé llevar por las sensaciones y aflojé mi cuerpo, Luly alcanzó a lamer mi aro y pude sentirme transportado a nuevas dimensiones del placer, realmente era delicioso lo que me estaba haciendo, jamás había sentido tanto placer, luego apartó mis piernas como si me fuera a penetrar por atrás y reinició las chupadas sobre mi oscura abertura posterior, me levantó hasta que quedé en la posición "de perrito" y fue bajando de entre mis nalgas hasta encontrar mi ardiente lanza que ya estaba chorreando líquido semi transparente, se recostó debajo se mi cadera y la mamada que me dio resultó más intensa, en cierto momento me jaló sobre ella para que mi verga quedara totalmente clavada en su boca, al caer sobre ella, por un momento pensé que se iba a ahogar con toda la carne que se estaba comiendo, nada de eso pasó, al contrario, su boca devoró mi hinchada virilidad sin demostrar rechazo, ávidamente la chupaba en toda su extensión, su lengua parecía tener vida propia, se paseaba por mi garrote de lado a lado haciéndome desear que nunca terminara, sus manos mantenían presión sobre mis cachetes posteriores haciendo prácticamente imposible sacar la verga de su boca, como si adivinara que mi torrente de leche estaba a punto de explotar, detuvo la deliciosa mamada y me dijo:

Tienes un miembro muy rico, me estás haciendo gozar como nadie, ¡pídeme lo que quieras que te voy a complacer en todo! – el tono era de total excitación.

  • ¡Dame el culo para ensartarte por ahí! – repuse con tono de exigencia -, quiero llenártelo de leche hasta que se te escurra.

Como respuesta, cambió de lugar conmigo y, alzando las nalgas, dejó al descubierto su rico anillo, tomé mi arma y la puse en la estrecha entrada, Luly emitió un largo suspiro y aflojó lo más que pudo las nalgas, como estaba bien lubricado con su propia saliva, se deslizó suavemente a través de su esfínter, un gemido mezcla de placer y dolor escapó de su boca, pero inmediatamente se repuso e inició un movimiento que logró que la penetración fuera total, agarré su cabello para darle una cogida inolvidable, su cabeza se hizo hacia atrás y, volteando a verme pidió:

  • ¡Móntame hasta que te canses!, quiero ser tu yegua, ¡pégame si quieres!, soy tuya, ¡soy tu puta!

Le di de nalgadas hasta que su piel enrojeció notoriamente, mientras metía y sacaba mi pene del estrecho orificio anal, sabía que pronto inundaría sus entrañas de ardiente semen, nuevamente, como si adivinara, contrajo su esfínter sobre mi garrote, movió las nalgas en forma circular y logró que bañara su interior con mi blanquecino líquido, mientras gritaba:

  • ¡Me vengo!, ¡me vengo!, dame toda tu leche papacito.

Caí sin aliento sobre su espalda y permanecí así hasta que mi pistola abandonó el interior de su culo, me llenó de besos la cara y mi pecho, realmente acababa de tener le mejor cogida de mi vida.

Caí en un profundo y reparador sueño, desperté cuando sentí que alguien entraba a la recámara, era Luly con una bebida que me ofreció sonriendo:

  • Nunca pensé que fueras tan caliente, de verdad me hiciste gozar, me vine muy rico y me gustaría repetirlo pronto.

  • Deja que me reponga, me dejaste vacío, no tengo tanta leche como para complacerte ahora, si gustas

No dejó que continuara, me besó tiernamente y sus manos se posaron alrededor de mi caramelo, sonrió y dijo:

  • La verdad quiero volver a coger contigo pero

  • ¿Pero? – inquirí.

  • Tal vez creas que estoy loca, quisiera que me cogieras frente a mi marido

Mi reacción fue de total asombro, hacerlo frente a su esposo estaba fuera de lo sensato, podría meterme en un lío enorme.

  • No te espantes, déjame explicarte, él ya no me satisface y me deja tener amantes de vez en cuando, es una persona muy abierta en lo que se refiere al sexo.

¡Un trío!, la idea no era tan descabellada, solo habría que ver la reacción de su esposo, además así podríamos llenarla porque le daríamos entre los dos y con eso quedaría satisfecha.

  • De acuerdo, ¿cuándo quieres que tratemos éste asunto con él?

  • Para serte franca, él sabe que estamos cogiendo, se lo dije antes que se fuera a trabajar, en cuanto llegue le voy a decir que eres muy bueno en la cama y que tu pene, a pesar de no ser enorme, sabe moverse para hacerme gozar.

¿Entonces ya lo sabe? – no sabía si enojarme, salirme o continuar -, ¿por qué no me lo habías dicho?

  • Primero quería que me probaras, si tanto a ti como a mí nos gustaba, entonces se lo comentaría, por cierto, me encantó ¿y a ti?

  • Eres muy caliente y me hiciste venir como nunca, ¡claro que me gustó!

  • Entonces no veo inconveniente para decírselo a mi marido, le hoy a llamar en este momento.

Levantó el teléfono y marcó un número, unos segundos después la escuché:

  • Hola mi amor…, si vino…, te llamo para decirte que acepta…, ¿cuando quieres que lo hagamos?..., déjame preguntarle… - volteó hacia mí y preguntó - ¿podrías el próximo fin de semana? – silenciosamente asentí y ella continuó -, dice que sí, me gustaría llevarlo a algún lado para fuera más romántico…, de acuerdo, se lo voy a decir…, bye.

Yo estaba sin habla, me estaba involucrando el algo nuevo para mí, jamás había participado en un trío pero esto era verdaderamente extraño, cogerme e una señora mucho mayor que yo frente a su esposo, no lo podía creer, para sacarme de mis pensamientos, Luly me mamó una vez más la verga y, sonriendo me dijo:

  • El próximo fin de semana nos vamos a Cuernavaca.

Para tener material y estén en espera del desenlace, lo voy a dejar para mi siguiente relato, espero que no se molesten, estimados lectores

Don Pato

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