Una reflexión sobre las series dejadas a medias
Pequeño escrito de opinión acerca de algunas cosas que ocurren en esta página con regularidad.
Si llevas visitando esta página el tiempo suficiente, te habrás dado cuenta de que muchos de nosotros -entre los que me incluyo- tenemos una especie de “adicción” a las series de relatos, y que muchas veces los autores se ven “obligados” a continuar con sus historias por petición popular, aunque los hay que directamente dejan de subir sus sagas sin dar demasiadas explicaciones, dejando a su audiencia con la intriga de saber con quién se iba Pepita y cómo acababa la historia de Menganito.
Esto nos ocurre porque sabemos que quien escribe las líneas que nos enganchan como si de cocaína se tratase suele ser alguien como nosotros, alguien de a pie, alguien “normal”, por decirlo de alguna manera, y no una eminencia literaria como Tolkien y Rowling. Cierto es que hay historias que bien podrían ser publicables por las grandes editoriales, pero ya entendéis a lo que me refiero.
Es esa sensación de proximidad, de cercanía con el autor al compartir un medio, la que nos empuja a pedir continuaciones, algo que no veo yo que se haga mucho con los grandes escritores actuales -puedo estar equivocado-. Por así, los consideramos más humanos, más alcanzables.
También nos empuja el hecho de que la mayoría de historias de las que pedimos una secuela tras otra son muy centradas en el sexo -hay excepciones, por supuesto-, idóneas para masturbarnos y terminar con un buen orgasmo frente a la pantalla.
Estos son factores -hay más, pero ahora no se me ocurren- que nos hacen pedir continuación tras continuación hasta ver terminada o abandonada la obra, dependiendo de las ganas, los objetivos y las intenciones que tenga quien las escriba.
Y de esto quiero hablar también: de las series abandonadas, dejadas a medias. Como he dicho al principio, si lleváis el tiempo suficiente por estos lares habréis visto decenas de estas. Sagas de determinada cantidad de relatos cuyo autor dejó de escribir para empezar una nueva saga o directamente para no publicar nada más.
Y me gustaría dividir estas series canceladas en dos grupos -y ahora entenderéis por qué lo hago-: las empezadas por un calentón que acabaron plasmadas en un documento de texto y las que tienen cierta complejidad, seriedad y trabajo detrás.
Las series canceladas que se comenzaron a publicar a causa de un calentón suelen ser canceladas porque la idea que excitaba a quién las escribió ha dejado de calentarlo. ¿Cuántas veces nos ha pasado a quienes publicamos relatos que nos ponemos a escribir estando cachondos, al final vamos al baño a masturbarnos, nos corremos y cuando volvemos a la pantalla aquel texto ya no nos parece morboso, ya no nos convence y decidimos eliminarlo? A mí, muchísimas. Cierto es que si lo publicamos aunque no nos excite puede que a los demás sí les guste, pero es que si a ti no te gusta… Desconfía de ti mismo. Yo lo hago. A quiénes escriban por estar excitados, les pido por favor que revisen todo el texto antes de darle a Enviar, pero hay cada relato que pela marinera...
En cuanto a las series canceladas que son más complejas, decir que suelen estar inacabadas o bien porque el escritor ha perdido la inspiración o porque no sabe cómo continuar. Es frustrante seguir una saga con verdadero entusiasmo para ver al final que el autor la deja atrás, se desentiende de ella. De estos casos debo decir -como punto positivo- que, personalmente, he visto muchísimos menos que de los del calentón. Pero también pasa. A quienes escribáis los de este tipo, os pido de corazón que antes de publicar nada escribáis más y más, hasta tener para varios relatos. Mi consejo es el siguiente: si vuestra intención es la de llevar a cabo una historia larga, empezad a escribirla y publicad los primeros capítulos: si véis que no gusta, vosotros decidís si parar o continuar. Si, por el contrario, véis que gusta, dejad claro que aún no está terminada pero que pensáis continuarla, y dadnos chicha para ir saboreando mientras avanzáis en vuestra obra. Tardad lo que tengáis que tardar, no tengáis prisa; es muy tentador el hacer caso a quienes os pidamos más en los comentarios y darnos lo que queremos para que una lluvia de buenas calificaciones caiga sobre vuestras cabezas. Pero de verdad: es mejor que paséis un tiempo -siempre avisando para que no creamos que nos habéis dejado colgados- sin publicar nada y dejéis algo a modo de “tráiler” que vuestros lectores podamos saborear a publicar a lo loco y al cabo de un tiempo cansaros y dejad la historia.
Y hablando de comentarios: decir que siempre se agradecen, sean buenos o malos -no destructivos-. Siempre. Quienes publiquéis lo sabéis: la ilusión que da encontrar la notificación de un nuevo comentario al lado del relato recientemente publicado es maravilloso, te hace sentir genial -y más si el comentario es positivo, obviamente-. El sentir que alguien después de leerlo se ha tomado un momento para dedicarte una líneas te hace sacar una sonrisa sí o sí. Hay quienes solo los valoran, pero dejadme deciros que al menos yo prefiero un comentario a una valoración. Ponerle nota es como muy “robótico”, muy frío, no sé cómo decirlo. Siente que realmente solo ha pulsado una opción. En cambio, unas líneas de un seguidor siempre se agradecen. En conclusión a este punto: si os ha gustado un relato, dejad un comentario; nos haréis muy felices. Y si no, pues dejadlo también pero sin que sea destructivo -para que sea destructivo mejor callaos-. No sabéis lo que anima cuando uno está de capa caída meterse en sus propios escritos y leer los comentarios de lectores fascinados con las historias que uno narra y ansioso por la esperada continuación. Me ha pasado muchas veces.
Y con esto termino mi pequeño escrito de opinión. Llevaba días pensando en escribir algo y hace un rato me ha venido la inspiración, así que me he puesto a ello.
En mi twitter (@TormexVM) voy comentando cosas, pero que sepáis que mi historia, Alicia Fernández, va viento en popa. Aún no sé cuándo estará lista, pero va cocinándose día tras día. Un saludo a Ibero54 (se lo merece por comentar de forma regular) y adiós.