Una putita de vergas maduras. 3ª parte
Mi hermano me había dado por fin su gran follada, pero tendría que dar más de mí para conseguir mis objetivos y en eso mi padre iba a ser juez y parte. Entre tanto oteaba mi horizonte con mi entrenador, me ventilaba todo lo tenía al alcance en casa.
CONVENCIENDO A PAPÁ.
Apagó mi mente con su voz al tiempo que notaba como un lechazo espeso y caliente inundaba mis entrañas mientras su polla palpitaba dilatando mi esfínter en cada espasmo. No fueron más de cuatro o cinco chorros de leche los que vaciaron sus pelotas, cuando noté que la sacaba y en el mismo acto me la metían por el coño… Soliviantada sin fuerzas para negarme, la encajó con presteza para follarme el coño. Sin tiempo de recuperación, porque no la necesitó… su dura verga estaba follándome de nuevo con intención de correrse otra vez… ¡No me lo podría creer…! Dos polvos seguidos sin tregua alguna…, Por cuánto tiempo me había perdido a un semental así tonteando con uno y con otro teniendo al mejor en casa .
– Llevaba diez días sin follar Sebas… ¡No te imaginas lo que daba por chuparle aunque sea un dedo a un tipo! ¡Tú me conoces… nunca fui descarada, pero puedes apostar que estaba y estoy súper caliente como una perra en celo!, agregué mientras se me escapaba un suspiro.
Atraje hacia mí a Sebas un tanto confundida por mis propias palabras, puse más firmeza en los brazos moviéndole el culo, hasta que subí el coño a la altura perfecta para enfilarme con el mejor acceso a mi raja…y él me terminó de enloquecer cuando corrigió…
– ¡No sé si eras descarada con tus novios, pero mogollón de veces he visto cambiarte delante de mí! Yo creo que lo hacías para provocarme ¡Pero mira cómo estás ahora, hecha una puta entregada para matarte a pollazos!, y detonó una carcajada nerviosa. Apenas me coloqué de nuevo, liberé a propósito mis tetas de la camiseta para que me las devorase con la mirada… – ¡Joder, mira qué tetas tienes nena! ¡Te la mamaría hasta sacarte la leche ya!
Mi hermano ya estaba que se salía y yo no me controlé más. Me levanté para ponerle las tetas en la cara y su lengua me prendió fuego de inmediato, saboreando el contorno de mis pezones, estirándolos en sus labios haciéndome gemir. Yo le azuzaba dándome unas nalgadas fuertes con su duro culo, notando aún más el endureciendo cipote que me partía el coño en dos. Cuando se sacó el musculoso falo, supe que todo podía suceder y así estaba ocurriendo dejándome follar por el coño y reventar el culo desvirgándomelo. Clavó la verga de un golpe seco en mi hinchado conejo hambriento, al tiempo que lamía mi oreja, diciendo…
– ¡Así que la andabas falta de polla y no querías follar conmigo! ¡Mira al final le has dado tu culo a tu hermano mellizo y ahora el coño…! Estamos predestinados a estar acoplados desde siempre.
Me susurraba sin parar de amasarme las tetas, dejó mi camiseta por la cintura, se trabó de mis tetas grandes y me las chupó mientras me oía gemir, tanteaba de vez en cuando mi pared vaginal con su orondo capullo con un golpe electrizante enterrándomela entera. Me comía la boca a chupones, y pelaba la verga con fiereza entre mis oprimidas paredes vaginales aporreándome con sus pelotas contra mi coño. Deseaba tener el sabor de su polla en mi boca, un antojo de puta salida…
– ¡Dame tu polla, quiero chupártela…!
La extrajo y me la puso entre mis tetas, después se la agarré con cierta violencia y me la metí en la boca para calmar mi sed, emputecida por el sabor de mi propio juguito que la impregnaba, combinado con el olor de sus pelotas y las cachetadas que me ofrendaba en mis mejillas.
– ¡Pégame cabrón, dale fuerte a mi cara! ¡Te voy a mamar la verga hasta sacarte la leche, hijo de puta!
Le grité mientras se pajeaba haciéndose una cubana con mis tetas junto a mi cara y me pegaba con su musculosa dureza en la boca apenas se la abría para engullirme su glande y chupetear la cabezona, su orificio y lengüetear alrededor de la resaltada visera que perfila del gran capullo. De repente me senté en la mesa abriéndome mis piernas le susurré…
– ¡Chúpamelo hijo de puta! Y después sigue follándome como quieras.
Me hizo caso… Me volvió loca cuando su nariz rozó la diminuta forma de mis vellos púbicos y su lengua se escurrió por entre la costura de mi raja entre ambos labios encharcados, para revolver mi vagina empapada fregando su nariz junto a mi clítoris extasiado. Me olía el ambiente a sexo enfermando de calentura mi crepitosa juventud. Elevaba las piernas sobre sus hombros dejándolas ahí reposar…, mi cuerpo pedía tocarme los pezones pellizcándomelos con furor cuando noto una punzaba mi culo con un dedo.
– ¡Guaaau, no sabes lo que me excita el sabor y aroma de tu coño, putita!, dijo acomplejándome un poco
Pero nada quería más que seguir gozando de su lengua en mi sexo hasta acabar corriéndome en su cara. Pero de pronto me zamarreó, me arrodilló en el suelo y mientras me sujetaba del pelo, me follaba la boca con un salvajismo que hasta me hacía imaginar lo que mi entrenador y esos moros hicieron conmigo y tanto deseaba volver a repetir, ahora era mi hermano el dominador de mis deseos y yo encantada y sumisa a sus empaques de verga en mi garganta. Incluso se lo dije en cuanto su desenfreno me dio una tregua, lo mucho que me gustaba ser follada por mi boca.
– ¡Chupa puta, mámela así! ¡Dale una buena mamada a la polla de tu hermano, mámala toda!
Me gritaba mientras mi boca se inundaba con mi baba y sus jugos, hasta que un chorro de esperma me hizo toser y delirar de tanta cantidad. No paraba de deslecharse en mi boquita, y me exigía que me la tragase toda. Con todo el engrudo en mi lengua, se lo enseñé abriendo bien grande la boca, y como una puta me engullí su lefa. Mientras me relamía, él volvió a chuparme las tetas, entretanto yo se la manoseaba para que recobrase aquella erección formidable que siempre esperé anidar en mi coñito. Eran dos corridas seguidas sin tregua , mucho para un macho cualquiera pero no para un semental como mi hermano, aunque se le puso dura solo cuando regresó a saborear mi flor. Esa lengua era una espátula gigante en un plato de dulce de néctar o de crema frutal rezumante de mi coño…su manto de saliva lubricaba mi chocho expectante a la perfección musculada de su verga.
– ¡Te voy a follar por el coño… tengo muchas ganas de ti! Después de follarte te vas a poner las bragas, así mi leche te las empapará cuando te chorree la raja y el culo. ¡Cuando venga papá te encontrará toda llena de leche de tu hermano! Dijo con sus dientes mordiéndome uno de mis pezones.
Me hizo poner a cuatro patas con los pies en el suelo y los codos en la mesa, me dio unos pollazos en la boca de mi conejo y, después, mientras me pegaba unos cachetazos en mi culo…, la enterró cada vez más en la vagina. Fue único sentir la dureza flamante del rabo de mi hermano dentro de mí. Me fascinaba que me follase por tercera vez y más sin sacarme la verga de mi cuerpo… que me pegue en el culo unos fuertes azotes por ser tan zorra, que me clave hasta el estómago sin compasión y me trate de puta.
– ¡Así nena es como se folla a una puta como tú! ¿Te gusta la polla no? ¿Quieres más…? ¡Con toda esta follada te voy a volver a enlechar! ¡Lo mismo de esta sales bien preñada! Decía exultante.
Después de un infinito mete y saque me acostó boca abajo sobre la mesa, me olió y escupió el coño, me pajeó un poquito el clítoris sobre el capuchón de manera enérgica, me hizo oler su bóxer, y apenas oyó de mi voz quebrada… – ¡FÓLLAME CABRÓN! Dame bien por el coño y llénamelo de leche ¡Joder vamos nene…PRÉÑAME! Aun te queda leche para eso.
Se me montó con la fiereza de un león, y colocó la cabezona colorada de pura irritación, tras casi 40 minutos fornicado como animales salvajes, en la entrada de mi conducto a la gloria…, pero no me la clavaba del todo para hacerme desearlo. – ¡Dale Sebas, métela de una vez, rómpeme el coño cabrón…!, le ordené con lágrimas en los ojos sudorosa de tan ávidas prácticas deportivas… y al fin me obedeció.
No paró de moverse tirándome del pelo y retorciendo mis pezones a modo de riendas de una yegua desbocada, a la par que con su gran tranca musculosa perforaba a plenitud mi conejo inflamado, colando uno de sus dedos en mi argolla y haciendo el sofá que se nutría de mis flujos, nuestro sudor y su leche plagada de un olor fuerte a testosterona. Acabé corriéndome por tercera vez con ese pedazo en mi coño. No paraba de clavar a fondo, mientras mis caricias en su pecho me reconfortaban en mis anhelos de sentirlo cada vez más dentro de mi vientre… él jadeaba enérgico sobre mí, hasta que soltó un tremendo huracán como un verraco en celo, a las puertas de estar eyaculando todo el resto de semen. A ver tan entregado a Sebas me enterneció las entrañas, lo tendría todo dentro de mi coño profundo , ahora más abierto tras la dilatada follada sin fin.
- ¡Me estoy corriendo Carolina! ¡Mmff! El sofá parecía que iba a romperse de tanto tambalearse de los fuertes empujones que le concedía a mi cuerpecito.
– Hazlo dentro, por favor, mmm… ufff… ¡No tengas problema en llenármelo…!
– Eres una chica formidable, en serio, te has preparado bien para disfrutar de lo lindo, ¿no? ¡¡Mmfff…!!
– Lo hice a coincidencia, pensé en salir con mi novio, cabronazo… ¡Uuuff…! A él también le dejo follarme a pelo y correrse dentro de mí ¡Es como mejor se folla! Mentí descaradamente porque con mi novio siempre le pongo condón, no así con mi entrenador y los moros.
Me tomó fuerte de la cadera y su cara se puso muy rara. Jadeó muy fuerte y sus ojos parecían querer ponerse en blanco. Me la metió hasta el fondo después de un esprín con un meta saca a todo ritmo de los que llaman a arrebato a toda la leche alojada en sus huevos, y en menos de veinte segundos de fuertes penetraciones a tope con sus bolas aporreando mi coñito, sentí de nuevo su esperma caliente…, ahora dentro de mi chochito a base de largos chorros de lefa que escupía el gran capullo hinchado. Estuvo dándome tímidamente unos segundos más, en lo más profundo que podía sumergir su polla en mi útero, hasta que se retiró de mí una vez acabó de vaciar toda su semilla. Yo estaba muerta y muy cansada, pero feliz. Tirada sobre los cojines del sofá con mi culito y coñito rezumando semen y jugos propios… escapándose vulgarmente de mis abiertos orificios. Desde allí le pregunté débilmente… – Oye, Sebas… ¿Ha sido mejor que con tu novia?
– No, para nada. Con ella siempre fue mejor.
– Eres un hijo de puta.
– Si me la chupas, vaya… entonces sí serás mejor que mi novia, Carolina.
– Ya te dije que ella es una remilgada. No voy a chuparte nada, idiota, sigue soñando. Extírpate las costillas y chúpatela tú mismo.
– Lo que tú digas flaca, se sentó en el sillón colindante y abrió sus piernas. Puso sus manos tras su nuca con una sonrisa en la boca….
– No me llames flaca, Sebastián, ya no más.
– ¿Y cómo quieres que te llame, Carolina? Cuando estés panzona y bien preñada, entonces dejaré de llamarte flaca y follar tu coño, deberás utilizar tu boca… Seguro que eres torpe chupando pollas.
En otra cosa no pero retarme a mamar una buena polla era una provocación que no me podía resistir…. Me levanté. El cabrón iba a ver lo que era una buena mamada, sí señor. Le iba a demostrar a este pardillo cómo se hacía una buena felación. Por otro lado tenía que apurarme, si realmente quería ver a mi novio esa noche porque hacía días que no estaba con él. Vale, pensé en cortar mi relación solo por la calentura, pero Christian es demasiado importante para mí, necesito su calor, su compresión y ternura porque los demás solo me dan sexo duro, que ciertamente lo necesito complementándome. Sin embargo, seguro que también querría algo de mí esa noche, pero yo estaba un poco adolorida porque mi hermano fue un poco bruto dándome por el culo para desvirgarlo, por el coño también lo dejó bien aviado. Y eso añadido a que al día siguiente teníamos más clases de bádminton, no habría descanso. Me arrodillé y agarré su enorme falo como si de una raqueta se tratase…
– Si quieres puedes llamarme “putita”. Esta noche soy tu puta, cabrón. No voy a parar hasta que te vacíe los huevos hasta dejártelos bien secos… ¡¡A ver quién es mejor la ñoña de tu novia o la cachonda zorra de tu hermana…!!
Se la mamé con devoción, y al muy cabrón se le volvió a poner dura como el pedernal, eso debía ser que su novia no le daba lo que yo, o le ponía mucho que su hermanita se entregase tan fácil al fornicio sin contemplaciones. Me puse las bragas cumpliendo con su mandato, tal vez verme como una zorra sumisa y como quedaron mis bragas mojabas apenas su leche comenzó a fluir de mis agujeros.
– Qué grosor… ¿Cómo es posible que se ponga tan dura aún…? Dije ensimismada.
Pasé una mano entre sus testículos, acariciándolos con sus finos dedos, incluso clavé mis uñas postizas en ellos, pero sin querer hacerle el menor daño… Las yemas de mis dedos acariciaron sus cojones de una forma respetuosa, como sopesándolos. Y mientras, mi otra mano, sin poder resistirlo, tomó la base de la polla, justo en el contacto con la pelvis… ahora había empuñado correctamente el arma de mi deseo. Dejé que mis labios besaran la punta del glande y me puse a sorber. Pero aún debería hacer más para obtener el preciado líquido… mi lengua traviesa salió a recorrer su tronco . Y lo hizo rápidamente, casi sin darle tregua recorrí el prepucio desde la punta hasta la base, dejando su saliva como huella. Rodeé hábilmente su venoso miembro viril con mi lengua y volví a recorrerla hasta la punta por el sentido opuesto. Estaba maravillado por la habilidad de mi lengua, lo veía en su semblante, al igual que yo de sentir esa carne varonil…
Sin más demora abrí mi golosa boquita y engullí el glande . Algo que había visto en mis ensoñaciones durante mis masturbaciones, ahora era realidad. Mi fina boca sí era capaz de introducirse el grosor de su polla, quizás no tanto la de los moros, aunque por poco margen. Lentamente, para mi asombro empujó con la mano en mi cabeza para irse metiendo el miembro dentro de mi boca, de mi garganta, centímetro a centímetro… Esa hermosa y bella verga estaba cada vez más adentro. Procuraba agasajarla con mis labios, pasando el roce de mis dientes y lengua por su sensible glande, con el cual jugaba en el interior impregnándolo de saliva fluida. Llegó un momento que ya, con un buen trozo de mástil masculino atoraba mi garganta , no daba para más, pero con ganas la forcé. Mientras que mi hermano me dejaba hacer, porque sabía muy bien lo que hacía. Tomé coraje y empecé a mover la cabeza a lo largo de la extensión de su polla, frotándola a placer mientras hacía lo mismo con la mano en la base de su mástil
– Oh Carolina, me elevas al cielo, me haces sentir un placer ardiente. Me vas a correr muy rápido.
La desatada melliza dejó de comer polla para chuparla, me la saqué de la boca, acompañada de una cantidad considerable de saliva para recorrer su hombría con fruición, con deseo… Sus ojos verdes me miraban con el mismo deseo, mi mano agitaba con fuerza la verga dura…
– ¡Oh, nena, no aguantaré mucho más…
Tras varios lametones que le pusieron a cien, me transmitían cientos de sensaciones en mi cuerpo y en el suyo, volví a engullir la carne dura entre mis labios , ahora más adentro, ahora con más fuerza. Como una bruja deseaba que sus testículos hirviesen teniendo la mejor sensación del mejor sexo oral de su vida… Sentir el calor que emana de su entrepierna, el semen produciéndose y queriendo salir, mientras mamaba como loca metiendo y sacando su falo de mi garganta… Los ojos de Sebas sin nada de compostura ni de hermano, sólo éramos un macho y una hembra en celo que reclama su premio. Me muevo sin parar, chupando, absorbiendo, engullendo. Sebastián no puede más… siento que se descontrola, y yo soy la culpable. Mientras no paro de elevar la velocidad…
– ¡Carolina! ¡Me corro, nena!
Le hago un gesto de entendido, pero no ceso de comerle la verga como si me fuese la vida en ello. Y creo que sabe cómo funciona, lo comprende y lo siente… Pues siento el semen busca de la salida sin poder frenarlo. En ese momento vuelvo a besar el glande con mis labios a sabiendas que llega el húmedo final. Explota la locura. Siento como viene y pasa a mi boca una corrida bestial, el caudal caliente que sale de su polla… Lo estoy esperando, con el glande dentro de mi boca. Percibo el primer chorro disparado dentro de mi garganta con los ojos cerrados notando como me derrito al sentir la miel… Hay más, pero puedo con todo. Continúo frotando ansiosa por más y llega todo de golpe, un torrente de semen hirviendo que se desliza por mi boca… El semen es abundante pese a ser la tercera corrida … e inunda a su cavidad, la lengua es derrotada y el esperma viscoso cae por mi garganta.
Tengo toda su leche en mi interior… En el intento por no perder nada, un poco de semen licuado se desliza por la comisura y lo recojo con la lengua y mis dedos . Ya he acabado con él definitivamente, haciendo a su tieso badajo pertenecer a mi sed. Recorro con mi lengua toda su extensión, deseo hasta la última gota, extraigo el miembro de mi hermano de mi boca pero aún lo lamo… Me gusta su calor. Abro la boca y puede ver su último manantial de semen en mi paladar, recorriendo mis dientes y cómo mi lengua está empapada de blanco. Estoy radiante, me sonríe… Cierro la boca y me lo trago… lo hago con paciencia el mar de semen viscoso que inundaba mi boca hace unos segundos. La vuelvo a abrir y relamo los restos de las comisuras de mis labios, llena de deseo. Con dos dedos recojo el semen que se resbala por mi barbilla. Y lo vuelvo a llevar a lugar… mi garganta, todo queda ahora en su estómago, es todo para mí. Me levanto y me coloca a su altura. Sigo chupando mis dedos recubiertos de semen.
– Estupendo…, le digo con una sonrisa.
Desde entonces follamos algunas veces más cuando nos encontrábamos solo en casa, algunas con condón para evitarnos problemas aunque tomaba mis pastillas. ¡Al fin mi hermano me hizo su putita!
El partido.
Quisiera compartir nuevamente lo que me ocurría en mi moral distendida provocado por una desazón tremenda de mi cuerpo al pedirme macho de manera tan implacable. Todo ello lo inició mi entrenador de bádminton que me calentó hasta liberar la putita que tenía escondida en mí, para convertirme en su cautiva de los falos viriles de gran tamaño. Luego el mismo hombre amañó mis entrenamientos de bádminton para que mi hermano y yo termináramos follando como cerdos, ¡Que es un cabrón…! Para acabar ahora como Carne tierna para dos maduritos . Esa tarde me encontraba muy nerviosa porque terminó la sesión de entrenamiento. El Señor Ferrer, mi entrenador, me había dicho días atrás que pronto me metería tres dedos en el culito para seguir ensanchándolo y por fin hacerme debutar con su enorme tranca, pero la verdad es que ya había sido desvirgada por mi hermanito que me hizo chillar y llorar al resultarme doloroso sin previa dilatación ¡Menudo Cabrón! Me ponía caliente la idea de volver a ser perforada por el culo sin tregua. Pensé que tal vez si le hacía un pajote tras los arbustos podría perdonarme por ese día.
– Carolina, te puedes ir a tu casa, tengo que prepararme porque me voy a Getafe, me invitaron a un torneo Amateur que durará una semana. Creo que tengo condiciones para llegar mínimo a la final, ¿tú qué piensas?
– ¿Te vas para una semana? Ojalá tengas un accidente en el camino y así nunca más volvamos a vernos.
– Qué malvada eres. ¿Vas a extrañarme nena…?
– No soy tu nena. Debería darte vergüenza hablarle así a alguien que es alumna tuya. Claro que iba a extrañarlo.
Admitir que me gusta el contacto de su verga en mi coñito, de sus dientes en mis pezones, de sus orondos huevos en mi boquita. Admitir que me mojo toda cuando me ordena ir a su oficina para “jugar un rato” ¡Jamás! Tengo labrarme una buena imagen de chica decente y mantenerla. Me dio un beso en la mejilla y se alejó. Me hice la remolona y crucé mis brazos como si no me importara. ¿Una semana sin mí querido entrenador? Era una locura. Le seguí hasta su coche, a una distancia prudente sin que él me notara. Cuando se subió, me acerqué y golpeé la ventanilla insistentemente con mi raqueta…
– ¿Qué pasa, Carolina?
– ¿Ese torneo en Getafe no tendrá una sección femenina amateur para gente como yo?
– Sí, seguro que lo hay. ¿Y por qué quieres ir a ese torneo?
– Tú más que nadie has visto mi progreso en la cancha, creo que un torneo para medir mis capacidades sería perfecto, ¿no?
– A ver, Carolina, ese torneo es importante para mí, preferiría evitar cualquier tipo de distracción. Y tú, tu culito, tus tetas y tu coñito son una maldita distracción.
– ¿Qué te hace pensar que quiero estar con un maduro cabrón tan asqueroso como tú? Ya te he dicho que quiero probar mis habilidades, apoyarme y ayudarme es su responsabilidad como mi entrenador. ¡Mi padre te paga para eso!
– Mira jovencita, si tanto quieres ir, voy a esperarte mañana aquí a las 9:00, pero iremos para JUGAR AL BÁDMINTON y nada más. Habla con tu padre, él confía en mí. Dile que te alojarás en mi Piso de Getafe.
– ¡No me haga llorar de la risa, Señor! ¿Realmente piensas que solo lo hago porque quiero follar contigo? Bájate esos humos, pero por favor.
– Mejor, así estaremos mejor preparados para el torneo…
…Yo estaba fuera del estudio de mi padre , esperando que terminara de hablar teléfono, pero parecía que nunca iba a terminar de discutir con su colega. Para esa ocasión solo llevaba una camiseta rosada que revelaba mi ombligo y una braguita blanca. Me había deshecho de la coleta y dejé que mi cabello lacio y mojado terminaran de darme la imagen ideal. Entré en su habitación. Él me miró fugazmente mientras hablaba, puso su mano en el móvil y me dijo…
– Carolina, ¿entras sin avisar?
– Perdón papi, quería pedirte un favor.
Me subí en su cama y a cuatro patas avancé lentamente hasta quedar encima de él. Su mirada era extraña, como si tratara de reconocerme. Aún no sabía que su hija se había convertido en una adicta al sexo duro con maduros y con su propio hermano de rebote. Me mordí el labio inferior como una sexy putita, y llevé un mechón tras mi oreja…
– Papi, hablemos un ratito.
– Te llamo luego, colgó su móvil. – Pero bueno cariño, mírate. Cada día estás más bonita Carolina. ¿Qué quieres?
– Voy a irme a Getafe para participar en un torneo amateur de bádminton. No te preocupes por mí, me alojaré en la casa del Señor Ferrer y su esposa, inventé lo de la esposa.
– Sigues viviendo bajo mi techo. Mi casa, mis normas, chica. No hay trato, te quedas aquí.
Me estaba poniendo de los nervios, sentía que la tranca venosa de mi entrenador se alejaba de mis manos. Volvió a coger su móvil para llamar a su colega pero yo no iba a dejarle, me abalancé para abrazarlo con brazos y piernas, mi manito disimuladamente lanzó el móvil fuera de su alcance sobre la cama…, llevé mi naricita hasta su oído y le susurré muy sexy como una gatita melosa…
– Por fiiiii papiii, no seas malo, te prometo que te traeré una medalla para que estés orgulloso de tu nenita. Mi entrenador dice que soy muy buena y un campeonato como este me reafirmará…
– Carolina… ¡Ufff! Pero qué te pasa nena…
Quiso apartarme pero yo me senté sobre él y apoyé mis manos en sus hombros. Gemí, el culo aún me dolía un poquito del desvirgue de mi hermano…, pero decidí aguantármelo, me reí y mordí la punta de mi lengua.
– No te soltaré hasta que me lo permitas, papi. Venga, solo serán unos días…, te llamaré todos las noches antes de “acostarme”, te lo juro.– ¡Bufff… Carol no deberías…!
– No confías en el Señor Ferrer.
– Claro que sí, ha enderezado un montón a tu hermano. No se lo digas a nadie, pero el muchacho me dijo que está enamorado de una chica y que busca ponerse serio con ella.
– Y en los estudios ha mejorado bastante…
– Sí, sí, las notas son muy buenas…, lo que hace el deporte y la disciplina.
Pues claro que mi hermano estaba enamorado. Estaba enamorado de mí gracias a las clases de bádminton de mi entrenador, de mi culito y de mi coñito…lo tenía como un burro amaestrado detrás de mí. Pero él era de lo menos en ese momento, era evidente que mi padre no me veía como una mujer deseosa de carne, yo era simplemente su hijita, por más cortita de ropas que estuviera, por más que yo gimiera como una zorrita, y por más que me restregara contra su pelvis a modo de perra en celo, para él solo era su niñita pequeña.
– Papi no hablemos de Sebastián, hablemos del torneo de bádminton en Getafe.
– Ah, eso. No, lo siento Carolina.
Mandé mi rodilla en su entrepierna y golpeé ligeramente su bulto. Él quería acomodarse pero yo lo tenía bien sujeto, me acerqué más y más con una carita de gatita triste.
– ¿Me he portado mal alguna vez, papi? Siempre he sido una nena modélica.
– Ufff… Ro… Carolina, me estás aplastando ahí abajo. ¿Quieres quitarte de encima?
– No hasta que me des permiso, papi.
Dejé que mi coñito mojadito tras la braguita, se restregara contra su polla buscando dureza bajo el pantalón. Sonreí cuando sentí que poco a poco se empalmaba, él quería salirse obviamente pero yo no le iba a soltar, iba a calentarlo a tope…, poco me importaba ya si consumaba un fogoso polvo con mi propio padre, solo sería una muesca más ansiosa rajita tragona de pollas maduras… Era una oportunidad única, lo tenía entre las cuerdas.
– ¡Madre mía, niña…! ¡¿Puedes dejar de hacer eso?!
– ¿Hacer qué, papi? Besé la puntita de su nariz. – Te voy a comer a besos y no te soltaré hasta que me des permiso… ¡Sabes que te quiero mucho papi y yo soy tu nenita preferida!
Empecé a dar piquitos en su mejilla, luego fui hasta la comisura de sus labios de manera rápida. Él ladeaba su rostro con risas forzadas mientras su polla ya se ponía a pleno rendimiento. Me reí tan inocentemente pude, restregándome más y más, luchando ambos en la cama. Un libro cayó al suelo, una almohada también, y así, enredados los dos entre las sábanas, por fin habló…
– Me lo pensaré, primero hablaré con tu entrenador y después tomaré una decisión.
Estaba perdida, debía de hablar con el Señor Ferrer antes que mi padre. Y después trabajarme un poco más a papá, después de estar divorciado tantos años y con un trabajo tan estresante, seguro que necesita unos cuantos mimos para tomar una decisión acertada. Con 18 años ya tenía suficiente experiencia sexual para saber manejar a un hombre maduro, por lo que sabía…los bultos que se les forman bajo el pantalón a los machos no son cosa de la casualidad, y con qué facilidad podemos hacer las chicas que se formen. Me gustaba jugar a eso con la hombría que me rondaban… no solo son las hormonas en los adolescentes que están a flor de piel, sino también los maduros como mi padre. ¡A papá vaya si se le puso dura con mis restregones!
Con anterioridad había comprobado el excelente paquete que posee mi padre , pero nunca le había dado importancia ya que de siempre nos habíamos mostrado sin recato. Incluso se la había visto medio empalmada alguna vez cuando entraba estando él en plena ducha. Pero de igual manera, él me había visto empitonada con el biquini, o sin él… en más de una ocasión me ha visto afeitarme el vello del pubis en el aseo, incluso meando innumerables veces…era algo común sobre todo a primera hora de la mañana recién levantados cuando mear es un urgencia haya quien haya delante . Todo dentro de la normalidad de una casa en la que siempre se había actuado al respecto del naturismo con normalidad.
Pero un día no se qué cambio en él, no sé qué ocurrió . Yo creo que mi padre me vio con ojos distintos desde un día que me vio rasurándome los pelos del coño, como otras veces… esa vez no fue la única. Recuerdo que antes debido al calor del verano, me había metido en la ducha durante un largo rato, y entre tanto cayó una buena paja con el agua arrullándome el clítoris. Lo necesitaba. Me relajó un montón. Al salir me puse a depilarme, sobre el inodoro y con las piernas sobre una banqueta. Mi clítoris me lo notaba todavía latente, rosado asomándose hacia afuera bajo el capuchón…duro y espigado, muy hinchado de la extrema excitación que llevaba encima. Por entonces con 18 años ya pensaba en la necesidad de follar casi a diario, mis tetas estallaban de duras que las tenía, con unos pezones erguidos y desafiantes hacia arriba. En ese momento entró mi padre en el baño. Todo normal… Yo súper relajada con una sonrisa picara en mi boca haciéndome el coñito. Se estuvo mirando en el espejo del baño, pero también ocupaba su mirada en mi imagen reflejada más de lo normal. Supongo que me vería algo distinta, Supongo que se percató de mi clítoris inflamado y de mis tetas espectacularmente firmes.
Después de unos segundos oteando mis hechuras, se acercó a mi ladoy se sentó frente a mí, quedándose observando cómo me rasuraba a conciencia todo el pubis, que es donde me crece el poco vello que poseo, en el resto de la entrepierna lo tengo depilado natural. Yo no me sentía mal, pues siempre lo hacía cuando quería hablar conmigo, solo que ahora me hallaba con el coño al aire. Me sacó el tema que ya no era una niña, de lo mucho había crecido en tan poco tiempo, que si quería hablar de algo que contara con él…. Yo seguía con mi labor y le contestaba a sus comentarios. Al final de la conversación, me levanté y me senté en sus rodillas, como hacia cuando era más pequeña, y le di un fuerte abrazo. Entonces noté una dureza enorme creces en mi muslo por la parte exterior , la parte que estaba en contacto con su polla súper erecta tras esos pantalones cortos de verano que llevaba. No le di importancia. Era normal que un macho se excite viendo un coñito, aunque sea el de su propia hija, más supongo yo, estando solo sin una mujer en donde meterla en caliente. Mis padres se divorciaron cuando mi hermano y yo teníamos 6 años , y papá aun era muy joven para aparcar su sexualidad…sabía que se follaba a alguna pava de vez en cuando, pero nunca la traía a casa.
Pero esa noche le empecé a dar vueltas a todo. Me empecé a imaginar escenas, situaciones, momentos con él. Él era una persona que se conservaba muy bien, con sus 40 años recién cumplidos. Iba al gimnasio y salía a correr. Me empecé a tocar mientras mi imaginación volaba sin darme cuenta. Estaba en la cama con unos pantaloncitos cortos de pijama y nada más porque no me gusta dormir con bragas ni top… de esos que paran súper anchos por la zona de las piernas, por lo que me facilitaba mi labor. Las sábanas casi no me cubrían. Estaba volando cuando me di cuenta que mi hermano mellizo, se había despertado y estaba sentado en la cama de al lado, viéndome con una sonrisa en los labios. No había secretos entre nosotros, pues habíamos descubierto la sexualidad entre nosotros de forma inocente como si fuera un juego hacía ya muchos años.
Nos habíamos pajeado mutuamente revelando nuestro sexo, y hasta nos recreábamos con deliciosos 69. Siempre que se terciaba le hacía una buena mamada, y él a mí también me comía el coñito para saber lo que se sentía y tomar prácticas sexuales para cuando llegase la ocasión con nuestras respectivas parejas. Pero sin que fuera a más…un juego más entre hermanos de aprendizaje entre los meandro de la vida. En esta ocasión me dijo… ¡Joder hermanita, como estás, ¿no?! Que no soy de piedra y me vas a poner a cien. A lo cual me reí y le dije que se hiciera un trabajo manual. Me di media la vuelta y me dormí, nunca dejé que Sebastián pasara de ahí, de buenas me hubiese follado a los 16 años o antes… a los 18 perdí la virginidad con aquel desconocido que me ayudó con la bicicleta. Aquel viejo No era el hombre ideal que toda adolescente sueña y para el que deseaba conservar su virginidad. Pero me sirvió para quitarme esa pesada carga del himen.
El príncipe azul nunca llegó, y aquel viejo con su grueso pollón era para mí lo más parecido que encontré en ese momento… ese cabrón estaba allí justo cuando lo necesité…, un maduro que me hiciera delirar con su experimentada verga, alguien que me rompiese el himen con amor o sin él, que me follara con ímpetu sin ser egoísta en darme uno o más orgasmos, al contrario que los niñatos de mi edad, los cuales solo piensan en meterla y acabar a los pocos minutos sin pensar en una…, si es que llegaban al minuto de penetración… Yo necesitaba un macho que aguantase bastante haciéndome el amor, y no era mi hermano precisamente el que tenía en mi cabeza…Eso no quitaba que gozase y jugase al sexo con él a diario… Mi hermano y yo teníamos una gran complicidad después del divorcio de nuestros padres , hicimos piña entre nosotros, hasta el punto que nos lo contábamos todo.
Sé que de niño le hicieron la circuncisión y eso le hizo faltar un par de semanas a la escuela, pero más que eso se le abrió todo un mundo nuevo de sensaciones donde quería tocar todo con su pene, algo que a mí me irritaba mucho. Decía sentir una agradable sensación de sus calzoncillos, el roce de las sábanas, el agua de la ducha, todo lo sentía de una forma nueva y le gustaba. Incluso le gustaba cubrirme con una manta cuando veía la tele y bajarse la ropa para sentir como su pequeño falo le rozaba y frotaba con todo. Esta precocidad suya pronto encontraría en mí a su mejor aliado en la pubertad, y ya para entonces se le había desarrollado una polla enorme, seguramente gracias a no tener frenillo en su glande, dejándole libertad de crecer a su máximo tamaño, sin duda se le pondría tan grande como la de papá, cercana a los 20 cm y ancha para abrir gustosamente las vaginas de tanta hembras como pensaba follarse.
Por entonces, mi hermano y yo compartíamos habitación y en las noches de frío nos acostábamos en la misma cama. También nos bañábamos juntos, la más de las veces solos y a veces con papá cuando nos quedamos a vivir con mi él…Total que pasábamos mucho tiempo juntos como lo harían los hermanos normalmente, con la diferencia de que a Sebas y a mí nos gustaba meternos en casa de mi abuela y ver las revistas porno de mi tío. Aunque éramos poco más que unos niños, devorábamos las fotos de las mujeres y hombres desnudos…, creo que sobre todo nos gustaba la emoción de hacer algo juntos sin que los adultos supieran. También a veces nos ayudábamos a enjabonarnos mutuamente en la ducha ofreciéndonos completamente desnudos, por lo que era más o menos normal tallarnos la espalda y ese tipo de cosas… hablamos que esto lo hacíamos a menudo hasta los 18 años, en donde se volvió algo más pudorosos, aunque no tanto como se podría pensar.
En casa nunca han habido cerrojos y nuestros cuerpos no eran secreto para nadie, y aunque desde hace cuatro años no compartimos la ducha habitualmente, en ocasiones le pido que me ayude con la espalda…el muy cabrón se toma libertad de llegar a mi culo y más allá… lo dejo complacida, la verdad, porque sus caricias con la espuma es algo placentero y estimulante. Una noche me desperté cuando sentí una mano que me acariciaba por encima de las sábanas, abrí despacio los ojos y con timidez miré a mi hermano acostado junto a mí…, Me puse algo nerviosa y no quise asustarlo así que fingí estar dormida. Sebastián me acariciaba la entrepierna y trataba de ver mi reacción pero yo aprovechaba la oscuridad de la noche para entrecerrar los ojos y hacer como que no me había despertado. Entonces, ya con más confianza se metió bajo de las sábanas y empezó a tocar mi rajita , me gustaba como se sentía y me dejé… preguntó si estaba despierta y no me quedó más remedió que responder en voz baja. Sebas me tomó de la mano y me la llevó hacia su polla, de inmediato me di cuenta que no tenía nada ropa y no pude aguantar la curiosidad de acariciarlo un poco, para sentir si en verdad estaba desnudo. No sabía cuáles eran sus intenciones, pero esto nuevo que estábamos haciendo era divertido y emocionante… a los 17 años todo lo relacionado con el sexo lo es.
Pude darme cuenta que su cipote se hallaba duro y mi pepita tiraba del capuchón con ganas de salirse , tenía una sensación placenteramente extraña. Lo acaricié calibrando su tamaño, era más pequeño que los de las revistas pero sin duda estábamos igual de excitados. Mi hermano me pidió que le mamara la polla, eso se me hizo raro y le dije que no… – ¿Si yo te chupo tu coñito, tú me comes la polla después…? Preguntó decidido…, en verdad pensé que no se atrevería así que le dije que sí. Para mi sorpresa metió su cabeza bajo las sábanas y empezó a lengüetearme la rajita, yo casi grito de la sensación y él tuvo que silenciarme con una mano en mi boca. Luego empezó a chuparme la pepita que se me puso súper dura y en ese instante sentí algo que nunca olvidaré, era exactamente lo que estaba buscando, lo mismo que me confesó Sebas al tocar todo con la cabeza de su verga…, la sensación tibia y húmeda del interior de su boca, junto con su lengua rasposa y suave dándome vueltas por dentro y sus labios apretando todo, subiendo y bajando por mi raja hasta meter su lengua en mi agujerito virgen. Era una sensación que me gobernaba desde el coño hasta el cerebro, todo era completamente delicioso y yo no sabía si dejarme ir con el placer o seguir atento a lo que pasaba. ¡No era igual que cuando me tocaba yo sola! De pronto mi hermano se despegó, dejándome con ganas de más y yo sabía que era mi momento de pagar la apuesta. Primero me quité el pijama para que ambos estuviéramos desnudos y luego me metí entre las sábanas. Al principio lamí tímidamente su polla y sus bolas como él había hecho conmigo en mi coñito….
La verdad no me gustó nada el sabor ni la sensación en primera instancia, pero las apuestas con mi hermano eran algo en serio y era mi hora de pagar. Así que sin darle más vueltas puse la puntita de mi lengua sobre su glande y me llegó un sabor salado fuerte pero agradable a macho. De pronto pensé que por aquel agujerito era por donde meaba y en más de una ocasión le había visto hacerlo, veía cómo se le abría para expulsar un buen chorro de pis…, pero también era el mismo agujero por donde eyaculaba su lefa. En pocos segundos cambió el sabor a uno más agradable, y menos intenso, mezcla de mi saliva con su almizclado aroma… se lo estaba chupeteando como si fuera un caramelo . No me lo pensé más y metí su polla en mi boca tratando de succionarlo con cuidado de no lastimarlo con los dientes. Mi hermano me agarró por la cabeza y empezó a moverme de arriba hacia abajo, después de unos cuando movimientos guiados por sus manos empecé a moverme sola degustando por primera vez el musculado miembro viril de un macho que se hinchaba dentro de mi boca.
La sensación de su verga entrando y saliendo era más deliciosa de lo que pude haber imaginado. Además el sabor del bálano me llenaba toda la cavidad bucal con una sensación acuosa por la tremenda salivación que experimentaba como nunca con otra cosa en mi boca. Mi hermano tuvo que detenerme y de pronto me dijo que ya se iba a su cama a "terminar". Yo sabía a lo que se refería, pero nunca lo había visto eyaculando, así que no tenía idea realmente como sería… lo dejé que se fuera y esa noche me esperé a que se me pasara la excitación para quedarme dormida . Así pasó varias noches en que mi hermano se metía en mi cama por las noches y nos chupábamos los dos hasta que él decidía irse a su cama a terminar haciéndose una paja para correrse... Yo me conformaba con chuparle la polla y dejarme comer el coñito lengüeteándome el clítoris hasta correrme con su lengua…, sin embargo él nunca me dejaba que yo le acabase la corrida en mi boca, me gustaba mucho hacerlo y no veía nada de malo en ello. Ya con sabía que las mujeres no se quedaban preñadas por beberse la leche de un semental. No recuerdo exactamente, pero supongo que pasaron unas semanas en que la cosa se pusiera más seria.
Una noche estábamos haciendo un 69 en mi cama, ya habíamos tomado más confianza con una mejor técnica para mamarle la verga, y él se recreaba estupendamente en mi coñito comiéndome el clítoris, los labios vaginales y follándome el coño con su lengua…hasta me llegaba a lamer el ano ¡Eso me estremecía! Yo también se lo hacía marcando un reguero de saliva desde su ano hasta el glande, pasando por una buena comida de huevos que succionaba tragándomelos uno a uno. Entonces mi hermano empezó a lamerme toda mi vulva juntando con mis labios vaginales, devora el coño como si de una tajada de sandía fuese. Entonces se fue yendo más abajo hasta el lugar entre la bocana de mi coño y el culo. Yo empecé a sentir unas cosquillas extrañas que no había sentido antes, solo sabría describirlas como cuando bajas muy rápido una montaña rusa. De pronto mi cuerpo empezó a estremecerse y yo sentía que mis músculos se movían rítmicamente fuera de mi control como si hubiera choques eléctricos recorriendo mi cuerpo desde la entrepierna hasta mi ombligo. Perdí por unos segundos la sensación de mí, tanto así que no sabía más si estaba acostada, parada o dando vueltas. En unos segundos esa sensación tan intensa se terminó y solo pude notar que mi hermano estaba cubierto de un líquido que olía muy fuerte a mí, y que yo había eyaculado con fiereza . Me espanté y por curiosidad encendí la luz, por reacción traté de ver qué era ese líquido viscoso emanado de mi coño… no era nada que yo conociera, lo olí, probé un poco y todo era muy raro. Miré a mi hermano con un poco de miedo y él me dijo… – No te preocupes es normal, te acabas de correr.
Sebas se dio cuenta que yo no acababa de comprender lo que había pasado , así que se empezó a masturbar en frente de mí y en unos pocos segundos empezó a estremecerse, puso los ojos en blanco y de su polla salieron volando chorros de leche que acabaron en gotas de espesa lefa con olor fuerte a macho. Salieron expulsadas tan fuertes y fuera de control que unas me pegaron en el pecho, cara y cabello. Entonces entendí por primera vez como eyaculaban los hombres, y que yo había tenido un orgasmo igual que él, solo que mi coñito eyaculaba fluido acuoso en vez de espeso semen. En verdad había sido tan excitante, y me hallaba en una nube de placer tan agradable, que ni si quiera me di cuenta de cuánto esperma salió disparado de su hinchado glande directo a mi cara. Por curiosidad toqué el semen salpicado en mi cuerpo, lo olí y lo probé. Era el premio al buen trabajo que le hacía a mi hermano, su sabor no era como el mío, tenía un sabor algo diferente, sabía al olor que desprendía su verga. Preguntó si yo estaba bien y le dije que sí.
Se acercó a mí y empezó a lamerme el coñito aseando todo el fluido que lo empapaba, en mis muslos y en mi culo…Eso fue algo totalmente nuevo gozando de la sensación de su lengua recorriendo mi cuerpo, de la misma manera que siempre había hecho con sus manos… ¡Ahora lo realizaba con su lengua…me hacía estremecer! Me gustó tanto, que esa noche me fui a dormir más relajada que nunca, y a partir de ahí subió la intensidad de las cosas que hacíamos juntos para siempre, masturbándonos o comiéndonos los sexos cuando nos apetecía calmar nuestro fulgor, que dicho de paso, era casi todos los días después de la vuelta del instituto y antes de ponernos a estudiar. Aprovechábamos ese descanso en plena siesta para recrearnos en nuestro hallazgo sexual. Sucedió que estábamos solos en casa como todos los días… navegando por internet, entonces no estaba jugando online, sino viendo pelis porno cuando de pronto entré.
Aún compartíamos cuarto y lo pillé con toda su tranca abrazada por la mano derecha…, sin más le dije – Eso no lo tienes que ver… tienes que hacerlo. Sebas se quedó inmóvil mirándome impertérrito. Me agaché, le acabé de quitar su pantalón bermuda juntos con los calzoncillos, y comencé a mamarle la polla. Me apeteció darle el gusto y de paso a mí también… tenía la verga empalmada, peropoco me costó ponerla más dura. Con mi boca le trabajé el glande, con una mano su tronco hasta la base con sus pelotas, después subía lamiendo el tallo rígido mientras mi mano se quedaba masajeándole los huevos. Se hallaba sentado en el borde de la cama, y yo arrodillada delante de él agarrando firme su polla. Le pasaba mi lengua lentamente por su cabezón, me miraba mientras lo hacía, me metía la punta en la boca y después pasaba mi mano a lo largo del tronco bajando el prepucio y se la volvía a mamar más rápido, para llegar a hacerlo de forma casi agresiva con su duro capullo inflado en mi boca, dándole con la mano al resto del tronco venoso.
Después bajé a sus huevos colganderos otra vez, metiéndome sus testículos en su boca, succionándolos, los lamía, gemía de gusto cuando pasaba de nuevo la lengua a lo largo del tronco hasta llegar a la punta. Le masturbaba con la mano de forma enérgica mamándole el glande en mi boca. Gemía, con la otra mano le agarraba los testículos, sacaba la lengua… le hacía gemir de placer. Después empezó a meterme más polla, un trozo, la mitad, hasta introducírmela entera, chocando mi nariz con su barriga. Era magnifico, esto me dejaba fuera de juego…, metía y sacaba entero su estoque como si nada. Él mientras no dejaba de amasarme las tetas. La verdad es que no me aguantó mucho y se corrió en mi boca. Sentí los latigazos de sus contundentes chorros de leche, los cuales me tragué hasta copar toda la corrida entera que no fue mucha ese día… – Eso es todo, le dije y me fui con mis amigas.
Al día siguiente me estaba bañando, mi hermano entró y se quedó mirándome. Me sentía coqueta cuando lo vi observándome, así que le indiqué con el dedo que se acercase… – Ven nene tócame . Comenzó a sobarme el cuerpo embadurnado de espuma, restregándome con el gel mis enormes tetas. Me la enjuagué un poco por los pezones y el dije con una voz excitada que me las chupase. Sin demora comenzó a mamarme las tetas haciéndome gemir. Le ayudé a que me tocase la rajita abriéndome de piernas y encauzando su mano a mí coñito… me frotó el clítoris haciéndome gemir más fuerte a cada momento. Luego se bajó para comerme mi pepita, pero cuando no llevaba ni dos minutos, llegó mi padre y el chico salió corriendo del baño al cuarto, así que no tuve más remedio que quitarme las ganas con una paja bajo la ducha. Un poco más tarde antes de cenar, Sebas se hallaba sobre la cama escuchando música recostado boca arriba, cuando le cojo su cipote, que por entonces ya le debía medir sobre los 16 cm , le quito los pantalones de ir por casa…, yo en cambio llevaba puestos mis leggins cortos y un top…bueno empecé a mamarle su polla hasta que en unos minutos se corrió dentro de mi boquita golosa ¡Cada día me gustaba más el sabor de su leche!
Una vez que Sebas se halló relajado, me acosté a su lado y le pedí que me acariciase , me encantaba sentir sus dedos recorrer mi piel, me electrificaba cada centímetro de mi piel. No lo dudé por más tiempo porque deseaba sentir sus manos por cada poro de mi dermis, me despojé del top y del leggins quedando solo en unas braguitas minúsculas tipo tanga. Mi hermano comenzó a recorrer con sus dedos mi orografía al tiempo que se centró en chuparme las tetas… yo gemía deseando que me penetrase por primera vez, no obstante no le dije nada, de lo contrario se me hubiese montado encima y me hubiera follado sin miramiento alguno…pero ese acto lo tenía reservado. Se le puso dura, le así la verga remangando el prepucio y le hice una buena paja recostada sobre mi espalda en tanto él me agasajaba con sus mimos recorriendo toda mi dermis y chupándome las tetas. Empecé a un ritmo suave, él gemía cada vez más rápido, al rato me pidió más duro y se la agarré como si estuviese en uno de mis agujeros, ahora le tenía la polla bien apretada, tanto que le dolía me dijo. Entonces lubriqué su badajo con un escupitajo, para continuar incluso con mayor fortaleza y más rápido hasta que le vino un orgasmo soltado un reguero de esperma que lo esparció por todas partes. Soltó varios chorros que embadurnaron mi barriga, su pubis, sus muslos y mi mano quedaron repletos de leche espesa. Al cabo de unos minutos, el cabrón se recuperó y me dijo que deseaba que le hiciese una paja cubana con mis tetas que eran bastante grandes… le agarré su tranca en mi canalillo, él comenzó a mover su polla durante un buen rato hasta que volvió a correrse en mi propia cara. Qué decir que cada vez que no estaba mi padre me lo follaba de todas las manera, menos por mi coñito o mi culo que lo dejaba para viejas y maduras vergas grandes y experimentadas en mil folladas.
Pero volviendo a mi escarceo con papá, no iba a dejar que el entrenador se marchase solo y tenía que convencer primero a mi padre que me dejase ir al campeonato. Al cabo de unas horas papá se encontraba en la piscina, se había dejado los negocios y lo tenía todo para mí… la piscina está en un lugar protegido del exterior y nos solíamos bañar desnudos o con biquini, en topless o bañador…como ya dije, en casa teníamos ciertas libertades que en otras familias no existe. Esa tarde iba en biquini sin la parte de arriba. Jugué en el agua con mi padre. Como otras veces, pero esta vez deseaba provocarle y le noté más manoseador que nunca, aunque no le dije nada porque en el fondo me gustaba para tenerlo a mi merced, que era lo que me apetecía. Estábamos solos en la casa, mi hermano se había largado con sus amigos.
CONTINUARÁ...