Una puta para mi amo y algo más (III)
El premio envenenado del bukkake habia llegado. La sumisa pasaba a la siguiente fase.
(Ver primera y segunda parte para entender mejor)
No sé el tiempo que pasó pero me había echado una siesta reparadora. Seguía desnuda en la cama de un hotel con mi recién estrenado amo al lado, viendo en la tele el típico concurso de sobremesa. El teléfono de la habitación sonó y él contestó:
-Sí. Sí, de acuerdo, vale, todo en orden, vamos.
-Querida perrita, ya tienen todo listo para tu bukkake. Vamos a ponerte los zapatos, la capa y la venda en los ojos. Preciosa, van a gozar de lo lindo.
Después de la interesante sesión de iniciación con mi amo, de la siguiente sesión humillante con aquellos tipos donde me había “ganado” un bukkake sorpresa (en vez de una horrible noche bdsm en un puticlub), ahora caminaba por el pasillo del hotel cubierta únicamente con una capa negra con capucha que me cubría hasta las rodillas y tapada con un antifaz de terciopelo negro. No negaré que estaba nerviosa porque yo nunca había estado con dos hombres a la vez y...no se, varias pollas juntas no sabía si lo aguantaría.
Cogimos el ascensor y subimos unas cuantas plantas.
-Perra, pórtate bien y obedece, me juego mucho contigo. ¿De acuerdo?
-Sí, Señor.
-¿Tienes miedo?
-Un poco, Señor, yo nunca…
-Tranquila, estaré allí todo el rato, eres mi juguete y voy a cuidarte.
Frente a la puerta de la habitación, tocó de una manera curiosa, como un código y la puerta se abrió.
-Tenga, coloque esto a la perra. -dijo un hombre sin ningún otro saludo.
Sentí como me colocaban un collar al cuello, tenía un aro por delante y por él me tiraron para que entrara en la habitación. Sentí aplausos de varias personas.
-Hostias! Es la tia de las bragas de antes, os lo dije tios, una puta zorra!
Al parecer al menos unos de los asistentes eran los chavales que me vieron desnuda y atada a la puerta de mi amo antes de la primera sesión. Qué vergüenza!
-Cálmense señores -siguió hablando el que había abierto la puerta-, les voy a recordar las normas sobretodo por los nuevos. En esta sesión sólo podréis follar a la perra por la boca, podéis tocarla todo lo que querais, azotarla, pellizcarla, abofetearla, meterle dedos...pero follarle el coño y culo sólo su amo aquí presente. ¿Entendido?
(Silencio de unos segundos)
-Bien, muestre la mercancía.
Mi capa cayó al suelo quedando desnuda frente a no se cuantas personas, causando risas y algún aplauso. Mis pezones se pusieron tiesos por la vergüenza y por instinto traté de taparme el coño totalmente depilado, con lo que conseguí ganarme un sonoro azote que me puso en mi sitio, con las piernas ligeramente abiertas y los brazos separados, como me enseñó mi amo para las inspecciones.
-¿Alguno de ustedes conoce a la perra de hoy?-dijo el hombre- (silencio)¿Sí? Qué sorpresa!!¿de qué? (Silencio) Oh, excelente, pues por norma debo hablar con la perra.
-Perra, aquí hay un señor que dice conocerte y tú a él, ¿deseas continuar con la sesión?
¡Mierda! ¿Quien sería? ¿Un amigo, un familiar, un vecino, un amigo de mis padres, un cliente de la oficina? Esto ya me estaba exponiendo demasiado.
-¿Qué pasa si no quiero?
-Que tu amo queda expulsado de nuestra sociedad y generaría una bonita deuda. Además, si ya te está viendo todo el potorro, ya sabe que eres una puta barata, chuparle la polla no será mucho peor, que hoy ya has hecho cosas bien cerdas.
-Oh, entiendo.-pensé en sus palabras en el ascensor, no debía defraudarlo-. Vale, supongo que debo continuar y obedecerles.
-Buena chica. Según las normas de la casa, la perra continuará la sesión con los ojos vendados para mantener la privacidad de este cliente. Es una pena que no disfruten de sus ojos verde aceituna, tal vez al final él quiera esconderse o taparse para que os corrais en toda su cara de puta. Así mismo y para romper el hielo, él será su primer follador. Perra, ¡de rodillas!.
De un tirón del collar me pusieron de rodillas y sentí en los labios una polla ya algo húmeda en la punta. Abrí la boca y despacio se fue introduciendo hasta causarme una arcada. La sacó de golpe y me propinó una bofetada. No sé si me dolió, me asustó o me sentí humillada. Volvió a meterla como antes y traté de aguantar la arcada. Era un falo más gordo por el medio que por la punta o la base. Entonces empecé a sentir varias manos tocandome por todas partes, me estrujaban las pequeñas tetas, tiraban y retorcian los pezones, un dedo entró en mi coño que empezaba a estar húmedo de la emoción, el culo no paraba de recibir caricias…y aquella polla de mi “conocido” se cambió por otra. Esta era más delgadita y con el glande redondo como una seta, jugué con la lengua en esa punta goteante hasta que otra ocupó su lugar. Y otra. Y otra… Alguna todavía flácida me la frotaban por la cara, otros me daban golpes con ella como tortazos. Todos reían y comentaban lo guarra que era y que todavía tenía buenas carnes para mi edad. A mis 32 años aún estaba delgada con las curvas adecuadas y las carnes sin colgar. Había una voz que me sonaba de algo, sería mi conocido y me tranquilizaba que no era muy muy conocido, al menos no era un vecino ¡o mi padre!, pero quién carajo sería!?
Colocaron una correa al collar y me hicieron pasear a cuatro patas por la habitación, cruzando entre sus piernas, sentía sus huevos chocar en mi cabeza, la espalda… Algunos me daban patadas en el culo, otros se sentaban encima para que les paseara al grito de “corre yegua”, o me daban golpecitos en las tetas para que se balancearan. La habitación era amplia, tal vez fuera la suite, me tuvieron así un rato disfrutando de mi humillación, meneando el culo e incluso metiendome dedos en el coño y el culo.
Cuando se cansaron de los paseos me acercaron a la cama donde me empotraron la cara contra un culo, ¡un culo sudoroso y peludo!.
-A lamer, guarra! Los huevos y el culo relucientes!
Me dio mucho asco y quise quejarme pero mis lamentos quedaron ahogados entre las nalgas de aquel señor. Con la punta de la lengua acaricié su ano como mejor supe y sus huevos colganderos apoyados en mi cara dejaban bien claro a lo que había ido, no era un simple bukkake, era un bukkake de sumisa. Del culo pasé a succionar esa bolsa escrotal que me ofrecía meneando frente a mi, pareció gustarles y otro se cambió en su lugar. Este no era tan peludo y me resultó menos desagradable. En ello estaba cuando me empezaron a dar azotes en el culo con las manos, unos más suave, otros sin miramientos, casi podía adivinar quien tenía callos o las manos suaves. Anos, huevos o pollas me iban follando la boca y el culo empezaba a picar bastante; me retorcía y daba grititos lo que les emocionaba para darme más fuerte y seguido. Pasé a suplicar que parasen, por favor, lo cual no sirvió de nada, o sí porque por un segundo cedieron los golpes. Nada más lejos de la realidad, continuaron con latigazos que no sabía si eran de látigo, cinturón o qué pero dolía mucho. Ahí sí me tuve que quejar pero me sujetaron manos y pies para que no me moviese y me obligaron a contar hasta veinte añadiendo alguna frase cachonda después. Empecé por lo típico “soy una puta”, “me gusta comer pollas”, “follame, soy tu guarra”... A la décima ya no podía ni pensar y sólo se me ocurrían estupideces: “me arde el coño”, “mis tetas quieren tu leche”... Alguna frase desató carcajadas y mi vergüenza se puso al tono rojo de mi culo, no sabía si me dolía más el trasero o el orgullo.
-Venga tío, revientale el culo.
-Hace unas horas que le estrené la puerta trasera, si no os importa lo haré a mi manera, con lubricante y despacio. -dijo mi amo.
-Es tu puta, tú sabrás lo que haces con ella.
Debería sentirme indefensa pero el amo parecía protegerme, una protección extraña en la que me entrega a unos desconocidos (no todos, vale) para que me coma sus pollas y me den de hostias entre humillaciones, pero en el fondo podría romperme el culo y me iba a cuidar.
Me pusieron boca arriba sobre una mesa, con las piernas abiertas en alto, un chorro frío sobre mi ano anticipó lo que venía, la punta del miembro adorado de mi señor se abría paso en mis entrañas. Traté de relajarme para hacerlo más fácil y así fue, de la primera embestida entró a fondo. Mis gemidos se veían ahogados por más penes follando mi babeante boca con la cabeza colgando hacia atrás. Con cada empotre sus huevos chocaban con mi dolorido culo y no sabía si gemir o llorar. Era una postura incómoda y por momentos me ahogaba, atragantaba y estaba a punto de vomitar. Entre tanto fluido me espetaban tortazos e insultos, dando también manotazos a mis expuestas tetas y retorciendo los sensibles pezones.
Los embistes de mi señor en el culo pararon y en un segundo supe porqué, chorros de lefa calentita salpicaron mi boca abierta de extenuación, que sin remedio tuve que tragar para no ahogarme en esa posición.
Los otros debían estar también a punto y me pusieron de nuevo de rodillas. Con una polla en cada mano pajeando y una o dos en la boca, uno a uno se fueron corriendo en mi boca, en la cara y resbalado por las tetas hasta notar la humedad en mi coño pelado.
-Muy bien zorrita, tu dueño ha hecho una buena adquisición-dijo el anfitrión de la fiesta-, me dice tu colega que si quieres saber quien es, está dispuesto a que lo veas pero con una condición.
Todavía de rodillas llena de sémen, dolorida y temblando, no me atrevía ni a preguntar.
-Podrás conocerlo a cambio de hacerte una foto con él, que le gustaría un recuerdo a pesar de que descubras sus perversiones privadas.
Mi curiosidad seguía encendida pero esa foto en manos de un conocido podría acarrearme problemas, aunque ya me había visto de la peor manera posible, le había lamido el culo y hasta me tragué su leche. Tenía que saber quien era o sospecharía de todo el mundo que me cruzase por la calle!
-De acuerdo pero…¿así?
-Claro, no va a ser de princesa en un corcel blanco. Eres una perra viciosa, tenlo en cuenta para siempre.
Me pusieron de pie y lentamente me quité el antifaz. ¡Mierda! Era el amigo de mi tio!! Mi tío Mario vivía en Madrid desde hacía unos años pero procuraba venir a ver la familia cada poco y se quedaba en casa de este amigo, así que incluso le invitabamos a las comidas familiares. Mi tio tenía alma de joven y cuando nos quedamos a solas me intenta interrogar por mis novietes o alaba mi cuerpo tal vez con piropos salidos de tono, a veces incómodos abrazos donde me toca el culo y me aprieta los pechos contra él. Vamos, se podría malinterpretar.
-Ooh, mira quien es una guarra integral, si tu tío supiera lo que en lo que se ha convertido su sobrina favorita…
-Pero no lo va a saber -dije en tono serio y desafiante.
-No, venga, ponte de rodillas junto a mi polla antes de que se te estropee ese lindo “maquillaje lechoso”.
Obedecí a regañadientes y con la punta de su falo flácido entre los labios, piernas abiertas y abrazada a su pierna, otro señor allí presente nos hizo la foto con el móvil del amigo de mi tio.
-Wow, esta va al fondo de pantalla, sales perfecta, te favorece ser una puta.
En la habitación pude fijarme que estaban mi amo, el señor que llevaba el asunto, el amigo de mi tío, tres chavales jóvenes y otro señor mayor que hizo la foto y parecía muy colega de mi conocido. Todos se fueron vistiendo y a mi me colocaron la capa de nuevo, sin permitir que me limpiase ni quitarme la correa del cuello.
Con esa correa me condujo mi amo y señor de nuevo hasta nuestra habitación. Todo el trayecto fue en silencio y por suerte no nos cruzamos con nadie. Ya a solas sentados en la cama:
-Menuda sorpresa el tipo ese. ¿Te dará problemas? Ya había coincidido con él hace tiempo en una sesión parecida y parece majo.
-Espero que no, pero… La verdad que pensé que sería alguien del barrio, no tan cercano, si le dice algo a mi tio me muero. Y tener la foto en el móvil y que la vea cualquiera en un reojo...pues suena feo.
-¿Te duele el culo?
-Pica pero gracias por follarme con cuidado, eres bueno.
-Me apetece darte un premio, pero antes quiero que te masturbes para mi y cuando te corras me miras a los ojos.
Excelente, a estas alturas había perdido el decoro y me toqueteé el clítoris y las tetas como si estuviera en la intimidad de mi cuarto, hasta que a punto de correrme le miré, plácido y sonriente sentado observándome. Me dejé llevar convulsionando entre mis chorros. Lamí los dedos y su gesto decía “satisfacción total”, y yo tan contenta por obedecerle y satisfacerle.
La tarde acabó con un masaje de cremas refrescantes que mi cuerpo entero agradeció como nunca.