Una puta para mi amo y algo más
De como una sesión de iniciación en el bdsm se le va de las manos y termina...
Nos citamos en la calle Lesma y al primer segundo noté que ya no podía salir de esta. El miedo se mezclaba con las ganas después de tanto tiempo soñado.
Nos dirigimos caminando hasta su hotel, en la calle de atrás, cogiéndome por el hombro rozó sus dedos con mi pezón tieso a través de la blanca camiseta.
– Lo vamos a pasar bien. -dijo sonriendo como un niño, metido en el cuerpo de un canoso con alma joven.
En la habitación charlamos sobre gustos, calentando motores, marcando los límites, acelerando mi corazón.
–Es hora de desnudarte…. No aquí , fuera en el pasillo…. Tranquila no hay cámaras -intuyó mi miedo- la primera lección es marcar tu humillación para probar tu entrega.
– pero…
–Yo te cuido, tranquila
A la puerta me tendió una bolsa de deporte para meter toda mi ropa bien doblada. Miré a ambos lados, ningún ruido. La camiseta se metió en la bolsa dejando mis tetas al aire, quise taparme y su mirada de desaprobación me dijo el resto. Seguí con los shorts, las sandalias y las bragas rosas recién estrenadas. El coñito rasurado y suave le esperaba, sentía los glúteos temblar de emoción…
–Quieta ahí.
Se fue dentro y tuve la tentación de entrar y acabar esta locura.
–Ponte estos zapatos de tacón. Las bragas en la boca. Y date la vuelta.
Esto ya no era un simple striptease. Con la boca llena, agarró mis muñecas y las ató a la espalda con cinta americana, una pinza en cada pezón unidas con una cadenita me marcó quien era ahora, en mi sitio. Una coleta terminó mi nueva imagen de puta, sin saber todavía si esto me gustaba o me aterraba.
–Voy a cerrar la puerta, picarás con la cabeza y a mi pregunta dirás alto y claro: ‘soy su guarra sumisa, vengo a que me folle bien folladita’.
Volvió a meterse a la habitación y tardó un siglo según mi reloj de humillada. Tarde o temprano aparecería alguien y me moriría de vergüenza.
Solté las bragas dejándolas colgadas de los dientes para poder pronunciar. Hice lo acordado y mis palabras oídas en mis oídos me pusieron roja como un tomate. Salió desnudo y le vi por primera vez, mi amo, el cuerpo que adorar y complacer. Salió al pasillo conmigo.
–De rodillas, escupe esas bragas, la polla hasta el fondo hasta que te diga.
Los tacones y la atadura hicieron que casi me caiga, apoyando mi cara contra sus huevos. Instintivamente saqué la lengua y lamiendo desde la base hasta su ya húmeda punta, empecé a meterla despacio, mirando sus ojos orgullosos. Estaba mojada y unas gotas resbalaban por mi muslo derecho. No me cabía toda y de repente el sonido del ascensor me despertó de la ensoñación. Unos chavales reían y se acercaban, a unos metros de nuestro pasillo. Quise levantarme pero me agarró de la coleta y la metió hasta el fondo, provocándome una arcada….
-¿Ves como puedes?
Lo miré suplicante y cuando los chavales doblaron la esquina, me metió en la habitación de un tirón.
Caí de rodillas sobre la moqueta, con el culo en pompa y muerta de vergüenza.
-¡Nos han visto!
Un azote sonó en la habitación y las risas en el pasillo.
-¡Comparte la putilla!! Nos quedamos las bragas de recuerdo.
¡Oh no! Cuando escupí las bragas quedaron fuera, y efectivamente me habían visto desnuda, atada y aferrada a la polla de mi amo.
-¿Y ahora?
–Ahora vas a explorar tus límites, mi guarrilla amazona
De pie, me costaba mantener el equilibrio sobre los tacones de aguja. Me colocó un bonito collar rojo con una correa de cadena, y tras una caricia y una sonrisa, me condujo hacia la ventana. Abrió las cortinas, un amplio ventanal daba acceso a una modesta terraza con una mesa y dos sillas de plástico.
–¿Te follo en la terraza o en la cama?
Era un primer piso y la habitación daba a una avenida bastante transitada. ¿Estaba loco? Todos nos verían, ¡Me verían!, follando de esa guisa, como una… puta… era su puta y yo sólita me había metido en ello.
– La cama– Dije sin emoción
Me quitó de golpe las pinzas de los pezones, sintiendo como si se desgarrasen y me tiró del izquierdo hacia abajo, dejándome inclinada. Sin mediar palabra empezó a azotarme el culo cada vez más fuerte, en uno y otro lado, cubriendo toda la nalga. Entre el dolor y el susto, pensaba si eso era consecuencia de mi contestación o sólo parte de mi aprendizaje.
– No, basta por favor. Señor, pare, pare.
– ¿Estás segura?
Recordaba la palabra de seguridad pero en el fondo quería seguir en sus manos.
–No puedo más, por favor, se lo suplico, me duele!
-Dime, ¿dónde quieres que te folle, en la terraza o en la cama?
-Donde quiera, señor, soy suya.
-Respuesta correcta, buena perra.
Cesaron los azotes y me abrazó acariciando con cuidado el dolorido culo. Un tierno y largo beso me secó las lagrimas y me sonreí al notar su erecto pene buscando mi entrepierna. Desató mis manos y pude corresponderle en el abrazo.
–Aprendes rápido, ponte de rodillas y hazme una buena mamada, ya sabes como me gusta.
Me gustaba su polla, lamí desde sus huevos hasta la tierna punta, masajeando donde mi boca no llegaba. Hasta el fondo, intentando controlar las arcadas, mi amo se reía y me daba golpecitos en la cara para volver a meterla despacito, saboreando. Si le pajeaba para descansar, succionaba los huevos y parece que le gustaba porque se tensaba. Era su puta pero manejaba lo más preciado de su ser. Empezó a bombear follándome la boca, lo cual me hizo babear sin control, esperando…lo que estaba deseando, su lechita. Y no se hizo esperar, el primer chorro en el fondo de la garganta me atragantó y el segundo salió disparado a mi cara; no podía defraudarle y abrí la boca para que terminara de descargarse dentro. No era un manjar delicioso, era mi premio.
-Señor, tengo ganas de orinar.
Llevaba un rato aguantando y tenía que decirlo a pesar del temor a represalias.
-Puedes ir, a cuatro patas.
Me siguió y tras echar una copiosa meada, tuve que limpiarme con la mano y
chupar los dedos, lo cual me pareció más humillante que repugnante. Su mirada y su media risita decían lo bien que lo estaba pasando.
–Ahora me han entrado ganas a mi, ponte de rodillas en la bañera.
No me lo podía creer, su chorro fue directo a mi cara, apreté los labios y su pis me regó enterita. El olor, tan calentito…y para terminar me hizo limpiarsela a lametones.
–Buena chica, te has ganado un premio.
De espaldas sobre la cama, con las piernas abiertas, me chupó el coño como nadie lo había hecho, metiendo un dedo…dos…cada vez más mojada y excitada, con el clítoris a punto de estallar en su juguetona lengua…
–Señor, permiso para correrme!
–Todavía no, puta!
Siguió lamiendo sobre mi culito, insertando el dedo medio hasta el final, moviendo en círculos mientras seguía lamiendo mis abundantes flujos. Con dos dedos en el culo ya no podía más y supliqué…
–Por favorrrgg aaahh
La punta de su polla ya me había desvirgado el garaje.
–¿Quieres correrte? Pídelo bien
–Fólleme el culo!, deje que me corra mientras me estrena, lléneme!!
Despacio y sin tregua se fue enterrando en mis entrañas con una sonrisa picarona. Cuando llegó al fondo la sacó de golpe. Ouch! Eso dolió más y lo sabía. Me dio la vuelta y a cuatro patas volvió a empujar. Esta vez despacio entrando y saliendo, mientras me tiraba del pelo, con la otra mano masajeaba mi coño a punto de caramelo.
–Puedes correrte y dame las gracias.
–Gracias señor!
Su bombeo, los huevos chocando con mis bajos, sus dedos hábiles y nuestro jadeo acompasado… terminé entre espasmos cuando su respiración se aceleraba y me llenó con su chorro.
La cama era una mezcla de mi corrida y su leche goteando de mi recien estrenado y dolorido culo.
-Descansa. Voy a hacer un papeleo y volveré a buscarte. Espero traer buenas noticias para los dos, pu-ta.
Se vistió, me dio un casto beso en los labios y se fue. Tras recuperarme de la locura a la que acababa de entregarme, quedé pensativa sobre ese papeleo y esas noticias. “Pu-ta”, el eco de aquella palabra remarcada, a fuego en la mente, demostrado en mi cuerpo. Desnuda, azotada, humillada y bien follada; sería su puta pero el placer era desbordante, quería más!!
Unos minutos más tarde el teléfono de la habitación me despertó.
–mmm, ¿quién?
–Estoy subiendo, ponte la venda en los ojos y espera en posición frente a la puerta, siempre deberás hacerme un buen recibimiento. Te traigo una sorpresa!
Por un instante tuve miedo, ¿y si me engañaba? De todas formas tenía tantas ganas de seguir explorando… Así que de rodillas, abierta, manos en los muslos y cara a la puerta sin ver “la sorpresa”. Sentí como abría sin prisa, observándome.
–Excelente, serás buena mercancía.
Sentí los pasos de dos personas a mi alrededor, la puerta de la habitación seguía abierta y yo desnuda, vendada y exhibida de rodillas. “Mercancía”, mi amo me había llamado mercancía y la otra persona rió con fuerza, con voz grave. Después de convertirme en su puta y de correrme como nunca, empecé a tener miedo de verdad, y lo notaron.
Me colocaron una capa con capucha, cubriendome por debajo de las rodillas. Me calzaron de nuevo los zapatos de tacón y salimos de la habitación. Al llegar al ascensor volvieron a hablarme.
-Sabemos que tienes miedo pero no debes temer, sólo vamos a seguir jugando y de ti depende pasarlo bien o…
El otro hombre volvió a reirse. ¿Quien era y qué pintaba en todo esto?
Caminamos por otro pasillo del hotel y entramos en una habitación. Me quitaron la capa quedando otra vez desnuda y luego la venda de los ojos. Ante mi se abría una habitación mucho más grande, con un sofá en el medio y delante dos chicas desnudas y en tacones como los mios. Llevaban una mordaza y parecian tan asustadas como yo. En el sofá había otros dos hombres que asocié a que fueran sus amos. Mi amo me colocó una mordaza como las suyas y me llevó a su lado.
-Pequeñas sumisas, vais a aprender a jugar en equipo, o tal vez...a competir. ¿Quereis continuar?
Miré a mi amo y su mirada complice me hizo afirmar sin dudar, él me protegía. Las otras dos hicieron lo propio.
-El juego consiste en que os masturbeis hasta correros lo más posible. Para ello ireis siguiendo nuestras órdenes. La primera que lo consiga se quedará con la grabación de esta sesión, la segunda se ganará un bukkake en otra habitación de este hotel, y la última tendrá que pasar la noche en un club de alterne bdsm del señor Méndez recaudando fondos para pagar este evento. ¿Entendido?
Las tres afirmamos mirandonos más desafiantes. Tenía que ser la primera o a saber donde acabaría esa grabación. Y para la última no le auguraba buen plan. Lo que me llamaba la atención era lo del bukkake. Estaba excitada pero acababa de correrme y todavía estaba cansada, no sabía si podría reactivarme tan rápido.
Colocaron cuatro cámaras para no perder ningún ángulo y empezó el espectáculo. El señor Méndez empezó las órdenes mientras los amos disfrutaban la visión desde el sofá.
-Preparadas, listas, masajeen esos coños!! Eeeso es, con los ojos abiertos, miren a las cámaras señoritas.
Nos quitó las mordazas y ya empezaba a ponerme cachonda. Bien! Aunque las otras también jadeaban. Nooo.
-¡Manos arriba! Descansen...bonitos coños chorreando. Griten conmigo: soy una puta!. Vamos, griten!
-Soy una puta, soy una puta! Soy una puta!
Las tres gritamos durante unos minutos. Esto a parte de ser un lavacerebros nos hizo bajar la excitación, y vuelta a empezar!
Nos ató las manos a la espalda, sin llegar a tocarnos otra vez. Oh oh!
-Como buenas putas y nuevas amigas, os vais a excitar entre vosotras, rozaos, lameos… A jugar!
Nunca había tocado una mujer desnuda ni pensaba en que eso tendría que ponerme a tono. Nos miramos y empezamos timidas chocando las tetas, besándonos o lamiendo el cuello. Aquellas caricias me estaban gustando y poco a poco nos fuimos animando, tocando el coño de la compañera… De rodillas me vi chupando el culo de la más gordita, hundiendo mi cara entre sus nalgas, mientras con la más baja nos metíamos dos dedos en el coño de la otra, chocando los culos. Las tres gimiendo como perras pero ninguna llegaba al climax.
-¡Alto niñas! No vayais a preferir un coño a la divina polla de vuestro amo, jajaja.
Nos separamos entendiendo que ese era su juego, dejarnos al límite para autohumillarnos.
-A vuestras espaldas en aquel banco hay unos consoladores, con mi cuenta atrás vais a correr hacia ellos eligiendo el que más os guste para follarlo hasta que os corrais. Preparadas, listas, ¡a follar!
Tres dildos diferentes se erguían sobre un banco de madera. El primero era con forma de polla, marcando venas, gordo pero no muy largo. El del medio era un vibrador rojo con masajeador de clítoris, ya funcionando. Y el tercero era un falo largo y bastante grueso, no muy duro. Había que elegir rápido.
Las tres corrimos hacia el vibrador pero llegó antes la gordita, metiendoselo de un golpe en el coño, poniendo una cara de dolor que cambió a una de satisfacción por conseguir el más excitante. Sin pensarlo me abalancé sobre la polla gorda, sin conseguir meterla. La chica más baja tuvo que ir hasta el flácido falo largo, no llegaba a encajarlo y se subió de cuclillas sobre el banco, metiendolo despacio hasta el fondo. La del vibrador ya estaba gimiendo con la cara roja y yo todavía me masajeaba el clitoris con la punta. Oh no! Ahora! Me lo calcé hasta el fondo soltando un gemido, miré a mi amo que me observaba con una sonrisilla y...la polla palpitante en la mano. De hecho los tres amos se la estaban meneando a nuestra costa.
Las tres gimiendo, con las manos atadas, saltando sobre los consoladores con ansias de corrernos cuanto primero. Las venas de mi dildo masajeaban en los puntos clave… El señor Méndez se acercó y nos colocó unas pinzas con campanillas en los pezones. Dolian y el sonido de las seis campanas botando era hipnótico.
Sentia como me venía el orgasmo cuando mi amo se levantó hacia nosotras, se la machacaba con ganas y pensé que venía a correrse en mi. Oh no! Se puso frente a la gorda y le echó el chorro sobre sus tetas. Me dejó paralizada cortandome el punto, mierda!! Seguí follando el consolador con más rabia y otro amo se puso frente a mi. Era un señor de barriga peluda y polla más bien pequeña, como una seta. Descargó varios chorros sobre mi pecho, resbalando por el cuerpo y hasta por el muslo. Volvía a estar a puntito pero… las otras dos chicas también. Nos miramos con los dildos enterrados en nuestros flujos y…