Una puta en un hotelito con encanto

Llegó ese fin de semana, desde que teníamos hijos nunca habíamos podido escaparnos de fin de semana, de hecho sólo nos íbamos a escapar una noche, eso sí, quedó claro que íbamos a un hotelito con encanto que bien podría llamarse "El picadero". Ella no sabía muy bien cuál era el hotel ni las condiciones en las que íbamos a ir, pero sabía que se encontraría alguna sorpresa erótica.

Llegó ese fin de semana, desde que teníamos hijos nunca habíamos podido escaparnos de fin de semana, de hecho sólo nos íbamos a escapar una noche, eso sí, quedó claro que íbamos a un hotelito con encanto que bien podría llamarse "El picadero". Ella no sabía muy bien cuál era el hotel ni las condiciones en las que íbamos a ir, pero sabía que se encontraría alguna sorpresa erótica.

Los preparativos ya me pusieron cachondo, reservé una habitación con estilo hindú, por lo que vi en la página del hotel consistía en una gran estancia de unos 100  metros cuadrados con varios ambientes, una zona de estar a la entrada de la habitación, una cama redonda enorme rodeada de espejos, incluido el espejo del techo y en el centro de la habitación una bañera con hidromasaje realmente grande que supuestamente era para dos, pero yo diría que caben tres o cuatro personas. Como servicio adicional, la recepcionista del hotel decoraba con velas y con incienso la habitación y dejaba un disco de música relajante puesto para que cuando volviéramos de cenar todo estuviera en su punto.

Para mi mujer, el plan era ir al hotel, dejar la ropa, dar una vuelta por el pueblo cercano, cenar en un restaurante de lujo y luego volver a la habitación a tener un buen rato de sexo, ni de lejos imaginaba el buen rato de sexo que iba a tener con mi esposa ese fin de semana.

Dejamos a los niños con los abuelos, benditos abuelos que de vez en cuando nos dan un poco de libertad, ahora entiendo los ratos que mis padres me dejaban con mi abuela... ¡¡¡hay zorretes ellos!!!, cogimos el coche y nos fuimos al hotel en cuestión, eran unos 45 minutos de viaje, cogimos la autopista, la dejamos llegados a una de las zonas montañosas que rodean nuestra ciudad y cogimos pequeña carretera de montaña, llegamos al hotel a eso de las seis de la tarde.

Era un edificio relativamente pequeño, rodeado de una campa enorme, con ambiente rústico por fuera (típicos aperos de labranza), pero con un aspecto ordenado y limpio. Aparqué el coche, nos acercamos a recepción y una chica joven (y con un escote realmente espectacular) nos recibió. Después de dar nuestros datos y alguna cosilla más nos acompañó por un pasillo estrecho a la zona de las habitaciones, había seis habitaciones en total, la nuestra estaba en el ático, subimos unas pequeñas escaleras, nos abrió la puerta, me dio las llaves y nos dijo: "Espero que paséis una agradable estancia".

La habitación era tal y como se describía en internet, mi mujer estaba alucinando, como supongo que estaría yo si nunca la hubiera visto. Deje las dos bolsas que llevábamos sobre un pequeño sofá que había a la entrada y corrí las persianas y descubrí unas increíbles vistas a la montaña. Me di la vuelta al oír el grifo de la bañera:

  • ¿Un bañito corazón? - Me dijo mi mujer

  • Por supuesto.

Ella se fue al baño y yo aproveché para echar jabón en la bañera y llenarla de espuma, un minuto después mi mujer salía del baño, llevaba puesto un conjunto de sujetador y tanga rojos que estaba claro estrenaba para la ocasión. Me quedé embobado mirándola, se acercó, hizo como que me cerraba la boca y me dio un beso en los labios. Sin dejarme tocarla comenzó a soltarme los botones de la camisa, me la quitó acariciando mi pecho y se puso a mi espalda para acabar de quitarla. Me abrazó por la espalda y pude notar sus pechos contra mi cuerpo mientras sus manos recorrían desde mis hombros hasta mi cintura para comenzar a soltarme el cinto y el pantalón. Sin dejar de abrazarme dejó caer el pantalón hasta mis tobillos y metió la mano en mis calzoncillos, allí le esperaba mi pene totalmente erecto.

  • ¡Ummmmm! ¿Esto es para mí?

  • Todo tuyo.

Comenzó a acariciarme el miembro y los testículos antes de bajarme los calzones que acabaron junto al pantalón. Dejó de abrazarme, se puso frente a mí de espaldas y me invitó a que le soltará el sujetador, mientras echó su mano atrás y colocó su culo sobre mi pene y comenzó a moverse suavemente, haciendo que mi prepucio fuera saliendo poco a poco. Solté tras ciertos esfuerzos el sujetador y acaricie sus pechos, se dio la vuelta, nos dimos un largo y húmedo beso, me metió la lengua hasta la garganta, cosa que no solía hacer, pero que me encantaba. Me invitó a entrar en la bañera, me tumbé, se puso a mi lado y se quitó pícaramente el tanga. ¡¡¡Sorpresa!!! Se había depilado el chochete y sólo había dejado una fila línea de bello. Nunca la había visto con el coño tan depilado, me dejó muy gratamente impresionado.

Entro en la bañera y se sentó frente a mí, cogió uno de mis pies y comenzó a jugar con mis dedos sobre su clítoris. Echó la cabeza hacia atrás gimiendo suavemente y se metió el dedo en la vagina mientras se masturbaba con la otra mano. Mi excitación era brutal, me miró, sonrió, sabía que estaba como una moto, se dio la vuelta y se puso a cuatro patas, dejando claro que quería que la montara en la bañera, así lo hice, sin más preámbulos ella misma metió mi pene en su interior, comencé a moverme adelante y atrás, sus pechos golpeaban la superficie del agua, donde poco a poco se producían más olas, el sonido del agua acompañaba nuestros gemidos, poco después noté como se corría abundantemente, se estremeció, gimió más fuerte y por un momento se quedó quieta. Fue un momento, en seguida comenzó a moverse adelante y atrás.

Sacó mi poya de su interior y me pidió que me tumbara, se acomodó a mi lado y me susurró al oído:

  • Nunca te he visto correrte debajo del agua, hoy es un buen día.

Comenzó a masturbarme mientras me besaba, cuando notó que me iba a correr dejó de besarme y se quedó mirando como salía el semen de la punta de mi pene bajo el agua, cuatro grandes chorros que acabaron flotando hasta rodear mi ombligo. Siguió masturbándome suavemente antes de volver a besarme.

Nos quedamos un momento en la bañera hasta que decidimos salir, tocaba prepararse para ir a cenar.

No tarde demasiado en vestirse, pero pude disfrutar de ver la ropa que se ponía y como la hacía. Sacó del armario un conjunto negro con un tanga minúsculo y un sujetador también pequeño, se los puso y la verdad es que no le tapaban prácticamente nada, a duras penas el tanga escondía su raja y el sujetador sus pezones, eso sí, se las sujetaba bien arriba, ensalzando sus tetas de una manera espectacular. Se dio la vuelta para coger más ropa del armario y pude observar como el tanga dejaba todo su trasero al aire, ¡¡¡bendito trasero!!!.

Sacó un top rojo y una minifalda blanca, llamarle minifalda es ser muy optimista, micro falda sería más acertado, luego cogió una medias de maya y se las puso sensualmente, me miraba de reojo a ratos y directamente otros, sabiendo que estaba gozándola con el espectáculo, se acercó a mí, así con el modelito de ropa interior y las medias de maya negras, me puso la mano en el paquete y recorrió todo mi pene que ya estaba totalmente erecto.

  • Bien, bien, parece que soy capaz de ponerte cachondo a distancia.

Sonrisa, beso y continuó vistiéndose, micro falda, top y unos zapatos con algo de tacón completaron el modelo.

  • ¿Voy bien vestida para ser tu puta esta noche?

Me sorprendió la frase, pero le dije que sí, la verdad es que esas tetas a duras penas escondidas bajo el top, ese pedazo canalillo, luciendo piernas con esa falda que casi dejaba vislumbrar el comienzo del mini tanga... vamos, que su autodefinición de puta era perfecta.

Estaba casi anocheciendo cuando salimos del hotel, avisé de la hora de vuelta a la chica de recepción y nos fuimos al coche, la poca gente que estaba en la terraza la miraba, ellos con deseo y alucinación y ellas con cierta envidia, la verdad es que estaba realmente sexy y provocativa.

Llegamos al restaurante que me habían recomendado, era una cabaña rústica y nos ofrecieron comer en la terraza del primer piso, me pareció un lugar perfecto, no hacía frío, nos habían puesto unas velitas en la mesa... simplemente perfecto. Encargamos un buen vino, pedimos la cena, postre incluido y nos tomamos una  primera copa a la luz de la luna mientras esperábamos la comida.

  • ¿Te ha gustado mi coñete depilado? - me dijo caldeando aún más el ambiente

  • Claro, me encanta

  • Pues no te imaginas lo cachonda que me puse mientras me lo depilaban, seguro que te habría gustado verlo - me dijo pícaramente

  • Pensaba que te lo habías hecho tu sola

  • Pues no - sonreía maliciosamente mientras lo decía - fui a depilarme y aproveché la visita ¿me imaginas abierta de piernas y una chica depilándome?

  • Hummmm, tiene que ser interesante

  • Pues que sepas que me puso muy cachonda tener una tía jugando con mi entrepierna. Buff, qué calor, sólo de pensarlo.

Se levantó, giró su silla hacia la mía, hasta entonces estábamos uno frente al otro, se levantó la micro falda y se quitó el tanga. Lo dejó sobre mi plato mientras se sentaba de nuevo en la silla.

  • ¿Tienes hambre? - me dijo señalando el tanga en mi plato

  • Por supuesto, pienso comerte todo el coño en cuanto lleguemos a la habitación.

  • Será si te dejo, hay que quitar eso del plato, no sea que venga el camarero

Sin darme tiempo se levantó, tenía la micro falda casi en la cintura, así que me estaba enseñando su depilado coño, se acercó, cogió el tanga, se puso a mi espalda y abrazándome lo metió en mi entrepierna aprovechando para darme una buena sobada. Al fondo de la terraza vi venir al camarero, ella también, sin prisas, enseñándome el culo, se sentó a la mesa y me sonrió, el faldón de la mesa disimulaba que su falda seguía muy arriba.

La comida fue un cúmulo de excitaciones:

De entrantes teníamos langostinos con salsas varias, ¡¡¡hay que ver el juego que dan unos langostinos!!!, cogió el primero y lo comió sensualmente, el segundo se lo pasó entre las piernas antes de comérselo, luego se acercó y me dijo al oído:

  • ¿Estoy supermojada, quieres probar un langostino con un poco de mi jugo?

Separó las piernas sensualmente y se ayudó de las manos para dejar a la vista su clítoris y su vagina. Cogí uno de los langostinos, el más grande encontré y lo froté en su clítoris, gimió suavemente y cuando iba a quitarlo me dijo.

  • Por dentro estoy más mojada.

Metí parte del langostino en su vagina y lo restregué bien. Lo saqué y ella se fue a sentar. Cuando la vi sentada me lo comí a pequeños mordiscos. Como es lógico sabía a ella, a esa entrepierna que tantas veces me había comido y que tan excitada estaba ese día.

Entonces decidí que me tocaba a mí, disimuladamente me solté el botón del pantalón mientras cogía un poco de mahonesa con la cuchara, me levanté y me puse junto a ella, saqué mi poya totalmente erecta, retiré la piel para que mi capullo quedará disponible y lo unté hasta cubrirlo totalmente con la cuchara.

  • ¿Quieres un poco?

No lo dudo nada, sin tocarme fue lamiendo toda la mahonesa poco a poco, relamiéndose a cada lengüetazo. Cuando ya no pudo limpiarlo más cogió si pene con la mano y mientras me masturbaba suavemente lo metió totalmente en su boca, nunca lo había metido tan profundamente, estaba claro que era un día especial y que quería hacer de todo. Volví a mi sitio, nos serenamos un poco y el segundo plato lo comimos sentados, eso sí, de vez en cuando abría las piernas y me dejaba jugar con mis dedos en su clítoris, estaba cachonda y quería más y más.

Llegó el postre y mi cabeza comenzó a carburar de nuevo, ella había pedido flan con nata y yo helado de la casa. Empecé yo a jugar, cogí un poco de helado y después de cerrarle las piernas lo dejé sobre el poco bello que quedaba en su entrepierna, cada segundo que pasaba se escurría más y más, ella cerraba los ojos al sentir el frío entre sus piernas. Cuando vi que ya no quedaba helado puse otro poco, repetí la operación con los cuatro sabores, ella se estremecía, no era capaz ni de empezar con su postre. Abrí sus piernas y vi que tenía todo el coño cubierto de helado, me agaché junto a ella y lamí todo lo que pude, primero por fuera, luego me ayudé con mis dedos y jugué con el frío líquido en su clítoris y la entrada de su vagina. Se corrió brutalmente entre gemidos ahogados.

Me senté y acabé el postre mientras ella se recuperaba.

  • ¡¡¡Qué pasada!!! Nunca un helado ha estado tan rico ¿verdad? - respondí a su pregunta arqueando las cejas.

Sin reprimirse nada se bajó los tirantes y el top para pasar a apartar el pequeño sujetador, se quedó con las dos tetas al aire, se untó los pezones de nata y me invitó al postre. Me levanté y estuve sobando sus tetas mientras mi lengua recogía toda la nata. Sus pezones estaban totalmente erectos y ella gemía como lo había hecho minutos antes. No sería capaz de asegurarlo, pero creo que en ese momento, y solo con mi boca succionando sus pezones, tuvo el enésimo orgasmo del día.

Acabamos de cenar y antes de salir del restaurante fue al baño, a la vuelta me dejó en la mesa el sujetador. Se le notaban las tetas perfectamente con ese top, mucho escote, pezones duros, tetas grandes... un espectáculo total. Se sentó y junto al sujetador puso un pequeño mando a distancia, abrió las piernas, como había hecho muchas veces durante la cena, y me señalo un vibrador que se había metido en el coño.

  • De aquí al hotel puedes usarlo cuando quieras. Intentaré que no se me note.

El mando en cuestión tenía tres botones, probé el primero, el que ponía min, y lo tuve pulsado un par de segundos... el vibrador se oía desde mi sitio, vamos que era de todo menos discreto, cerró los ojos.

  • Cariño, - le dije con sorna - te puedo asegurar que se te nota bastante.

Nos levantamos y fuimos hacia el coche, en un par de ocasiones, mientras le acariciaba el culo y pulsaba el botón del vibrador, esta vez el botón central, ese en el que ponía normal, se paró un par de veces.

  • No sé si ha sido buena idea darte tanto poder sobre mí - dijo mientras se ponía la mano entre las piernas y yo pulsaba de nuevo el botón.

Llegamos al coche y cuando nos sentamos hizo además de quitarse el vibrador, no la dejé, es más, pulse un rato largo el botón normal, esta vez gimió con mucha fuerza, en el coche podía hacer todo el ruido que quisiera.

Cogí el volante y fuimos hasta el hotel. En el parking volvió a hacer el amago de quitárselo, directamente, sin aviso, pulsé el botón max y no lo solté durante 30 segundos. Se retorció como una loca, más aún cuando, con mis manos, bajé el top y le sobé con fuerza las tetas. Otro orgasmo, seguro, sus gemidos lo demostraban.

Llegamos al hotel, nada más aparcar se quitó el vibrador.

  • Lo siento, pero no aguanto otra pulsación más, la próxima vez que piense en darte ese mando recuérdame que estuvimos en este hotel.

Salimos del coche, se reordenó la ropa y nos fuimos directos a la habitación, la dejé abrir a ella, esperaba las habitación ambientada y se llevó una gran sorpresa el entrar, olor a incienso, luz de velas, y música erótica de fondo, se dio la vuelta y me plantó un beso enorme, no sabía yo que ella también tenía una sorpresa para mí.

  • Siéntate a ver la tele y no te acerques al baño, necesito 10 minutos.

Me senté en el sofá y cada poco recibía una prenda de su ropa sobre mí, primero una media, luego la otra, luego el top, luego la falda, luego se puso entre la tele y yo y sensualmente se quitó los zapatos de tacón hasta quedar totalmente desnuda.

  • Ahora vuelvo.

La oí coger cosas de la maleta y meterse en el baño. Los 10 minutos realmente fueron casi 30, pero puedo asegurar que la espera mereció la pena. La oí abrir la puerta del baño, oí taconear, se había puesto otros zapatos, se acercó por mi espalda y puso sobre mi cuello una especie de bufanda de plumas rojas, no me dejó darme la vuelta todavía. Puso su pierna sobre el sofá, no eran zapatos, se había puesto unas botas negras que le llegaban casi hasta la rodilla. Me tapó los ojos con las plumas y se puso delante de mí, tiró de las plumas, apagó la televisión y lo que vi fue realmente espectacular.

Se había puesto las mencionadas botas, un ligero negro, un body negro totalmente trasparente, un sujetador de encaje, guantes de tela hasta el codo, un colgante de perlas que le llegaba casi hasta el ombligo y se había pintado muy provocativa.

  • Puedes cerrar la boca cariño, te dije que hoy sería tu puta, así que me he disfrazado de ello.

Me costó reaccionar, se acercó a mí, me ayudó a levantarme y me desnudó completamente, me tumbó en el sofá y comenzó a jugar con las plumas por todo mi cuerpo, primero el pecho, luego los brazos, luego las piernas y finalmente con mi pene, que por supuesto estaba totalmente erecto. Dejo las plumas sobre mi pecho mientras comenzó a acariciarme con las manos, dio varios besos en mi pene y dejó sus labios rojos en él, bien marcados, antes de meterlo en su boca y comenzar a masturbarme. Cuando notó que estaba muy cachondo se sentó sobre mí, se apartó el trasparente body y me montó salvajemente.

Note como se corría, los estremecimientos de su vagina le delataron, por no hablar de sus gemidos. Se tumbó en la cama derrotada:

  • Sigue así cariño, esta noche será memorable - me dijo - ahora pide por esa boquita, soy tu puta y puedes pedirme lo que quieras

¡¡¡Como me pone oírle esas palabras!!! Se perfectamente que hay cosas que no quiere hacer, me lo dejó claro cuando éramos novios, ni sexo anal, ni tríos, en realidad tampoco quería que me corriera en su boca, pero eso lo hace de vez en cuando, echa el semen rápidamente, lo de tragarlo es otra cosa.

Estaba algo cansado, pero no pensé en resistirme a la tentación, tal cual estaba, me senté sobre ella y le metí la poya en la boca:

  • Vale, como quieras, puta mía, de momento voy a follarte un poco la boca

Ahí la tenía, tumbada sobre la cama, con sus brazos bajo mis piernas y metiéndosela hasta la garganta, me levanté un rato después y le dije:

  • ¿Lo que quiera?

  • Soy tu puta, hoy no tengo límites

Es fue un punto de inflexión, no solo para ese día, sino para todos, decidí lanzarme a la piscina y dar rienda suelta a todas esas fantasías que había tenido en algún momento de mi vida y que por algún motivo nunca había realizado. Todas las que tenían que ver con mi mujer, descartando tríos y/o cualquier participación foránea decidí que era, como ella decía, toda mía.

  • ¿Has traído los juguetes? - hace unos meses habíamos comprado un consolador con vibración y un par de cosas más para amenizar nuestras noches de sexo

  • Si, están en la maleta

  • No te muevas

Fui a la maleta y cogí los juguetes, saque el consolador, saque las esposas y el antifaz y un vibrador chiquitín que sabía que la volvía loca. Me acerqué a ella y le puse el antifaz, comprobé que no veía nada y la ayudé a sentarse en la cama. Me senté tras ella y con el vibrador comencé a jugar en su clítoris, mientras tanto, metía mi mano en su body y sobaba los pezones, primero uno, luego otro... ella sólo gemía y echaba la cabeza sobre mi hombro.

Era el turno de las esposas, la tumbé boca abajo sobre la cama y até sus muñecas a la espalda, levanté su culo y puse bajo sus caderas un par de cojines, cogí la cámara de fotos y la apoyé estratégicamente para enfocar su lindo trasero.

  • Toca un bonito video para que luego veas como te masturbo - sabía perfectamente que nunca me había dejado grabar un video, fotos tenía muchas, pero lo del vídeo no le gustaba, ese día no dijo nada.

Después de poner la cámara en marcha cogí el vibrador, eché un poco de lubricante y apartando el body comencé a metérselo suavemente, lo metí y saqué en múltiples ocasiones antes de poner a vibrar el conejito y aplicarlo sobre su clítoris, se estremecía con cada pulsación que hacía subiendo el ritmo del vibrador. Empecé a acompañarlo de un mete-saca suave y caricias en su culo. Entonces hice otra de las cosas que nunca me había dejado, abrí sus nalgas con mi mano libre y dejé caer un buen chorro de lubricante sobre su culo. Por si las moscas volví a preguntar.

  • ¿Lo que quiera?

  • Soy tu puta, hoy no tengo límites

Misma respuesta, me dio un vuelco el corazón, carta blanca para disfrutar de su cuerpo como yo quisiera. Jugueteé con mi dedo en su ano, lo acariciaba suavemente, hacía amago de introducirlo, acercaba el dedo hacia su vagina, volvía a su culo... así fue todo hasta que por fin decidí que ya podía arriesgar algo más, metí suavemente mi primera falange, lo suficiente para notar un estremecimiento brutal y un movimiento de sorpresa en su cabeza. Dude un momento, pero ella me sacó de dudas:

  • Te lo has tomado en serio ¿verdad? Pues aprovecha, no sé si habrá otro día como este.

Más cartas en blanco, comencé a meter y sacar mi dedo de su culo acompasadamente con el vibrador, ella gritaba de placer, yo estaba ultra excitado, seguí haciéndolo hasta que ella volvió a cerrar las piernas y ya no tuve espacio para seguir moviendo ninguna de mis manos. Ese cierre de piernas era el aviso, es su aviso cuando tiene un gran orgasmo y no aguanta más y quiere que pare. Saqué mi dedo de su culo y apagué el vibrador sin sacarlo.

Después de soltar las esposas la puse a cuatro patas, saqué el vibrador y la follé a lo perrito, estaba claro que no había descansado lo suficiente, pero yo estaba demasiado excitado, tenía la poya a punto de explotar, así que tras unas cuantas embestidas saqué mi pene, la ayudé a sentarse (seguía con el antifaz puesto) y le pedí que abriera bien la boca y sacara la lengua, puse mi poya sobre ella mientras me masturbaba y comenzó a lamerme con frenesí.

  • Hoy te tragarás mi leche, toda mi leche - lo dice con una autoridad que me sorprendió a mí mismo

  • Intentaré que no se me escape ni una gota.

Esa frase supuso lo poquito que me faltaba para acabar de correrme, prácticamente todo mi semen cayó sobre su lengua, cuando acabé metió su lengua en la boca, tragó y sacó su lengua demostrándome que lo había hecho.

Tocaba descansar, conecté la cámara de fotos a la tele y le puse el video, me miraba como avergonzada y hacía comentarios:

  • ¡¡¡Qué vergüenza!!!

  • Vaya pedazo de culo me has sacado, porque ¿yo no tengo ese culazo, verdad?

  • Huma, rica lechecita.

Estuvo callada y concentrada cuando vio como le metía el dedo en el culo mientras la masturbaba. Creo que ese fue el momento en el que se dio cuenta que el sexo anal era una opción viable y placentera.

Se levantó, se quitó toda la ropa menos las botas altas y el collar de perlas y me desnudó con parsimonia mientras me iba besuqueando. Sacó de la maleta un bote de crema, me tumbó boca abajo y echo unos buenos chorros de crema sobre mi espalda. Estaba fría, pero ella se encargó de calentarla masajeándome con sus tetas mientras, un masaje tailandés en toda línea con sus duros pezones restregándose sobre mi espalda.

Bajó poco a poco por mi espalda y pude notar como abría mis nalgas y me acariciaba el culo con uno de sus pezones, empecé a intuir lo que iba a hacer, chorro de crema en mi culo y más masaje con sus pechos en mi ano.

Me levantó suavemente el culo y me puso un par de cojines en el estómago, tenía el culo ligeramente en pompa cuando noté como su lengua jugueteaba con mis testículos a la vez que sus dedos repartían la crema que me había echado por toda la raja del culo. Me hizo levantar más el culo, lo justo para meter su cabeza debajo y comenzó a chuparme la poya con frenesí, acababa de eyacular, pero ya empezaba a estar cachondo, muy cachondo. Sobre todo porque al mismo tiempo jugaba con uno de sus dedos en mi ano y lo introdujo suavemente, primero una falange, luego todo el dedo, me masajeó suavemente la próstata y automáticamente mi poya llegó otra vez a su máximo esplendor mientras me la chupaba con alegría.

Dejó libre mi poya y se concentró en mi culo, turnaba follarme con un dedo y follarme con su lengua, una y otra vez, estaba a punto de reventar cuando noté como acercaba el vibrador pequeño a mi culo y lo introducía hasta la mitad. Instintivamente me puse a cuatro patas, justo antes de que lo encendiera y pudiera notar la vibración, recuerdo que gemía como loco cuando dejando allí el vibrador se tumbó delante de mi cara y me ofreció su coño para que lo lamiera, cosa que hice sin dilación y con devoción. Se corrió rápidamente, su chocho estaba enrojecido de tanta actividad y mi lengua muy húmeda para que ella aguantara demasiado.

Se levantó, me quitó el vibrador del culo y lo lamió otro par de veces, me tocaba actuar, así que la tumbé y me fijé repentinamente en el collar, se lo quité y abriendo sus piernas comencé a introducirlo en su vagina a modo de bolas chinas. No pensaba que fueran a caber más de unas pocas, pero me sorprendió cuando llevaba medio collar y me pedía más y más. Acabé por dejar fuera sólo unas pocas perlas, lo saque primero suavemente y luego di un fuerte tirón, pude comprobar que este gesto le provocaba un orgasmo brutal, era la primera vez que veía a mi mujer correrse de esa manera, sus flujos vaginales se incrementaron hasta tal punto que podía verlos fluir desde su vagina hasta la cama.

Estaba otra vez totalmente empalmado y ella derrotada sobre la cama, en plena locura sexual, la agarré por la cintura y la acerqué al borde de la cama, levanté sus piernas y puse un buen montón de lubricante en mi pene. Ella se dejaba hacer, tenía los brazos estirados sobre la cama y creo que intuyó lo que iba a hacer, porque agarró con fuerza los bordes de la cama mientras yo dirigía la punta de mi pene hacia su ano. Primero lo acaricié, luego lo introduje suavemente y luego, dando un empujón, metí toda mi poya en su culo.

La miré y estaba con los ojos cerrados, se mordía el labio, sus manos apretaban los dos bordes del colchón y sus pechos bailaban al ritmo de mis embestidas decorados por unos erectísimos pezones. La sacaba y la metía de golpe dejándola un momento dentro de ella mientras acababa su gemido. Abrió los ojos en una de las embestidas:

  • Estás gozándolo ¿Verdad cabrón?

Mi mirada fue suficiente para que se diera cuenta que así era.

  • Pues que sepas que yo también

Alzó la mano al cabecero de la cama, cogió su vibrador y después de encenderlo aprovechó que sacaba un poco el pene de su culo para meterlo en su vagina. No he visto nunca una mirada tan lujuriosa, continué follándole el culo mientras ella se masturbaba con el vibrador salvajemente, esos ojos delataban que estaba disfrutando como nunca, esos ojos delataban que estaba en una corrida continua, cuando esos ojos se cerraron supe que había llegado a su máximo orgasmo, saqué mi pene de su culo, saqué el vibrador de su vagina y sentándome sobre ella me corrí en sus tetas. Ni se movió, estaba totalmente agotada, me tumbé a su lado, le di un suave beso en la boca y nos quedamos dormidos.

Nos despertó el sol de la mañana al entrar por la ventana, nos abrazamos, sólo eso, pero con fuerza, recordando ambos la gran noche pasada... ese día cambió nuestra vida sexual, no hemos tenido encuentros tan salvajes, pero desde luego el campo de juegos se ha ampliado enormemente. Algún día, volveremos a ese hotel a repetir, paso a paso, todo lo que hicimos... intentaré grabarlo en video.