Una profesora como regalo de navidad IV

Lean lean!! comenten y valoren por favor.... cualquier cosa escríbanme a mi correo nenas bellas con gusto les responderé ;)

Capitulo 4.....

gracias por leerme, de corazon se los digo... espero disfruten de esta historia tanto como yo disfruto escribirla!...  para todos aquellos que me leen por cuarta vez UN BESO ENORMEl .. para los que me leen por primera vez pues nada LEAN LOS CAPITULOS ANTERIORES jajaja. ok ok un beso pues para uds tambien para que no se me enojen!! .. ya pues nada, dejo el fastidio y los dejo leer!  QUE DISFRUTEN!!

― Abby, ¿no tienes frío? - Le preguntó Terry arqueando una ceja. Ella se miró de arriba a abajo. Había escogido unos pantalones negros ajustados y una camiseta de manga larga de color celeste. Llevaba una chaqueta negra que hacía juego con los pantalones pero la tenía doblada en el banco.

― No, estoy bien. Aún conservo el calor del bochorno.

― ¿Todavía sigues con eso? Ya han pasado cuatro días. La miró y los colores volvieron a inundar su cara. Suspiró poniendo los ojos en blanco; tampoco tenía que ponerse así por algo que le podía haber pasado a cualquiera.

― Tú no fuiste la que salió del despacho de la profesora Caitlin en sus brazos, inconsciente.

― ¡Fue digno de un cuento! - Exclamó repitiendo el gesto, los ojos en blanco y el suspiro. - Llevábamos tiempo preguntándonos por qué tardabas tanto cuando la profesora solo concede unos diez minutos por alumno, y de repente la puerta se abre y aparece contigo en brazos.

― ¡No me lo recuerdes, no me lo recuerdes! - Gritó tapándose los oídos, balanceándose hace delante. - No me enteré de nada pero soy el hazmerreír de la clase.

― La profesora nos dijo que te desmayaste de la presión. Y tardaste treinta minutos en salir. Ya pensábamos que te la estabas tirando. - Le dijo riendo.

Abby agachó más la cabeza sintiendo cómo el rubor cubría toda su cara. No se la había tirado, pero la profesora le dio el mejor orgasmo de su vida y, si hubiera seguido consciente, estaba segura de que no sería el único de esa tarde.

― Anda, relájate. Ya verás cómo se acaban olvidando. - Animó pasándole un vaso con alguna bebida.

Ella lo bebió hasta la mitad antes de fijarse en los demás. Estaban en la calle en la fiesta de Nochebuena que su clase había organizado y casi todos estaban allí. Era cerca de medianoche y algunos parecían haberse pasado con el alcohol. Hacía bastante frío y llevaban chaquetones y chaquetas puestos. Terry se sentó a su lado en el banco.

― ¿Y bien?

― ¿Y bien qué?

― ¿Qué le vas a pedir a Papá Noel?

― Como si hiciera realidad los deseos... - Masculló.

― ¡Vamos, Abby, no seas aguafiestas! - Gritaron unos cuantos que las estaban oyendo.

― Vale, vale. ¿Quieres saberlo? - Terry asintió igual que los demás. Abby se acercó a ella y le susurró al oído. – Quiero a la profesora Caitlin Becker.

Terry se echó a reír a carcajadas.

― ¡Ya te dije lo que tienes que hacer! - Exclamó entre risas.

― ¡Hey, hey, comparte con los demás! - Gritó un chico. Se acercaba a ellas algo tambaleante y la forma de hablar les indicaba que estaba borracho. - ¿Cuál es el regalo que quiere Abby, Terry?

― ¿Por qué no dejas ya de beber Jake?

― ¡Vete a la mierda Terry! ¡Abby, vamos, suéltalo!

― No te lo diría ni aunque fueras el único en la Tierra.

― Eso duele Abby. - Replicó echándose la mano al corazón, pero tenía un vaso grande lleno de alcohol y se echó un poco en su ropa.

― Abby, vámonos.

― Si, es lo mejor. Jake, te conviene dormir la pea, como tu novia te vea así te echa a la calle otra vez.

― Vamos Abby. - Le dijo agarrándola de la muñeca. - Suelta lo que quieres por Navidad. Seguro que aquí alguno podrá conseguirlo. - Abby miró la mano de él y trató de soltarse, sin resultado alguno.

― Suéltame Jake. - Le ordenó conteniéndose para no empujarlo y así liberarse.

― Ya sé, seguro que has pedido alguna fantasía sexual. Dime, ¿te gustaría hacerlo con varios? ¿En público quizás?

― Jake estás borracho. Y si no quieres acabar con un ojo morado yo que tú soltaba mi brazo.- Jake se echó a reír y apretó aún más fuerte.

― A lo mejor necesitas más alcohol para desatarte. - Dijo al tiempo que le echaba encima el vaso lleno de alcohol empapándole todo el pelo y la camiseta.

Abby se quedó paralizada sin saber qué hacer, estaba totalmente mojada y comenzaba a tener frío.

– ¡Vaya! Ropa interior de color azul, y encima muy mona... - Murmuró él sin contener sus manos para tocarla.

Ella se echó hacia atrás un paso y tropezó con el pecho de alguien. Por el rabillo del ojo vio avanzar un brazo que impactó contra la nariz de Jake y lo mandó al suelo.

Giró la cabeza y la levantó para ver de quién se trataba. Era Caitlin!. Sus ojos  irradiaban  enfado y parecía que se contenía para no volver a levantar a Jake y golpearle otra vez.

― Abby, ¿estás bien? - Le preguntó Terry.

― Sí. No ha pasado nada.

― ¡Estás empapada! Tienes que quitarte esa ropa enseguida o cogerás un buen resfriado.

― Y huelo demasiado a alcohol... ¿Qué demonios estaba tomando? - Terry se acercó a ella y la olió.

― Creo que un desarmador, es decir, vodka con zumo de naranja.

― Por eso no me gustan las fiestas con alcohol... - Comentó ella tapándose la nariz. - Me dan ganas de vomitar.

― Profesora Becker... - Dijo Terry al darse cuenta de quién estaba detrás de Abby. Mientras ésta estornudaba y se estremecía del frío.

Caitlin entrelazó su mano con la de Abby y la obligó a caminar. Tiraba de ella acelerando su paso hasta llegar a un coche aparcado.

Abrió la puerta trasera y sacó un chaquetón. Lo puso encima del coche y la empujó contra el vehículo poniéndose ella por delante de Abby. Cogió el borde de la camiseta y tiró de ella hacia arriba. Abby trató de impedir que se la levantara pero una simple mirada de ella bastó para que dejara de oponer resistencia y se encontró desnuda de cintura para arriba delante de la profesora.

Recogió el chaquetón y se lo puso sin demorarse. Agradecía el calor que comenzaba a crearse en su cuerpo.

― Entra al coche.

― Yo...

― ¡Entra al coche! - Elevó el tono y supo que no podría decir mucho más. Abrió la puerta del copiloto y se metió dentro.

Caitlin cerró la puerta de atrás dejando la camiseta mojada en el suelo del mismo y fue hasta el asiento del conductor, se sentó y condujo sin dirigirle la palabra a Abby que lo miraba constantemente.

El frío provocado por la bebida alcohólica no parecía haberla abandonado del todo y durante el trayecto no paró de estremecerse y de estornudar.

Se fijó en que salían de la ciudad y, a los diez minutos, Caitlin cogía un camino más estrecho hacia una parte arbolada. Apretó un botón y pronto vio que las puertas que había delante se abrían para dejar que el coche entrara. La casa era enorme, de dos plantas, parecía bastante rústica y tenía un jardín muy bien cuidado y hermoso. Al ser de noche no podía apreciar ningún detalle pero estaba segura de que, por la mañana, la casa se vería de ensueño.

Aparcó el coche y salió del mismo sin darle tiempo a ella a preguntarle nada. Dio la vuelta al coche y abrió su puerta.

― Sal del coche.

― ¿Dónde estamos?

― En mi casa.

― No te he pedido que me traigas aquí. - Replicó ella estornudando después de hablar.

― ¡Maldita sea, sal de una vez! Necesitas un baño caliente o cogerás una pulmonía. - Gritó exasperada cogiéndola del brazo y sacándola del coche a rastras.

― ¿Y por qué estabas tú allí? - Preguntó ella intentando que la soltara. Avanzaban hacia la puerta de la casa.

― Tenía una cena. - Abby se sintió mal al saber que ella podía haber estado con otra mujer.

― Espero que te lo pasaras bien.

― Si, persiguiendo a mis sobrinos mientras sus madres parloteaban con mis tías. Aún no se cómo no tienen más heridas de las que se hacen.

Abby se echó a reír ante la visión de su profesora correteando detrás de unos chiquillos y vigilándolos para que no se hicieran daño. Era tan tierna...

Caitlin abrió la puerta de su casa y encendió la luz. Se encontraron entonces dentro de un amplio salón recibidor con un sofá de piel negra, una chimenea y una televisión. Algunas estanterías guardaban decenas de libros y había repartidas fotografías por otros muebles. A la derecha, una puerta conducía hacia la cocina y, en el fondo, había otra habitación y unas escaleras que ascendían a la segunda planta.

Ella le puso la mano al final de la espalda provocando a Abby un calor ascendente por todo su cuerpo, además de una incipiente humedad en sus bragas, para mostrarle el camino. Subió con ella a la segunda planta y encendió la luz de una de las habitaciones. Abrió la puerta para descubrir que era un baño.

― Quítate la ropa y métete bajo el agua. Te traeré algo que ponerte.

― No es nece.... - Se calló al ver que su cara estaba rígida y sus ojos oscurecidos. - Vale. - Rectificó.

Abby entró en el baño y Caitlin cerró la puerta. Respiró profundamente tratando de tranquilizarse. Aún aferraba el chaquetón que sabía era de ella por su olor. Por alguna razón no quería deshacerse de él, le encantaba que el aroma de Caitlin la rodeara. Se encogió un poco para envolverse en esa sensación antes de deslizar el chaquetón de su cuerpo. Le siguieron los pantalones y la ropa interior. Recordó entonces la chaqueta que tenía. Se había quedado en el banco donde estaba. Esperaba que Terry la cogiera, no era de las que se podían permitir perder ropa.

Corrió las puertas de la ducha y observó la amplitud de la misma. Era el triple de grande que la suya. Entró y dejó que el agua corriera hasta que salió caliente. Entonces se metió bajo el chorro y dejó que su cuerpo se calentara con él.

Caitlin dejó la ropa encima del mueble y contempló la silueta de ella. Era la primera vez que la veía desnuda por completo y su cuerpo ya estaba preparado para el asalto. Empezaba a molestarle la ropa y necesitaba una liberación. Se quitó la blusa blanca que llevaba,  el pantalon junto con las botas, los calcetines y abrió la mampara de la ducha.

Abby no oyó el ruido pero sí sintió cuando unas manos le acariciaron la cintura y cuando Caitlin le besó el hombro. Gritó del susto y trató de separarse pero no consiguió más que darse la vuelta y quedar completamente expuesta ante ella.

― Todavía hueles a alcohol.

― ¿Qué haces aquí?

Cogió un bote de la estantería y se echó un poco de champú en las manos. Las llevó hasta el pelo mojado de Abby y empezó a masajeárselo mientras oía la respiración entrecortada de ella. Le aclaró el pelo y hundió su rostro en él para olerlo.

― Ahora ya está limpio.

― Puedo hacerlo yo. - Dijo tratando que su voz no sonara titubeante. La verdad es que le estaba gustando mucho lo que le hacía.

Caitlin no le prestó atención y cogió otro de los botes, esta vez de gel, y se echó en sus manos una buena cantidad. Movió el soporte de la ducha para que el agua cayera sobre los azulejos de la ducha y empujó a Abby sobre ellos, de espaldas, quedando su parte delantera al descubierto. Subió por los hombros hasta el cuello y lo acarició hasta que el gel empezó a hacer espuma. Fue bajando lentamente enjabonando todo el cuerpo de ella. Se ocupó primero de un brazo y después del otro. Siguió su camino por los costados de ella a pesar de los jadeos y gemidos que Abby exhalaba.

Rodeó con sus manos los pechos y se los acunó con sus manos llenándolos de gel salvo las puntas. Se inclinó sobre ella para besarle cada pezón hasta que se le pusieron duros y dolientes. Solo entonces los rozó con sus dedos cubriéndolos de jabón.

Se echó más gel en las manos y continuó por el vientre de ella y su ombligo, metiéndole un dedo e incitándola con sus movimientos de entrada y salida de él.

― Profesora...

― No te vayas a correr, Abby, te lo advierto. Estoy muy cabreada contigo así que será mejor que seas una buena chica. - Gruñó ella mientras seguía moviendo su dedo alrededor del ombligo.

Ella se mordió el labio dolida por lo que acababa de decirle. Se sentía mal porque estuviera enfadada y quería complacerla. Se obligó a si misma a contenerse y cerró los ojos para no ser superada por las emociones que estaba sintiendo.

Se puso de rodillas delante de ella y le levantó una pierna para enjabonarla desde su pie hacia arriba. Cuando estaba muy cerca de su vagina retrocedió e hizo lo mismo con su otra pierna. Solo cuando las dos estuvieron enjabonadas sus manos se situaron en sus muslos internos.

― Abre las piernas.

Hizo lo que le pedía y las abrió todo lo que pudo sin resbalarse. Ella empezó a hacer círculos entre sus muslos acercándose cada vez más a su coño completamente empapado.

― Dios, estás muy húmeda, y esto no es agua. - Eso hizo que más flujo saliera de su canal. – Caitlin se acercó a ella y la lamió una sola vez. - Sabes a excitación, Abby. Pura excitación. - Le dijo antes de adentrarse para comérsela con la boca.

Ella gritó y contrajo su trasero ante la intrusión, moviendo hacia delante las caderas para permitirle un mejor acceso. Trató de agarrarse a ella por los hombros pero sus manos se cerraron sobre las muñecas y la fijaron a la pared. Así no podía tener control sobre lo que ella profundizaba.

La notaba lamiendo su clítoris y toda su vagina. Iba y venía. Gritó cuando le mordió los labios menores y la martirizó con sus dientes como si éstos quisieran adentrarse en su canal. La rasparon al principio mientras la lengua se encargaba de aliviar el dolor y transformarlo en placer.

Su cuerpo se convulsionaba por contenerse y cuando Caitlin le dijo que se corriera todo su cuerpo se derritió ante el orgasmo. Las piernas le fallaron y ella la agarró para evitar que se hiciera daño. La besó con dureza dejándole probar de su boca su propio orgasmo y disfrutando ambas de esa liberación.

Caitlin la dejó sentada en la ducha mientras le quitaba el jabón de su cuerpo y limpiaba lo que le había faltado. Después la ayudó a salir y a vestirse.

― Ve al salón, me reuniré contigo enseguida.

Abby la miró y se dio cuenta de que aun tenia su ropa interior y estaba completamente mojada.

― Puedo...

― Al salón, Abby. No me hagas repetírtelo.

**Hermosas envien sus comentarios a la

direccion de correo. les respondere con gusto nenas. besos para todas.**

por favor no olviden comentar el relato y valorarlo!!

saludos desde venezuela, donde las mujeres cada vez son mas hermosas! :D VIVA VENEZUELA!

thestoryteller