Una profesora como regalo de navidad I

Comenten, valoren y escríbanme a mi correo lo que deseen. asi podre conocerlas! Xd gracias por leer.

― Tierra llamando a Abby, Tierra llamando a Abby. – le decía Terry mientras le daba un codazo para llamarle la atención.

― ¿Qué quieres? - Preguntó enojada.

― Mujer, si yo fuera tú no estaría mirando embobada a la profesora, parece que vas a comértela, estoy segura que incluso ella se ha dado cuenta de las escenas eróticas que estabas pensando hacer.

― Yo no... - Pero su enrojecimiento la delataba.

Terry era su mejor amiga y a la única persona que había contado que, desde hacía dos años, tenía fantasías sexuales con la profesora de bioinformática.

Abby estudiaba la carrera de Bioquímica ya en el último año, pero, desde que conocio a la profesora Caitlin Becker, solía escoger la asignatura que impartiera, fuera o no de su carrera, ya los metería en créditos de libre disposición si más adelante los necesitaba.

Terry era una chica muy extrovertida con cabello corto y castaño oscuro, con una figura envidiable con la que los chicos solían acercarse a la chica como moscas. En cambio ella no tenía tanta suerte, o mejor dicho, tampoco es que lo

quisiera si tenía a esa profesora para ella sola en sus fantasías. Abby, por el contrario, no era ni muy delgada, ni muy alta, ni muy guapa. Pertenecía según ella al grupo de las “ni muy”, un grupo con el que calificaba a las mujeres que eran normales y no atraían demasiado. Tenía el pelo por debajo de los hombros de color negro y sus ojos del mismo color que el cabello tampoco llamaban mucho la atención. Procuraba arreglarse bastante y cuidar su aspecto cuando debía salir a la calle, pero no era algo que le importara demasiado; para ella estar cómoda significaba estar en casa con una camiseta ancha y larga, además de unos calcetines que era lo que más le gustaba.

La primera vez que había visto a Caitlin, fue cuando

ella llegaba tarde a clase y no se fijó en que el suelo estaba mojado. Debido a que sus zapatos eran nuevos éstos hicieron que resbalara delante de la puerta y la abriera de golpe para caer frente a toda la clase. Lo peor de todo no fue el golpe que se dio en el suelo, porque no hubo tal, sino que cayó directamente en los brazos de su profesora, una mujer que la sostuvo con rapidez para que no se hiciera daño. Cuando logró incorporarse y mirarle a los ojos dejando de murmurar una y otra vez mil disculpas se dio cuenta que no podría encontrar a otra mujer como ella Tenía una mirada intensa, sus ojos color verdes le hacían perderse completamente en ellos. Su rostro era serio y firme, con un mentón delicado y una nariz recta. Su pelo largo y de color castaño claro que caía haciendo ondas por sus hombros y espalda

le llamaba tanto la atención como para entrelazar sus dedos en él. Y su altura, cuando se levantó, la superaba por cerca de veinte centímetros.

― ¿Ya vuelves a soñar? - Le preguntó Terry sacándola de sus recuerdos. Tenía una sonrisa satisfactoria, como una niña que ha pillado a alguien donde no debía, o que sabía un secreto.

― ¿Quieres callarte? - Dijo molesta por la actitud que tenía su amiga.

― ¿Por qué? Solo digo la verdad. ¿Por qué no le dices que necesitas una tutoría privada y te la tiras?

― ¡Terry! - Exclamó ella alarmada. Si en dos años no había podido dirigirle la palabra más que para lo necesario, decirle algo así solo la dejaría sin oxígeno antes de llegar a pronunciar la frase completa.

― ¿Qué? Te quedan dos meses para acabar la carrera y el curso y después... Chao super mujer...

― ¿Crees que no lo sé? Llevo marcando los días en mi calendario desde que empezamos el curso.

― Pues eres lo bastante mayor, y por lo que se ve ella también, como para divertirse sin poner nada de por medio.

― ¿Y qué le dirán si se lía con una alumna? No voy a poner en peligro su trabajo.

― Reconócelo. - Acusó. - Te da miedo plantarte ahí delante y decirle que quieres una cita.

― ¡Por supuesto que no!

― Pues pídele una cita ahora. - Respondió Terry cruzándose de brazos. Abby se sonrojó y se mordió el labio inferior, algo que hacía siempre que se ponía nerviosa.

― No voy a pedirle una cita... - Murmuró.

― Perfecto, señorita Mink, entonces quizás pueda seguir con mi clase sin oírle conversar con su amiga.

Abby levantó la cabeza para ver delante de su mesa a la profesora Caitlin

con un gesto de desaprobación. El enrojecimiento la abandonó y la palidez fue su nuevo color. Sintió que la vergüenza caía en picado sobre ella y le picaban las lágrimas en los ojos pero sin llegar a caer del todo. Su profesora arqueó una ceja antes de girarse con lentitud mirándola de reojo mientras ella se acurrucaba en su sitio.

No era real. No le había pedido una cita a su profesora pero se sentía como si la hubiese rechazado antes de poder formularla.

― Abby... - Terry la miró apenada y al mismo tiempo ella deseaba desaparecer de allí en ese mismo momento.

Una lágrima se le escapó de sus ojos y se la secó con rapidez para impedir que nadie la viera. Cinco minutos después el timbre dio por finalizada la clase. Abby recogió con rapidez los libros y objetos que tenía y se levantó para salir cuanto antes de allí. Si por ella fuera, iría directa a un vertedero...

― Señorita Mink, me gustaría hablar con usted en el despacho. - Dijo la profesora Becker. Su voz firme y dura

la paralizó justo cuando ya salía de la clase. No quiso darse la vuelta ni mirar lo que podía estar pensando.

― Deme cinco minutos y estaré allí. - Respondió cuando encontró su voz y salió corriendo.

Hermosas envien sus comentarios a la direccion de correo. les respondere con gusto nenas. besos para todas

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