Una Profesora como Regalo de Navidad
- capitulo 10-
La música resonaba en los oídos de Abby dejándola sorda. Se alejó del equipo que tenían en la fiesta y se dirigió hacia un lugar más tranquilo. El vestido negro se arremolinaba a su alrededor cuando andaba creando una sensación de que flotara. Era una de las invenciones de la amiga de Terry que estudiaba diseño.
No tenía humor para estar allí, no después de conocer lo que Terry le había ocultado y unir todo como piezas de un puzzle. Fue incapaz de pedirle al director el teléfono o la dirección de la casa de Caitlin por miedo a que sospechara algo. Y encima ella no recordaba dónde vivía porque no se fijó cuando la llevó a casa, preocupada como iba por ese cambio de actitud.
Ahora las cosas podrían ser diferentes; ella ya no trabajaba en la universidad y ella era licenciada. La alegría se veía nublada por la pérdida de Caitlin.
Terry era la que había insistido en que fuera a la fiesta y, después de ser su paño de lágrimas, no podía hacerle un feo.
― ¡Aquí estás! - Exclamó Terry. - ¿Qué haces tan parada? Es una fiesta.
― Quedamos en que vendría. No que me divertiría.
― Se supone que es el objetivo de una fiesta.
― Ya... Pues en mi caso haz una excepción.
― Mira Abby, eres licenciada; ahora tu objetivo es encontrar trabajo, salir con mujeres u hombres, disfrutar de ellos y seguir con tu vida.
― ¿Y cómo hago eso si sé que he perdido el amor de mi vida? - Terry suspiró.
― ¿Te sentirías mejor si le rompieras otra cosa a Jake?
― No juegues con eso, Terry.
― Fuiste tú la que jugó. Nada más verlo en el bar te fuiste sobre él. Míralo.
Abby siguió la dirección que le indicaba su amiga hasta localizar a Jake. Iba con un jersey de cuello alto blanco y unos jeans. Su cara aún conservaba la hinchazón y su nariz estaba protegida por una prótesis para evitar que se la rozara.
― Se lo tenía merecido. - Masculló.
― Joder, Abby, no le diste ni tiempo a defenderse. Le atacaste y le rompiste la nariz. - Ella sonrió.
― Pero me quedé a gusto.
― Sí, y tu mano también. ¿Todavía te duele?
― No. Una semana más y me quitarán el vendaje.
Un hombre se acercó a ellas con algunas bebidas y se pusieron a charlar. Muchos de ellos se despedían esa noche de sus compañeros, unos ya licenciados y otros continuando la carrera.
Ahora tendría que volver a casa y encontrar un trabajo. Quizás el cambio de ciudad la ayudaría a olvidar.
― Abby... - Terry se puso delante de ella sonriente. - ¿Y si pudieras pedir un deseo?
― Terry... - Suspiró poniendo los ojos en blanco. - Hoy no es ningún día especial.
― Es la fiesta de los licenciados, el fin de los exámenes y... ¡ Por Diosss !, di lo que quieres.
― Ya sabes lo que quiero. A mi profesora.
― Genial... Porque viene hacia aquí. - Contestó dándole la vuelta a Abby y enfocándola directamente a la mirada dulce de Caitlin.
Contemplándola como si fuera una alucinación, Abby fijó la vista empezando desde abajo, se veía hermosa, traía unas zapatillas doradas de tacón que dejaban casi todo su pie al descubierto, subió su mirada por sus piernas, se veian firmes como siempre, perfectas como ella, su vestido blanco con un escote en V, corto hasta la rodilla el cual resaltaba su cuerpo curvilíneo y favorecía todo lo que estaba viendo e imaginando, simplemente se le hizo agua la boca. Se veía perfecta con su cabello recogido en una coleta que dejaba su espalda y cuello al descubierto, donde se podían observar sus pecas, esas pecas que tanto le encantaban a abby!. Siguió subiendo hasta su cara donde descubrió que aún continuaba mirándola.
La gente comenzaba a darse cuenta de su presencia y pronto todo se quedó en silencio mientras ellas se miraban sin percibir las miradas de otros.
Abby abrió los ojos sorprendida por el avance rápido de Caitlin hacia ella y cuando la cogió de la cintura y la impulsó hacia ella apropiándose de sus labios fue como si estallara en ella un fuego que la recorrió por todo el cuerpo. La besó como nunca antes lo había hecho, dejando que su obsesión por ella y su amor los embargaran a los dos.
― Tenía tantas ganas de hacer esto... - Murmuró cuando se apartó de los labios. Ambas estaban jadeantes y llenos de pasión poco satisfecha con solo ese gesto.
― Caitlin...
― Terry me dijo que estarías aquí.
Ella se volvió hacia su amiga que los miraba complacida por lo que acababa de pasar.
― Me contaste cómo era la casa, así que entre mis amigos nos recorrimos toda la ciudad en busca de algo así. Aunque te acordabas de poco pudimos dar con ella y después solo hubo que hablar con Caitlin.
― ¿Pero cómo?
― Mujer, una tiene muchos conocidos en la ciudad. Solo era cuestión de preguntar y buscar. Aunque a unos cuantos les debo una sesión doble...― Abby abrazó a su amiga agradecida por lo que había hecho.
― Ahora disfruta de tu mujer. Y recuerda que te debe una por tenerte semanas llorando por ella.
― Si... Se lo haré pagar.
Terry se despidió de ellas para dejarlas a solas aunque el resto de la gente seguía mirándolos asombrados por esa relación.
En ese momento, Abby se puso nerviosa. ¿Cómo decirle la mujer que ha dado su trabajo por ella que la ama? Lo había perdido todo por ella...
― Te quedaste sin trabajo... - Murmuró sin mirarle a los ojos.
― No es una gran pérdida. Además, ya he encontrado algo. No es en educación, pero tampoco está mal cambiar un poco.
― ¿Ya encontraste trabajo?
― En un laboratorio. Me encargo de algunas pruebas y experimentos en entornos cerrados.
― Me alegro. No quería que por mi culpa tú...
― ¿Y tú has pensado lo que vas a hacer?
― Pensaba irme a casa y buscar trabajo en mi ciudad.
― ¿Aún lo piensas?
― Puede... - Dijo con malicia. Hizo amago de sonreír pero se quedó a la mitad cuando vio el semblante de Caitlin.
― Ok, es suficiente. Ya no aguanto más...- Soltó de pronto Caitlin y tomo de la mano a Abby y empezó a caminar muy rápido hacia la salida.
Gritó asustada y avergonzada por partes iguales mientras trataba que la soltara.
― ¿Qué haces?
― Me la llevo. Es mía. - Respondió en voz alta haciendo que algunos se rieran a carcajadas.
― ¡Caitlin espera! - Chilló ella.
― No!! Si prefieres que te haga el amor aquí delante de todos por mí no hay problema. Pero quieras o no te voy a demostrar lo que siento por ti, y no solo en cuanto al sexo.
Se quedó callada, no porque no tuviera nada que decir, sino porque la declaración que acababa de hacer la dejaba sin palabras, incluso sin aliento.
No se resistió más y trató de no mirar a nadie a la cara o de oír los comentarios que lanzaban. La llevó a cuestas hasta el coche y la solto solo cuando le abrió la puerta.
― ¡Lo sabía! ¡Estaban engañado a todos! - Gritó alguien. Caitlin se dio la vuelta y Abby se movió un poco para ver de pie a Jake. Con la nariz partida, la voz le salía rara y por eso no lo reconocía.
― Un momento, Abby.
― ¿Qué vas a hacer?
― Ocuparme de un asunto.
La dejó sola y recortó la distancia hacia Jake.
― Ya no es tu problema con quién esté o deje de estar.
― ¡Mantuvieron una relación!
― ¿No será que ella te gusta? - Jake enrojeció. Caitlin le cogió del jersey y lo estampó contra la pared.
― Es mía... Mi mujer. Así que será mejor que no te metas en su camino nunca más. ¿O prefieres tener a juego el pito con la nariz?
Lo soltó sin esperar respuesta. Sus ojos llenos de pánico y los sudores fríos que le recorrían la cara eran suficiente para ella.
Volvió con Abby deseando llegar a casa por primera vez en semanas.
lo se lo se!!! no me odien chicas :D tarde pero seguro dicen por ahi jajaja... un besote desde venezuela! cualquier cosa a mi correo por favor.
thestorytellerr