Una polla enorme para mi novia
Mi novia siempre ha sido muy calentorra, pero no imaginaba hasta que punto llegaba a serlo. Por fin, un día me lo demostró y a mi me encantó verlo.
He tenido muchas novias, pero ninguna tan calentorra como Blanca, con la que vivo hace ya más de tres años. Nuestro primer año compartiendo piso fué un continuo recital de sexo, haciéndolo todos los días una o dos veces y de todas las maneras que se nos ocurrían, ya que ella nunca se cortaba cuando yo le proponía algo para nosotros nuevo como darle por el culo, correrme en su boca y que ella se lo tragase todo, o que me pajease con sus grandes tetas hasta pringárselas de semen. Blanca tiene las tetas grandes, y aún le destacan más por estar delgada y tener las piernas muy largas, pese a no ser demasiado alta. Con 28 años aún tiene carita de chiquilla, pero con unos deliciosos labios carnosos cuya habilidad para la succión se presupone al primer vistazo.
En fin, que tras ese primer año de desenfreno, y como suele pasar, caimos en una etapa de monotonía que duró varios meses y en la que se empezaron a espaciar nuestros polvos, hasta que Blanca lo solucionó ideando juegos eróticos que cada vez iban subiendo más y más de nivel. El primero que recuerdo fué el de salír a pasear siguiéndola yo a varios metros de distancia, llevando ella falditas diminutas, tops escotadísimos o vestiditos tan diminutos como escotados, siempre sin nada de ropa interior.
Yo me ponía a cien viendo como casi todos los tíos con los que se cruzaba miraban sus tetas asomando por el escote, y se giraban a contemplar si su culito hacía honor a las largas piernas que habían visto por delante; aunque lo mejor era oír las guarradas que algunos le decían, en especial cuando Blanca se agachaba simulando mirar algo en un escaparate o recoger algo del suelo, y dejaba a la vista sus nalgas y su rajita totalmente depilada. Al volver a casa ella siempre subía la escalera delante de mí, balanceando su culito respingón, y yo no solía pensármelo demasiado al ver su coñito empapado tan cerca de mi cara, y me la follaba en cualquier rellano con el morbo añadido de que nos pillase algún vecino.
Así que sus juegos exhibicionistas dieron fruto, y cada día ideaba algo nuevo con lo que ponernos calentísimos, como aquella semana que le dió por salír a tender la ropa llevando puesto tan sólo un tanga, cosa que quedó no solo en mi memoria sino también en la de varios vecinos a partír de entonces mas amables que nunca, o una temporada en la que se paseaba por casa siempre desnuda, con tan sólo unos zapatos de tacones altísimos y un pequeño delantal cuando fregaba los platos o limpiaba el polvo. La verdad es que yo cada día iba más caliente, y deseaba salír cuanto antes del trabajo para llegar a casa y ver que nueva sorpresita había preparado, antes de meterle un par de buenos polvos, aunque en realidad era Blanca quien cada vez necesitaba más y más sexo.
Una tarde al llegar a casa la encontré estirada en la mesa, llevando puesta una faldita plisada a cuadros de colegiala y una camisa blanca desabotonada, totalmente abierta de piernas y pasándose por la rajita un enorme vibrador que imitaba, con todas sus venas, un pollón de más de un palmo. Me acerqué a ella trempando por momentos, y con la sana intención de mandar al carajo la polla de látex para sustituirla de inmediato por la mía, pero ella tenía otros planes y me dijo, poniendo una cara de vicio alucinante, que había sido una niña mala y que su profe la estaba castigando. Supuse que con "el profe" se refería al pollón de goma y, dispuesto a seguirle el juego, acerqué una silla y me senté a su lado diciéndole que quería ver como le daban su justo castigo. Blanca sonrió sacando la lengua y acercándose el vibrador a la boca comenzó a lamerlo primero y a mamarlo después. Luego se lo pasó un par de veces por la rajita, sin dejar de mirarme a los ojos, y soltando un largo gemido se lo fué metiendo en el coño muy lentamente, hasta hacerlo desaparecer por completo. Yo ya tenía el rabo a punto de explotar, alucinando al ver que todo aquel enorme pollón falso entraba y salía de su coñito con un ritmo cada vez más rápido. Ella jadeaba diciéndome que el profe le estaba dando mucho gusto, pero que le hacía un poco de daño al tener la polla tan grande, y que si no quería ayudarla mojándola aún más con mi lengua. Sin pensarlo, me puse a lamerle el clítoris mientras Blanca bombeaba cada vez con más fuerza en su coño con el pollón de latex, hasta que entre convulsiones y alaridos se corrió largamente.
Tras unos segundos inmóvil, excepto las convulsiones que tenía, se dispuso a sacarse el vibrador pero yo se lo impedí sujetándole la mano, y mientras le decía que no había sido castigo suficiente me subí a la mesa, ya con mi rabo bien tieso al aire, y poniéndome entre sus piernas comencé a metérsela en el culo, que noté apretadísimo al tener el coño abarrotado con el vibrador. Blanca, con cara de sorpresa primero y de vicio supremo después, volvió a a iniciar su concierto de jadeos y a bombear con el vibrador al mismo ritmo que yo la iba enculando, hasta que se volvió a correr poco antes de que yo le llenase el culo de semen.
Tanto nos había gustado el nuevo juego que lo fuímos repitiendo todos los días, y Blanca comenzó a fantasear con que el vibrador era primero actores o cantantes famosos, hasta ser conocidos nuestros o alguno de sus ex novios. Llegado a ese punto, la verdad es que al principio hasta me entraron celos; pero sólo era un juego y nuestros polvos comenzaban a ser ya como para incluír en los libros de texto, así que dejé de pensar en ello y me dedique tan sólo a disfrutar como un enano.
Aunque cuando empezó a repetirse la fantasía de que el pollón de goma era Marc, un compañero de trabajo de ella con el que había estado liada antes de conocernos, algunas alarmas empezaron a sonar dentro de mi cabeza. El tal Marc había sido, según Blanca me contó en su día, el mejor amante que habia tenido (hasta que llegué yo, claro está), y el tio mejor dotado con el que había follado.
Así que cuando un día me dijo que a Marc lo ascendían en su trabajo a jefe de comerciales de una delegación en otra provincia, y que como despedida lo había invitado a cenar ése sábado en nuestra casa, comencé a temerme lo peor. Esa semana me comí tanto los sesos que fuí incapaz de volver a jugar con ella y su vibrador, lo cual fué contraproducente ya que Blanca se había acostumbrado a una buena ración de polla diaria, y llegado el sábado iba a estar muy necesitada de sexo. Pero no pensé en eso, no.
Contaré lo que ocurrió: Nos pasamos la mañana entera limpiando el piso y yo, pese a no dejar de pensar en preguntarle cuales eran sus intenciones, no lo hice por temor a tener la respuesta que menos quería escuchar. Por la tarde, Blanca se metió en el baño para arreglarse, y yo me dedique a preparar la cena, cada vez más preocupado. A eso de las siete, sonó el timbre y cuando abrí la puerta me encontré con el tan famoso Marc, un tipo bastante alto, moreno, y de esos de eterna sonrisa en la boca. Le dije que Blanca estaba poniéndose guapa, y que se viniese conmigo a la cocina, donde podría hacerme compañía mientras se tomaba una cerveza, y así lo hicimos. El muchacho tenía un palique asombroso, por eso era comercial, y estuvo dándome conversación un buen rato hasta que Blanca apareció en la puerta de la cocina, llevando un vestido rojo muy corto y ceñido, y con un enorme escote del que parecía que sus grandes tetas iban a salír disparadas en cualquier momento. Unos zapatos de tacón de aguja y un maquillaje de reina del porno completaban su atuendo, y tentado estuve de pasar de que estuviera su amigo delante y follármela allí mismo contra la pared, pero cuando ví como él la miraba, comprendí que estaba pensando exactamente lo mismo que yo. Blanca se lanzó hacia él, abrazándolo por el cuello mientras le estampaba dos sonoros besos, y Marc la abrazó por la cintura apretándola contra él con tantas ganas que pensé que los melones de mi novia le iban a salír por la espalda. Tras eso, se fueron hacia el salón, dejándome solo en la cocina tan excitado como cabreado.
La cena fué un diálogo entre ellos dos, en el que apenas pude participar, y en la que cayeron dos botellas de un rioja con el que el sonriente Marc no paraba de brindar a la salud de la belleza de mi novia, a la que no dejó ni un sólo momento de alabar ni de mirarle las tetas, cada vez con menos disimulo. Ella le reía todas las gracias, achispada por tanto vino, e incluso hubo un momento en el que se carcajeó con tantas ganas que se le salió un pezón del escote, viendo yo con toda incredulidad como era Marc quien se lo metía de nuevo en el vestido, sin que Blanca protestase o se molestase. A punto del mosqueo, me levanté para ir a hacer café dejándolos a ellos hablando otra vez de viejos tiempos, justo aquellos en los que habían estado liados.
Cuando pocos minutos después regresé al comedor, me quedé de piedra: Blanca estaba de pie con la parte superior del vestido enrollada en su cintura, mientras Marc le sobaba a gusto las tetas aún sentado frente a ella. Cuando pregunté, casi gritando, qué coño estaba pasando, mi novia me dijo muy sonriente:
-Mira, cariño, Marc dice que aún tengo las tetas tan duras como cuando salía con el!
Sin darme tiempo a decír nada, y haciéndome flipar aún más, Marc le dijo que tenía las tetas más bonitas del mundo y acto seguido comenzó a lamerle los pezones mientras se las estrujaba a conciencia. Como un gilipollas estaba yo, de pie y con una bandeja de café en las manos, mirando como un tio le chupaba las tetas a mi novia en toda mi cara, mientras ella respiraba cada vez más sonoramente, mirándome a los ojos y sonriendo. Como en un sueño, ví como aquel tio metía una de sus manos entre las piernas de mi chica y empezaba a pajearla y yo, que no sabía si liarme a palos, ponerme a chillar, quedarme o irme, dejé la bandeja sobre el equipo de música y me iba a acercar a ellos cuando Blanca le dijo jadeando:
-Enséñale a mi novio esa polla tan grande que tienes, y que tantas veces me ha hecho correrme..
Las piernas me temblaban y la cabeza me daba vueltas, pero no podía dejar de mirar aquello: Marc me miró sonriente, hizo que ella se sentase mientras él se ponia de pie, se soltó primero el cinturon y luego los pantalones, y a pocos centímetros de la cara de mi novia quedó una polla enorme con las venas perfectamente marcadas, que me recordó de inmediato al pollón de latex con el que tantas veces habíamos jugado. Tras constatar esto hube de sentarme, no sin que antes viese como Blanca ponía una cara de guarra alucinante al ver junto a sus labios aquel brillante capullo, al que no tardó en dar lametones para después engullirlo por completo. Marc soltó un bufido y, sujetando por la cabeza a mi novia, comenzó a follarle la boca mientras ella empezaba a acariciarse el clítoris e incluso a meterse varios dedos en el coño. Yo estaba completamente paralizado en mi silla, viendo aquello y alucinando porque, pese a sentirme insultado, mi polla se estaba endureciendo cada vez más.
Cuando mi novia se la estaba mamando con más ganas, Marc la hizo separarse de él y girando una silla se sentó frente a mí y le dijo:
-Ven, Blanca, y enséñale a tu novio como trotas sobre mi polla. ¡Venga, bonita, que vea lo mucho que te gusta mi rabo!
Ella no dejó de mirarme ni de sonreír, ni mientras se desnudaba ni cuando se sentó sobre él, metiendose poco a poco todo su pollón en el coño. Cuando quedó sentada sobre sus cojones, Marc la sujetó por los hombros y tiró hacia abajo, haciéndola gemir largamente. Yo me sentía tan humillado como excitado, pero en cuanto mi novia comenzó a rotar las caderas, completamente relleno su coño con una polla que no era la mía, mirándome con los ojos entrecerrados y pasándose la lengua por los labios, comencé a notar como mi rabo palpitaba ya dolorosamente endurecido. Me estaba excitando más que nunca viendo como mi novia, apoyada en las rodillas de Marc, trotaba jadeante y sonriente sobre su enorme polla mientras él le estrujaba las enormes tetas, resoplando como un toro y gritando frases del estilo:
-Muy bien, preciosa! ¡Que tu novio vea bien como te follo!
y ella añadía cosas como:
-Si, si.... ¡Mira, cariño, como me llena el coño! ¡Y esta polla no es de plástico, ya verás la de leche que le voy a sacar!
Yo dudaba entre marcharme o sacármela y hacerme una paja, cuando ella comenzó a berrear mientras se corría, pocos segundos antes de que Marc lanzase un profundo bramido al vaciar sus cojones bien adentro del coño de mi novia, quien se quedó un rato ensartada sobre él mientras me iba diciendo:
-Que gustazo me da esta polla... Cariño, me ha llenado el coño de leche!... Ahora lo verás, espera....
Y, levantándose, se me acercó hasta quedar abierta de piernas frente a mí, que estaba con la polla a punto de reventar, viendo como de su coñito tremendamente dilatado iban saliendo goterones de esperma que se estiraban en hilos antes de caer al suelo, o de pegarse en el interior de sus muslos desde donde comenzaban a chorrearle piernas abajo. Tan excitado estaba que, sin saber porqué, me incorporé y le estampé un morreo bestial sujetándola por la nuca y estrujándole una teta sin ningún tipo de control. Blanca se separó de mí echándose a reír, se sentó en el suelo entre las piernas de Marc, que me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, y mientras le sujetaba y lamía el tremendo pollón empapado de semen, que aún no había perdido apenas dureza, comenzó a decirme:
-Verás, cariño... a Marc hace ya algunos meses que le ascendieron. Nos fuimos a tomar unas copas para celebrarlo, y una cosa llevó a la otra, hasta que me encontré en su casa volviendo a tener su tremenda polla dentro de mi coño. Y como le trasladaron y echaba de menos que me follase, compré ese vibrador casi igualito a su polla... aunque, como ves, no sirvió de mucho y en cuanto ha vuelto por aquí de visita, he necesitado que me volviese a follar. Pero como no quiero seguír ocultándote nada, le he dicho que hoy lo haríamos delante de tí ¡Y a él le ha encantado la idea!
Yo hubiese intentado parecer todo lo digno que me fuese posible, dentro de mi situación, pero el hecho de estar de pié frente a mi novia con una erección más que evidente, después de haberle visto el coño chorreando un semen que no era mío, y estando ella tirada entre las patas de un tío hablándome mientras le lamía su pollón de palmo y pico, de nuevo en pie de guerra, no me dejaba pensar en nada más que en follármela de inmediato. Así que me acerqué hacia ella sacándome la polla de los pantalones y dispuesto a metérsela en la boca, pero Blanca comenzó a reirse en cuanto la tuvo cerca de los labios, y sujetándomela con fuerza me dió dos lenguetazos en el capullo antes de decirme:
-Te ha encantado ver como me follaban, ¿verdad cariño?... ¡Tienes la polla a punto de reventar, cabronazo! ¿Quieres ver aún mas cosas?... Pues prepárate, porque el espectáculo no ha hecho más que comenzar!
Y arrodillándose, mi novia rodeó con sus enormes tetas el tremendo pollón de su amigo comenzando a pajearle con ellas, hasta que consiguió que estuviese aún más duro que al principio, y entonces se levantó diciéndome con una expresión de puta en la cara que jamás yo le había visto:
-Ven, cariño, que quiero que veas como Marc me folla en nuestra cama hasta reventarme... No querrás perdértelo, ¿verdad?
Yo intentaba pensar alguna respuesta cuando mi novia se abrazó a su amigo estampándole un morreo bestial, y él la levantó en vilo, se la encajó a horcajadas en la cintura metiéndole todo el pollón hasta el fondo de su coño, y así la llevo hasta nuestro dormitorio, conmigo siguiéndoles con la polla fuera de los pantalones, y a punto de correrme sin casi haberme siquiera tocado.
En cuanto entraron en nuestra habitación se separaron, Blanca se arrodilló ante él y antes de engullir su tremenda polla me dijo:
-Mira: esto es una garganta profunda de verdad. Te la dedico, cariño.
y lentamente fué tragando rabo hasta que sus labios tocaron a un tiempo el pubis y los cojones de aquel tio, quien la sujetó por la nuca y la barbilla, empezando a follarle la boca con furia. A Blanca le daban arcadas, pero no por ello dejaba de mirarme, de sonreír ni de mamar.
Ya no podía más, así que casi inconscientemente me ví pajeándome delante de mi novia, mientras ella se dejaba follar la boca salvajemente, pero en cuanto comencé ella se separó de su amigo y acercándome su boca abierta al rabo, me preguntó si quería que me la chupase. Antes de que le respondiera se puso en pié, me besó en la boca, y tumbándose en la cama con las piernas totalmente abiertas, sujetándose las rodillas contra los hombros, me dijo:
-¿Sabes qué, amor mío? ¡Me daría muchísimo morbo ver como te pajeas mirando como este cabrón me folla con todas sus ganas!
Y Marc me miró a los ojos sonriente, se tumbó en mi cama entre las piernas de mi novia, y de un solo golpe de riñones le metió toda su enorme polla en el coño, comenzando a follarla como si quisiera reventarla, mientras yo me iba pajeando frenéticamente mirando aquel espectáculo, que hasta hacía unas pocas horas me hubiese parecido inconcebible. Blanca no dejaba de mirarme berreando como si la matasen, pidiendo más y más, Marc jadeaba casi a gritos follándose a mi novia con todas sus ganas, y la cama chirriaba y golpeaba en la pared como si se fuese a desmontar de un momento a otro, cuando de mi polla comenzaron a salír chorros de semen, en la que me pareció la paja más gloriosa que jamás me había hecho en la vida. Blanca, al ver aquello, me gritó con la voz entrecortada, jadeando mientras se corría ella tambien:
-Muy bien, cariño! ¡Córrete haciéndote un paja mirando como se follan a tu novia!
y mientras ella convulsionaba orgasmando, Marc le sacó todo el pollón del coño y acercándoselo a la cara comenzó a soltar espesos chorros de semen que se pegaron en el pelo de mi novia, y le regaron las mejillas, la nariz, e incluso alguno cayó dentro de su boca, que ella abría a tope y sacando la lengua.
Tras eso, Blanca se quedó tumbada en la cama, sudorosa y con la cara rociada de lefa, relamiendo los cuajarones que le cubrían los labios mientras me miraba sonriente, y su amigo se echó a su lado, jadeando sudoroso y con una expresión de triunfo en la mirada que me clavaba, que me hizo salír de golpe del extraño sopor en el que me encontraba, y tomar conciencia de la situación. Allí estaba yo, de pié frente a mi cama, con la polla en la mano aún goteando la leche que había derramado haciendome una paja, mientras miraba con total excitación como un desconocido se follaba salvajemente a la puta de mi novia. Comencé a cabrearme profundamente, sintiendo una casi dolorosa rabia, tanto por que Blanca se hubiese atrevido a ponerme los cuernos ante mis narices, como porque eso me hubiese excitado tantísimo. Iba a decirle que era una guarra, una zorra, e incluso me pasaba por la cabeza escupirle, cuando ella se echó a reír casi a carcajadas y me dijo, comenzando a acariciar la enorme polla aún semierecta de Marc ladeada sobre su ingle, mientras él se sacaba una mano de debajo de la cabeza para manosearle las tetas:
- No me digas que ahora te entra el mosqueo! Venga, cariño, reconoce que te ha encantado ver como me follaba Marc! Mira al suelo, y verás el lecharazo que has sacado mirándome... Pero dime: ¿que te ha gustado más? ¿Ver como me comía esta polla tan grande, o cuando la tenía toda dentro del coño, llenándomelo de leche hasta el útero?... ¿O quizás lo que más te ha gustado ha sido ver como me regaba la cara de esperma?... No me respondas aún, cariño, ni te guardes la polla, que todavía te queda bastante que mirar!
Sus palabras me habían vuelto a paralizar, y ni siquiera acertaba a pensar algo para responder. Tan sólo me quedé mirando como Blanca pajeaba suavemente el tronco de su amigo, mientras le lamía los cojones con toda la lengua fuera de la boca, sonriendo y con una mirada de puta calentorra clavada en mis ojos. Luego se metió el gordo capullo en la boca, succionándolo como si fuese un chupete, y fué alternando sus manitas y sus tetazas para pajear el tremendo pollón, que ya comenzaba a endurecerse de nuevo aunque no tán rápido como mi polla, que volvía a estar de nuevo dura como una piedra.
Sin dejar de chuparle el rabo, mi novia se sentó a horcajadas sobre la cara de Marc, quien sujetándole con sus manazas las pequeñas y duras nalgas, se las mantuvo bien separadas para lamerle el agujerito del culo. Blanca jadeaba, cerraba los ojos y los volvia a abrír para mirarme a la cara justo antes de engullír la enorme polla, que se sacaba de la boca dejándola llena de babas, y Marc le tenía metidos cuatro dedos en el culo, cuando ella se separó de él gateando por la cama, acercándose a mí y diciéndome:
-Ves como te encanta, cariño?: vuelves a tener la polla a tope!.. Venga, díme lo mucho que te gusta mirar mientras me follan, dime que era ésto en lo que soñabas cuando jugábamos con el vibrador!
Y yo, sin poder pensar en nada más que en lo excitadísimo que volvía a estar, viéndola a ella a cuatro patas ante mí con sus enorme tetas balanceándose, mientras Marc le echaba un salivazo en el culo y comenzaba a frotar su enorme polla, que esta vez me pareció más grande que antes, por su ano a punto de follárselo, me sorprendí contestándole que era verdad, y que siempre había deseado tener el morbo de ver como se la follaba otro tío.
Blanca me miró sonriendo satisfecha, y me dijo con una voz que aún me excitó más:
-Me encanta que te guste y que lo reconozcas , porque a partír de hoy vas a tener que verlo bastante a menudo ... Ahora prepárate para ver como Marc me rompe el culo con su pedazo de polla!... Venga, cariño, déjame ver como te pajeas y te corres mirando como le dan por el culo a tu mujercita!
Apenas acabó la última palabra, que Marc la sujetó por las caderas y comenzó a meterle poco a poco el pollón dentro del culo. Mi novia jadeaba y rebufaba, mordiendo las sábanas pero pidiéndole que se la follase bien fuerte, hasta que él consiguió enterrársela toda y, tras un instante quieto, empezó a encularla con furia sacandole casi por completo el rabo para después clavárselo todo entero en el culo a una velocidad de vértigo. Yo volvía a hacerme una paja, frenético del todo, alucinado al ver como aquel pollón enorme entraba cada vez con más facilidad en el culo de mi novia, que berreaba como una cerda pero sin dejar de pedír más y más fuerte, viendo sus enormes tetas balancearse de tal manera que parecía que iban a salirle volando, y escuchando a Marc decírle entre jadeos lo mucho que había deseado siempre follarle por el culo, a lo que ella contestaba que no parase hasta dejárselo bien relleno de leche.
Estaba a punto de correrme cuando Marc sujetó a mi novia por el pelo, tirando de él hacia sí, haciéndola arquearse y clavándole por completo todo el pollón, y me dijo:
-Mira, colega, como le rompo el culo a tu chica! Y ahora me voy a correr dentro de ella, mira, mira como le lleno el culo con mi lefa!!
Y bramando comenzó a correrse manteniendo a mi novia fijada a su polla, quien me miró a los ojos y con una expresión de puta increíble me dijo casi aullando:
-Míralo, cariño, míralo como vacia sus huevos dentro de mi culito! Y ahora córrete tú tambien: pajéate mirando como se me folla, y enséñame como derramas tu leche, cabronazo!
No aguanté más, y de mi polla comenzaron a borbotear chorros de semen que iban directos al suelo. Blanca lo miraba y se reía, teniendo aún a su amigo clavado en su culo recuperando la respiración, y casi entre carcajadas me dijo que aquello me tocaría fregarlo a mí.
Poco después salimos todos de la habitación para tomarnos el café que aún nos esperaba sobre el equipo de música. Ya en frío, y sentado en la mesa entre mi novia sudorosa, desnuda y con el pelo y la cara aún mojados de semen, y el tipo que había estado follándosela con todas sus ganas ante mis narices, empezó de nuevo a entrarme el cabreo más absoluto. Pero no llegué a decír nada, puesto que Blanca, al notar mi creciente enfado, me dejó las cosas muy claras: dijo que me quiere mucho, y que conmigo disfruta una barbaridad... pero que también necesita que Marc y su tremenda polla le den caña de vez en cuando. Que si lo aceptaba, pues muy bien; pero que si me negaba a ello, quizás sería mejor que dejásemos lo nuestro.
Y podeís decirme lo que queraís, pero una chica que esté tan buena como Blanca y que sea tan complaciente a la hora de follar, me iba a ser casi imposible de encontrar... así que desde hace ya casi un año, Marc viene dos o tres veces al mes a follarse a mi novia mientras yo me pajeo mirando como se la tira, e incluso hemos llegado alguna vez a follárnosla entre los dos, y durante todos los otros días ella y yo follamos a cualquier hora como animales, aunque desde aquella noche en que su amigo vino invitado a cenar, que ya no practicamos ningún juego erótico más. Porque, la verdad, ya no los necesitamos para nada.