Una pija increible (4)

Devoré el glande rojo y enorme como una ciruela, mientras mis manos acariciaban y aferraban el resbaloso tronco ensalivado de mi amante. Nos pusimos en una posición de 69 y desabrochando mi modelador por la base, comenzó a chupar mi ano con destreza.

UNA PIJA INCREÍBLE (4)

Estaba en la casa de mi amiga travesti y suena el teléfono, lo atiende y me dice,--Es para vos, un tal Javier...—

--¿Para mí...?--- ---y sí...¿no sos Aldana acaso?...---

Hacía mucho, que no atendía a nadie, de hecho, en muy pocas oportunidades, actualmente, me transformo para estar con un tipo.

Cuando atiendo el teléfono, me quedé helada....no lo podía creer, después de 10 años más o menos, Javier me llamaba.

Me cuenta, que hacía un par de semanas que había vuelto a la Argentina y que estaba tratando de ubicarme y que quería verme, que me extrañaba.

Para no hacerla muy larga, arreglé para el día siguiente un encuentro en la casa de mi amiguita.

La cabeza me daba vueltas y mi corazón parecía que iba a explotar, todavía me acordaba del último encuentro con Javier, antes de su partida a Europa. Un tipo que me dejó marcada, un macho con todas las letras bien puestas, un ligero cosquilleo en mi culito y el endurecimiento de los pezones, me provocó acordarme de su pija. Enorme, terriblemente grande, divina, me hacía delirar cada vez que me garchaba. Pocos tipos en mi vida, me habían hecho sentir tan hembra como él.

Me puse como loca a buscar prendas y lencería para el otro día, mi amiga, me decía que me quedara tranquila, que tenía lo que necesitaba. Tenía razón.

Al otro día, me preparé desde temprano. Me calcé un modelador interior, de color negro, con portaligas, que me afina la cintura, y moldea mis pechitos y mi cola. Buena medias con liga, me maquillé con esmero y me puse mi antigua peluca rubia. Los tacos altos realzaban aún más mi figura y el baby doll negro con encajes me sentaba bárbaro. El espejo me devolvía una imagen que me satisfacía y a la vez me alegraba, pues no notaba grandes cambios con la Aldana de hace 10 años.

Mi amiga Ana, me cargaba, diciéndome que parecía la Aldana de hace 20 años, por lo ansiosa. Que parecía que iba a recibir a un tipo como si nunca lo hubiera hecho y que no me olvidara de los muchísimos hombres que atendí sola y con ella y para que negarlo, de lo puta que era. Tenía razón, la esencia de una, no se pierde. Eso me tranquilizó y me dejó bien dispuesta para la espera.

Cuando Javier llegó, creo que salvo el saludo, ni hablamos por que empezó un festival de besos, caricias y manoseos mutuos, que no daba espacio para palabras. La verdad, salvo alguna canas y una pancita incipiente, Javier estaba igual, muy grandote y esa sonrisa que a una se le cae la bombacha cuando te la brinda....

Seguimos con nuestro juego en el dormitorio, su ropa voló y su cuerpo desnudo con sus 27 cm de pija, dura y venosa quedaron a mi disposición, lo invité a acostarse con un leve empujón y me abalancé sobre ese preciado cañón de carne. Devoré el glande rojo y enorme como una ciruela, mientras mis manos acariciaban y aferraban el resbaloso tronco ensalivado de mi amante. Nos pusimos en una posición de 69 y desabrochando mi modelador por la base, comenzó a chupar mi ano con destreza. Sus dedos fueron abriéndose paso y su lengua trabajaba la zona que, no sé por que, daba la impresión que le pertenecía por derecho.

Luego, mis pezones fueron objeto de sus besos mientras mis manos aferraban su poronga. Le di el gel lubricante para que me preparara a su gusto. Se la chupé un ratito más y me puse en posición de perrito.

Sentí su glande rojo y caliente, presionar en mi ojete, enseguida su pija comenzó a penetrarme, mis recuerdos de la primera vez con él, vinieron a mi mente, producto del dolor que me provocaba la penetración de semejante poronga. Sentí su vello púbico en mis nalgas y el hermoso intruso que me tenía ensartada reposó hasta que mi culito se fue amoldando. Mis jadeos y movimientos circulares, le dieron a Javier la señal, que ya estaba disfrutando como la perra que siempre fui. Tomándome de las caderas, comenzó a meter y sacar hasta la mitad de ese choto. El ritmo que le imprimía a sus embestidas me volvía loca, y me transportaba, vaya a saber donde. Otra vez, yo no era dueña de nada, estaba totalmente transportada por el placer de la cojida que Javier me estaba dando.

La metía hasta el fondo, me la revolvía en redondo, después la sacaba hasta dejar solo la cabeza dentro y me ensartaba de golpe hasta el fondo, o me pistoneaba ferozmente a mucha velocidad. Así durante varios minutos, de golpe la sacó entera y sentí un enorme vació en mis entrañas. Se puso boca arriba y me monté sobre él y solita me ensarté nuevamente, sus manos pellizcaban mis pezones provocándome unos espasmos de placer infinitos, yo seguía cabalgando, ensartándome su poronga hasta el fondo, él empujaba hacia arriba, como queriendo atravesarme.

No se cuanto tiempo estuvimos cojiendo en esa posición, pero los movimientos se fueron acentuando y la velocidad se incrementó, sentí su pija palpitar y salí de mi montura, me abalance con mi boca sobre su glande inflamado, a tiempo para recibir cuatro o cinco terribles chorros de espeso semen, que se fueron depositando en mi boca, para saborearlos y tomarme toda esa leche que tenazmente me había ganado, chupé hasta la última gota de su pija, hasta dejársela totalmente limpia.

Mi lengua, siguió limpiando su pijota, de pura viciosa que soy.

Mientras nos fumábamos unos cigarrillos, me contaba de sus andanzas por Europa, que me había extrañado un montón, etc.

Mi mano no soltó nunca su pija, como no queriendo dejarla ir. Obviamente, volvió a endurecerse y mi golosa boca volvió a chuparla. Su inflamado glande llenaba mi boca mientras mis manos lo pajeaban, mi lengua llenó ese tronco duro de caricias, me puse boca arriba y con sus manazas, puso mis piernas sobre sus hombros, apoyó su pija en mi culo y comenzó a penetrarme nuevamente. Lentamente sus 27 cm de poronga, entraron en mi ser y una vez adentro, comenzó a hacer unos movimientos de meta y saca que me hacía gritar, mezcla de dolor y placer infinito. Otra vez, me entregué totalmente. Lo dejaba hacer, Javier me cojía en una forma extraordinaria, haciendo que mis sentidos, volaran vaya a saber donde, pues en esos momentos, mi mundo empezaba y terminaba en él.

El pistoneo era infernal, no podría decir cuanto tiempo me cojió así mis piernas ya no estaban sobre sus hombros, ahora envolvían su cintura y mis brazos lo sujetaban y empujaban sus nalgas hacia delante para que me ensarte más aun. Sus besos no me permitían gritar ni gemir, todo era placer absoluto. De mi pijita, salía leche debido a los orgasmos que me producían su poronga penetrándome, cada vez más rápido, hasta que prácticamente la sacó, dejándome solo el glande dentro y sus palpitaciones, anunciaron las explosiones cremosas en mi interior, sentí ese bálsamo de leche inundarme, hasta que cesaron y con el último aliento me la metió hasta el fondo. Solo la sacó cuando perdió la dureza extrema que hacía instantes tenía.

Quedamos tendidos en la cama, exhaustos, de mi culito totalmente dilatado salía la leche que Javier me había depositado tan gentilmente. Me puse boca abajo y me dormí.

Los besos en el cuello y su poronga empujando en mi culo, tratando de entrar, me despertaron. Mis piernas abiertas y separadas por las suyas, mis brazos inmovilizados por los suyos, no me dejaban acomodar, pero su pija, increíblemente dura nuevamente, me penetró con vehemencia y su cuerpo cayó sobre mí. Fue una cojida infernal, me bombeaba sin parar, parecía una violación. Su pija martillaba en mi interior y para que negarlo, me encantaba lo que me estaba haciendo. Luego, me la sacó y me puso en cuatro otra vez. Su pija entraba y salía en su totalidad con una facilidad asombrosa. Me la enterraba hasta el fondo y la volvía a sacar entera, luego la metía y volvía a revolverme por dentro dando círculos dentro de mí. Durante largos minutos, me la dio de esa manera, luego me tomó muy fuerte de las caderas y empezó un movimiento de mete y saca muy rápido yo volví a acabar 2 veces mientras me clavaba así pero quería más y Javier me daba más. Sus movimientos fueron creciendo en velocidad hasta que acabó dentro de mí su última carga de leche, desbordándome y cayéndome por los muslos el semen derramado. Me siguió penetrando un poco más hasta que su miembro perdió la dureza y la sacó por completo.

Fue excelente, una formidable cojida.

Charlamos un rato más, luego se bañó y se cambió. Yo quedé despatarrada y con ese gustito del semen fresco en los labios, con el culito inflamado y todavía dilatado y húmedo, quería quedarme más tiempo así.

Quedamos en vernos nuevamente, espero repetir. Esa pija increíble de Javier, que creía quedaría solo en mi memoria, tiene otra vez mi cuerpo, para brindármela las veces que lo desee.

Cualquier comentario que me quieran hacer llegar, pueden hacerlo a trabi69ar@yahoo.com.ar