Una pija increible
La pijas grandes siempre fueron mis predilectas y esta vez no me iba a achicar. Sergio, un viejo amigovio mío, que supo darme terribles cojidas, me conectó con un amigo suyo que gustaba de transformistas, pero que tenía una dotación, es decir un choto, de dimensiones fuera de lo común.
UNA PIJA INCREIBLE
La pijas grandes siempre fueron mis predilectas y esta vez no me iba a achicar. Sergio, un viejo amigovio mío, que supo darme terribles cojidas, me conectó con un amigo suyo que gustaba de transformistas, pero que tenía una dotación, es decir un choto, de dimensiones fuera de lo común. Cuando pregunté por su medida real, 27 cm de largo por 8 cm de ancho. Al principio me reí, pues ya es una vieja costumbre, mentir acerca de las dimensiones de los penes, pero debo reconocer que se me hacía agua la boca, en solo pensar en terrible poronga. No lo dudé e hice una cita para el otro día. Me preparé lo mejor posible, buen maquillaje de base, contornié mis ojos con color negro sobre sombra celeste en los párpados, engrosé y arquié mis pestañas, un poco de rubor en las mejillas y pinté mis labios de rojo. El pelo rubio me sentaba perfecto y sobresaltaba, sobre la lencería negra, cayendo sobre mis moldeados pechos. Los tacos aguja realzaban más mi figura, estaba hecha una puta de pies a cabeza. Cuando llegó Javier, comenzamos a charlar y enseguida nos fundimos en apasionados besos, mis manos buscaron su bulto como un chico busca su caramelo. Sentí una poderosa protuberancia en su entrepierna al pasar mi mano sobre él y le apliqué mis gatunas caricias, haciendo que creciera bajo mi mano. Desabroché su cinturón y bajé el cierre del pantalón, bajé el mismo con mis dos manos junto a sus boxer y cuando saltó su miembro como un resorte, no lo podía creer, era una pija soberbia, realmente grande, mis manos tomaron su tronco con firmeza, abrí mi boca y me zambullí a tratar de meterme ese choto en mi boquita.
Apenas parte de su glande entraba entre mis labios, me conformé con besarlo, acariciarlo y lamerlo como un chupetín, mientras que mis manos subían y bajaban haciendo que creciera más aún y se endureciera al límite. Nos pusimos en pose de 69 y su lengua y sus dedos, hicieron un trabajo espectacular en mi orto, que logró una gran dilatación, mientraS , yo seguía lamiendo y chupando ese choto formidable, me puse en cuatro, ofreciendo mi hoyo a esa tranca increible, al sentir la punta del choto, duro y caliente en mi culo, me hizo gemir de la exitación. Enseguida comenzó la presión y como para que no me escapara, sus manos apresaron mis caderas atrayéndome hacia la inevitable penetración. Sentí un terrible dolor cuando la cabeza entró, pero sus manos no me dejaron separar y a esta altura no sabía si era su infernal pija que se hacía paso dentro mío o mi insaciable culo que se deboraba el manjar.
Cuando toque con mi mano la porción que no había entrado, no podía creerlo, solo la mitad me había perforado y llegado hasta el tope, el resto del tronco podía tomarlo, no totalmente por su grosor, con una mano y le pedí por favor que hasta ahí, me sentía empalada e inmovilizada. Javier comprendió y comenzó a moverse lentamente de atrás hacia delante y mi culo se fue amoldando, haciéndome gozar como la mejor. Mientras su garrote, entraba y salía y con saliba lubricaba más mi orto, sus manos apretaban mis pezones duros, este meta y saca me hizo acabar chorros de leche sobre la cama, pero mis ganas seguían intactas, su pija ya entraba y salía con facilidad, la sacó y me dio vuelta poniendo mis piernas sobre sus hombros y penetrándome, esta vez con más facilidad. Era formidable, ese pedazo de pija, entrando y saliendo y cada tanto la sacaba completamente y me la metía en la boca, solo algo de su cabeza entraba, y de vuelta en mi culo.
Durante largos minutos mi fifó en forma infernal, sentí sus primeros chorros de semen caliente desbordar de mi culo, acto seguido la metió en la boca, sin dejar de lanzar chorros de leche espesa. Lamí esa poronga hasta dejarla limpia, palpitaba en mis manos mientras su tamaño se encogía levemente. Quedé dormido de costado, dándole la espalda, me despertó el contacto de su pene entre mis nalgas y su movimiento no solo me despabiló, sino que me calentó nuevamente, sus caricias y pequeños pellizcos en mis pezones, sin dejar de pasarme verticalmente su poronga a lo largo de mi culo, me hacía hervir. Me di vuelta y nos besamos profundamente mientra con mis piernas atrapaba su choto otra vez durísimo. Me puse en cuatro como un perrito, ofreciendo mi culo, sus dedos aceitados se mezclaban con los restos de leche del polvo anterior y se deslizaban con facilidad por mi hoyo totalmente dilatado, sentí como su mano se deslizaba por completo dentro mío, cuando la sacó, su pija comenzó, nuevamente a penetrar mis barreras ya vencidas, sentí como la punta de su viga dura y caliente llegaba hasta lo más profundo de mis entrañas y su movimiento circular terminaba de abrirme totalmente. Fue una cojida larga y consitente, sus embestidas me hacían gemir con esa mezcla rara de dolor y placer extremo, mis movimientos acompañaban los suyos, al ritmo de las palmadas en mis nalgas. Más de media hora me sacudió hasta sentir el aceleramiento de sus embates y los chorros de semen invadir mis profundidades hasta hacerme elevar al paroxismo total. Cuando la sacó de mi orto, brotaba su semen de mi culo, como leche de un jarra sobre mis piernas. Fue una jornada plena de sexo que me dejó ampliamente satisfecho, otras veces más lo volvimos a realizar, muy pronto lo relataré. Cualquier comentario, háganmelo llegar a trabi69ar@yahoo.com.ar , que gustosamente los contestaré.