Una pija increible (2)

Ya había disfrutado de esa pija y ahora tenía otra oportunidad...

UNA PIJA INCREIBLE II

Hacía un tiempo que no me veía con Javier. Todavía me humedezco pensando en su terrible poronga. Pero su invitación a pasar un fin de semana juntos en su casa en Mar del Plata, me había puesto a mil.

En mi bolso, solo puse ropa de mujer, no me interesaba ser otra cosa con él, ya había sentido todo el rigor de su herramienta haciendome sentir más hembra que nadie. Mientras terminaba de elegir la lencería y los maquillajes, encontré un poco de placer en mi consolodor que me hizo relajar y aliviar mi calentura, al menos por un rato.

En el viaje quedó pactado, que una vez instalados en su casa, solo sería Aldana. En realidad como dije antes, no pretendía otra cosa. Es más, apenas cruzamos el umbral de la casa, tuve que mudar mi indumentaria y maquillarme. Obviamente, toda la ropa y lencería que había llevado era bien erótica y mi apariencia era de una verdadera puta, además por que negarlo, me sentía una puta y de hecho lo soy y me gusta serlo.

Cuando salí al living, ya montada, Javier me esperaba con 2 copas servidas. No terminamos nuestras bebidas que ya estábamos besándonos y acariciándonos. Me reconfortaba saber que era los dos que estábamos tan calientes. Sus manos, jugaban con mi culo y sus dedos, metiéndose entre mi tanga, se introducían de a uno en mi hoyo. Desabroché su pantalón y tomé con fuerza su pija con mi mano izquierda sin dejar de soltar su cuello. Mi blusa, ya había volado y su boca mordizqueaba mis pezones endurecidos. A esta altura, mi mano seguía masturbando sus 27 cm de largo.

Nos incorporamos y nuestras prendas restantes quedaron tendidas en el piso. Javier se sentó en el sofá, con su enorme poronga apuntando al techo, arrodillada entre sus piernas tomé ese enorme choto entre mis manos y comencé a chuparlo como podía. Por más que intentaba, en mi boca, no entraba más que su rojo glande, sus bolas, grandes como dos pelotas de teniis, eran masajeadas y lamidas alternativamente. Después de varios minutos de saborear su pija en todos sus ángulos posibles, unté mi hoyo con lubricante y subida al sofá, besándolo en la boca, con sus manos fue apuntando su durísimo choto en mi hoyo. El glande de Javier, comenzó a penetrar, ese calor característico que se siente cuando un galnde se apoya en el ano, me hizo gemir por el placer que se acercaba, fui bajando despacio y lo sentí adentro. Su boca no dejaba de besarme, mientra la formidable herramienta de Javier latía esperando que mi culo se amoldara para el embiste que inundara mi orto de carne dura. Fui empujando hacia abajo y sentía cm a cm como el chipote de mi macho penetraba firmemente. El dolor iba cediendo, el placer de sentir su pija entrando era lo único que me inundaba en ese momento. Cuando quedé sentada sobre él, el placer me sobrepasaba, no quería que la sacara jamás. Lentamente empecé a subir y bajar por su mástil caliente y venoso, sus manos me tomaron por mis caderas y me marcaron el ritmo, cada vez más rápido, su pija entraba y salía de mi culo, a esta altura ya totalmente dilatado. Era un pistón aceitado penetrando cada vez con más fuerza. Me sentía totalmente empalada, ya no podía controlar nada. Javier dominaba la situación, de nada valía que yo estuviera montada sobre él, mis manos solo atinaban a acariciar su velludo pecho o pellizcar yo misma mis pezones. No tenía gobierno del momento para nada, era una hembra hecha para dar solo placer a un macho totalmente alzado y enceguecido que arremetía en cada embestida dentro mío, abriéndome cada vez más. Mis gritos eran de calentura desenfrenada, el dolor ya no exixtía, mi mundo en ese momento empezaba y terminaba en Javier, cojiéndome sin miramientos. El meta y saca era cada vez más rápido, con gemidos y gritos empezó a acabar dentro mío. Sentía el característico calor del semen derramándose dentro mío. Yo misma, dejé salir mis líquidos sobre nosotros sin poder contenerme. No, no tenía dominio de nada, me abracé extenuada a Javier, nuestros cuerpos se aferraron y nos fundimos en un hermoso beso, mientras su pija se ablandaba en mi interior. Con su ayuda me incorporé y trastabillando llegué al baño. Entre mis piernas se chorreaba el semen que brotaba de mi culito aún abierto. Me saqué las medias manchadas con restos de leche y me metí en la ducha.

La lluvia de la ducha, caía sobre mi relajándome un poco. Aún me temblaban las piernas, mis dedos con jabón se metía con tal facilidad por mi ano, que parecía una vagina .

Javier se metió en la bañera y completamos entre los dos nuestra higiene corporal, matizándolo con apasionados besos y caricias. Era un placer enjabonar esa pija semi dura, que colgaba entre sus piernas o sentir sus dedos limpiar mi culito.

Mientras terminaba de maquillarme frente al espejo del baño, vestida con corpiño, tanga, portaligas, medias negras y unas sandalias de tacos, Javier detrás de mí se peinaba y como aldescuido me acomodaba su pijota entre mis nalgas, era impsible disimular mi erección haciendo salir mi pistolita entre los pliegues de mi tanguita. Su pija ya estaba dura otra vez, y sus manos masajeaban mis incipientes pechitos, poniéndome los pezones duros nuevamente. Sacó sus manos solo para correr mi tanga y acomodar la punta de su choto en mi orificio, tomé el gel que estaba sobre la pileta del baño y se lo facilité, unto su glande con él y otra vez sentí su pijota deslizarse en mi orto, que esta vez lo recibía con más facilidad. En el espejo del baño veía mi cara recién maquillada y la suya besándome el cuello. En el espejo de la puerta veía como yo, parada con las piernas abiertas ofreciendo mi culo en pompa, levemente inclinada, iba recibiendo esa viga dura dentro mio. Como antes, aferrado a mis caderas, me inmovilizó y comenzó a pistonear sin compasión en mi orto. La metía hasta el fondo y la sacaba casi toda para volver a embestir. Mi cuerpo era sacudido con cada empuje, cada vez más rápido. Mis ojos miraban en el espejo grande de la puerta como era cojida sin contemplación por ese enorme macho. Podía apreciar como su pijota se enterraba por completo en mi culo. Mi calentura, por la cojida y la visión de mi misma, como toda un hembra siendo sometida por Javier, me descontrolaba y no tenía opción de decidir nada, solo me limitaba a recibir esa pija que me inundaba de placer. La verdad, si me pongo a recordar, no se cuantos hombres en mi vida me han hecho sentir esa sensación de placer tan grande, de sentirme tan pero tan sometida a un hombre de esa manera, seguro que no fueron muchos.

Como en la vez anterior, imposible tener medida de tiempo, solo se que estaba empalada y que su choto entraba y salía de mi en un perfecto ritmo de mete y saca que sacaba de mi solo suspiros, gemidos y grititos histéricos de placer extremo. Una de sus manos tomó mi pijita y masturbándome, sacó mis jugos mientras los suyos inundaron mi ser.

Comimos y nos fuimos a dormir. Sentía el cuerpo realmente cansado, me puse una tanguita limpia y un baby doll y me metí en la cama. Un besito de buenas noches y me dormí totalmente sobre su hombro, abrazada a Javier.

No se cuanto dormí, me desperté con mi mano sobre su su pija totalmente parada. Me incorporé y arrodillada sobre la cama tomé su choto entre mis manos y comencé a chupar la cabeza de esa pija con ganas. Javier se despertó y con una mano le indiqué que se quedara acostado, quería manejar yo misma la situación y chupé y chupé esa pija por varios minutos. Solo la solté para lubricar mi culo, Con Javier acostado, su pija apuntando al techo, me monté sobre él y lentamente la fui devorando con mi culo hambriento. Mis manos sobre su pecho me servían de apoyo para cabalgarlo. Era yo quién ahora decidía, era Aldana quién le daba placer a su amante.

Mi culo tragaba toda su poronga me movía en circulos con toda la herramienta dentro mío y luego me depegaba un poco, para luego embestir y mandármela a guardar nuevamente. Subía y bajaba sobre el tubo de carne con gran facilidad, mi culo gozaba cada palmo de pija que penetraba en mi cuerpo. Durante largos minutos repetí esos movimientos, cuando escuché sus gemidos, salí de mi montura y me abalanzé sobre su pija y con su glande en mi boca lo masturbé con fuerza, hasta que hinchándose hasta el extremo posible explotó su cremosa leche en mi boca, golosamente devoré toda la leche que salía de su pija como un volcán. Con mis dedos juntaba el semen que caía por las comisuras de mis labios y me los tragaba deleitándome con ese manjar. Cuando terminó y dejé su pija limpia con mi boca, ahí si, con una sonrisa le dije: - Buen día, mi amor...-

La verdad, pasamos un hermoso fin de semana, obviamente no salí de la casa esos dos días, cojimos hasta quedar exaustos. Todo infinitamente placentero.

Con Javier, volvimos a encontrarnos otras veces y en todas, lo disfruté totalmente.