Una periodista en apuros

Una joven periodista tiene que hacer un reportaje sobre el sexo de alto standing y se acaba metiendo en un serio problema.

Este es el relato de Silvia, una periodista que descubrió un mundo de sensaciones relacionadas con el sexo.

La historia comenzó hace apenas una mes cuando en el semanario donde trabajaba le encargó un reportaje. Era un reportaje diferente a todos los que le habían mandado en el cerca de año y medio que llevaba trabajando en él. Se trataba de analizar el oscuro mundo del sexo de alto standing y todo lo que conllevaba. Su director le dijo que ella era la persona ideal para el trabajo, lista, atrevida, buen periodista y sobre todo guapa. Y eso que Silvia no era el tipo de mujer que llama la atención. Era más bien del montón de tías buenas que ves por ahí, pero no de esas que silbarías si las ves pasar. Cerca de uno setenta, pelo rizado, con mechas castañas y rubias, un buen cuerpo donde resaltaban unas tetas grandes y un buen culo, eran sus señas de identidad. Pero que nadie se piense que había llegado allí por ello, sino porque ante todo era una gran periodista con un gran arrojo y una gran valentía. Así que eso unido a una paga extra y una semana de vacaciones acabaron por convencerla de hacer el reportaje.

Lo primero que hizo fue llamar a sus contactos para ver que le podían contar. Uno de ellos le recomendó que empezara con un pub bastante conocido dentro de este mundo, el 512. Enseguida se puso en contacto con el dueño Don Giovanni. Éste no puso ninguna pega en las peticiones de la joven periodista y la citó para las doce de esa misma noche. Así que se armó de valor y de su grabadora y se dirigió hacia el local. Vestida con un traje liso gris de chaqueta y una blusa negra llamó a la puerta donde le recibió un negro enorme que se presentó como el encargado.

La acompañó hasta la mesa donde estaba Don Giovanni acompañado de otros cuatro o cinco tíos. El dueño del local era un hombre de unos cincuenta y tantos años de edad, moreno, engominado, lleno de adornos de oro y con una barriga prominente que luchaba por salir de su camisa de lino negra. Nada más llegar, echó una ojeada sin ningún tipo de pudor al cuerpo de Silvia que no pudo más que sentirse sobrecogida. Además, no se levantó ni extendió la mano cuando les presentaron limitándose solo a hacer un ademán con la cabeza donde tenía que sentarse. Enfrente de Don Giovanni, Silvia se sentía observada por los otros invitados a la mesa, cuando sacó la grabadora y empezó a explicar al dueño el por qué de su visita. Sin embargo el entrevistado parecía no seguirla con demasiado interés ya que su vista estaba en esos momentos fijada en la joven de aspecto sudamericano que bailaba junto a una barra americana a escasos metros de la mesa.

Las preguntas de Silvia se fueron sucediendo, ante las cuales el tal Don Giovanni se limitaba a responder con meros monosílabos, más pendiente de la actuación. En ello estaban, cuando la joven bailarina bajó hasta la mesa donde estaban ellos y sin saludar a nadie se dirigió hacia donde estaba sentado el dueño del lugar. Sin mediar más palabra se arrodilló entre sus piernas sacándole una enorme polla que enseguida empezó a manosear y chupara como si le fuera la vida en ello. Ante esto, Silvia se quedó totalmente alucinada sin poderse creer lo que veía. En esto que Don Giovanni empezó a hablar para algo más que decir si o no, de forma pausada y elegante.

Todo el mundo en esta vida tiene un precio, todo el mundo...

¿A qué se refiere?, contestó Silvia con la respiración entrecortada.

Pues que hoy por hoy el que tiene dinero puede comprar el cuerpo de cualquier mujer por no hablar de otras cosas. El dinero todo lo compra menos la amistad.

Yo en eso no estoy de acuerdo, no creo que todos tengamos un precio por encima de todo ello está la dignidad del ser humano.

Querida amiga, la dignidad se termina cuando hay unos cuantos billetes por medio... Te lo digo por experiencia. Te ofrezco 600 euros si me montas un espectáculo ahí encima, donde la barra americana.

¿Quéeee? ¡¡¡Está usted loco!!! ¿¿Pero quien se ha creído que soy yo??

Una chica guapa, joven y atractiva que podría dar mucho de sí. Piénselo bien joven, yo te doy 600 euros porque monte una escena en mi local, 600 euros por menos de media hora, quizá no llegue a un cuarto de hora.

Oiga que no, que no, que ni de coña...

Tranquila mi niña, no tienes nada que perder, será algo divertido y por lo que encima cobrará.

Pero es que... y la vergüenza que pasaré ahí subida... que no que no...

¿Vergüenza por que? Por enseñar su bonito cuerpo, por sentir que todas estas miradas se llenan de lujuria pensando en ti... eso debería sentirte halagada...

Si ya... pero...

¿Vees? Ya te lo estás pensando, 600 euros son muchos euros por una tontería. Piénsalo bien, todos saldríamos ganando, tu porque te llevas una buena cantidad de dinero por una tontería y yo porque sería el subidón de la noche para mi local.

Pero es que...

Pero es que nada hija mía, sólo tienes que subirte ahí y dejarte llevar por el ritmo de la música y enseñarnos eso que Dios le ha dado... ¿Qué me dices? ¿Ey que puedes perder? Venga animo... además algo que me dice que todo esto te está excitando demasiado como para dejarlo pasar... Luciana te acompañara hasta arriba... ¡¡Animo!!

Dicho esto la joven que estaba entre las piernas de Don Giovanni aceleró el ritmo que llevaba en su polla y como si de una máquina se tratará llevó en breves instantes al clímax a su dueño que se corrió entre grandes espasmos sobre la cara de la bailarina. Rápidamente, ésta limpió la polla dejándola limpia y tragándose todo el semen. Enseguida, y limpiándose aún los restos de leche que le corrían por lo labios cogió la mano de una hipnotizada Silvia y la llevó hacia el escenario sin que ésta opusiera resistencia alguna. Mientras subían, la joven reportera vio como Don Giovanni hacía algunas indicaciones a los invitados a la mesa que rápidamente riendo se sacaron cada uno sus respectivas pollas. Acto seguido le dijo algo a uno de los camareros y al negrazo enorme de la puerta. Silvia seguía como himnotizada pero al ver los miembros de los cinco personajes tan cerca de ella empezó a plantearse seriamente que hacía ahí subida, Sin embargo por otro lado, la idea de hacerse con 600 euros por un simple baile le quitó de la cabeza cualquier intento de huída.

Fue en ese momento cuando oyó por la megafonía la que sin duda iba a ser su presentación. Solo atendió a escuchar, algo como que ahora venía el número fuerte de la noche, una chica no profesional haría un espectáculo para todos los presentes en la barra número ocho. Enseguida empezó a sonar la canción de Los Hombres G "No te escaparás", como si fuera un preludio de lo que iba a suceder tiempo después. Pero solo pensando en los 600 euros, Silvia se empezó a dejar llevar por la música y pensando que estaba en una discoteca con sus amigos decidió empezar el juego. Cerró los ojos y comenzó a moverse sensualmente al ritmo de la voz de David Summers. Como en su vida había hecho un streeptease los primeros movimientos no salieron muy bien, algo que sin embargo lejos de desanimar al animoso público que se había juntado en torno a ella, les excitaba aún más. Así estaba cuando decidió quitarse la primera prenda, fue la chaqueta gris del traje y acto seguido siguió con los zapatos y los pantalones. A estas alturas ya no había marcha atrás a pesar de que cada momento que pasaba estaba más acojonada. Con los pantalones en la mano y dejando entre ver sus braguitas de encaje negro, abrió los ojos y entre la maraña de gente aullando a su alrededor acertó a ver a Don Giovanni y a sus invitados con una chica cada uno haciéndoles una paja mientras que miraban con cara lujuriosa las evoluciones de Silvia en el escenario. Entonces ya era el turno de la blusa negra. La joven periodista se preguntaba como había llegado a esa situación pero no podía parar si se quería llevar el dinero. Botón por botón fue abriéndola dejando ver sus maravillosas tetas que con el alto ritmo de la música luchaban desesperadamente por salir del sujetador. Dejó caer la blusa al suelo, sin darse cuenta que un animal la cogía y la empezaba a oler como si le fuera la vida en ello, al tiempo que se dio la vuelta y como había visto hacer a la chica anterior se agarró a la barra americana. Al grito salvaje de un público cada vez más animado decidió quitarse el sujetador. Desabrochó el cierre y se quedó sujetando las copas solamente con las manos aunque ya se empezaba a apreciar la aureola marrón del tamaño de una galleta y que junto con sus pezones grandes, era otro de los atributos secretos de Silvia.

Fue justo en este momento cuando todo se vino abajo. Al ritmo de la música, Silvia no se dio cuenta de que unas enormes manos le agarraban por detrás. Eran unas manos negras que como si de un robot se tratara inmediatamente agarraron las enormes tetas de Silvia por detrás. Cuando giró la cabeza, vio aterrorizada como el animal que tenía detrás era el portero de la discoteca, el enorme negro que tanto la había asustado nada mas llegar. El miedo se hizo aún mayor cuando notó junto a una de sus nalgas una cosa dura y caliente... y al bajar la vista no pudo sino emitir un grito cuando vio que era la enorme polla del negro. Enseguida dirigió la mirada a Don Giovanni que al fijarse en los ojos de Silvia le sonrió irónicamente al tiempo que se levantaba, empujando a la chica que tenía entre sus piernas y con el badajo colgando.

No pensarías que una chica como tú y por 600 euros nos iba a hacer tan sólo un baile ¿no?. Me imagino que considerarás justo que podamos disfrutar contigo encanto de otra manera... y ten en cuenta que por ser la primera vez y por ser tú, te hemos concedido el privilegio de ser follada por Victor y por Kareem. No conozco a nadie que no haya quedado satisfecha con su polla, aunque les duela el culo durante un mes.

Dicho esto Don Giovanni, se dirigió a la zona del DJ donde cogió el micrófono y empezó a hacer un speaker particular en el que anunciaba lo que se avecinaba a Silvia, que muerta de miedo esperaba en el escenario junto al enorme negro y a su nuevo acompañante, un moro cuadrado y de mismas dimensiones de polla.

Primero presentaros a una chica muy especial para nosotros. Hoy hace su primer número en el 512 y espero que esté a la altura de todos nosotros. Y por ello, hoy estamos abiertos a sugerencias de nuestro querido público que en el fondo es quien paga.

Antes estas palabras la mayoría enferborecida empezó a decir barbaridades que asustaban aún más a la pobre Silvia que lloraba como una magdalena. De entre todas las peticiones que se oían a gritos, Don Giovanni pareció encontrar una especialmente graciosa y cogiendo el micrófono la anunció entre risas.

¡Si muy bueno, muy bueno!.Aquí hay un cliente que tiene toda la razón. Esas enormes tetas no se pueden desaprovechar y viendo que tienes unos grandes pezones... nos gustaría verlos todos ellos de punta, sería una gran sensación para empezar con el espectáculo. Víctor, Kareem ya sabeís como complacer a la señorita.

Como movidos por un llamamiento de un ser supremo, los dos animales se dispusieron a cumplir con la orden. Silvia desconcertada no sabía que iban a hacerle pero seguro que no era nada bueno. Víctor se colocó detrás de la periodista y la agarró de los brazos. Mientras Kareem, trajo una cuba llena de hielos y que tenía además una botella de aceíte...¡¡¡La iban a masajear las tetas y los pezones hasta ponérselos lo más puntiagudos posibles!!. El moro echó un chorro de abundante aceite sobre las tetas de la joven periodista, y enseguida empezó a manosear sus enormes pechos con brutalidad y sin ninguna delicadeza. Los cogía entre las manos y los apretaba y estiraba provocándole gran dolor a Silvia. Mientras la turba estaba ya toda en éxtasis y no paraba de gritar y de avanzar las manos intentando tocar las piernas y los pies de la joven, animados por los gritos del propio Don Giovanni por el micrófono. Precisamente a una señal de éste, Kareem dejó por un momento los pechos de Silvia, para coger una especie de corsé de látex que colocó con soltura sobre ella. El extraño vestuario, se ataba a su espalda y tenía dos huecos precisamente a la altura de sus pechos, que entre los masajes y el aceíte quedaron por fuera del agujero dejando a Silvia vestida muy sensual pero totalmente ofrecida. Una vez colocado este nuevo instrumento, Kareem cogió un enorme trozo de hielo, que empezó a restregar por los enormes pezones marrones de Silvia. Éstos, entre los masajes y los estrujones del moro, y el frío del cubito empezaron a reaccionar aunque no quisiera la joven periodista, que se empeñaba en tener la mente lo más lúcida posible para no dejarse llevar por sus instintos. Pero no había manera, a fé que el moro sabía como hacerlo, y sus pezones crecieran de manera irremediable. Se iban poniendo de punta como si tuvieran vida propia, algo que aprovechó Kareem para empezar a pellizcarlos, lo que hizo que aunque pareciera imposible crecieran aún más en su tamaño.

Cuando parecía que sus dos pechos no podían dar más de sí y aún sujeta por las manos de Victor, Don Giovanni en su puesto de DJ particular, empezó a gritar por el micrófono que ahora era el turno de que todos aquellos dementes vieran su coñito... Esto acabó por paralizar las pocas ideas sensatas que le quedaban a Silvia, que se preguntaba como podía haber llegado a esta situación. Subida en una barra americana, con un corpiño negro de latex, del que salían por dos agujeros sus grandes tetas, brillantes por el aceite y con los pezones impresionantemente puntiagudos, y de cintura para abajo sólo vestida con sus bragas negras de encaje. Cuando aún estaba inmersa en sus pensamientos, oyó un "clic" detrás suyo, y enseguida sintió como algo frío había rodeado sus muñecas, al tiempo que vio al portero de la discoteca pasar por delante de ella, y así que cuando quiso separar las manos, comprendió que le habían puesto unas esposas que la mantenían inmovilizada. No podía ser, ¿qué iban a hacer con ella ahora?. Victor dirigió una mirada a la cabina donde se encontraba el dueño del local como esperando instrucciones. Don Giovanni hizo un leve gesto con la cabeza de aprobación, que el negrazo entendió ipso ipso, empezando a masturbarse para ponerse más dura esa pedazo de polla, que ya de por sí era enorme. Silvia, con los ojos como platos dio dos o tres pasos para intentar huir de la barra americana, pero no pudo, ya que se encontró con el otro negro que la sujetó de las manos, y la condujo hacía otra parte del escenario, empujándola y entre los gritos de los salvajes que estaban debajo animando a los dos animales.

El nuevo decorado no mejoraba la situación de la joven periodista, es más, la perjudicaba aún más. Entre luces de neón en el centro había una silla muy particular, no tenía donde sentarse estaba hueca. Además tenía las patas muy cortas lo que hacía que quedara muy cerca del suelo. Por los ánimos que estaban dando el enferborecido público estaba claro que se trataba del número estrella de la noche, aunque para Silvia no aparentaba nada bueno. Kareem, con una destreza impresionante quitó en un visto y no visto el tanga de la joven, dejando al descubierto un coñito muy bien depilado y apetitoso. La sentó en el suelo, y entre los dos negros, abrieron sus piernas, dejando toda su intimidad expuesta a todos. Una vez mostrada la mercancía, la cogieron entre los dos y se dispusieron a sentarla en la silla... pero algo fallaba, como iba a poderse sentar si no había sitio para ello.

Fue entonces yendo en brazos de los dos animales cuando reparó que en el suelo del escenario había dos agujeros, lo que la asustó más todavía. Pero no le dio tiempo a pensarlo ya que en un visto y no visto la sentaron en la silla, y como no tenía fondo, lógicamente quedó hundida, dejando a la vista de todo el enferborecido público su coño, es más se la veía toda la raja. Kareem y Ramón, le ataron rápidamente las piernas a las patas de la peculiar silla, en una posición dolorosa y muy incómoda para la joven periodista. Y allí la dejaron...

De repente, el dueño hizo una señal al portero de la discoteca, para que le trajeran a Silvia un líquido que iba en una botella de agua. Ramón se la ofreció como si fuera un favor, para quitarle la sed a nuestra protagonista, que lo bebió desesperada. Según iba entrando por su interior, la periodista, empezó a ver desasosegada como el negro empezaba a sonreir. Cuando se terminó la botella, el portero esbozó una gran sonrisa, y ante la indicación de Silvia con la cabeza, este le dijo que el líquido que había ingerido era un elixir superfuerte, que en breves instantes empezaría a hacer efecto en el cuerpo de Silvia, que pronto empezaría a sentir como su coño chorreaba entre fuertes orgasmos y ante los ánimos del público. Esto era ya lo que le faltaba a la joven periodista.

Don Giovanni, seguía en la cabina del pinchadiscos, con el micrófono en la mano, como si de un speaker sociocultural se tratará. Con sus comentarios iba animando al público, que no hacía más que gritar e intentar saltar al escenario donde estaba expuesta Silvia. Ante el asombro de la periodista, el dueño del local empezó a realizar a grito pelado una cuenta atrás, que iba jalonada por un coro de animales salvajes. Al llegar esa cuenta al cero, de repente empezó a sentir que algo crecía de uno de los agujeros. Entre lo poco que pudo que ver entre sus dos piernas abiertas, vio con gran miedo, que era una especie de consolador negro, de grandes dimensiones, el que estaba saliendo de la tierra para intentar entrar en su coño. Ahora empezaba a entender todo, los dos agujeros eran para que por ahí salieran dos falos enormes. Pero la verdad es que tampoco le daba tiempo a pensar mucho, porque enseguida el enorme palo negro estaba ya la mitad introducido en su coñito. Silvia sentía dolor, sobre todo porque el gran aparato tenía un ritmo cíclico, como si de una polla se tratara. Aquello era demasiado, la joven periodista no podía entender porque había sido tan estúpida para dejarse llevar a aquella situación, porque unos simples euros la habían convertido en el juguete sexual que Don Giovanni había preparado para esa noche en el 512.

Y en eso estaban ante los comentarios desaforados del dueño, que no hacía nada más que comentar cosas salvajes sobre sus partes más íntimas, que a pesar de los esfuerzos de Silvia empezaba a estar demasiado mojada y chorreante, algo que hacía partirse de risa al numeroso público. La periodista no podía parar de llorar, ya que su cuerpo empezaba a ir por su cuenta. Y de repente comenzó con otra cuenta atrás, lo que puso aún más los pelos de punta a la joven periodista, ya que si ahora tenía el coño dolorido y ocupado con un falo enorme no quería creerse que sería de lo que saldría del otro. Sobre todo porque el agujero era más grande, lo que lógicamente indicaba que de ahí saldría algo de tamaño desconsiderado.

Y así fue, porque de ese agujero ascendió una especie de consolador, también negro, de unos 30 centímetros de largo, con protuberancias a lo ancho que lo hacían aún más demoníaco. Un aparato, que al igual que el primero tenía un movimiento cíclico que hizo que se fuera introduciendo en el culo de Silvia, un culo todavía virgen porque a nadie había permitido que se lo estrenaran. Al ver esto y la cara de la joven reportera sintiendo como prácticamente le llegaba este falo de plástico a la columna vertebral, Don Giovanni pareció alcanzar el éxtasis. Jamás el 512 había tenido un espectáculo igual, con una joven preciosa en manos del deseo más irrefrenable. Por ello, había decidido grabar todo en una minicámara, para así tenerlo y masturbarse cuando quisiera y porque no, como un recurso ante la joven, que visto lo visto le iba a ser muy útil.