Una periodista descubriendo el sexo

A una joven estudiante le encargan la elaboración de un articulo para su medio en el que debe recoger las distintas formas de vivir el sexo.

El trabajo de periodista no es un trabajo fácil aunque si fascinante, y digo que no es un trabajo fácil por que para una chica que siendo miembro super numeraria del Opus Dei en muchas de las situaciones en las que me vuelvo sumergida no son de mi agrado.

En mi vida personal como digo soy una chica conservadora y un poco mojigata en ciertos temas.

No voy a decir que soy virgen por que a mis 32 años y con una boda a la vista a mi novio tuve que darle hace un par de años y después de muchos más de noviazgo mi virginidad.  Nuestras relaciones sexuales eran del todo satisfactorias, quizás y viendo lo que supe después, un poco monótonas, pero ambos disfrutábamos y se nos bajaban las calenturas.

En la redacción me habían encargado un reportaje sobre distintas practicas sexuales, yo creo que conociéndome lo hicieron por joder, pero ante todo yo soy una profesional y en ello me puse.

Pase un par de días haciendo un esquema de lo que iba a hacer.  Finalmente después de mucho estudiarlo me decanté por tres mundos que cuando los leí me parecieron muy interesantes.  Por un lado los clubs de intercambios de pareja, por otro el mundo del dogging y por ultimo el shibari, ósea el arte japonés de atar.

Lo primero que hice fue la parte de dogging, ósea, personas que con la excusa de pasear al perro por un parque se dedicaban a mantener relaciones sexuales espontaneas, furtivas y breves.

Como no tenía perro tuve que pedir uno prestado y esa noche a eso de las 11 me fui a pasearlo a lo más profundo del parque del oeste.  La verdad es que me sorprendió que a esas horas hubiese tanta gente paseando al perro.  No sabía muy bien lo que había que hacer o donde dirigirme, pero cuando me quise dar cuenta en una zona de aparcamiento de coches pude comprobar que no menos de siete tíos con sus perros cogido por una correa se abalanzaban sobre un coche aparcado con las luces de emergencia encendidas y las ventanas abiertas de par en par.  Me acerque y pude ver dentro a una chica con sus pantalones bajados, la camiseta subida estaba tumbada con el asiento tumbado y los siete u ocho hombre tocaban y masturbaban a la mujer .  Me quedé pasmada viendo el espectáculo.  Alguno de los hombres dejó de tocar y sacando sus pollas de sus pantalones empezaron a meneársela hacia dentro del coche.  La chica después de un rato, apartó cuantas manos pudo de su cuerpo y acercando su boca a una de las pollas empezó a mamar, intercambiado pollas hasta que un dedo certero le hizo tener un orgasmo lo que hizo que se incorporase, levantase el asiento y se marchase dejando a los hombres con las ganas.  Me quedé con su matricula.

Di la vuelta y seguí dando vueltas al parque.  Al principio me causaba rareza ver a parejas de perros atados a un banco y sus sueños follando unos metros más alla sobre la hierva, después de dos horas paseando y mirando aquello ya me parecía lo más parecido del mundo.  Entreviste a un par de participantes y al día siguiente gracias a un amigo que trabajaba en trafico contacté con la dueña del coche.  Todos tenían un rasgo común.  Casado con ganas de desahogarse rápido y sin complicaciones.  La primera parte de articulo estaba hecho.

Estuve barajando varias alternativas pues sinceramente no quería meterme en un club de intercambio con todo lo que ello conlleva, osea buscar alguien que me acompañase, pasearme desnuda por el local y sobre todo mantener relaciones sexuales con desconocidos.  A través de un amigo conseguí conocer al dueño de uno de estos locales que además de ser parte del reportaje, evidentemente salvaguardando su nombre me permitiría trabajar una noche como camarera y así poder escribir lo que allí sucedía.

Basicamente firmamos un contrato de confidencialidad y me obligaba a que Luis, el dueño de pasiones, el local mencionado, supervisase lo que iba a escribir sobre lo que allí pasaba.

Tuve que vestir sexy para la ocasión, una no esta acostumbrada a ir enseñando canalillo, pero un día es un día.  Me puse unos shorts ultra cortos y ultra marcados y como digo unos taconazos y una camiseta mini.

Luis me presentó a mis compañero de aquella noche como que iba a hacer una prueba.  La verdad es que eran gente maja que me enseñaron el local y me explicaron las cosas que hacer.  Luis les había pedido que me hiciesen hacer un poco de todo esa noche.  Era sábado y a eso de las diez y casi sin darnos cuenta el local se fue llenando.

Al prinicpio paracía un local de copas típico.  Parejas, grupos, etc.  La gente charlaba como si de cualquier sitio se tratase.  No sería ni las 12 de la noche cuando me quede de piedra pues en una esquina del local, en una mesa en la que ya había servido dos rondas de copas de repente me dije y los dos chicos seguían hablando como si tal cosa mientras a sus pies las dos chicas de rodillas les estaban practicando una felación.  La verdad no sabía si ofenderme, mirar o hacer como si lo viera cada día.

En media hora en cada una de las mesas alguien hacia algo, que si a una la masturbaban, que si a otro se la machacaban, que si a uno le comián la polla.

Poco a poco el bar se fue vaciando y las distintas parejas pasaban a lo que luego supe que era el vestuario.

-       Rosa, en un rato te tienes que pasar por el vestuario de chicas  y cunado aquello se tranquiliza, quiero que vayas a la barra de dentro.

Deje mis cosas en la barra principal y entré en el vestuario femenino donde las chicas se iban quitando la ropa y cubriéndose con una toalla y una a una iba saliendo hacía donde se producía todo.

Me sorprendieron las conversaciones de la chicas

-       pues a ver quien me follo hoy

-       pues yo he visto uno que me ha echado ojitos

-       que si hoy tengo ganas de probar a otra chica

-       yo sin una doble penetración hoy no me voy.

Cuando quedaban pocas chicas y vi que las que quedaban se organizaban solas, salí yo detrás de una chica no muy joven y que se iba colocando la toalla según caminaba.

Creo que mi sorpresa no podía ser más mayúscula.  Según salí me encontré con el jacuzzi.  Tres parejas estaban follando salvajemente entre ellas.  Una chica le comía el coño a otra que estaba sentada al borde de la bañera mientras esta se tiraba de sus grandes pezones a la vez que le comía la polla a uno de los chicos y otros dos hacían una doble penetración a una chica que gemía a gritos.  Me quedé un segundo para viendo el espectáculo, en especial en el que la chica daba berridos de placer.

Fui avanzando por el local dejando a paso parejas que follaban en grandes camas, chicas apoyadas en la pared que eran penetradas por detrás, hombre que comían coños a la vez que eran montados, chicas siendo sodomizadas, camas redondas donde todos follaban con todos e incluso más de uno masturbándose encima de parejas follando.

La verdad es que me excitaba mucho aquello que estaba viendo, estaba mal pero la carne es débil que dijo San Mateo.

Aproveché para hablar un poco con la gente que se tomaba un descanso y venia hasta la barra.  Había de todo, desde autenticas chachas hasta gente realmente pija.  Me pareció muy interesante.

Salí de allí a las cinco de la mañana con una tremenda calentura.  Me fui a casa de mi novio que a esas horas dormía.  Tenía llaves por lo que entré en su casa, me acerqué a su habitación, me desnudé en el pasillo y entré desnuda en su cama.  No soy mucho de chupar pollas, pero estaba encendida por lo que me bajé al pilón bajo sus sabanas.  Su polla estaba blandurría pero según empecé a mamar aquello se fue poniendo grande y grande hasta que Jonás ya sabiendo que aquella noche le había tocado la lotería empezó a guiar mi cabeza con sus manos.

No dejé que se corriese, simplemente dejé de chupársela y retirando el edredón me subí sobre su polla y empecé a cabalgar.  Jonás me tocaba las tetas y yo montaba de manera que mi clítoris rozaba con fuera su vello púbico.  Me estaba matando de placer y mi novio se daba cuenta.  Me lo follé en esta posición durante al menos 15 minutos hasta que él decidió coger la batuta del polvo y me hizo girar de manera que quedé a cuatro patas empezándome a follar en esta nueva posición.  Hacia unas semanas que habíamos incorporado a nuestras relaciones sexuales el meter un dedo en mi culo, cosa que hizo y encendida como estaba me hizo estallar en un tremendo orgasmo que Jonás acompañó poco después.

-       hola – me dijo con una sonrisa - ¿cómo por aquí?

-       Hola cielo, acabé de trabajar tarde y decidí venir.

Nos quedamos dormidos y por la mañana volvimos a hacer el amor.

Pase por la redacción al mediodía.  Esta tarde noche tenía cita con un maestro de Shibari y con ello habría acabado mi reportaje.

Había quedado en un piso de Malasaña, un barrio bohemio en Madrid.  No quedaba lejos de mi casa por lo que me acerqué andando.

Llamé al telefonillo y me abrió un chico.  Una vez arriba pude comprobar que tenía muy buena presencia.  Al fondo, en el salón esperaba una chica desnuda de rodillas y mirando al suelo.

Antonio me explicó que llevaba más de 15 años practicando el shibari tanto a nivel personal como a nivel profesional, pues vendía sus servicios a fotógrafos y organizaba cursos sobre el tema.  Me contó que antes trabajaba en un banco, pero un día se dio cuenta que podía vivir de esto y dejó de ser infeliz en la banca.

Estábamos en el salón de su casa, un salón normal, un poco desordenado quizás.  Además de un montón de cuerdas ordenadas sobre un sofá, por lo único que la casa contrastaba con una casa normal era por un garfio anclado en el techo.

Pidió a la chica que se acercase y sin decir palabra la chica se acercó, se arrodilló y extendió sus brazos.

El maestro empezó a atar sus muñecas y doblando sus brazos por detrás de su cabeza con la misma cuerda hizo una especie de corsé alrededor de los pechos de la muchacha.  Mientras ataba me iba contando la historia del shibari, el por que de todo aquello y las sensaciones de la chica.

Acabado el corsé pasó a atarle las piernasde manera que sus rodillas quedarondobladas.  A continuación de ello recogió su pelo en una coleta y ató la misma con una cuerda.  El maestro se levantó salió del salón y volvió poco después con un cancho que ante mi alucine metió por el ano de la chica después de abrir sus nalgas y ató la cuerda que venía de la coleta a un aro que el garfio tenia.  La cuerda quedó en tensión y su cabeza echada para atrás.

Pasó un par de cuerdas entre las cuerdas ya puestas y pasando la misma por el garfio que caía del techo y dando varias vueltas, tiro suavemente de la misma y la chica se elevó hasta quedar suspendida.

-        Bueno ¿y esto es todo? – pregunté.

-       No, claro.  Ahora es el momento en que con la sumisa colgada y atada es cuando su amo empezaría a someterla aun más.

-       ¿Qué le haces?

-       Bueno, la puedo masturbar, la puedo azotar, la puedo follar.

-       ¿Y la chica como responde?

-       La chica esta en estasis desde el primer momento en que siente la primera cuerda – ciertamente la chica estaba como ida.

-       Realmente no le veo mucho la gracia – dije con ingenuidad.

-       ¿quieres probar?

-       ¿yo?

-       Si, claro, creo que es la forma de que puedas escribir de verdad lo que es esto.

-       Bueno, en realidad me puedo imaginar de que va esto.

-       Insisto.

-       ¿Seguro?

-       No te arrepentirás.

-       Deja que me lo piense – dije ya segura que podía más mi curiosidad que otra cosa.  Me hice un poco la digna y finalmente acepté. – esta bien, ¿Cómo hago?

-       Bueno, déjeme que desate a Lulú y estoy contigo.

Realmente no tardó mucho en bajar a la chica y desatarla.

Yo me quedé mirando.

-       Desnúdate – me dijo el maestro.

-       ¿Qué me desnude?

-       Si, claro.  Si lo hacemos, lo hacemos todo, quiero que lo hagamos todo.  Quiero que vivas la experiencia entera.  Evidentemente paramos en cuanto lo digas, pero quiero que lo vivas como si fueses una invitada de verdad, no una periodista.  ¿De acuerdo?

-       De acuerdo.

Pensé en preguntar donde desnudarme, pero me di cuenta de la chorrada que sería irme a un baño y volver desnuda por lo que empecé por mi chaqueta, después mi camisa, posteriormente mis zapatos, medias, pantalón y suspirando me quité el sujetador y finalmente mis braguitas.  Era la primera vez que alguien que no fuera mi novio me veía desnuda.  Ni siquiera en el gym nadie lo hacía.

-       Arrodíllate – y eso hice.

Me arrodillé y el maestro se puso a mi espalda.  Cogió mis brazos, los echó para atrás y ató mis muñecas a mi espalda y posteriormente empezó a pasar la cuerda por mis brazos e hizo un corsé similar al que anteriormente había hecho a la tal Lulú.

Posteriormente ató una de mis piernas dejándola doblada y en la otra ató una cuerda a mi tobillo.  Pasó cuerda por todo mi cuerpo y cuando me quise dar cuenta me había elevado.  En mi caso mi cuerpo no quedaba paralelo al suelo sino prácticamente mi cuerpo quedaba vertical al suelo, un poco inclinada.  Me había puesto una bola en mi boca atada a mi nuca.  La bola se acoplaba completamente en mi boca y sin poder evitarlo baba procedente de mi copa caía sobre el suelo.  No me preocupé demasiado pues entendí que era algo habitual y el maestro estaría más que acostumbrado.

Quedé expectante, una tranquilidad increíble corría mi cuerpo.  De repente el maestro tiro de una cuerda y mis piernas se abrieron inclinándose mi cuerpo ligeramente.  Mi sexo y ano quedaban completamente expuestos como nunca nadie lo había visto.  Noté como mis pezones se endurecieron de golpe.

El maestro se alejó de mi a mi espalda.

Andó un par de pasos y para mi sorpresa posó sobre mi coño un vibrador en forma de bola que empezó a funcionar al contacto con mi cuerpo.  Empezó poco a poco, la vibración era muy suave, pero las sensaciones empezaron a recorrer mi expuesto cuerpo.  El maestro subió la velocidad y para cuando me quise dar cuenta un tremendo orgasmo, uno como nunca lo tuve, recorrió mi espalda y me hizo gritar de placer.  No había acabado con el orgasmo cuando de nuevo el maestro se retiró de mi y cuando volvió de nuevo ante mi sorpresa me puso una serie de pinzas alrededor de mis pechos, poniendo la ultima en cada uno de mis pezones.  Dolía, pero era un dolor placentero.

Volvió el maestro con una fusta en su mano.  Mis piernas seguían abiertas y mi coño hinchado de una manera que nunca antes lo había sentido así.  Empezó a darme golpes secos en mi abierto coño, al principio secos pero débiles y a continuación golpes secos y fuertes.  El dolor era inexplicable, el placer era indescriptible.

El maestro volvió a distanciarse y de nuevo volvió con una sorpresa.  Un vibrador duro y frio entró en mi ya encharcado coño y empezó a meterlo y sacarlo poco a poco.  Mi cuerpo ya encendido empezó a arder y antes los obvios signos de mi cuerpo el maestro empezó a meterlo y sacarlo cada vez con mas fuerza.  Estando a punto de volver a correrme, la primera vez en mi vida que tenía dos seguidos un dedo embadurnado en vaselina entró en mi ano.  Pensé en pedirle que parase, pero el placer era demasiado como para rechazarlo.

Me corrí cuando tres dedos profanaban ni culo, obviamente de mi coño el vibrador pasó a mi culo y al contrario de la que hubiera pensado no me dolió nada, todo lo contratio, me mató de gusto.

El maestro me dio con saña hasta que por tercera vez me corrí.

Me dejó colgado varios minutos.  Soltó las pinzas, me retorció los pezones, casi muero de placer.  Me bajo, yo no quería que aquello acabase, y ciertamente no acabó.  Deshizo mis nudos, volvió a atarme, en esta ocasión con mis manos hacía delante y volvió a elevarme.

Jamás había visto un flogger, y por supuesto jamás lo había probado.  Cuando las nueve colas del látigo chocaron con mi culo creí morir de dolor, creí morir de placer.  Cada golpe que recibía el maestro me obligaba a contarlo.  Estaba en la gloria, me parecía mentira estar siendo azotada y estar gozándolo.

-       Tienes un don natural cielo - me dijo el maestro – por alguna razón eso me enorgulleció y me hizo pedir más.

-       Más – logré balbucear.

-       No hables, perra – por primera vez en mi vida alguien se atrevía a llamarme perra.  Me gustó.

El maestro cambio de flogger varias veces.  Cada uno producía un dolor distinto, más duro.  Cada golpe era una descarga de placer.  Cambió el flogger por una paleta con el que siguió castigándome el culo.  A continuación, pasó a un látigo de corto tamaño y con é empezó a azotarme todo el cuerpo.  Desde el culo a mis piernas, estomago, espalda y tetas.  Yo me moría de goce.

El maestro movió otras cuerdas y me dejó colgada casi horizontalmente con mis piernas abiertas.  El maestro se acercó a mi, sacó su polla y la mostró enfrente de mi boca.  Yo instintivamente abrí la boca y me metí aquel ariete en mi boca.  Mi naturaleza pudo más que mi decencia.

-       Perra, ¿Quién te ha dado permiso para chupar? – me preguntó a la vez que ponía una mano en mi mejilla y abofeteaba la contraria – ahora chupa.

Chupe aquella polla con ansia, bueno, en realidad me follaron la boca, nunca nadie se había corrido en mi boca, y esperaba con ansias el sentir leche cayendo por mi garganta, finalmente no lo hizo a pesar de chupar largo tiempo.

Me acarició la cara, acercó la suya a la mía y me susurró.

-       Ahora podemos hacer dos cosas, podemos acabar o puedo follarte.

-       Folláme por favor – logre articular.

Una polla como la que nunca me imaginé penetró mi licuado coño de una sola estacada.  Empecé a correrme según entro, empecé a gritar de placer según entró, empecé a querer más según entró.

Hubiera matado por sentir esa polla en mi culo, pero el maestro no lo hizo, me folló durante más de 20 minutos sin pausa ni piedad.

Cuando llegué a casa mi cuerpo estaba marcado por las cuerdas y los golpes recibos.

Hace meses que yo soy la chica que desnuda y de rodillas en una esquina del salón del maestro asiste sin articular palabra a las sesiones que mi ahora amo tiene con otra gente y en las que a veces tengo la dicha de poder participar.

Dejé a mi prometido por aburrido en la cama.  Mi amo no ve mal que yo tenga otras relaciones vainilla, pero yo desde aquella tarde solo entiendo el amor que mi amo me da.

Con mi amo volví en repetidas ocasiones al club de intercambio donde mi amo me hacía caminar desnuda con una correa de la que salía una tira de cuero que mi Amo cogía con la mano.  Allí me hizo follarme a cuanto hombre o hembra se lo pidió y a él le apeteció.  En una única ocasión me llevó al parque donde hizo que me masturbase desnuda en mi coche con las ventanas abiertas y donde más de una docena de hombres alrededor se la menearon, tocaron mi cuerpo y finalmente se corrieron sobre él.

Nunca escribí el articulo