Una pequeña trampa
Mi corazón dio un vuelco cuando descubrí que uno de mis cuentos era firmado por alguien desconocido...
Era mi quinto intento, y del otro lado del teléfono no había respuesta. No sabia con quien me iba a encontrar. Hombre, mujer..., no lo quería pensar. Mi enojo solo buscaba un explicación y esta sólo me la daría aquella persona de nombre V. Mullen, quien firmaba unos de los cuentos que me habían robado hacía un par de semana.
Cuando leí uno de mis cuento en la Zona de autores nuevo de un diario matutino, mi corazón se estremeció de alegría, pero muy rápido caí en cuenta de que nunca había enviado algún cuento a ningún periódico. Con temor baje al pie del texto y leí "Autor: V. Mullen". Mi corazón dio un vuelco drástico, me senté en una butaca del parque que da a mi piso y trate de pensar en que haría...
Llame al periódico, pero un tramite tras otros, una desviación tras otra, me hicieron acudir a un amigo que trabaja en la redacción. Después de explicarle detalladamente la situación, accedió a conseguirme algún dato de este impostor.
Sólo consiguió un número móvil. Ningún otro dato, ni domicilio, ni sexo, nada...
Sexta vez, y me prometí que no sería la última. Tarde o temprano alguien contestaría. Pero si contestaba alguien ¿Qué diría?, no podía ir directo al asunto y reclamar, porque ahí si que se me escapaba el asunto de las manos, debía tener mucho tacto para enfrentarlo. Algo se me ocurriría en ultimo minuto, como siempre..., siempre se me ocurre algo..., por eso escribo cuentos...
Hola! Una voz tenue sonó del otro lado del teléfono
Hola! respondí Con quien hablo? Eso fue estúpido, pensé.
¿Con quien quieres hablar? era ahora o nunca, me dije.
Bueno, busco a V. Mullen Dude y mentí Soy del periódico y nos gusto mucho su cuento, nos gustaría tener sus datos y saber si tiene mas para publicar la próxima semana.
V. Mullen soy yo..., V. Por Víctor..., tengo un par mas, pero no están acabados.
Miles de cosas dieron vueltas en mi cabeza, el muy sin vergüenza estaba re-escribiendo mis cuentos. Eso no lo debía permitir.
Dime Víctor, cuando los podría ver para revisarlos?, me gustaría que fuera lo antes posible.
La verdad es que yo trabajo hasta las siete de la tarde y se me hace imposible ir al periódico, por eso el anterior lo envíe por correo.
No hay problemas, nos podemos juntar hoy después de tu trabajo, en algún bar.
Seria genial!, pero tengo los cuentos en mi piso y llegar hasta allá se me hace demasiado largo el trayecto como para volver a salir.
Escucha, si no tienes problemas, me puedo pasar por tu piso a la hora que digas y me llevo algunas copias para estudiarlas.
Eso esta bien!..., veré si tengo copias, puedes pasar a eso de las nueve de la noches, para que me des tiempo de elegir los que mas me gustan.
Mientras Víctor me daba su dirección, yo maquinaba el sistema de cómo hacer para que me devolviera mis cuentos, incluso estaba dispuesto a pagar una recompensa y dejar a nombre de él, el que ya había sido publicado, total, tan bueno no era.
Eran las cuatro de la tarde, el lugar esta bastante retirado. Sin embargo alcanzaba a ir a mi piso para ducharme y relajarme un rato de este incidente desagradable. Ya sabré como solucionarlo cuando me enfrente a él.
La impaciencia se apoderó de mi y fue inevitable salir de casa antes de lo programado, llegue quince minutos antes a la cita, . Su piso queda en un barrio marginal de la ciudad. Un olor nauseabundo se apodera del ambiente de las calles. El ascensor del edificio estaba malo así es que tuve que subir los ocho piso andando. Cuando llegue hasta su puerta, una mezcla de rabia y de ansiedad me golpearon en el pecho. Llamé dos veces al timbre...
Hola..., Tu eres Víctor? Dije. Un joven de unos veinticuatro años apareció ante mi. Llevaba su pelo revuelto, un poco largo. Sus intensos ojos color miel se posaron directamente en los míos.
Si..., tu debes ser Camilo, del periódico...
Su voz era agradable, un poco juguetona, quizás irónica. Me hizo pasar a su estudio, se excusó por el desorden. Se giró a mi y preguntó si quería beber algo. Agua Respondí. La verdad es que su piso estaba exquisitamente ordenado y decorado, sólo unos cuantos papeles desordenaban el ambiente, estaban sobre la mesa donde tenia su Ordenador. Me senté en el único sillón que había. Admire su buen gusto, paseé mi vista por cada rincón del lugar. Su habitación estaba estratégicamente ubicada en lo alto de un medio ático sin pared frontal, desde donde estaba, se apreciaba su cama en perfecto orden. Lugo detuve mi vista en la pequeña cocina, donde estaba él. Llevaba un jeans que le quedaba perfecto a su cuerpo, se apreciaba a través de ellos un culo redondo y su remera, que no alcanzaba a llegar al cinturón del pantalón, ofrecían la visón de unos abdominales planos, marcados. No era muy alto, 1metro 76 cm Aproximadamente. Su cabello caía sobre su rostro de forma seductora.
Me sorprendió observándolo. Sonrío. Se acerco a mi con un vaso de agua en la mano derecha y con una cerveza en la Izquierda. Se sentó junto a mi en el sillón, nuestras rodillas se rozaron.
Tu no eres del periódico me embistió con esa a frase a quema ropa.
La certeza de sus palabras me tomaron desprevenido, mi rostro tomo un color rojo intenso y no lograba articular palabras. El autor comido por el lobo feroz, pensé. Debía contraatacar, mis palabras salieron atropelladamente.
No..., soy el autor del cuento que publicaron a tu nombre en el periódico. Necesito rescatar el resto y me imagino que tu los tienes.
No pude notar en su rostro ninguna expresión de asombro, es mas, una dulce sonrisa de triunfo se posó en sus labios. Se levantó de mi lado en dirección al ordenador, cogió una carpeta azul que estaba bajo todos los papeles desordenados y la puso en mis manos. No sabia que decir, ni que hacer frente a esa situación.
Están todos..., - Dijo- y no te preocupes, no he copiado ninguno
Se quedo parado frente a mi, inmutable como una replica perfecta del hermoso Adonis. Tenía su entrepierna frente a mi rostro, que ganas de aferrarme a ella para agradecerle. Lo mire directo a los ojos, me levante sin quitar la vista de los suyos, quedamos frente a frente, tiré la carpeta sobre el sillón. Alargué mi mano para estrechar la suya en son de agradecimiento. Cuando sentí la fuerza de la suya atrapada en la mía, un escalofrío recorrió mi espalda.
No sabía como hacerte venir!... fueron sus únicas palabras.
No había nada que decir. El chico me había gustado y calentado desde que escuche su voz a través del teléfono. Incliné mi rostro sobre él y puse mis labios suavemente sobre los suyos. Devolvió el beso con pasión y ansiedad, su lengua entró frenéticamente en mi boca. No hacían falta las palabras. Levante sus brazos para despojarlo de su remera, su pecho firme y sus brazos contorneados, aparecieron para darle la bienvenida a mis manos. Se dejaba llevar como un niño.
Besé su cuello; los lóbulos de sus orejas sabían a fruta. Baje hasta sus tetillas y ahí me quede hasta hacerlo gemir. Con manos inexpertas desabrocho mi camisa, recorrió mi espalda, mi pecho, mi rostro. Yo seguía con el placer de besarlo alrededor de su ombligo hasta llegar al cinturón de su jeans. Su bulto estaba a punto de reventar el cierre, deseoso por saberlo en mi boca, lo deje libre. Ante mi apareció una verga límpida, con muy pocos pelos alrededor, dura como una estaca, media mas o menos de 16 cm (el tamaño justo para la mano de un hombre honesto). Me la trague entera, la recorrí una y otra vez mientras con mis manos acariciaba su culo duro y exitado.
No quiero acabar aún Dijo. Tomó mis manos para guiarme a su habitación.
En el corto trayecto, mis pantalones y calzoncillos quedaron enredados en la escalera. Frente a su cama, lo tomé desde atrás y comencé a besar su nuca, mientras mis 17 cm se apoyaban estoicamente en la raja de sus caderas y mis dedos se aferraban a sus pezones erectos. Se giro sobre él y se sentó al borde de la cama, mordisqueo mis tetillas, recorrió mi torso con sus labio hasta llegar al nivel de mi ingle. Se detuvo un instante absorto con la dureza de mi verga y de mis bolas. La tomo con una de sus manos y la transformó en un capullo para beber mi liquido pre seminal. Poco a poco la fue metiendo en su boca hasta engullirla por completo. Un impulso eléctrico recorrió mi espalda. Necesitaba volver sentir el sabor de su estaca en mi lengua. Lo recosté en su cama boca arriba, me acomode frente a su miembro y dejé el mío justo al nivel de su boca, lo trago ávidamente. Estuvimos en esa posición hasta que sentí que iba a explotar. Subí besando su cuerpo hasta llegar a sus labios para fundirnos en un nuevo beso caliente.
Te quiero sentir dentro el susurro llego a mi oído para revolucionar mis hormonas.
Lo bese efusivamente mientras ponía sus piernas en mis hombros. En un acto acrobático, metí mi lengua en su culo y saboreé su contorno delicioso. Cuando entré con uno de mis dedos en su culo, su gemido de placer me dio la señal para entrar. Abrazo mi cintura con sus piernas, mientras mi verga se abría paso entre su orificio. Un quejido de dolor me hizo detener el paso. Víctor con un leve empujón hizo que éste entrara hasta que mis bolas chocaron con su escroto. Con fuerza lo tomé desde los hombro y lo atraje hasta mi. Sus labios mordieron los míos, el sudor hacia que nuestro cuerpos se resbalaran uno del otro.
El movimiento de sus caderas se hizo frenético. Estaba por acabar en una explosión de semen y placer Te quiero sentir en mi Dije. Lo desmonté de mi sexo y le ofrecí mi culo ansioso. Su lengua trataba de entrar hasta donde ya no podía, mientras sus manos iban y venían por mi verga. Los gemidos ahora escapaban de mi garganta. Se recostó sobre la cama ofreciéndome toda su verga para que me sentara sobre ella. Me senté en su cadera sin sacar mis ojos de los suyos, puso sus manos en mi pecho y yo puse las mías en los de él. Me incline hasta su boca y bebí de su saliva. Entró fuerte, de un sola embestida. No tuve tiempo a sentir dolor. El sube y baja de sus caderas limaron las asperezas del dolor y se transformo rápidamente en placer.
Acabó dentro de mi con un grito salvaje. Antes de que llegara mi turno de explotar, tomo mi verga para tragarla, y sin necesidad de masturbarme, con solo sentir el calor de su boca, mi semen fue a parar hasta su paladar. Bese sus labios para beber una ración de mi propio liquido.
Tienes nuevo material para escribir Dijo. Mientras acariciaba mi rostro y yo contemplaba su espléndida sonrisa.
Para eso necesito mas detalles- dije- por lo menos diez sesiones más- argumente.
Esa noche no dormimos, probamos todas las formas posibles de satisfacernos. Al día siguiente llamó a su trabajo para excusarse de no ir a trabajar. Continuamos inventando nuestro propio cuento durante todo el día y todo el fin de semana.
Mis cuentos no tenían una dirección donde avisar si alguien los encontraba. Después de que Víctor los leyó. Se propuso conocerme a como diera lugar.
Lo consiguió...