Una pequeña debilidad (4)
¿Te acuerdas de mi hermosa? - Susurró con una voz ronca desde atrás de la ejecutiva, prometeme que no gritarás y no te pasará nada hermosura, no quiero hacerte daño. Y luego de que la ejecutiva asintiera con la cabeza levemente la fuerza del viejo fue disminuyendo hasta quitarle las manos de la boca
La intensa luz de luna que ingresaba por las amplias ventanas de la habitación mostraban con mucha claridad la figura muy bien formada de la ejecutiva que retozaba sobre las cómodas sedas de su amplio lecho, los movimientos de algunos sueños raros habían desordenado las blancas sábanas y se mostraban perfectamente sus voluptuosas formas enfundadas en aquella ropa interior de encaje tan sexy con la que tanto fantaseaban los hombres deseosos de poseerla.
Algunas gotas de sudor bajaban desde su fina frente hasta sus voluptuosos senos, no lograba conciliar el sueño y en ese momento decidió ponerse de pie y acercarse un poco a las ventanas para disfrutar del aire fresco de verano que movía delicadamente su hermosa cabellera, sin siquiera pensar en la figura que la admiraba desde la oscuridad de su habitación, aquellos ojos intrusos no perdían detalle de la voluptuosa anatomía de la ejecutiva que se llevaba las manos a la cabeza para arreglarse el pelo haciendo que la imagen sea demasiado excitante. Así parada frente a la ventana estirando las piernas mostraba aquel hermoso trasero en su máxima expresión. Con ese movimiento de caderas que hipnotizaba a cualquiera que la viera, la ejecutiva volvió a su lecho para tratar de descanzar. Aquél individuo supo moverse con tal cuidado que no se oyera ningún ruido en la habitación, no pudo contener sus ancias de tocar ese cuerpo infernal que se encontraba a unos metros... La ejecutiva sólo sintió unas manos arrugadas que le tapaban la boca con mucha fuerza, ella no supo que hacer sólo trató de zafarse pero la fuerza de aquél anciano era superior...
¿Te acuerdas de mi hermosa? - Susurró con una voz ronca desde atrás de la ejecutiva, prometeme que no gritarás y no te pasará nada hermosura, no quiero hacerte daño. Y luego de que la ejecutiva asintiera con la cabeza levemente la fuerza del viejo fue disminuyendo hasta quitarle las manos de la boca y llevarlas hacia su cintura, abrazandola y empujandola hacia él. La ejecutiva pudo sentir la excitación de aquél viejo en medio de sus hermoso trasero. Sentía que aquella prenda íntima era manchada por la violencia de aquél viejo acosador.
¿Qué quiere de mi señor Muñoz? - Pregunto temerosa la ejecutiva.
Tu sabes lo que quiero dulzura... siente como me tienes - le decía atrayendo su delineado cuerpo hacia el suyo - Todos los días me calientas con esos trajes que se te pegan tanto a la cola. - Se buena dejame tocarte un poco. - Decía con voz ronca y entrecortada el viejo sin poder ocultar su nerviosismo.
La ejecutiva se sentía rara, como si quisiera que el viejo siga, no entendía porque ella, una mujer tan limpia pudiera estar sintiendo aquello que consideraba demasiado sucio, mientras las manos del viejo no perdían tiempo y acariciaban aquél hermoso trasero que aún mantenía la diminuta prenda de encaje. - La ejecutiva no pudo más y voluntariamente acomodó los brazos sobre la cama estirando las piernas y arqueando la espalda, en su cabeza resonaban las palabras "no lo hagas, no lo hagas, no lo hagas", pero su cuerpo decía otra cosa... el viejo no pudo creer lo que pasaba y sin perder tiempo, haciendo a un lado la diminuta prenda que a esas alturas se encontraba bastante mojada, ubicó toda su viribilidad de un solo golpe en la cavidad más codiciada de la ejecutiva, - AHmmhmh --- Se escuchó un leve gemido, hecho su larga cabellera hacia atras y arqueó lo más que pudo la espalda de manera involuntaria, se dejaba llevar por lo que sentía su cuerpo, ella no ejercía dominio sobre aquelllas voluptuosas formas. El viejo empezo con un mete y saca infernal, como si la vida se le fuera en aquél instante, se estaba cogiendo a la mujer más deseada de toda la empresa, quizás de toda la ciudad. De los finos labios de la ejecutiva sólo podían escucharse gemidos - Ahmgg, hmmg, Ahmh, ah, al son de las embestidas del viejo, no podía creer lo que estaba sucediendo en su habitación, ella entregada al placer y aquél viejo penetrándola desde atras, era una imagen memorable- Los voluptuosos senos se movían al son de aquel acto que para ella había sido sucio hace algunos instantes y que ahora era lo más delicioso que había sentido... el viejo aceleró sus embestidas y con ello incrementaron los gritos de la ejecutiva... hasta que en un momento penso tocar el cielo cuando tuvo un tremendo orgasmo... todos sus sentidos desaparecían, era una sensación increíble, nunca antes había sentido tal cosa...
Pum Pum Pum... tía estas despierta???, golpeaba preocupado aquél muchacho pensando que le habría pasado algo a su deliciosa tia, era raro que asegurara la puerta.
En ese momento nuestra hermosa ejecutiva desperto de su letargo y poniendose la bata salió rápidamente a abrir la puerta de su habitación. - Estoy bien cariño no te preocupes, le decía a Martín, su sobrino, acariciandole la rubia cabellera al muchacho...
Tía te espera afuera un señor, dice que es de la empresa donde tu trabajas... - A la ejecutiva se le aceleró el pulso, pensó en distraer al Sr. Muñoz haciendo que el muchacho le diga que no estaba en casa, pero decidió ser fuerte y afrontar el problema y tratando de disimular su nerviosismo le dijo "Esta bien cariño hazle pasar y que espere". El muchacho, no sin antes apreciar la belleza de su tía a traves de aquella bata semi transparente que le llegaba por encima de las rodillas, salió corriendo. La dulce ejecutiva se encontraba en un gran problema, tenía que planear lo que haría, necesitaba evitar que su sueño se vuelva realidad, podrá lograrlo?... había llegado el momento de saberlo....
Continuará