Una pequeña ciudad. (9)

Capítulo IX

El miércoles por la mañana Pol durmió, por la tarde cuando estaba en su despacho Javier lo llamó.

-Hola Pol, supongo que te acuerdas que mañana es jueves, noche de cena con los amigos, espero que te los guardes todos.

-No me acordaba, no hay problema, solo que no podré beber ni estar hasta muy tarde, a partir de la una de la madrugada tengo que trabajar.

-Vale, ya pensaré algo, mañana te confirmo el lugar.

Colgó la llamada de su amigo y Alba entraba por la puerta.

-Estoy muy nerviosa.

-¿Otra vez?

-Esta noche estaré sola y me tenso.

-Tendré el teléfono al lado de la cama, si pasa cualquier cosa me llamas, ves a descansar y relájate.

-¿Y si las acciones de aquella empresa japonesa que tanto está subiendo empieza a bajar?

-Si baja dos puntos véndelo todo.

-Mejor te llamaré antes.

-Como quieras, ya te he dicho que estaré atento al teléfono.

Alba lo miraba fijamente dudando, se dio media vuelta para irse.

-Alba.-La avisó Pol levantando la voz. Ella se giró volviendo a la puerta del despacho.

-Todo va a salir bien, estás preparada para ello, yo confío en ti.- Ella movió la cabeza confirmando con una sonrisilla y se fue.

Pol controló el mercado americano aquella tarde y a las ocho lo siguió haciendo desde su casa.

Al día siguiente confirmaron hora con Javier, le pasaría a buscar por su casa a las ocho y media de la tarde, para cenar a las nueve y tomar una copa antes de la una que era la hora que Pol volvía al trabajo, iban los dos en el coche.

-¿Dónde me llevas hoy?

-He quedado con Abelardo y Pablo en el restaurante ‘La Carretera’, allí mismo podremos tomar una copa después.

-¿La Carretera?, no lo conozco.

-Mejor, así verás a las camareras más guapas de la ciudad.- Le decía Javier riéndose.

Cuando llegaron Pol se sorprendió, como podía ser tan desastre y despistado, ‘La carretera’ era el restaurante donde trabajaba Lara, nunca se había fijado en el cartel. Se encontraron los cuatro amigos en una mesa.

-Hola chicos, ¿queréis tomar algo antes de cenar?- Les preguntaba Lara mirando fijamente a Pol.

-Hola Lara, buenas noches.- Saludó amablemente Pol.

-Cuando sepáis que queréis me avisáis.- Se iba a ir girándole la cabeza a Pol.

-Trae cervezas para todos por favor.- Dijo rápido Javier antes que se alejara demasiado.

-¿La conoces?- Preguntaba Pablo.

-He venido algunas veces sin saber que este lugar se llamaba La Carretera.

-Te dan de comer o una copa a cualquier hora, está muy bien.- Afirmaba Abelardo.

-Me ha parecido que no te ha mirado muy bien la camarera, ¿qué le has hecho golfo?- Decía Javier mirando a Pol con una risilla.

-Nada, la última vez que estuve hablamos un rato y quedamos que algún día saldríamos a tomar algo, eso es todo.

-Pues no sé si llegarás a salir con ella, no la veo muy convencida.- Reía Pablo mientras lo decía.

Llegó Isa con las cervezas.

-¿Las traes tú, y Lara?- Preguntó Javier.

-No sé qué pasa aquí que me van cambiando las camareras siempre que vengo.- Afirmaba Pol extrañado.

-No te preocupes, hoy no tiene un buen día.- Excusó Isa a su compañera.

-Demasiados malos días tiene.- Dijo Javier, Pablo se extrañó y Abelardo lo miró serio, Pol se dio cuenta que algo pasaba.

-Por nosotros.- Volvió a decir Javier levantando la copa de cerveza, los demás levantaron las suyas y brindaron.

Cenaron y se tomaron una copa después, Lara no volvió a aparecer por la mesa, a Pol le pareció raro pero después del comentario de Javier entendió que esa chica debía tener algún problema, no le quiso dar más importancia. Javier lo dejó en la puerta de su casa sobre las doce y media, Pol subió a su habitación a cambiarse, a través de la cortina vio luz en la habitación de Lily, se acercó con cautela y la separó un poco para mirar. Se le abrieron los ojos y se le levantó la polla al instante, la vecina estaba con dos tíos, arrodillada delante de ellos le comía, pero bien comida, la polla a uno y después al otro, Pol se agarró la suya pajeándose lentamente, uno se estiró en la cama, ella lo cabalgó dándole la espalda, el otro se acercó a la cama, le agarró la polla y mientras se follaba a uno al otro se la chupaba, era como una película porno pero en directo. Se dio la vuelta, siguió cabalgándolo de cara, enganchó las tetas al pecho del que estaba estirado, al que se la chupaba antes se subió a la cama, se escupió en la mano restregándosela por el culo, se cogió la polla y la apuntó introduciéndosela lentamente, Lily levantaba la cabeza gritando de gusto, acabaron follando los tres a muy buen ritmo, el mismo que se daba Pol haciéndose una paja. Se corrieron los tres tíos, los dos que follaban llenando de leche los condones y él dejando la pared de su habitación debajo de la ventana perdida a lechazos. Sopló soltando la cortina para que volviera a su sitio, fue al cuarto de baño a lavarse y después limpió como pudo con una toalla el estropicio que había liado en la pared.

Abelardo al día siguiente comenzó el trabajo muy temprano, sobre las nueve y media fue a desayunar al bar restaurante La Carretera, estaba sentado en una mesa cuando notó que alguien le apoyaba la mano en el hombro, giró la cabeza y vio que era Lara, los ojos se le iluminaron, como cada día cuando la veía, durante años estuvo comiéndose el bocadillo de la mañana allí, solo para verla a ella.

-No sabía que conocías a Pol.- Le decía Lara intentando disimular.

-Somos amigos de la infancia, estudiábamos juntos los cuatro que estuvimos cenando ayer.- Por la cara de Lara Abelardo se dio cuenta que algo no iba bien.

-¿Pasa algo con él?- Le preguntó a Lara.

-No, no me cae bien.

-Pues es muy buen tío.

-Tú eres demasiada buena persona y te fías de todo el mundo.- Parecía más una acusación de Lara que otra cosa.

En eso Lara tenía razón, Abelardo era un tío muy grande físicamente, impresionaba con la espesa barba, pero en el fondo era un buenazo, su timidez le hacía ir un día detrás de otro a ver a Lara sin atreverse a decirle lo más mínimo sobre sus sentimientos. Cuando acabó el bocadillo y la cerveza se despidió hasta el lunes amablemente de ella y se fue, al salir los ojos se le habían vuelta a apagar, volvía a parecer aquel hombre grandullón y triste que todo el mundo conocía. Acabó su jornada laboral al medio día, como cada viernes se subió en el cuatro por cuatro enorme como él tipo ranchera que utilizaba para trabajar, preparada con unos neumáticos grandes todoterreno para meterse en cualquier obra sin problemas y salió a la carretera. Condujo unas cuatro horas en dirección a las montañas, atravesó varios puertos dejando atrás la civilización, en el último justo en la cima se desvió por un estrecho camino con un palmo de nieve, condujo un buen rato hasta llegar a una verja, allí dejó el coche, se puso las raquetas para la nieve en los pies, sacó de la parte trasera del coche una mochila grande como él poniéndosela en la espalda, abrió el candado de la verja cerrando detrás de él, caminó casi una hora más subiendo un cerro por el medio de un cerrado bosque, cuando salió al claro se paró. Podía ver un pequeño valle con una casita de madera en medio rodeada de nieve, llegó hasta ella, dejó en el porche las raquetas, se quitó la mochila de la espalda, agarró una pala que tenía preparada y quitó la nieve acumulada antes de entrar. Una vez dentro, dejó la mochila encima de la mesa, cogió una caja de cerillas encendiendo el fuego de la chimenea, ya tenía preparada la leña bien puesta para que ardiera, después de la mochila fue sacando algunas latas de conserva que fue colocando cuidadosamente en unas estanterías en la cocina, y algo de comida fresca que colocó en el frigorífico, en realidad era una nevera de playa grande llena de hielo o nieve. Se preparó un whisky escocés, agarró de dentro de una caja un buen puro, sacó del interior de la casita una mecedora al porche, se sentó y encendió el puro, le dio un buen trago al whisky y cerró los ojos inhalando todo el aire fresco que pudo en sus grandes pulmones. Allí solo estaba todos los fines de semana y todas las vacaciones, fuera la época que fuera, aquel terreno que heredó y la casita que él mismo construyó con sus propias manos era lo más preciado que tenía, en aquel lugar se alejaba de la gente, de toda la gente que tanto le molestaba, el mismo se reconocía como un tipo solitario, conocía a muchas personas por su trabajo, tenía fama de buen carpintero en la ciudad y trabajo no le faltaba, pero amigos casi no tenía, solo a los tres que se conocían desde pequeños. Y luego estaba Lara, eso era otra cosa, la consideraba amiga suya aunque solo se vieran en el bar, en realidad él quería que fuera algo más que una amiga, pero también tenía muy claro que jamás se atrevería a decirle nada, para él era una mujer demasiado guapa, sentía que no tenía ninguna posibilidad con ella. A veces imaginaba que aquella bonita y delicada criatura estaba con él, que eran pareja, reía el solo pensando que serían como la bella y la bestia. Dejó salir lentamente el humo del puro de su boca, lo fue siguiendo con la vista mientras le daba un trago al vaso de whisky, nunca entendió porque solo fumaba en la cabaña.

Entre comidas y conversaciones de trabajo o no trabajo con Alba, fines de semana que podía pasar con Quique su hijo, cena de la semana con los amigos, otros fines de semana que se quedaba solo y aburrido en su casa, o no tan aburrido espiando a la vecina, estaba a punto de acabar el primer mes del trabajo de Pol. Abelardo y su cuadrilla de trabajadores ya habían estado trabajando durante cuatro días para dejar la oficina tal y como la imaginó Pol, hasta Ricardo Escobar, el jefazo, lo felicitó de lo moderna y práctica que quedó. Una mañana antes que el Sr. Escobar se pusiera a tomarse su whisky se coló en su despacho Pol con un dosier en las manos.

-Buenos días señor Ríos.

-Buenos días Don Ricardo.

-Aún seguimos así.- Se quejaba con medio cabreo Ricardo.

-Le quería consultar una cosilla.- Dijo rápido Pol antes que el viejo se acabara de cabrear.

-Dime.

-Usted conoce algún diario que nos pudiera ayudar a publicar un artículo que nosotros mismos le enviemos, pagando claro.

-Un par de veces al mes asisto a una cena con unos amigos, entre ellos está el alcalde, algunos empresarios, un par de jueces, un par de notarios, un gran abogado, a veces viene el arzobispo, y el propietario del diario con mayor tirada de la ciudad, es muy amigo mío, nos lo publicará sin ningún costo.

-La gente que mueve los hilos de esta ciudad.- Recordaba Pol las palabras de Armando. Ricardo lo miraba con una sonrisilla, así era.- Dígame, ¿Cuántos de ese grupo son clientes nuestros?

-Mi mejor amigo el del diario, creo que invierte una parte de su capital para quedar bien conmigo, y uno de los jueces. ¿Qué es exactamente lo que le gustaría publicar señor Ríos?

-Me gustaría dar una pequeña explicación de quiénes somos y los resultados que obtenemos, los del último mes claro.

-¿Ya tenemos resultados?

Pol le sonrió y deslizó el informe sobre su mesa dejándoselo delante, Ricardo con tranquilidad lo cogió y abrió la tapa de cartón, empezó a mirarlo por encima, lo dejó caer en la mesa, se quitó las gafas que limpió con una bayeta que sacó del cajón, miraba a Pol con unos ojos abiertos que parecía que se le iban a salir de las cuencas, volvió a ponerse las gafas mirando con más detalle las cifras, volvió a mirar a Pol esta vez con las gafas puestas.

-Aquí hay un error Pol, no puede ser…

-No hay ningún error señor Escobar, lo he repasado minuciosamente y es correcto.

Ricardo estaba en shock, no se sabía si por el informe o porque había llamado a Pol por el nombre y le había contestado como él quería desde que empezó a trabajar allí.

-Quiero publicar esa tabla y repartir beneficios a los clientes más valientes que apuestan por la renta variable, y a usted también señor Escobar que ha sacado un buen pellizco.

-No me lo puedo creer, envíeme ese artículo que se lo haré llegar a mi amigo, mañana saldrá publicado.

-Nos empezaremos a preparar para recibir visitas, creo que a partir de mañana nos va a aumentar el trabajo, por cierto, tendré que empezar a contratar más gente.- Ricardo estaba de pie buscando por el armario la botella de whisky y un vaso, esta vez sí que tenía algo que celebrar.

-Haz lo que quieras Pol, tú decides.

-Muchas gracias señor Escobar.

Se miraron un momento y sonrieron, Ricardo apartó la mirada para fijarla en el vaso mientras caía el whisky escocés, Pol cerró la puerta.

Llamó a su despacho a Alba para enseñarle los resultados del mes.

-Ya había hecho un cálculo y es lo que me esperaba.- Le dijo Alba sin inmutarse.

-Eso me pasa por tener a una listilla y eficiente compañera.

-Y porque está sola se distrae haciendo esas cosas antes de llenarse el apartamento de gatos.- Le guiñó un ojo a Pol riendo los dos.

Después fue a buscar a Rosa y Armando, los metió en la sala de reuniones y se sentaron los tres.

-Armando, a partir de mañana quiero máxima concentración, los dos tenéis que hacer un buen tándem, Rosa recibirá llamadas de gente que querrá informarse de lo que le podemos ofrecer, quiero que les des cita cada hora y media, necesitaré tiempo para explicarles nuestro trabajo y convencerlos, tú Armando tienes que estar muy atento a esa agenda para atenderlos mientras esperan que yo les pueda recibir, a partir de mañana habla con tus amigos los que han invertido, les vamos a ingresar los primeros beneficios y tienen que traernos a sus familias. Si todos hacemos nuestro trabajo bien vamos a darle la vuelta a esta empresa, y os prometo que el mes que viene le pediré al señor Escobar una aumento de sueldo para todos.- Rosa y Armando se miraron, entendieron perfectamente lo que se esperaba de ellos.

Tal como lo había planeado a partir del día siguiente empezaron las llamadas y las visitas, Pol pasaba el día de reunión en reunión captando nuevos clientes. Un medio día almorzando con Alba le explicaba las últimas novedades.

-He ofertado dos puestos de trabajo, necesitamos gente preparada para hacer lo que estamos haciendo nosotros ahora, esos horarios tan intempestivos, me gustaría que tú hicieras una primera selección y entre los dos escoger a los mejores candidatos.

-Como tú quieras Pol, esta misma tarde me pongo.

-Espero que los escojas por su buen trabajo y no solo porque sean guapos, que tú llevas demasiado tiempo sola y necesitas…

-¡Eh, eh!, no te pases, mejor escogeré chicas, que a ti si te hace falta un buen revolcón.

-Eso lo dirás tú.

-Claro que lo digo yo, se te nota en la cara.

-Venga, venga, un poquito de seriedad en el trabajo.

-¡Ja!, ahora quieres cambiar la conversación porque no te interesa.

-No, no me interesa.- Alba vio que Pol se entristecía.

-De acuerdo, esta tarde miraré los primeros candidatos.

-Muchas gracias Alba.

-Somos un equipo ¿no?

Se miraron con cariño, comieron y por la tarde cada uno siguió con su trabajo. Alba lo conocía lo suficiente para darse cuenta que a Pol algo le dolía y no pensaba en mujeres. Pol pensar en otras mujeres que no fueran Nuria, su ex mujer, le ponía nervioso, seguía enamorado de ella.

En una semana había captado como clientes a todos los familiares de los amigos de Armando y a todos los componentes de las cenas del señor Escobar, incluidos el alcalde y el arzobispo. Las inversiones se multiplicaron muchísimo por la entrada de capital nuevo. Fueron entrando nuevos empleados, de tres que inicialmente estaban en la sala, Pepi, Luisa y Alba, se pasó a siete. Jana entró en el grupo de Pepi y Luisa que la fueron informando y formando en lo que hacían ellas, Teresa, Lorenzo y Gabriel lo hicieron con Alba, entre ella y Pol los pusieron al día, los tres se repartirían los turnos de mañana, tardes y noche con la supervisión de ellos. A partir de ese momento Alba y Pol se dedicaron más a dirigir y buscar buenas inversiones, Alba también compraba revistas económicas extranjeras para intuir buenas posibilidades como le enseñó Pol. La empresa empezaba a funcionar como Pol había soñado, el señor Escobar cada día cuando entraba lo hacía con una sonrisa de oreja a oreja, nunca imaginó que el negocio le cambiaría tanto en tan poco tiempo, le llamaba gente influyente de la ciudad para invertir en su empresa, él los ponía en contacto con Pol y siempre los convencía, se sentía útil de nuevo, incluso dejó de beber en el despacho y estuvo más atento al teléfono. Las reuniones con Pol le interesaron más que nunca para estar al corriente de todo lo que pasaba.

Nuria seguía trabajando de enfermera en el hospital, y seguía teniendo confianza con Belén, la guapa enfermera que no se le conocía ningún lio con los médicos, Nuria pensaba que igual es que les gustaban las mujeres, lo tenía en la cabeza y estaba en sus planes preguntárselo algún día. Fue una tarde que habían quedado para hacer un café después del trabajo y hablar un rato cuando se decidió.

-Belén, si no quieres no me contestes, pero es que hay algo que me está dando vueltas en la cabeza hace un tiempo.

-Tú dirás amiga.

-¿Has tenido alguna vez pareja?- La amiga se puso a reír.

-Supongo que lo preguntas porque no me he liado o he salido con nadie del hospital, sí que tuve pareja en algún momento de mi vida, pero ahora mismo ni tengo ni me interesa, soy una nini.- Se descojonaba de risa de su propio chiste.

-Pero, ¿tú pareja era, era chico o chica?

-¡Ah!, ahora lo entiendo, no sabes que es lo que me gusta…- Miraba a su amiga a los ojos dándole suspense a la respuesta.- Los hombres, me gustan los hombres.

-Pues no será que los hay de todo tipo sueltos por ahí.

-Sí, ya sé que los habrá guapos y cariñosos, supongo que no estoy muy por la labor… ¡Uy!, ahora que pienso, te tengo que explicar algo importante.

Nuria adelantó el culo en la silla para prestarle más atención, lo que le tenía que decir Belén parecía importante.

-Me voy.

-¿Cómo que te vas?- Preguntaba una sorprendida Nuria.

-Un amigo mío me ha ofrecido ser directora de enfermería en el hospital donde trabaja, es una ciudad pequeñita pero el cambio me gusta.

-¿Un amigo, o es algo más?

-Coño Nuria, cómo estás con el asunto nena, hubo alguna cosilla en su momento pero nada importante.

-¿Cómo se llama el hospital?

-Hospital General de San Antonio.

-¿Y tú amigo el médico?

-Pablo García.

-¡No me jodas!- Las palabras y la expresión de la cara de Nuria denotaban una sorpresa mayúscula.

-Te vas a trabajar a la ciudad donde nació mi ex marido, donde está viviendo ahora.

-Bueno.- Le decía una tranquila Belén.

-Y el médico con el que algo tuviste, es amigo de Pol desde pequeños, desde luego que el mundo es un pañuelo.

-Si son amigos puede que acabe conociéndolo, por fin voy a conocer al hombre del que no paras de hablar.

-¡Eh!, que no hablo tanto de él, estamos separados, bien separados y divorciados, es el padre de mi hijo es normal que hable.

-Sí, sí, claro.

-Quiero pedirte algo.

-¿El qué Nuria?, me estás dando miedo.

-Que lo conozcas y me digas que hace…

-Sí hombre, ¿de qué vas?

-Solo que cuando hablemos, porque nos llamaremos de vez en cuando ¿no?, me digas como lo ves, si está solo, no sé, un poquito de información.

-Nuria, tú estás enferma.

-Venga, hazlo por mí, por favor, por favor.

-Que pesada te pones.

Un par de semanas más tarde, un viernes por la tarde cuando fue a buscar a su hijo habló con Nuria antes que Quique saliera de la casa.

-Queda un mes para el cumpleaños del niño, ¿has pensado en lo que te dije?- Le preguntaba a su ex mujer.

-No me acuerdo, ¿qué era lo que me dijiste?

-Nuria por favor, te pedí que celebráramos su cumple en mi casa, tengo un buen jardín que me gustaría arreglar y decorar para darle una sorpresa, te dije que hablaras con tus padres para que también vinieran y juntarnos toda la familia allí.

-¡Buff!, no sé, es mucho follón, ¿no?

-No es ningún follón Nuria, tú y Ernesto os podéis quedar en mi casa, tengo vacía una habitación grande, si tus padres quieren venir el día antes o quedarse a dormir el sábado les pagaré un buen hotel, no os tenéis que preocupar de nada.- Nuria no parecía muy convencida, en ese momento apareció por detrás Quique, les había oído la parte final de la conversación.

-Mamá, ¿vais a venir a la casa de papá?, es muy bonita y grande, yo quiero que vengáis.

Nuria miró a Pol, si su hijo se lo pedía no le podía decir que no.

-Algún fin de semana lo haremos, vale campeón.- Quique se quedó conforme y contento, una mirada a los ojos de Pol le confirmó que lo harían como le había pedido. Ernesto que estaba en la puerta de la casa escuchando no hacía tan buena cara, no le hacía ninguna gracia ir a la casa del ex marido de su pareja.