Una pequeña ciudad. (7)

Capítulo VII

Capítulo VII

Aquella noche del viernes mientras Pol le hacía un vaso de leche caliente con galletas a su hijo antes de ir a dormir, Alba cenaba con su mejor amiga Mélani, estaban sentadas en una pizzería, notó que Alba estaba más callada de lo normal.

-¿No me explicas nada de cómo te ha ido esta semana en el trabajo?- Preguntaba Mélani para hacerla reaccionar.

-Bien.

-¿Bien?, solo eso, te recuerdo que en esta misma mesa la semana pasada me dijiste que el lunes llegaba el nuevo director de inversiones y que le ibas a cantar las cuarenta dejándole las cosas bien claras. Ese puesto tenía que haber sido tuyo.

-Ya se las canté solo verlo el lunes.

Mélani esperaba que siguiera hablando y Alba comía callada.

-¿Y?, coño Alba que te tengo que estirar de la lengua para que hables hoy.- Insistió su amiga perdiendo un poco la paciencia.

-Lo encajó bien.

-¿Cómo que lo encajó bien?, quieres explicármelo por favor.

-Pues eso, me escuchó, luego me habló él…, y me convenció para seguir trabajando a su lado, punto.

Mélani fruncía el ceño mirando a su amiga.

-¿Es viejo?

-Treinta y cinco años.

-¿Casado?

-Separado o divorciado con un niño pequeño.

-¿Es guapo?

Alba levantó la vista mirando a su amiga.

-Mucho, muy guapo.- Dijo con una vocecilla que Mélani alucinó.

-¡Hostia puta Alba!

-¿Qué pasa?

-Pues pasa que estás enamorada nena, a mí no me engañas, te conozco mejor que la madre que te pario tía.

-Anda va, ¿de qué vas?

Mélani riendo le agarró la barbilla para que la mirara a los ojos.

-¿Cómo ha pasado Alba?, si tú no querías saber nada de relaciones serias, ¿cómo has podido caer?

Alba dejó los cubiertos encima del plato seria.

-No lo sé Mélani, no tenía ninguna intención de hacerlo, pero es que habla de una manera, es tan, tan, tan seguro de si mismo, parece que sepa las cosas antes de que pasen. Y tiene…- Se quedó callada pensando.

-¿Qué tiene cariño?- Le preguntaba una sonriente amiga.

-Tiene unos ojos tan bonitos que se me caen las bragas solo pensando en ellos, como me está pasando ahora.

-Madre mía como te has enganchado, si me pinchan no me sacan sangre.

-Es que además no me demuestra ningún interés sexual, me habla de amistad y nada más, eso hace que tenga más interés en él.

-¿Habéis follado?

-Que no coño, te lo estoy diciendo, somos amigos y se acabó.

-Pues lánzate nena, provócalo.

-¡Ay!, no sé.

-Tú misma, si no lo haces y es como dices que es alguna otra se te adelantará y luego te arrepentirás.

-Es que yo tampoco estoy segura de querer tener una relación seria, estoy muy bien como estoy.

-Bueno, tú misma, anda vamos a tomarnos unos copazos para olvidar las penas.

Las dos amigas salieron del restaurante cogidas por la cintura, dispuestas a pasar una buena noche bebiendo y riendo.

Al día siguiente Alba se despertó en la cama de su bonito apartamento, se metió en la ducha resacosa de lo bebido la noche anterior, mientras le caía el agua por encima del cuerpo pensó en la conversación con su amiga Mélani, eso le hizo pensar en Pol, en su voz, en sus ojos. Las manos se le fueron solas, con una se acariciaba las tetas, se las amasaba y se pellizcaba los pezones hasta ponérselos duros, la otra hurgaba en su coño, lo frotaba, buscaba el clítoris para sentir más placer, cerró los ojos y apoyó la espalda en la pared de la ducha, resopló y gimió, no podía entender cómo se podía  mojar tanto pensando en él, le llegó un latigazo tremendo de gusto haciendo que se corriera tapándose la boca para no gritar del placer que sentía. Metió la cabeza debajo del agua y lloró, lloró amargamente pensando que Pol jamás le haría caso, él tenía su vida, su hijo, no parecía interesado en otra cosa que no fuera su trabajo y su hijo, y si en algún momento se interesaba por ella como sería su relación con el niño, él ya tenía a su madre, que papel tendría ella. Se agobiaba pensando que se había enamorado perdidamente de alguien que no le convenía, lloraba por ello, después pensaba en Pol, en lo guapo y caballero que era, todavía lloraba más, su vida estaba derivando en una situación que no controlaba y la disgustaba.

Pol pasó el sábado por la mañana con su hijo y sus padres, fueron con el niño a un parque para que jugara y luego comieron juntos. Cuando llegaron a su casa por la tarde el niño dormía la siesta cansado de las actividades de la mañana, Pol se preparó una copa, iba a salir al porche trasero para tomársela cuando llamaron a la puerta. Era su hermana Laura, llevaba un paquete debajo del brazo que dejó encima del sillón, se abrazaron.

-Muchas gracias por ver la casa antes de que llegara, me encanta.

-Ya sabes que de mí te puedes fiar.

-Algunos detallitos los has puesto tú, ¿a que sí?, está demasiado bien decorada. ¿Qué te pongo para beber?

-Lo mismo que tú.

Salieron y se sentaron en una mesa de exterior, brindaron y le dieron el primer trago a la copa.

-¿Y Quique?

-Está descansando, los papis esta mañana le han dado mucha caña, estaban desearlo verlo y no lo han dejado tranquilo ni un momento, el chaval estaba reventado.

La hermana sonreía, le miró a los ojos.

-¿Y tú, cómo estás?

-Bien.

-Eso se lo dirás a todas, que soy tú hermana Pol.

-Estoy encantado con el nuevo trabajo, pensaba que podría hacerlo crecer, después de esta semana estoy entusiasmado, si todo sale bien será espectacular, le vamos a dar la vuelta al negocio como un calcetín…

-No te hablo de eso y lo sabes.- Le cortó Laura mirándole fijamente a los ojos, Pol apartó la vista dándole un trago a la copa.

-No lo sé.- Contestó triste.

-Todavía estás enamorado de ella, tendrías que ir olvidándola, no te va a hacer ningún bien seguir así, ni a ti ni a Quique.

-Quique no tiene nada que ver en esto.

-Sí que tiene que ver, él es el único lazo que os une, y lo sabes, si no fuera por él no tendríais ningún contacto, tal vez así sería más fácil que te olvidaras de ella de una vez.

-No la puedo olvidar Laura, la quiero…

-¿Cómo puedes querer a alguien que después de tener un hijo juntos te deja porque no está a gusto donde vive?, no te dice que ya no te quiere, solo que se va y se lleva a tú hijo porque tiene frio, por favor, y no solo eso, después se lía con un tío sin decirte nada, ella no te quiere Pol, deja de ser un perrito faldero, no se lo merece, tú sí que te mereces ser feliz con otra mujer…

-Basta ya, tú  también te divorciaste…

-Sí, pero me he olvidado de él para siempre, hago lo que quiero.

-Tampoco has intentado encontrar a otra pareja, sigues sola.

-Es verdad, follo cuando me da la gana con quien quiero sin darle explicaciones a nadie, ¿y tú, desde cuando no pegas un buen polvo?

-¿Yo?, desde…, no me acuerdo, aunque me parece que el otro día pasó algo raro.

-Tú sí que eres raro tío, espabila hombre, espabila de una vez.

Se quedaron los dos en silencio. Oyeron detrás unos pasitos girando las cabezas.

-Tía Laura.- Gritó Quique mientras corría con los brazos abiertos. Laura se levantó cogiéndolo en brazos dándole un achuchón besándolo.

-Tú y yo ya acabaremos esta conversación.- Le dijo a su hermano riendo.

-No creo que la volvamos a empezar.- Sentenció Pol.

Laura caminó con Quique en brazos llevándolo hasta el paquete que había traído.

-Es un regalito para mi sobrino favorito, ábrelo guapo.

-¿Qué es?

-Ábrelo y lo verás.

El niño estaba entusiasmado abriendo el regalo, Pol los miraba desde la puerta que daba al porche, le regaló un coche dirigido que al niño le encantó, Laura estuvo un rato más enseñándole como iba. Se despidió de su sobrino y Pol la acompañó al coche.

-Sabes que te quiero, ¿verdad hermanito?

-Claro que lo sé, yo a ti también.

Se abrazaron, Laura entró en el coche y lo puso en marcha.

-Mañana cuando la veas no hagas el capullo hermanito.

-Déjame en paz guarrilla.

-Anda y que te den.- Laura arrancó el coche mientras Pol le levantaba el dedo corazón. Se giró y entró en la casa sonriendo.

El domingo después de comer salieron de viaje de vuelta, cuando llegaron a la casa de la madre los estaban esperando ella y su pareja el cirujano, abrazó a su hijo y Ernesto lo acompañó dentro de la casa dejándolos a los dos solos fuera.

-El mes que viene es el cumpleaños de Quique, estaba pensando en celebrarlo en mi casa, tengo un buen jardín, lo arreglaría y le prepararía una buena fiesta, nos podemos juntar todos allí, tus padres, los míos, estaría con toda la familia junta, seguro que al niño le gustará.- Argumentaba Pol.

-Bueno, lo vamos hablando, ¿vale?

-Sí, pero sería bueno ir avisando a la gente para que no hagan planes.

-De acuerdo, yo me cuido de los míos.

Nuria le miraba a los ojos y le acariciaba la cara, Pol sentía el contacto en la piel de su mano y se derretía, recordaba los buenos momentos con ella, los besos, las caricias, los orgasmos intensos, se le humedecían los ojos. Nuria apartó la mano y se giró.

-Buen viaje de vuelta Pol.

-Hablamos.

Volviendo fue un drama, dentro del coche no tenía ningún reparo en llorar, se sentía solo, abandonado, ellos eran una familia unida y él no tenía cabida, la mujer que más quiso en su vida lo ninguneaba, le acariciaba la cara cuando su pareja no la veía sabiendo que lo tenía comiendo de la palma de su mano, como si él fuera un juguete que tiraba cuando le daba la gana.

Entrando en la ciudad vio el restaurante donde pararon con Quique cuando llegaron, pensó en cenar allí antes de llegar a su casa. Se sentó en la misma mesa que el viernes anterior con Quique, le parecía estar en un lugar conocido y no se sentía tan solo, miraba el asiento de delante, vacio, le venía a la cabeza su hijo allí sentado riendo con él, miraba la silla de su lado, nunca se sentó nadie pero pensó que en esa silla debería haber estado sentada su madre, Nuria, como la quería todavía, había pasado el tiempo, ella ya tenía otra vida y él seguía queriéndola como el primer día que casi le tira el café por encima…

-Señor, ¿está bien?- Levantó la cabeza y volvía a leer el cartelito encima de una teta.

-Sí, sí, hola Lara, perdóname si el otro día que vine con mi hijo te importuné, nunca fue mi intención.

Lara le miraba los ojos sonriendo.

-No se preocupe, no lo hizo, era yo que no tenía un buen día, con la lluvia y eso. Le dejo la carta y vuelvo, ¿qué desea beber?

Pol le pidió una cerveza y Lara fue hasta la barra a pedírsela al camarero haciendo tiempo para que escogiera algo para comer, Isa se le acercó.

-Lo ves tonta como no pasa nada, ¿es simpático verdad?

-Me parece que hoy no tiene un buen día, hace mala cara.

-El viernes vino con el chico, hoy está solo, eso quiere decir que lo debe de haber dejado con su madre, está separado Lara, camino libre.

-Calla, calla, no me pongas más nerviosa.

-No mujer, todo lo contrario, es para estar tranquila y entablar conversación con él, si lo haces no te preocupes que yo te cubro tus mesas, a estas hora no hay casi nadie.

Lara lo miró, calculó que ya había pasado un tiempo prudencial y le llevó la cerveza, se la dejó delante y sacó el bloque de papel para apuntar la comanda.

-¿Ya ha escogido algo?

-Me llamo Pol, no me trate de usted por favor. Estoy dudando entre un lomo con queso o una hamburguesa completa.

Lara apoyó una mano en la mesa y acercó su cara a la de Pol para hablarle bajito, le miraba los ojos a unos dos palmos de distancia y un escalofrío le recorría el cuerpo.

-Las hamburguesas están hechas de esta mañana, son muy buenas, hazme caso y no te arrepentirás.

-Vale, pues ponme una por favor.

En señal de agradecimiento le tocó el brazo que tenía apoyado en la mesa, sintió el roce de su piel y se quedó petrificada, tardó un momento en reaccionar, después sin decir nada caminó hasta la barra de nuevo para pedir la hamburguesa. Se le acercó otra vez Isa.

-¿Qué tal, vas bien?

-Me ha tocado, me ha rozado el brazo con su mano…

-Pero eso no es nada chiquilla, al revés, parece cariñoso.

-Eso, eso, eso es lo que me pone nerviosa, has visto lo guapo que es, la voz que tiene, esos ojos, si encima es cariñoso ese tío parece el hombre perfecto.

Les cortó la conversación una voz.

-Marchando una completa.- Le pusieron delante de Lara la hamburguesa, Isa le dio un golpecito en el hombro.

-Venga Lara que tú puedes, a por él.- Caminaba insegura con la hamburguesa en la mano acercándose a Pol. Le dejó el plato delante, él levantó la cabeza.

-¿Eres de aquí Pol?, nunca te había visto antes.

-Nací y me crié aquí, me fui a Barcelona para estudiar en la universidad y se puede decir que desaparecí, he vuelto contadas veces para ver a mis padres y nada más, ahora he vuelto para trabajar, así que me verás bastante a partir de ahora. Un día de estos vendré con mis amigos.

-Me toca descansar, te importa que me siente un rato contigo, si no quieres te dejo tranquilo, perdona por la indiscreción.

-No, no, todo lo contrario, siéntate por favor, ¿quieres tomar algo?, te invito.

Lara miró a Isa que no se perdía detalle de lo que pasaba, le hizo un gesto con la mano e Isa agarró la taza de café de Lara llevándosela, se la dejó delante con una sonrisilla nerviosa.

-Pasarlo bien chicos.- Les dijo desapareciendo.

-No hace falta que me invites, ya tengo mi taza de café, siempre está preparada para ir dándole algún trago de vez en cuando.

-Muy bien, ¿y tú que me explicas?- Preguntaba Pol.

Lara le explicó que había llegado a la ciudad con dieciocho años recién cumplidos, que trabajó en un supermercado, después en el restaurante y que le gustaba mucho. Un resumen más o menos de lo que había sido su vida.

-¿No tienes novio?

-¿Y esa pregunta?- Se le notaba incomoda.

-Perdona, es que me extrañaría que una chica tan guapa como tú me esté dando conversación si tuviera novio.

-Pues no, no lo tengo, mira, es que estoy muy nerviosa, si lo he hecho…

-¿Qué has hecho?

-Sentarme contigo hombre, déjame hablar, si estoy aquí es por culpa de ella.- Le señalaba con el dedo a su amiga, él se giró y al verla la saludó.

-No pasa nada, estamos hablando y ya está.

-Sí, no pasa nada, lo que pasa es que se acaba mí tiempo de descanso, mejor me voy.- Se despidió precipitadamente, se levantó y se alejó con la vista de Pol siguiéndola sin entender demasiado lo que estaba pasando. Se le acercó Isa.

-Perdónala, es muy buena chica, pero un poco tímida…

-Y tú eres quien le está buscando novio.

-Mira de eso podríamos hablar, tú crees que podrías salir algún día…

-Espera, espera, ¿no crees que debería ser ella quien lo pidiera eso?

-Tú ven por aquí y ya verás cómo se va soltando…

-Tranquila que iré viniendo, pero a Lara no la presiones por favor, si ella quiere hablar hablaremos.

Se fue para su casa pensando que aquella extraña experiencia en el restaurante con las dos camareras le habían distraído y ya no se sentía tan mal, Lara parecía una buena chica y muy cariñosa. Reía él solo mientras conducía.

En el restaurante discutían las dos camareras, Lara le pedía que no se metiera más en su vida, que le había hecho pasar mucha vergüenza, Isa se defendía diciéndole que espabilara, que Pol era muy buen hombre y no podía dejarlo escapar. Acabaron tomando algo dejando de discutir antes de salir del trabajo, cada una se fue para su casa en direcciones diferentes, como siempre.

Pol llegó a su casa, se cambió con ropa más cómoda, agarró el móvil y se estiró en el sofá bocarriba escribiéndole un mensaje a su ex mujer.

-¿Quique está bien?

Esperaba una respuesta rápida que no llegó, tardó bastante más de lo que imaginaba.

-Todo bien, ya está en la cama. Hasta dentro de dos semanas.

Leyó el mensaje y dejó caer el teléfono encima del sofá, volvió a sentirse mal, aquellas letras tan frías despidiéndose, o mejor dicho, sacándoselo de encima, solo le faltó decirle que no le tocara las narices hasta que fuera a buscar a su hijo. Cerró los ojos suspirando, sonó el aviso de la entrada de un nuevo mensaje, buscó el móvil por el sofá ilusionado, lo agarró y miró la pantalla.

-Hola, perdona que te moleste, estoy sola en casa y muy nerviosa por lo de mañana.- Era Alba, un pequeño gesto de desilusión se le notaba en la cara a Pol.

-No te preocupes, lo haremos paso a paso, lo importante es tener claras las acciones por donde nos moveremos por la mañana con Luisa y Pepi, el resto del día ya lo iremos tirando para delante.

-Gracias, siempre me tranquilizas cuando hablo contigo.

-En este caso te escribo.

-Que tontito. ¿Estás bien?

Pol pensó que tendría que escribir demasiado y la llamó.

-No, no estoy muy bien.

-Ya me lo imaginaba, es por tú hijo ¿no?, al tener que dejarlo con su madre.

-Sí, es por eso. ¿Y tú, cómo que estás sola?, porque no te buscas un buen novio que te de…

-¡Eh, eh!, tranquilito que te veo venir.- Pol quería cambiar de conversación, no se encontraba a gusto hablando de su hijo y sus problemas en ese momento.

-Mujer, es que con lo guapa que eres no te costaría nada tener…

-Que estoy muy bien así hombre, déjame tranquila. ¿Todo saldrá bien mañana?, me estoy estresando de pensarlo.- Alba también quería cambiar de conversación.

-Tranquila, sino fuera porque es importante que estemos los dos en la compra te daría la mañana libre.

-No te preocupes, me interesa saber las inversiones que hacemos en vivo y en directo.

-¿Estás más tranquila?

-Ya te lo he dicho, cuando hablo contigo me tranquilizas, me enganchas esa seguridad tuya.

-Si solo te engancho la seguridad no vas mal.- Rieron los dos.

-Bueno, voy a descansar todo lo que pueda, hasta mañana Pol.- Él también se despidió y cortaron la comunicación.

Alba miró el techo de su habitación, estaba estirada en la cama con su camiseta para dormir. Ojalá me engancharas la polla hasta follarme bien follada, pensó. Se tocó el coño y lo tenía encharcado, se había mojado una barbaridad sintiéndole la voz, sacó rápidamente el consolador del cajón, sin ponerle vaselina se lo pasó directamente por el coño, ya lo tenía suficientemente lubricado, cerró los ojos pensando en Pol y salió un sensual gemido de su boca. Puso la punta en la entrada de la vagina y lentamente se lo fue introduciendo aumentando las vibraciones, con la otra mano se agarró una teta con fuerza, tenía los pezones duros como piedras, fue acelerando las penetraciones, estaba tan mojada que podía oír el ruido de la fricción del consolador dentro de su coño, se excitaba, gemía, movía las piernas descontroladas, se apretaba más las tetas con la mano, le subía el calor, se le sonrojaban las mejillas y un tremendo latigazo le recorrió el cuerpo, se corrió gritando de gusto, dejándose ir con una eyaculación vaginal a la vez que se meaba del placer. Cerró las piernas colocándose de lado, buscó el lado seco de la cama y se quedó durmiendo muy relajada.