Una pequeña ciudad. (39)

Capítulos XXXIX

Durante la semana se estuvieron enviando muchos mensajes, sobre todo por los nervios de Sara, a Quique se le veía mucho más seguro y decidido que a ella. El viernes por la tarde entraban en la propiedad de sus padres, ya había hablado antes Quique con ellos y los estaban esperando, abrió con su llave y entraron los dos, separados, sin cogerse de la mano, sin hacer nada que los descubriera antes de tiempo, Alba estaba sentada en el sofá hablando con sus hijos, Pol entraba del jardín en ese momento, los cuatro se quedaron mirando, tanto Pol como Alba se dieron cuenta de que algo pasaba.

-Hola chicos.- Saludó Pol que fue el primero en reaccionar.

-Hola papá ¿Podemos hablar? Por favor.

Alba envió al jardín, para que jugaran allí, a los niños dándoles un cariñoso golpecito en el culo a cada uno, se levantó de golpe.

-¿Lo hacemos aquí o queréis en el porche?- Dijo Alba intentando mantener la calma.

-Mejor fuera.- Respondía Quique, Sara parecía que su lengua se la había comido el gato, no decía ni mu.

-¿Queréis tomar algo?- Les preguntaba Pol entrando en la cocina.

Sara y Quique se miraban.

-Una cerveza.- Respondió rápidamente Quique.

-Yo también- Le siguió Sara tragando saliva después.

-¿Una cerveza?- Preguntó Alba extrañada.

-Ya son mayores de edad cariño, pueden beber lo que quieran, no creo que sea la primera que se toman.- Respondía Pol tranquilizando a los chicos.

-Salieron al porche, Alba primera, los chicos detrás y Pol último con las cervezas, que repartió una para cada uno sin decir nada. Se sentaron los cuatro.

-Perdonarnos si os hemos asustado, no pasa nada…- Empezaba a decir Quique.

-Bueno, nada, nada.- Decía flojito Sara vergonzosa.

-Venga, con confianza ¿Qué os pasa chicos?- Les animaba Pol.

Quique cogió aire, siempre había pensado que sería muy fácil hablar con sus padres, pero en ese momento se sentía nerviosillo.

-Sara y yo…, nos hemos enamorado.

Pol y Alba se miraron, Alba cogió aire profundamente soltándolo poco a poco.

-Que susto hostia, pensaba que sería un problema de drogas o algo así.- Se tranquilizaba Alba bebiendo de la cerveza.

-Pues muy bien chicos ¿Y pasa algo?- Los chavales se miraban uno al otro.

Quique ya le había dicho a Sara que sus padres lo entenderían, pero que pasaran tanto de todo en aquel momento lo desconcertó.

-Lo que tu padre quiere decir hijo, es si Sara está embarazada o algo.

-No, eso no, que tomo precauciones.- Gritó Sara cogiendo la cerveza pegándole un buen trago.

-¿Entonces?- Preguntó extrañado Pol.

Sara, viendo lo tranquilos que estaban los padres de Quique se lanzó.

-A ver Alba, tú me entenderás, llevo con él un año -Alba la miraba tranquila- bueno, todo este último curso, empezamos a ir juntos justo cuando se fue a Barcelona a estudiar, he podido estar con él cada dos semanas, porque claro, una semana estaba aquí y la otra con su madre, eso no es vida coño ¡Ay perdona! Yo necesito verlo más…

-Pues sí que estás enamorada.- Le decía Alba, Pol sonreía a su hijo que levantaba las manos extrañado de lo que estaba hablando su novia. Sara le cogió la mano a Quique apretándosela.

-Sí Alba sí, estoy perdidamente enamorada de él, y no me preguntes como, pero lo quiero con toda mi alma.

-Ya te entiendo Sara, ya te entiendo, a mí me pasó lo mismo con su padre.

-Pero tú, eres dos años más mayor ¿No?- Preguntaba Pol.

-Sí, si ya sé que es un crio, pero es qué…

-¡Sara por favor!- Levantaba la voz Quique al oír lo de crio.

-Es verdad, es mi niño.- Decía Sara, mirándolo con una cara de enamorada que hizo sonreír a Pol y Alba.

-A ver, por mí no hay ningún problema, también creo que no hacía falta que nos lo dijerais, podíais hacer la vida normal y lo que os dé la gana, el tiempo ya dirá.- Comentaba Pol.

-Bueno, es que hay otra cosa.- Avisaba Quique.

-Es lo que te decía Alba, no puedo estar dos semanas sin verlo, así que Quique me ha propuesto algo, que me matricule en Barcelona para seguir estudiando allí y vivamos juntos.

Alba y Pol se miraban.

-Pues vale, ningún problema ¿Algo más?- Decía tranquilamente Pol.

-¿Ningún problema? ¿Ya está? ¿Así de fácil?- Preguntaba Sara, alucinada de lo fácil que se  lo ponían.

-¿No queréis estar juntos? Pues ya está, yo os ayudaré.- Confirmaba Pol.

-¿Pablo y Marimar ya lo saben?- Preguntaba Alba.

Sara resoplaba.

-He quedado mañana con ellos para decírselo.

-Está muy nerviosa mamá.- Apuntaba Quique aunque era evidente solo con verla.

-Ya lo hemos notado cuando habéis llegado.- Reía Pol con el cachondeíto.

-Les he hecho quedarse aquí sin irse de fin de semana para eso, ya verás cómo se van a poner.

-Tranquila cariño, tus padres son muy comprensivos.- Intentaba tranquilizarla Alba.

-Bueno, bueno, ya veremos.- Volvía a resoplar Sara mirando para el techo.

-Mira, cuando habléis mañana con ellos, les decís que nos vemos el domingo para comer los seis y hablaremos tranquilamente, llevaremos a los niños con sus abuelos para estar tranquilos.- Sentenció Alba.

-Pues ya lo habéis oído, todo arreglado.- Les decía Pol riendo, aquello le hacía mucha gracia, porque se veía reflejado con su hijo cuando él empezó con Alba.

-Si queréis quedaros, tus tías no tardaran en llegar para cenar.- Les invitaba Alba.

Quique se levantó de golpe acabándose la cerveza.

-Sara cariño, acábate la cerveza que nos vamos, no quiero estar delante cuando Mélani se entere de lo nuestro.

-No pasa nada, si es muy simpática.

-Demasiado Sara, demasiado simpática se va a poner.

Alba y Pol se partían de risa, mirando como los chicos salían de la casa con prisas agarrados de la mano.

-¿De verdad se pensaban que no nos habíamos dado cuenta de lo suyo?- Le preguntaba Pol a Alba.

-Ya sabes cómo es la juventud, se creen que lo saben todo, anda que no se les notaba.- Reía Alba.

No tardaron en llegar las dos parejas invitadas.

-¿Y los niños?- Preguntaba Alba cuando los vio entrar.

-Hoy con los abuelos, queremos estar tranquilos.- Respondía Laura.

-¡Ay los niños!- Decía Pol pasando por delante de ellos con varias copas y cubiertos para preparar la mesa.

-¿Pasa algo con los niños?- Preguntó preocupada Mélani mirando a Alba.

-Con el niño, cuando nos sentemos os lo explico.

-¡Joder! Ya me has puesto nerviosa ¿Qué pasa?

No le hicieron caso a Mélani, hasta que se sentaron los seis para tomarse una cerveza antes de cenar.

-El niño se ha enamorado.- Soltó Alba.

-¿El pequeño Pol se ha enamorado? ¿De quién?- Se extrañaba Mélani.

-Pol no, Quique, cazurra, cómo va a ser el peque mujer.- Rectificaba Pol padre.

-¡Ah Quique! Normal ¿Y de quién?- Preguntaba Laura.

-De quien va a ser, de Sara, la hija de Pablo y Marimar.- Contestaba Alba.

-Lo ves - Gritaba Mélani- Ya te dije que se estaba poniendo muy guapa esa niña.

-Pues están perdidamente enamorados y se quieren ir a vivir juntos.- Les seguía informando Pol.

-Pero ¿Desde cuándo van juntos?- Se interesaba Laura.

-Se ve que hace casi un año…

-¡Hostia! Así ya están hartos de follar esos dos.

-Mélani por favor ¿Es qué siempre tienes que pensar en lo mismo?- Le recriminaba Pol.

-Seguro que la niña hacía una carita de contenta de puta madre.- Seguía con el tema Mélani.

-Pues, sí que la hacía, sí.- Respondía riendo Alba.

-¡Ja! Lo sabía, mi ojos bonitos folla tan bien como su padre.

-¿Y tú que sabes cómo follo yo coño?- Se molestaba Pol con Mélani.

-Porque solo hay que mirarle la carita a tú mujer atontao, mírala- Le agarraba la cara a Alba enseñándosela a los demás.- ¿No se le nota? Si es la viva imagen de una tía bien follada...

-¿Quieres parar ya coño? Ya está bien.- Se enfadaba Alba.

El coche de Quique estaba medio escondido en un bosquecillo, se movía como si tuviera el baile de San Vito, los dos desnudos en la parte de atrás, Sara con las piernas muy  abiertas, apoyadas cada una en el respaldo de un asiento de delante, Quique en medio de ellas, le golpeaba el coño con unos movimientos secos y duros de cintura, penetrándola como si no hubiera mañana, ella se sujetaba a su culo, apretándoselo con fuerza en cada penetrada para que fuera más fuerte, los gritos y rugidos de placer se oían por todo el bosque.

-Me vuelves loca mi amor, así, así, duro, me corro, me voy a correr.

-Vamos mi vida, dale…- La animaba Quique, un tierno y a la vez duro follador incansable.

Y vaya si se corrió, Quique la llevó a un orgasmo tremendo, gritó, le arañó el culo, le mordió un hombro, acabó con la boca totalmente desencajada gritando de gusto, él siguió dándole caña pasándola de gusto hasta ponerle los ojos en blanco. Entonces excitado le dio la vuelta, dejándola boca abajo en el asiento trasero, se mojó una mano con saliva y se la pasó por el agujero del culo a Sara.

-¿La quieres meter por ahí cariño?

-Llevo tiempo muriéndome de ganas.

-Pues hazlo, pero ponte un condón, que me da cosa que me la metas en el culo a pelo, y despacito por favor que es la primera vez que lo hago.

Quique ya le estaba metiendo un dedo, ella gemía, se puso el condón y se estiró despacio encima de Sara, le puso la punta de la polla en el agujerito y apretó un poco hasta meterle el capullo, el agujerito cedió dejándolo pasar y se cerró detrás, Alba soltó un pequeño grito, poniéndole una mano en la cadera para que parara.

-¿Te hago daño amor?

-No, es muy excitante, sigue.

La fue introduciendo lentamente, ella abría los ojos sintiéndolo, llegó sin problemas a metérsela entera, después se la metía y sacaba con movimientos cortos, ella jadeaba y gemía.

-¿Te gusta amor?

-Me excita que me folles por cualquier parte, sigue.

Fue aumentando el ritmo muy poco a poco, la estrechez de las penetraciones lo volvían loco, los gemiditos de Sara más todavía, se aceleró, empezó a rugir, ella se excitaba viendo que él estaba a punto de correrse, pasó una mano por debajo de su cuerpo y se metió dos dedos en el coño gritando del gusto, Quique aceleró más las penetradas, ella gritaba y él lo hacía más fuerte, se corrieron los dos compitiendo a ver quien gritaba más, dejó el condón lleno de leche y el culo de Sara muy dilatado.

Se besaron, se vistieron y fueron a cenar, hablaron de lo fácil que había sido la conversación con los padres de Quique, la preocupación de Sara era por la del día siguiente con los suyos. Después de cenar Quique le preguntó si quería tomar algo, ella le pidió que la llevara a su casa, porque prefería descansar para estar fresca el día siguiente. Así que la dejó en la puerta de su casa y se fue a la suya, solo entrar vio a Mélani sentada en la mesa de cara a la puerta mirándolo, por la cara que hacía el alcohol había hecho su efecto.

-Hombre, mirar quien ha llegado, ven ojitos bonitos, siéntate a mi lado.

-Tía Mélani por favor.- Le decía Quique bajando la cabeza, sabiendo lo que se le venía encima.

-Ven aquí tonto.- Le insistía colocando una silla al lado de donde estaba ella. El chaval se sentó resignado.

-¿Quieres una copa Quique?- Preguntó su padre.

-Algo fuerte por favor.- Le respondió con las risas de los demás.

-¿Un cubata?

-Un whisky con cola.

-Marchando.

Mélani le olisqueaba como un sabueso.

-¿Qué has hecho esta noche Quique?- Le preguntaba como si se insinuase Mélani.

-Déjalo tranquilo anda.- Le decía su amiga Alba.

-Es que nuestro niño se ha convertido en un hombre, habrá que celebrarlo.- Insistía Mélani.

Pol le dejó la copa delante a Quique.

-Gracias papá, un hombre ya hace tiempo que lo soy tía Mélani, tampoco era plan de avisarte cuando dejé de ser un niño.

-Seguro que sí que hace tiempo, se te nota que sabes lo que hacer con las chicas ¡Eh! cabroncete.

-Venga va, no querrás que te explique mi vida sexual.

-Deja al chaval tranquilo mujer.- Le pedía Lorenzo.

-Si lo conozco desde que era un mocoso, déjame hablar con él un ratito hombre.

-No le hagas caso Quique, que ya sabes cómo es.- Le aconsejaba su tía Laura.

-Sara es muy guapa ¿Estáis contentos o no?- Preguntaba Mélani.

-Claro que lo estamos.- Respondía con paciencia Quique.

-Ven conmigo, vamos a salir al porche que quiero hablar en privado contigo.

-Mélani no te pases.- Le avisaba Alba.

-Que no pasa nada, anda ven conmigo.- Le estiraba de la camisa para que la acompañara, Quique se puso de pie, levantando las cejas con paciencia para acompañarla, salieron al porche y se sentaron en la mesa con las copas en la mano.

Mélani le miraba fijamente.

-¿Qué pasa tía Mélani?

-Has aprendido muchas cosas verdad cariño.

-No sé a qué te refieres.

-Al sexo, me refiero al sexo.

-Supongo que lo normal en un chico de mi edad, yo que sé.

-Sabes que tengo un olfato muy fino, y desde que has entrado en la casa sé que esta noche has pegado un buen polvo, puedo oler hasta el coño de Sara…

-¡Joder! Como te pasas.

-Y el culo ¿Se la has metido por el culo mi niño?

La cara de tonto que se le quedó a Quique lo descubrió, Mélani se partía de risa, él se bebió lo que le quedaba de cubata de un trago.

-Anda vete a dormir, que mañana querrás estar despierto para hablar con tus suegros.

-Cómo… ¿Cómo lo has sabido tía?- Le preguntaba preocupado Quique a Mélani.

Se señaló la nariz inspirando, se empezó a reír y Quique se fue, se despidió de todos y subió a su habitación. Cuando Mélani entró otra vez al salón todos la miraban.

-Chicos, ese niño ha aprendido mucho, pero que mucho.- Anunció Mélani.

Al día siguiente llegaba Quique a la casa de Sara, le abrió la puerta ella muy nerviosa, entraron los dos en el salón, allí sentados en los sofás estaban Pablo y Marimar, Alberto, el hermano, al verlos  se fue a su habitación, Sara le había explicado los planes que tenían con Quique.

-Hombre Quique ¿Qué haces por aquí? ¿Habéis quedado para salir?- Preguntaba Pablo, como tantas veces que había ido a recoger a sus hijos para salir juntos.

-No, sí, bueno, hoy es diferente, queremos hablar con vosotros.- Marimar dejó lo que estaba haciendo prestándoles atención.

Se hizo un corto silencio.

-Estamos enamorados.- Esta vez quien lo dijo agarrándole la mano fue Sara.

-¡Vaya! Así que es él.- Dijo Marimar sonriendo.

-¿Cómo que si es él?- Preguntaba despistada Sara.

-Hija, hace tiempo que se notaba que estabas enamorada de alguien.

Sara se ponía roja de vergüenza.

-Ya sabíamos que era él Sara, tu madre te toma el pelo, solo había que veros cuando estabais juntos, el enamoramiento es muy difícil de disimular, os coméis con los ojos.

-Papá por favor, que vergüenza.

-Venga nena ¿Te crees que tus padres son tontos? Y todas esas braguitas que se te rompen, y las que te llegas a comprar. Quique hijo, a ver si tienes un detallito y le compras algunas, las que más te gusten a ti, así la ayudas, porque la niña no da abasto.

-Mamá me estás avergonzando.- Decía una Sara colorada de la vergüenza, que no sabía dónde meterse.

Quique se tapaba los ojos con una mano, dejándola resbalar por el resto de la cara.

-Vámonos Quique.- Estiró de él Sara llevándoselo para la puerta de salida, antes de atravesarla Quique se giró.

-Por cierto, mis padres os han invitado mañana a comer, estaremos los seis.

No tuvieron tiempo de contestar, su hija había cerrado de un portazo.

Habían hablado y hecho muchas conjeturas de cómo serían las conversaciones con los padres, no acertaron ni una, tenían la sensación de que se habían cachondeado de ellos tanto unos como los otros.

Domingo al medio día, llegó la familia de Pablo a la casa de Quique, él y Sara se dieron un pico en los labios de bienvenida.

-¿No ha venido Alberto?- Le preguntó Alba a Marimar.

-Mamá, no me dijiste nada de él.- Le decía Quique a Alba.

-Bueno hombre, pero si no tenía ningún sitio para ir podía haber venido, no pasa nada.

-No te preocupes Alba, se ha ido a casa de un amigo, o amiga no sé.- Contestaba Marimar.

Pol y Pablo ya se habían agenciado una cerveza y salían al porche, Quique y Sara paseaban por al lado de la piscina cogidos de la mano.

-Hoy nos van a tomar el pelo que verás.- Avisaba Quique a Sara.

Ella le acarició la cara, se miraron a los ojos y se besaron, se comían la boca bien comida. Pablo y Pol los miraron y brindaron con los botellines pegándoles el primer trago, Alba y Marimar también los miraban desde dentro de la casa.

-Cómo se quieren Alba, se les nota tanto, Sara estaba tan nerviosa cuando sabía que ese viernes vendría Quique, y tan seria cuando no lo veía, no lo podía disimular. Y él cuando la mira, le brilla hasta los ojos.

-Los tenías que haber visto aquí más de una vez bañándose en la piscina, no se quitaban el ojo de encima, y ponían unas caritas.

Las chicas entraban en la cocina para ir a buscar dos cervezas.

-Sabes que tu hijo es un rompe bragas, no sé cuantas le ha roto ya a la niña…- A Alba se le escapaba una enorme carcajada.

-Es como su padre el cabroncete.

-Quieres decir que Pol…

-Sí hija sí, no quieras saber el gasto que tengo con eso. No te acuerdas que una vez para mi cumpleaños Mélani me regaló un paquete, se cachondeaba de eso.

-Coño, yo creía que era una broma.

Las dos reían cuando salieron al porche, sentándose al lado de sus maridos. Los chicos seguían acaramelados por el jardín. Pol levantó una mano para que se acercaran.

-¿Queréis una cerveza?- Les preguntó Pol cuando se acercaban.

-Sí cariño, yo quiero una.- Le decía Sara a Quique que entraba dentro de la casa a buscarlas. Se sentaron los seis, a Sara se le notaba nerviosa otra vez.

-Bueno chicos, no ha sido tan dramático, no sé porque estáis nerviosos, y por lo de Barcelona no os preocupéis que lo solucionaremos.- Intentaba tranquilizarlos Alba.

-¿Lo de Barcelona? ¿Qué es lo de Barcelona?- Preguntaba intrigado Pablo. Su hija se ponía la mano en la cara tapándosela, a Quique se le quedó cara de cartón.

-¡Hostia! -Exclamaba Sara- Es que ayer, me pusieron tan nerviosa que no se lo expliqué todo.- Quique asentía con la cabeza.

-¿Todo? ¿Barcelona? ¿De qué va esto Sara?- Le preguntaba su madre.

-Que, para vernos más, habíamos decidido que Sara se viniese conmigo a estudiar a Barcelona.- Aclaró Quique sin dudarlo.

-Vendría todos los fines de semana mamá.- Se apresuraba a recalcar Sara.

-¿Y de qué pensáis vivir allí chicos? La vida no es barata, y en Barcelona menos.- Se interesaba Pablo, después miró a Pol, este le hacía una carita graciosa.

-Vale, ya lo entiendo.- Se confirmó el mismo al ver la cara de Pol.

-Quique ya tiene su piso cerca de la universidad, no se tienen que preocupar de nada, le pasamos una mensualidad para gastos que seguro que les dará para los dos.- Aclaraba Alba, como si fuera lo más normal del mundo.

-Tengo dinero ahorrado de este curso, viviremos bien.- Afirmaba Quique.

-¡Ay chicos! La ley del mínimo esfuerzo, como os lo ponen todo tan fácil ¿Eh? Yo cuando estudié medicina…

-Pablo, Pablo, no hace falta que nos cuentes una batallita ahora, si tienen la suerte que tienen, porque Pol lo puede patrocinar, que vamos a decir. Nosotros desde luego no podríamos sufragar todos esos gastos.- Le contestaba Marimar a su marido.

-Así todo aclarado.- Se le veía la ilusión a Sara en la cara mientras lo decía.

-Sí, pero las bragas te las compras tú.- Reía su madre al decírselo.

-Mamá por favor.- Se volvía a pasar la mano por la cara Sara avergonzada.

-No te preocupes cariño, yo también tengo ese gasto extra.- Le decía Alba, para que viera que eso era normal en la familia.

Sara miró a Alba con una sonrisilla, que esta le devolvía, las dos sabían lo que era que les arrancaran las braguitas con pasión antes de follar con locura.

-A ver, que hoy no me entero de nada ¿Ahora estáis hablando de bragas? ¿Qué pasa con las bragas?- Saltaba un despistado Pablo.

-Nada cariño no te preocupes, luego en casa te pediré algo que quiero probar.- Le contestó su mujer con una sonrisilla, todos los otros reían menos él, que no sabía de qué iba la cosa.

Comieron contentos y brindaron porque a los chicos les fuera todo bien. Y claro que les fue bien, muy bien, convivieron en Barcelona, en la casa de los padres, en la casa de la madre de Quique cuando iban a visitarla. Estudiaron y follaron como cosacos, a Sara, a Alba y a Mélani les rompieron bragas a punta pala, y a Marimar también algunas, Pablo le cogió el gustillo al asunto. Los chicos acabaron sus carreras y volvieron definitivamente a la pequeña ciudad.

En el mismo sitio que se casaron Alba y Pol, volvía a estar preparado para otra boda, esta vez con más sillas para invitados, y la carpa de la celebración bastante más grande, los ‘unos’ y los ‘otros’, le presentaban su respeto a Pol y Alba asistiendo a la boda de su hijo, lógicamente también asistía toda la familia y amigos de los padres y de los chicos, incluso varios que fueron expresamente desde Barcelona de su época de estudiantes.

Nuria acompañó al altar a su hijo, Pablo a su hija, en fin, fue un bodorrio por todo lo alto. Ya tarde, fueron desapareciendo invitados, primero los relacionados con los negocios, después los abuelos porque ya estaban cansados, los más jóvenes porque querían seguir la fiesta en otro lugar, Nuria y Ernesto aprovecharon también la ocasión, al final se quedaron los de siempre con los novios. Abrieron más botellas de champán y se sirvieron las copas para todos volviendo a brindar.

Marimar se acercó a Alba.

-Les irá bien la vida ¿Verdad? Son tan jóvenes.

-Les irá muy bien Marimar, no te preocupes, estoy segura.

Alba miraba a los novios en la distancia, veía la ilusión que tenían, como se tocaban, se agarraban de la mano o se besaban. Veía perfectamente reflejada su relación con Pol, el mismo enamoramiento, el mismo amor y la misma pasión que tenían ellos, claro que les iría bien, esos sentimientos ella sabía que no se perdían, perdurarían para siempre.

Se hicieron corrillos de los que salían una carcajada tras otra, Abelardo, Pol, Javier y Pablo parecían rejuvenecidos, bebiendo y riendo como en sus mejores tiempos, sus parejas, Lara, Alba, el compañero de Javier y Marimar les miraban contentos de verlos así, con ellos estaban los novios, las tías Mélani y Laura con sus maridos, acompañaban al amigo y socio de Pol y Alba en varios negocios, el marqués y su mujer.

Acabaron sentados todos alrededor de una mesa, picando alguna cosa que había sobrado del aperitivo y luego tomándose las copas de rigor. Mélani y Laura muy cerca del marqués, les intrigaba el personaje.

-¿Puedo preguntaros una cosita Mark y Judit?- Dijo Mélani acaparando la atención de todos.

-Claro mujer.- Contestó Judit.

-¿Para ser marqueses tenéis que aprobar unas oposiciones o algo? Es que estoy muy interesada en el tema.

Las risas se oían por toda la urbanización.

-Lo más importante es saber caminar muy tieso, como si te hubieran metido un palo por el culo.- Le contestaba con más cachondeo Mark, su mujer se tapaba la boca riéndose.

-Por cierto -Insistía el marqués- seguro que fue a ti a quien Alba le dijo que le arrancaría la cabeza y…

-Le escupiría en los ojos, si señor fue a mí.- Acabó la frase Mélani orgullosa.

Entre muchas risas y revuelo, preguntando de donde venía aquello de que le arrancaría la cabeza y tal fue pasando el rato.

-Que suerte de tener los padres que tenéis.- Les decía a los novios Lara.

-Sobre todo Quique, que su padre ha sido el que ha patrocinado toda esta fiesta.- Le contestaba un Pablo medio cocido por los cubatas.

-Y la casa donde viviremos papá, no te olvides.- Le apuntaba su hija.

Una preciosa casa que se cuidó de buscar Javier, para que Pol y Alba le dieran el visto bueno antes de enseñársela a los novios.

-Según Pol, la suerte cuenta mucho, lo dijo el otro día en la entrevista que le hicieron por televisión.- Comentaba Gabriel el marido de Laura.

-¡Hostia sí! Qué guapo estabas y que bien hablaste.- Decía Mélani, no se sabía si en serio o cachondeándose.

-Yo creo más en el trabajo que en la suerte.- Opinaba Abelardo.

Se crearon varios focos de discusión, de si la suerte para aquí o la suerte para allá.

-Dejarme que os diga algo que el otro día no dije en la televisión- Dijo Pol, callándose los demás para escucharlo.- el trabajo es muy importante, Alba lo sabe muy bien, al principio nos pasábamos noches enteras, buscando acciones de bolsa interesantes para hacer negocios, entre los dos nos repartimos las bolsas de medio mundo, haciendo unos horarios de locos -Alba confirmaba con la cabeza lo que su marido estaba diciendo.- y ese trabajo tuvo su recompensa, crecimos mucho y nos hicimos visibles para mucha gente, incluso para gente que no sabíamos ni que existía en esos momentos. –Hizo un pequeño silencio pensando.- Ahora viene la parte de la suerte, tuvimos mucha suerte en conocer a una serie de personas, de hecho fueron ellos quienes quisieron conocernos y acogernos, sin este paso ahora las cosas serian muy diferentes, no sé si mejor o peor, pero diferentes. Lo primero que nos preguntaron en una cena a la que nos invitaron fue… ¿Queréis ser de los que no pierden nunca? ¿o como los borreguitos que pagan siempre?

Se hizo un silencio, Javier y Mark, el marqués, movían la cabeza suavemente confirmándolo, ellos sabían de qué estaba hablando Pol, los demás alucinaban por lo que estaban escuchando.

-Pues yo soy un borregazo de cojones, no paro de pagar impuestos como un gilipollas.- Reconocía Pablo haciendo reír a los demás.

-Está claro que decidisteis ser.- Apuntó Laura.

-Es el sistema- Volvía a hablar Pol- un sistema de mierda, que permite que unos pocos ganen mucho dinero y otros muchos paguen para ello, los ciudadanos de a pie, los que pagan religiosamente sus impuestos están, o mejor dicho, estamos, porque nosotros también pagamos esos impuestos, subvencionando, patrocinando o llamarlo como queráis, proyectos que en teoría son para todos y en realidad se están lucrando unos cuantos, ellos no pierden, si el negocio les va bien se quedan con los beneficios, si les va mal, le pagamos igualmente los beneficios entre todos, esos privilegios los tienen unos cuantos, hasta que la gente se harte y cambié el sistema. Nosotros nos beneficiamos de una parte de ese pastel, esta es la verdad.

-Eso es muy fuerte ¿No?- Se lamentaba Lara.

-Sí que lo es- Contestaba Pol- pero gracias a eso todos nosotros, y me refiero a todos los que estamos aquí y algunos que no están, estamos resguardados con un buen paraguas, las cosas nos irán bien a todos, como hasta ahora. A Quique y Sara les irá perfectamente, porque podrán hacer y dedicarse a lo que quieran, si quieren entrar en nuestro negocio, entraran, si quieren montar el suyo por su cuenta, lo tendrán, y serán de los que nunca perderán, como ninguno de vosotros, Pablo, prepárate, porque en breve te ofrecerán ser el nuevo director del hospital…

-¡Hostia! El otro día me comentaron algo y no le hice ni caso.- Se acordaba Pablo.

-Pues lo vas a ser, con el consiguiente aumento de sueldo claro. Igual que cualquier cosa que deseéis los demás, Alba y yo podemos conseguirlo.

-Mi vida, me parece que has bebido mucho hoy.- Le decía Alba riendo.

-Pol, Pol, Pol.- Levantaba la mano Mélani llamándole la atención.

-¿Qué quieres Mélani?

-¿Me conseguirás ser marquesa?

-Vete un rato a la mierda anda.

Aquella noche en su nueva casa, Quique le quitaba con paciencia el vestido de novia a su ya esposa Sara, llevaba debajo una combinación totalmente transparente, de braguitas y sujetador en blanco, que se le transparentaba todo, ella le miraba con una sonrisa, viendo como Quique estaba disfrutando desnudándola…

Pol se acercó por detrás a Alba, mientras ella se quitaba el maquillaje delante del espejo, le acarició el cuello, se lo besó, a la vez le pasaba una mano por delante, agarrándole una teta por encima del vestido…

Sara desnudaba a Quique, cuando lo tuvo en pelotas, le agarró la polla, se arrodilló y se la metió en la boca chupándosela, Quique no aguantó nada, la levantó, la estiró en la cama, le agarró el sujetador y de un tirón se lo arrancó saliendo volando, con la misma mano le cogió las bragas destrozándolas de otro tirón, saliendo en la misma dirección que el sujetador. Se tiró encima de Sara, ella misma le dirigió la polla con prisas, para que la penetrara de un empujón rápido y duro, Sara gritó pidiéndole que se la follara, él perdía la cabeza…

Alba sonreía apoyando las manos en el lavabo, sacando un poco el culito provocando a Pol, él le levantó la falda del vestido por detrás, le vio el tanga blanco transparente que Alba siempre sabía cuando ponerse, le dejó la falda encima de la espalda mirándole el tanga, Alba se había agachado sacando tanto el culo, que Pol le podía ver el coño a través de la fina tela, se quitó la camisa, se desabrochó los pantalones tirando de ellos, para quitárselos con la ropa interior, todo en un santiamén, le agarró el tanga a Alba y se lo arrancó, levantándolo como si fuera un trofeo, a Alba se le escapó una carcajada, que se convirtió en un grito cuando Pol le pegó un tremendo pollazo, metiéndole la polla hasta el fondo, ella misma se apartaba las nalgas para que su marido la pudiera penetrar más profundamente, él perdía la cabeza…

Padre e hijo estaban penetrando a sus mujeres a base de bien, las cinturas les iban locas, moviéndose con rapidez para no aflojar en la dureza, ellas gritaban de placer, animándolos a seguir con palabras que los excitaban más si cabía, hicieron que sus parejas se corrieran un par de veces, antes de meterles la polla en la boca y llenarles la garganta a lechazos, gritando como si los estuvieran matando. Sara y Alba les miraban derrotados, mientras con las últimas chupaditas se tragaban el semen que ya les salía muy despacito por la punta. Alba se abrazó a Pol, Quique se estiró al lado de Sara en la cama siendo  abrazado por ella.

-¿Estás a gustito?- Preguntó Alba.

-¿Te ha gustado?- Preguntaba Sara.

-Esta noche será larga, todavía te tengo que atacar el culo.- Contestaba Pol.

-No te muevas que te la voy a meter por el culo en nada.- Contestó Quique.

-Haz con tu puta lo que quieras mi vida.- Animó Alba.

-Haz con tu putita lo que quieras mi vida.- Provocaba Sara.

-¿Has oído que me van a hacer director del hospital Marimar?- Le preguntaba Pablo a su esposa, mientras la colocaba a cuatro patas en la cama después de quitarle el vestido.

-Sí cariño, si lo dice Pol será verdad…

No tuvo tiempo de decir nada más, Pablo le arrancó las bragas soltando Marimar un gemidito, que se convirtió en grito cuando Pablo le metió la polla en el coño, la folló a buen ritmo corriéndose los dos a la vez.

A Mélani la estaba empotrando su marido contra la cama con las piernas muy abiertas, en el suelo estaban las bragas completamente rotas, ella le agarraba el culo con fuerza para que la penetrara con ímpetu, hasta correrse los dos como animales.

-Sabes cariño, teniendo estas folladas contigo, no me interesa ser marquesa.- Los dos se partían de risa.

Laura le acariciaba la cara y besaba tiernamente a Gabriel, sus braguitas estaban enteras encima de un sillón de la habitación, mientras se sentía penetrada lentamente, gemía casi susurrándole al oído, esperaban pacientemente que el orgasmo les fuera subiendo muy despacio, para acabar en una explosión como si fueran fuegos artificiales a cámara lenta.

Igual que Lara debajo del gran cuerpo de Abe, él follaba con una delicadeza que a ella le encantaba, pero cuando llegaba al orgasmo, liaba una gritando, que se enteraban todos los vecinos de su apartamento de la ciudad, que siempre habían conservado.

Y bueno, Nuria y Ernesto, como buena pareja de conveniencia, pues, eso, no se sabe muy bien si les ‘convino’ follar o no. Igual que en la boda, se cruzó Nuria varias veces con Pol y se escabulló para no tener que hablar con él de nada que no fuera de la boda de su hijo, así que como a Pol le importaba tres cojones lo que hiciera su ex o dejara de hacer, las cosas quedaron igual. Habló más con Ernesto, se dio cuenta que le tenía mucho cariño a Quique. Ernesto no era un hombre muy niñero pero una vez Quique se fue haciendo mayor su relación fue mejorando, aunque él nunca quiso hacerle de padre, para eso ya tenía a Pol, según él.

Tal como predijo Alba, a Quique y a Sara las cosas les fueron muy bien, se amaron y se quisieron con locura. Viendo cómo vivían los padres de Pol no dudaron en trabajar en el mismo negocio que ellos, Pol estaba orgulloso de enseñar a su hijo y a Sara todos los secretos de las inversiones, les presentó a personas influyentes que les ayudarían en un futuro. Y viendo lo bien que funcionaban, con Alba estaban haciendo planes de dejar la empresa en manos de los jóvenes y ellos dedicarse a vivir la vida.

Con el tiempo les hicieron abuelos, y eso fue otro motivo de felicidad para la familia, otra generación que no se tendría que preocupar de su futuro. El futuro que aseguraron Alba y Pol, se amaron y se aman con intensidad y pasión, tal vez tanta como su desmedida ambición, aun viendo los fallos del sistema, sabiendo que lo que hacían estaba mal, que se aprovechaban de la tremenda corrupción política y empresarial, su falta de escrúpulos los encumbró, los hizo poderosos. Se escudaron en una burda excusa, si no lo hacemos nosotros otros lo harán.

FIN