Una pequeña ciudad. (37)

Capítulos XXXVII

Cuando acabaron de cenar Pol se vistió y Alba se cambió con ropa más cómoda, pidieron que les trajeran unas copas para tomarlas en la terraza encima del agua, Alba le devolvió la llamada a Mélani.

-Alba ¿Se puede saber que te pasaba antes que no dabas pie con bola tía?

-Nada cariño, todo está bien, esto es tan bonito.

-Hola soy Laura, Mélani ha puesto el manos libres, estamos los cuatro ¿Cómo estáis?

-Bien, esperando que nos traigan una copa después de cenar.

-Se te nota muy relajada ¿Qué habéis estado haciendo?- Preguntaba con una risilla Mélani.

-Mirar el paisaje, a ti te lo voy a explicar si te parece.

-¡Ay! Que desaboría has sido siempre nena.- Se quejaba Mélani.

-¿Es bonito donde estáis?- Se interesaba Laura.

-Sí, mucho.

-¿Sí? ¿Mucho? ¿Qué es lo que has visto?- Preguntaba Mélani otra vez.

-Pues…, el bungaló que es muy bonito y las vistas al mar que tiene.

-Te han tenido sin cerrar las piernas nena, que ya conozco a tu marido.- La provocaba Mélani.

-Tú, tú que vas a conocer hombre, tú no conoces nada de nada.

-Porque no me has dejado conocerlo, yo te lo he pedido varias veces.

-Nena, te va a salir una mano por el teléfono que te va a girar la cara de un hostión cabrona.

Se partían de risa todos, Mélani besaba a Lorenzo, dándole a entender que era una broma de las que le hacía a Alba.

-¿Y tú marido dice algo o ya has acabado con él?- Seguía Mélani.

-Su marido está a su lado, escuchando vuestro cachondeíto.- Respondía Pol.

-Hola hermanito, es que sufríamos por ti, sabes.- Entraba Laura.

-Pues tranquilas que estoy entero.

-No por mucho tiempo, con la loba que tienes al lado, esa te destroza.

-¡Mélani! Que te la estás jugando cabrona.- La amenazaba Alba.

-Ven aquí y dímelo a la cara.- La picaba Mélani.

-¿Para que salgas corriendo como hiciste la última vez?

-Pero no me atrapaste, te pesan demasiado las tetas.

-Que cabrona estás hecha y como te gusta sacarme de mis casillas, voy a llamar a Javier, para que te pegue dos tiros mientras duermes y tiré el cuerpo a los cocodrilos.

-¿Qué cocodrilos loca? Aquí no hay cocodrilos.- Gritaba Mélani.

-Pues que surte tienes, de momento te salvas, pero cuando vuelva te vas a enterar.

Volvían a reír todos y se despidieron hasta la próxima llamada.

La luna de miel se acabó, volvieron morenitos de tomar el sol, y artos de follar. Trabajaron un par de semanas y ocurrieron dos cosas, una, que los citaron para otra cena de gente influyente, los acompañó Javier como guardaespaldas, dejándolos en la misma puerta de la sala donde cenarían, cuando entraron los demás guardaron silencio, una muestra del respeto que se habían ganado, o del acojonamiento por la mala leche demostrada por Pol en su discurso, el motivo nunca se sabrá. Durante la cena se hablaron de distintos negocios, Pol acompañado a su derecha de la persona de siempre no entró en nada, hasta que se levantó uno de los más viejos.

-Señor Ríos, me gustaría hacerle una consulta, sino le importa.

-Por supuesto, dígame señor.

-Tenemos entre manos una oportunidad, alguna comunidad autónoma, está dispuesta a dar unas ayudas para que todos los ayuntamientos, puedan construir un nuevo pabellón de deportes para los ciudadanos.

-Para los ciudadanos…- Repetía con cierta ironía Pol.

-Bueno, usted ya me entiende, es una gran oportunidad para ganar dinero con la construcción de ¿Cuántos pabellones? Veinte, treinta o cincuenta ¿Cómo lo ves hijo?

Pol pensaba que toda esa gente eran unos cabrones sin escrúpulos, cuando volvió a prestar atención, todos se habían callado esperando que él dijera algo, notó que Alba le dio un golpecito por debajo para qué hablara.

-Me parece interesante, pero estoy seguro que siendo gente tan influyente, podrían conseguir que el gobierno central fuera quien diera esas ayudas a las comunidades autónomas, ellas traspasarlas a los ayuntamientos, y entonces, de cuantos pabellones para los ciudadanos estaríamos hablando ¿Cientos? ¿Miles? Se quedó en silencio, dejando que los demás pensaran. Se escuchó una palmada, después dos, tres, unas cuantas, acabó toda la sala ovacionándolo, definitivamente se habían convertido en uno más de ‘ellos’. Por supuesto, eso significaba que le caerían comisiones por tener la idea, entre ‘ellos’ se cuidaban.

Y la otra cosa, fue que le llamó su amigo el marqués, para que pasaran un fin de semana en su casa, esperaron a uno que no tuvieran a Quique para ir. Era un viernes por la tarde cuando llegaron a la dirección que les habían indicado, los pararon unos guardias de seguridad en la puerta, comprobaron sus identidades y les dejaron pasar, aconsejándoles que siguieran con el coche por el camino hasta la puerta principal, allí estaba esperándolos Mark, el marqués, y su mujer Judit, la marquesa, junto a sus dos hijos. Se saludaron con abrazos entre ellos y apretones de mano con los niños.

-Pol también tiene un niño, es encantador.- Decía Alba.

-Lo podíais haber traído.- Le comentaba Mark a Pol mientras entraban en la casa.

-Es más pequeño que los tuyos, se habría aburrido.

-¿Cómo te llevas con el niño de Pol?- Le preguntaba interesada Judit a Alba.

-Muy bien, es muy buen niño, le quiero como si fuera mío.

-Seguro que pronto tendréis los vuestros.- Le dijo Judit mirándose las dos a los ojos, en los de Alba se notaba que tenía muchas ganas de tenerlos.

-Todavía no hemos hablado de ello.

-Alba, si tú quieres tenerlos, por la manera que te mira él los tendrás, a Pol se le ve muy enamorado de ti, y un hombre enamorado hace lo que las mujeres queremos.

-¿Qué estáis confabulando vosotras dos?- Preguntaba unos pasos por detrás de ellas Mark. Ellas se giraron juntándose con sus maridos. Alba se cogió del brazo de Pol.

-Estábamos hablando de cuando tendríamos niños Pol y yo.- Se sinceró Alba con la sorpresa de Judit, vio que entre ellos no existían secretos.

-Los tendremos cuando tú quieras cielo, eso no será ningún problema.- Confirmó Pol lo que Alba ya esperaba de él. Judit sonreía al comprobar que aquella pareja era transparente y clara entre ellos, eso le gustaba.

Llegaron a una terraza al otro lado de la casa con vistas a una espectacular piscina, allí les esperaban Dani y Eva los socios de Mark.

-Bienvenidos ¿Os apetece una cervecita o algo?- Les preguntaba Dani.

Todos aceptaron y se las pidió a una camarera que no tardó en traérselas. Ellos se sentaron alrededor de una  mesa.

-Perdonarme, pero es que esta casa me tiene un poco… asustada, es tan grande.- Comentaba Alba.

-A mí también me costó acostumbrarme, no creas.- Reía Judit.

-Vosotros debíais estar acostumbrados a estas cosas supongo.- Apuntaba Pol.

-¿Nosotros? Si nos enteramos que este era marqués de puta casualidad, el tío se lo tenía guardado y no quería que nadie se enterara.-Confesaba Dani.

-¿Entonces vosotros no sois?- Preguntaba Alba.

-Nosotros no somos nadie Alba, lo único es que el marqués se encaprichó de mi hermana.- Se cachondeaba Eva.

-Bueno, bueno, eso que se encaprichó, nos costó lo nuestro no creáis.- Explicaba Judit.

-Perdonar, perdonar, vosotras sois hermanas.- Saltaba Alba.

-¿No lo sabíais?- Se extrañaba Eva.

-Nadie nos dijo nada, nosotros no sabíamos nada de nada.- Confirmaba Pol.

-Pues ya veis, mi hermanita que fue muy persuasiva.- Seguía riendo Eva.

-De eso nada, fue él que insistió.- Aseguraba Judit.

Mark reía cogiéndole la mano a Judit.

-Mira, pues al revés que nosotros, sino llega a ser por Alba no estaríamos juntos, y ella sí que fue muy persuasiva.- Alba le daba un golpecito cariñoso en el hombro a Pol riendo.

-Ya se lo digo yo siempre, que me tiene que estar agradecido toda la vida por presentarle a mi cuñada.- Decía convencido Dani.

-Cállate zoquete, eso no es así y lo sabes.- Le recriminaba su mujer.

-¿Ah no? ¿No los presenté en el camping?

-¿Os conocisteis en un camping?- Se extrañaba Alba.

-Sí, la primera vez que estaba en uno.- Reconocía Mark.

-Es que el chaval es de la aristocracia y esos no van a los campings, hay que entenderlo, son muy finos ellos.- Volvía a cachondearse Dani.

-No le hagáis caso, lo invitamos nosotros a pasar unas vacaciones, cuando no sabíamos que era marqués, mi hermana Judit tenía que venir a pasar una semana con nosotros, y coincidieron, eso es todo.- Explicaba Eva.

-Tan fácil no fue, pero bueno, lo dejamos así.- Finalizaba ese tema Judit.

-Lo nuestro tampoco fue fácil, pero acabamos bien ¿No mi vida?- Le agarraba una mano Alba a Pol.

-Cierto cariño, fue culpa mía, yo estaba un poquito ‘pá yá’.

-No te preocupes Pol, mi marido está ‘pá yá’ todo el día desde que le conozco.- Decía Eva riendo todos.

Cuando acabaron las cervezas los anfitriones les enseñaron la casa, mas tarde se volvieron a sentar a cenar, Dani y Eva se fueron a recoger a sus hijos, para pasar el fin de semana fuera, así que lo hicieron las dos parejas solas.

-¿Y los niños?- Preguntaba Alba al ver que no cenaban con ellos.

-Sabéis una cosa graciosa, cuando yo era pequeño, ni mi padre ni mi madre me cuidaron mucho, me pasaba el día con la Nani, una señora que nos crio a mi hermana y a mí, odiaba a mis padres por eso, me sentí huérfano en muchos momentos. Pues mis hijos, a los que he intentado criar justamente al revés de cómo lo hicieron conmigo, prestándoles toda la atención del mundo, queriéndolos con locura para que jamás se sintieran solos, ahora prefieren cenar con la Nani que con nosotros, nos dicen que somos muy aburridos, manda huevos.- Se quejaba Mark con nostalgia.

-Ya son adolescentes Mark, creo que tú hijo está enamorado de la Nani.- Reía Judit.

-No me extraña, la mía era una señora mayor, y a él le has buscado una chica que está de muy buen ver.

-Supongo que los niños acaban haciendo lo que mejor les parece, el nuestro todavía es pequeño y nos necesita para todo, pero de aquí cuatro días ya veremos.- Confesaba Pol pensándolo con tristeza.

-Cambiemos de tema, me gustaría preguntarte algo que dijiste en tu discurso de la famosa cena.

-¿Cena? ¿A qué cena te refieres Mark?

-Pol amigo, a cual va a ser, en esa que te invitan algunos empresarios importantes.

-Ah vale.

-El discurso en el que los pusiste firmes.

-Sí, ya me acuerdo ¿Tú estabas?

-No, no, no me interesan esas cenas, pero me entero de todo. Lo que me sorprendió, es que les dijeras que si se les ocurría hacerte daño a ti o a tu familia, les ibas a arrancar la cabeza y escupir en los ojos.

-No me digas que les dijiste eso a esa gente tan estirada.- Decía Judit, Alba y Pol se partían literalmente de risa.

-En realidad la frase no es mía- Tenía que parar Pol por que la risa le impedía seguir hablando.- se me ocurrió en el último momento, mi idea era amenazarlos con la ruina, pero una vez allí, me acordé de esta célebre frase, que una vez le dijo Alba a una amiga suya en un momento de cachondeo.

-No creáis que era tan de cachondeo, la tía me pone de los nervios, cuando se la oí a Pol en aquel discurso tan serio, con todos a mí alrededor tiesos como un palo escuchándolo, me entró una risa que tuve que taparme la boca para no soltar una carcajada.

-Pues amigo, te ganaste su respeto y el mío, hacía falta que alguien tuviera lo que hay que tener para poner a esa gente a ralla. En esta casa serás siempre bienvenido y aquí tendrás a un amigo si tú quieres.

Alba y Pol, se fueron aquel fin de semana de aquella casa con la idea de que habían empezado una gran amistad, con una pareja, que si bien no eran de su misma clase social, sí se parecían mucho.

Después de tantos días de luna de miel y fin de semana ocupados, aquella semana se pusieron las pilas para ponerse al día del negocio, aprovechaban las horas de almorzar con Laura y Mélani algunos días, otros lo hacía Alba con Luisa y Pepi, más las cenas con Lorenzo y Gabriel, para enterarse de cómo iban las cosas en las inversiones y administrativamente.

El viernes por la noche, cenaban en la casa de Pol toda la cuadrilla, ellos dos con Mélani y Laura más las parejas.

-Tenemos noticias, pero desde que os juntáis con la alta aristocracia no sabemos si dároslas o callarnos, ahora tendréis cosas más importantes que hacer.- Se cachondeaba Mélani una vez más.

-¿Ya empezamos con las tonterías?- Le tiraba en cara Alba. Los demás reían.

-Venga va, decirnos lo que nos tengáis que decir.- Se le notaba interesado a Pol.

-Ya estamos viviendo juntos.- Dijo de golpe Laura.

-Los cuatro juntos, a eso te refieres.- Se cachondeaba ahora Alba.

-No tonta, cada pareja en su apartamento, esta semana se han mudado los chicos y ya son nuestros para siempre.- Reía Mélani al decirlo.

Se besaban las dos parejas celebrándolo, se les veía contentos.

-Muy bien felicidades, lo celebraremos con cava.- Se levantaba Pol de la mesa para ir a buscarlo.

-¿Con cava? Que avaro eres tío, ya no eres mi ojos bonitos, si fueran tus amigos los aristócratas seguro que les pondrías champán francés.- Se quejaba Mélani.

-La madre que te parió Mélani, que japuta eres, te voy a dar champán hasta que te salga por las orejas de tanto beber, a ver si te hartas.- Refunfuñaba Pol mientras se metía en la cocina y los demás se reían. Lo celebraron con champán hasta las tantas de la noche.

Al día siguiente tenían otro importante evento en la casa, después de mucho tiempo se volvían a juntar en una cena, Pol, Abelardo, Pablo y Javier con sus respectivas parejas, volvieron las confidencias entre amigos de toda la vida, esa cena perdura hoy en día una vez al mes por lo menos.

Javier, siguió llevándoles la seguridad de la empresa y la particular, cuando murió su padre, Don Ricardo Escobar, heredó una importante cantidad de dinero y propiedades, eso le permitió poder vivir mucho mejor de lo que ya lo hacía con su pareja, pero nunca dejó en la estacada a su amigo Pol, siguió trabajando para él, cuidando de su familia y de su negocio, una vez cometió un error muy grave con él y esa era su manera de pagarlo, de sentirse mejor con él mismo. Cuando murió el viejo bajaron de la montaña Abelardo y Lara con su hijo, no fueron al entierro pero se reunieron con Javier para darle el pésame.

-Mira Lara, mi padre ya no está, pero yo he pensado en seguir pasándote el dinero que él te ingresaba, te hizo mucho daño y no tienes porque dejar de cobrarlo porque él ya no exista.- Un arrepentido Javier por los actos de su padre, le decía a Lara y Abelardo.

-No Javier, te lo agradezco de verdad, pero esa era su condena, a él nunca le condenaría ningún juez por lo que hizo, o saldría a la calle a los cuatro días, si no lo denuncié, no fue por el dinero, aunque me venía muy bien, lo hice para que pagara toda su vida con algo, ese dinero que ingresaba cada mes en mi cuenta le recordaba lo que había hecho, ya sé que económicamente para él no era ningún esfuerzo, pero espero que moralmente, en algún rincón de su corazón, algo le hiciera arrepentirse. No quiero seguir cobrando ese dinero Javier, yo también necesito pasar esta página de mi vida de una vez para siempre, y ya ha llegado el momento de hacerlo.

-Gracias por el ofrecimiento, no lo necesitamos, trabajamos y gastamos muy poco como vivimos, ya lo sabes, además, tanto ella como yo tenemos unos ahorros que Pol se cuida de ir haciéndolos crecer, cuando nuestro hijo los necesite para ir a la universidad, o lo que quiera, ahí estarán, es lo único que nos preocupa.- Reforzaba Abelardo las palabras de Lara.

Se miraron a los ojos, se levantaron y se abrazaron, el perdón consiguió que se unieran más los tres.

Los negocios de Alba y Pol fueron haciéndose más grandes, con la ayuda en ciertos momentos de ‘ellos’ o los ‘otros’ como les habían dicho al principio nunca perdían. Y de vez en cuando su  amigo Mark, el marqués, también le daba algún chivatazo para negocios que salían y valía la pena invertir. Compraron varios edificios de oficinas, en su pequeña ciudad y en otras ciudades más importantes, tenían naves industriales alquiladas a grandes empresas, de ‘ellos o los otros’, el grupo Inversiones Pol y Alba seguía siendo un referente en el país.

Pero lo más importante, es que mantenían a sus amigos muy cerca, cuidaban unos de los otros y tenían la intención de seguir haciéndolo siempre.