Una pequeña ciudad. (3)
Capítulo 3
Capítulo III
Pol apuntó algunas cosas en su ordenador personal, se iba a levantar para gritarle a Rosa desde su puerta y vio en el teléfono de encima de la mesa un botón que ponía “Recepción”. Se volvió a sentar y descolgó el teléfono.
-¿Que desea señor Ríos?- Preguntó muy profesional Rosa.
-Doña Rosa, me podría decir como comunicarme con Armando por favor.
-Perdone, ¿cómo me ha llamado?
-Si me llamas de usted yo te llamaré doña, como quieras.
-¿Qué me has dicho que quieres hacer Pol?
-Eso está mejor Rosa, hablar con Armando, ¿cómo puedo hacerlo?
-Apriete el uno en su teléfono, él es el número uno, el que mejor vive aquí dentro, el dos es de Alba, la segunda que mejor vive aunque tiene mucha mala leche, el tres es Pepi y la cuatro Luisa que a veces ni te enteras que trabaja aquí, aunque sé que por detrás no es precisamente muda la muy hija de…
-Vale, vale, muchas gracias Rosa, ya hablaremos en algún momento de su trabajo.
Pol colgó pensando en el bonito ambiente de trabajo que tenían, eran pocos y mal avenidos. Pulso la tecla con el número uno.
-Hola soy Armando.
-Hola soy Pol, ¿podrías venir a mi despacho por favor?
-Oh, sí señor Ríos, ahora mismo.
-Señor Ríos no, Pol por favor.
-Muy bien Pol, voy a verle.
Pol colgó y vio como salía de su despacho Armando con buen paso dirigiéndose al suyo, entró y se sentó en la silla delante de él, se le notaba la alegría y el pasotismo de quien sabía que no peligraba su trabajo por ser sobrino del jefazo.
-Dime Armando, ¿qué trabajo haces aquí exactamente?
Las carcajadas de Armando se oyeron en toda la oficina, hasta su tío giró la cabeza dejando de mirar por la ventana para fijarse en él, luego la movió de lado a lado mirando el techo y volvió a lo suyo.
-Supongo que eso quiere decir que no tienes mucho trabajo.
Armando se puso serio.
-¿Cómo voy a tener trabajo Pol?, yo no he estudiado, no sé de finanzas, mucho menos de inversiones, ya sé que todos piensan que soy un inútil y que si estoy aquí es por ser sobrino de quien soy.
Bajó la cabeza avergonzado, Pol pensó que era más susceptible de lo que pensó al verlo entrar.
-Está bien, tranquilo, dime una cosa, ¿qué te gusta hacer?
-¿Aquí, en el trabajo?- Preguntó un sorprendido Armando.
-Aquí o fuera de aquí, en tú tiempo libre y eso.
Armando sonreía mirándole a los ojos.
-¿Puedo hablar claro?
-Por supuesto.- Le animó Pol mientras se recostaba sobre su sillón.
-A mí lo que más me gusta es salir de fiesta con mis amigos, no de putas como se piensa mi tío.- Señaló a Ricardo doblando el dedo pulgar por si Pol no sabía quién era su tío.- Sabes, hasta llegué a trabajar de relaciones públicas en un local nocturno antes que mi madre hablara con él para meterme aquí, allí era feliz, hablaba con la gente, me relacionaba, invitaba a las chicas…
-Ligabas…- Apuntó Pol.
-Sííí, ya lo creo que ligaba, con aquella vida era muy feliz…
-Supongo que tú grupo de amigos deben ser hijos de gente importante.
-Somos los hijos o sobrinos de las personas que manejan esta ciudad no lo dudes.
-Pues ya tengo el puesto de trabajo que mejor se adecua a tu personalidad.- Le decía un sonriente Pol.
-Como no sea recoger las papeleras, para otra cosa no sirvo.
-Vas a ser el nuevo Director de Márqueting.
-¿El director de qué?
-De márqueting, ¿no promocionabas aquel local nocturno donde trabajabas?, pues ahora promocionarás esta empresa, nuestro trabajo, te cuidarás de los clientes cuando vengan a visitarnos, como os he dicho crearemos una sala de espera, en ella habrá un pequeño mueble bar con bebidas y cosas para agasajar a los clientes, les darás conversación y les harás la espera más agradable. ¿Qué te parece?
-¿Les podré invitar a una copa?
-A una copa, un café o lo que quieran. También tendrás que captar nuevos clientes.- Armando cambió la cara.
-No sé cómo hacerlo Pol, esto no es un lugar para pasárselo bien.
-La gente que sale de noche a según qué lugares tienen dinero ¿no?, a los hijos y sobrinos de las personas que manejan esta ciudad les sobra, a ellos o sus familiares, cáptalos para que nosotros les ayudemos a tener más dinero para gastarse en fiestas.
A Armando se le iluminó la cara con una sonrisa enorme, vio un trabajo perfecto para él, se levantó y señaló con el dedo índice a Pol.
-Eres mi ídolo tío, mi ídolo, esta misma noche empezaré a sondear el mercado.
Salió del despacho dando saltitos de alegría, Pol se tocaba la cabeza, tal vez no había sido muy buena idea animar a Armando para algo así, el tiempo lo diría. En ese momento se paró en la puerta Ricardo Escobar apoyado en su bastón.
-No sé lo que le ha dicho a Armando pero le he visto salir de su despacho más motivado que nunca.
-Le he propuesto un trabajo con el que se sienta contento y realizado.
Ricardo le sonreía moviendo la cabeza incrédulo de que a su sobrino le motivara algún tipo de trabajo.
-No me diga de que se trata, prefiero dormir tranquilo. Falta un cuarto de hora para ir a comer, buenos días señor Ríos.
-Buenos días Don Ricardo.
Ricardo resopló y se dio media vuelta caminando lentamente abandonando la oficina, despidiéndose en general de todos. A los pocos minutos lo hizo Armando, a la una en punto salieron Pepi y Luisa, un poco más tarde Rosa. Pol estaba repasando las últimas actualizaciones del valor de algunas acciones, sintió un ruido en la puerta que le hizo levantar la cabeza, estaba Alba mirándole.
-¿Estás bien Alba?
-Ya se han ido todos a almorzar, lo iba a hacer yo y le he visto que todavía estaba aquí solo, he pensado que…, tal vez…, le gustaría conocer algunos sitios que hay por aquí cerca para comer.
-¿No te importa comer conmigo?
-Solo si no me pregunta por mi decisión sobre el trabajo que me ha propuesto.
-De acuerdo Doña Alba, nada de hablar del trabajo.
Sonrieron los dos y salieron juntos de la oficina. Caminaban por la calle uno al lado del otro, Alba tenía un caminar segura de ella misma, Pol pensó que era fachada, una imagen que ella intentaba dar precisamente por sus inseguridades, si tuviera las cosas tan claras ya hubiera aceptado el trabajo que le había propuesto. Otra cosa era como vestía, los pantalones ajustados marcándole tipazo de piernas y culo, la camiseta también apretada marcándole unas buenas tetas dentro del sujetador, lástima que no se las dejaba ver bien la chaquetita que llevaba puesta de manera estratégica, insinuaba mucho y enseñaba lo justo, lo que no disimulaba era el culo, la chaqueta le llegaba hasta la cintura dejándole ver claramente un precioso culo debajo de los pantalones. Estaba claro que en su cuerpo si tenía mucha seguridad, sabía perfectamente que estaba buenísima y lo explotaba bien.
-Ese restaurante que hace esquina es muy bueno, si tiene algún compromiso o cliente importante tráigalo aquí que quedará bien.
-Es bonito por fuera, lo tendré en cuenta.- Le contestaba Pol.
Pasaron por delante de unos locales de comida rápida.
-Por aquí deben estar las cerdas de Pepi y Luisa, no las trago de verdad, que falsas son las dos.
-¿Y de Rosa, qué opinas?
-Esa es peligrosa, aparte de llevar la recepción le hace de secretaria personal al señor Escobar, bueno, sinceramente creo que también le hace algunas cosas más, es una guarra.
-¿Quieres decir?, no serán imaginaciones vuestras porque está más cerca que ninguna del jefe.
-Hay días que pasan mucho rato solos en la oficina del señor Escobar con las cortinas corridas para que no veamos nada, cuando sale se va limpiando la boca la muy cerda para que veamos que le acaba de hacer un favorcillo al jefe. Nos restriega que ella puede hacer fiesta cuando quiere y que le regala cosas, por su buen trabajo en la oficina dice la cabrona, por las mamadas y folladas, que cerda es. No has visto los colgantes, pulseras y anillos que lleva, parece una tienda andante, se pone todo lo que le regala para restregárnoslo por la cara, parece un árbol de navidad la hija de puta.
-Doña Alba por favor.
Le decía Pol muriéndose de risa por la manera que había perdido los papeles Alba.
-Lo siento, lo siento señor Ríos…
-¿Dónde vamos a comer?- Preguntó Pol para cambiar de conversación.
-Aquí detrás hay un lugar que hacen menús muy bien de precio y buena calidad.
-Bien, bien.
Siguieron caminando, Pol no se atrevió a preguntarle nada más de la oficina. Entraron en un pequeño restaurante, el camarero salió a recibir a Alba con una sonrisa, se le notaba al chaval que estaba loco por ella, como la miraba y le hablaba lo delataban, les acompañó hasta una bonita mesa en un rincón y les trajo un papel con el menú del día. Ya una vez que empezaron a comer después de las típicas frases de rigor de que aquel local estaba bien y tal.
-Hábleme de los cambios que tienes pensados para la empresa por favor.
Aquella manera de tratarlo siendo compañeros de trabajo le tocaba las narices a Pol.
-¿Qué quiere saber Doña Alba?
-Ya está bien con lo de “doña”, por favor.
-Pues no me trate de usted, que parecemos tontos coño, somos compañeros de trabajo.
-Vale, a partir de ahora Pol.
-Gracias Alba, los cambios más importantes serán en la oficina, trabajaremos y operaremos todos juntos desde la parte central…
-Esos no me interesan mucho, lo que quiero saber es cómo nos va a afectar en el trabajo del día a día, por lo que hemos hablado antes creo que tendremos más.
-Tú procura llevarte bien con Luisa y Pepi, serás su responsable, controlarás sus carteras de clientes y las inversiones que hacen.
-¡Si hombre!, de esas dos…
-Sí, de esas dos y de las que lleguen después, calculo que en un mes más o menos tendremos que empezar a aumentar la plantilla.
-Que optimista eres.
-Y tú que pesimista.
Se miraron a los ojos, Alba los apartó la primera con una sonrisa.
-¿Y específicamente de mi trabajo?
-Pensaba que no querías hablar de ello hasta que tomaras una decisión, supongo que tendrás que hablarlo con la familia y esas cosas.
Alba dejó el cubierto encima del plato y le volvió a mirar fijamente los ojos seria, Pol dejó de masticar al verle el semblante esperando que hablara.
-Yo no tengo familia ni falta que me hace, bueno sí, tengo a mis padres y un hermano, me refiero a pareja o hijos.
-Parece que eso te afecta.
Recogió de nuevo el tenedor para volver a comer, intentaba disimular haber dejado al descubierto algo de su vida privada.
-No lo creas.- Respondió de manera cortante y segura.
-Ahora intentas hacerte la dura…
-Ya sé que tengo muy mala leche, lo siento, es que si no la tengo las brujas esas que quieres que sea su supervisora se vienen arriba y me putean…
-Eso no tiene nada que ver con tú vida privada.
-No quiero hablar de mi vida ni le importa a nadie.
Se hizo un silencio, siguieron comiendo sin decir nada.
-Yo estoy separado y tengo un niño.
-No tienes porque explicármelo.- Respondió insegura.
-Sí, quiero explicártelo porque somos compañeros, es normal que sepas cosas de mi vida como yo de la tuya.
Otro silencio, Alba pensaba.
-¿Qué edad?- Preguntaba Alba.
-Yo treinta y cinco.
-Tú no tonto, el niño.
Alba se moría de risa, Pol también reía pensando que estaba guapísima cuando se relajaba.
-Siete, Quique tiene siete años, el próximo fin de semana será la primera vez que viene a mi casa aquí en la ciudad.
-Estarás contento.
-Claro, adoro a ese niño, es lo más importante de mi vida.
-No sé si yo podría criar a un hijo o hija, me da mucho respeto.
-Si no tienes intención de conocer a ningún hombre igual es difícil que te quedes preñada, bueno, también puedes hacerlo inseminándote.
-No te pases.
-No te gusta hablar de eso, ¿por qué?
-Para acabar de conocernos me parece que estás intentando saber demasiadas cosas de mí.
-Tienes razón, perdona. Esta tarde mírate el listado de valores que te he enviado, están clasificados por mercados, los europeos hacen más o menos el mismo horario que aquí en España, los asiáticos son de madrugada y los EEUU por la tarde noche, estos últimos son los que nos tendremos que repartir tú y yo, si te pasas la noche trabajando con las bolsas de Honkong y Japón que suele ser desde la una hasta las cinco de la mañana, el día siguiente tendrías que venir a trabajar por la tarde, en algún momento hay que dormir también.
-Ya me estás acojonando.
-No te asustes, mira los valores, son mucho más interesantes que los de aquí, yo te enseñaré para que lo hagas segura y sin riesgos.
-¿Cuándo pretendes que empecemos con todo esto?
-¿Estás diciendo que aceptas mi propuesta?
Alba se movió en la silla demostrando lo nerviosa que estaba, Pol lo vio.
-No te preocupes, será a partir de la próxima semana, esta la dedicaré a cambiar la oficina y a hablar con todos, tienes toda la semana para pensarlo.
Miró a los ojos a Alba, esta vez le aguantó un rato más largo la mirada, hasta que bajó la cabeza para mirar la comida con una bonita sonrisa. No dijeron nada más del trabajo y acabaron de comer.
De vuelta a la oficina por la tarde avisó a Rosa para hablar con ella en su despacho, se levantó rápidamente cogiendo papel y bolígrafo atravesando la oficina con paso decidido.
-Hola Pol, ¿me siento?
-Sí, por supuesto.- Le contestó señalando las sillas de cortesía.
-Tú dirás, que raro se me hace no tratarte de usted.
-Ya te acostumbrarás, dime, de qué se trata exactamente tú trabajo.
-Pues básicamente atiendo el teléfono, llevo la contabilidad, atiendo a los clientes si se personan aquí, y hago de secretaria personal del Sr. Escobar, si desea que también sea su secretaria a mí no me importa.
Se lo decía con una voz muy sensual mientras jugaba con el bolígrafo entre sus labios, Pol la miraba y tenía la sensación que Rosa se moría de ganas de comerle la polla allí mismo.
-Me parece bien, si me puedes ayudar en algo te lo comentaré.
-Le ayudaré encantada en cualquier cosa que me pida Pol.- Pol giró la cabeza mirando el despacho de Ricardo, estaba disimulando porque le parecía muy descarado como se le estaba insinuando Rosa.
-Vamos a cambiar recepción, la haremos más larga, ocupará casi toda la amplitud de la oficina, más elegante, así separará la parte de la entrada de donde trabajemos los demás, a tú derecha, lo que es el despacho de Armando ahora será una sala de espera cómoda y bien preparada para recibir a nuestros clientes…
-¿Quiere decir que es necesario?, aquí no viene casi nadie, de vez en cuando algún amigo del Sr. Escobar, con los clientes se reúne fuera.
-A partir de la semana que viene van a ir cambiando muchas cosas, a los clientes se les citará aquí y se les atenderá a las mil maravillas. Por cierto, tú trabajo será saludarlos educadamente y avisar a Armando que es quien se ocupará de ellos.
-Armando, Armando el de la oficina, ¡no me joda!…, huy perdón, se me ha escapado.
-Sí, Armando es el nuevo director de márqueting y relaciones públicas.
-¿Director?, si ese departamento no existe.
-Por eso es el nuevo director.
-Me parece que te equivocas, es un irresponsable, se ha ido a comer y me ha dicho que esta tarde no va a aparecer…
-Su trabajo estará más en la calle que aquí Rosa, cuando él no esté serás tú quien cuidará de nuestras visitas.
-Ya le he dicho que aquí no viene nadie Pol.
-Espero sorprenderte, tú hazte a la idea, de momento te vamos a montar una recepción que vas a parecer una reina dentro de ella.
Se sonrieron, Rosa se levantó de la silla sin quitar la vista de los ojos de Pol, él tampoco se la apartaba para que no pensara que podría dominarlo. Alba desde su despacho había estado atenta a los gestos de los dos durante la reunión, había estado mirando a Pol, se había sorprendido así misma sintiéndose atraída por aquel hombre, no tenía claro si por su físico, atractivo lo era un rato, o por su inteligencia. Ella lo estaba esperando con todas las armas preparadas para combatirlo, le sentó fatal que lo ficharan a él como director de inversiones y que el Sr. Escobar no tuviera ni el detalle de avisarla, lo dijo delante de todos, ella esperaba algo de respeto por su trabajo y que le hubiera dado una explicación o algo personalmente. Reconocía que había sido injusta, cuando lo vio se fue a hablar con él realmente furiosa, le dijo todo lo que tenía dentro y él supo manejarla, tranquilizarla y… ¡Joder!, tenía las piernas cruzadas debajo de la mesa, apretando una contra la otra dándose gustillo en el coño, se estaba poniendo cachonda mirándolo, eso sí que no pensó. Respiró profundamente y relajó las piernas, notaba como se había mojado las bragas.
En ese momento pasaban Pepi y Luisa en dirección al despacho de Pol, eran las últimas que faltaban por reunirse con él.
-Hola chicas, explicarme por favor que función desempeñáis en la empresa.
Les preguntó mientras las miraba con detenimiento, a Pepi la vio normal, igual que cundo hablaron antes al presentarse, le llamaba la atención los ojos nerviosos que le daban una imagen de chica despierta, le sorprendió Luisa, sentada más tranquila en la silla le resaltaban unas tetas enormes, cuando se presentó tenía los brazos cruzados por delante evitando que las viera.
-Ya lo sabe, llevamos las inversiones de renta fija, supongo que ya habrá visto cuales son, cada una lleva la cartera de unos cuantos clientes, mientras está el mercado abierto controlamos que se mantengan estables y eso. Qué le vamos a contar a usted que no sepa del negocio.- Mientras hablaba Pepi Luisa se giraba de tanto en tanto confirmando sus palabras, rozándole las tetazas en el brazo de la compañera. Pol sonreía viendo los golpecitos de teta y como Pepi intentaba apartarse.
-Y Alba os supervisa…-Empezó a decir Pol.
-Esa no supervisa nada, ya somos mayorcitas para saber lo que hacemos, es ella que se cree que sabe mucho la inútil.- Contestaba una ofendida Luisa, era la frase más larga que le había escuchado Pol desde que llegó.
-Ya sé que tenéis entre vosotras algunos problemillas…
-Problemillas dice, no nos deja vivir, se hace la chula porque el Sr. Escobar le dejó decidir sobre las inversiones mientras tú no llegabas, ¿verdad Pepi?
Se giró rápidamente para mirar a Pepi dándole un golpetazo con las tetas en el brazo.
-Aparta esas tetazas nena, que no paras de aporrearme con ellas coño.- Le decía enfadada Pepi a la vez que separaba la silla de su lado.
-Como estás hoy Pepi, desde luego es que no se puede hablar contigo.- Respondía ofendida Luisa. Parecían dos niñas discutiendo.
-Bueno, bueno, tranquilidad. Pues a partir de ahora Alba será oficialmente vuestra responsable…
-Ni pensarlo…- Empezó a decir Luisa cortándole la palabra.
Pol miró al techo y respiró profundamente.
-Mirad chicas, tenéis dos opciones, aceptáis mis normas, cooperáis con Alba con buena voluntad para llevar esta empresa a conseguir mejores resultados, o…
Dejó en el aire la segunda parte de la frase mirándolas fijamente.
-¿O qué?- Preguntó inocentemente Luisa.
-O ahí tenemos la puerta.- Contestó segura Pepi.
-Y nada de discusiones entre vosotras a partir de ahora, si no estáis de acuerdo en algo lo habláis conmigo, pero pensar que lo que os diga Alba antes lo habremos hablado ella y yo. ¿De acuerdo?
De acuerdo, de acuerdo, contestaron las dos bajando la cabeza sabiendo que no tenían más remedio que acatar las órdenes.
Pol estuvo un rato más concentrado en su ordenador, buscando información apuntando en el portátil algunos datos. Ni Ricardo ni Armando aparecieron en toda la tarde, Luisa y Pepi se despidieron, miró el reloj, eran la ocho, la hora establecida para acabar la jornada, apareció Alba en la puerta.
-Me voy Pol, ¿te quedas un rato más?
-Sí, voy a acabar unas cosas antes de irme.
Giró el retrato de su hijo enseñándoselo a Alba.
-Es Quique, mi hijo.
-Es muy guapo.
-Como su padre que te crees.- Alba pensó que era muy chulillo cuando hablaba, o tal vez era esa seguridad que desprendía en todo.
Se sonrieron y Alba se giró para irse, Pol la fue siguiendo con la mirada hasta que salió de la oficina, que atractiva le parecía aquella mujer. Dio un vistazo y vio a Rosa que estaba sentada en recepción, la llamó por teléfono.
-Hola Rosa, ¿tienes trabajo que todavía no te has ido como los demás?
-Siempre cierro yo las luces y la oficina, estaba esperando que se fueran todos, ¿necesitas alguna cosa? – Otra vez le quedó a Pol la sensación que le estaba ofreciendo sexo.
-No te preocupes, yo lo cerraré todo antes de irme, gracias.
-Gracias a ti, hasta mañana.
Rosa se levantó de su silla y recogió sus cosas, antes de irse le envió una mirada que se lo comía por los ojos, Pol giró la cabeza de lado a lado cuando cerró la puerta detrás de ella. Acabó lo que tenía pendiente, recogió metiendo cosas en su maletín y se desplazó hasta la puerta de entrada, apoyó los dedos en los interruptores de las luces y miró la oficina, estaba seguro que aquel lugar sería como su casa los próximos años, había mucho trabajo por hacer, cerró las luces y la puerta. Cuando salía del edificio se encontró con el mismo guarda que había conocido por la mañana, se miraron.
-Veo que no se lo han comido el primer día.
-Sigo vivo, mañana ya veremos.
Rieron los dos y se despidieron.