Una pequeña ciudad. (21)

Capítulo XXI

Javier hizo una pausa, un largo silencio, todos seguían esperando que continuara.

-¿Tienes algo fuerte para tomar Pol?- Le preguntó Javier.

-Tengo una amiga que dice que para estos casos lo mejor es un buen copazo de coñac.

Decía Alba, como no, mientras se levantaba y sacaba de un armario una copa y de otro la botella, le sirvió tres cuartos de copa y se la pasó a Javier, que le dio un buen trago haciendo después una mueca por lo fuerte de la bebida.

-La solución era encontrar a un culpable, que se cerrara definitivamente el caso, y que el comisario dejara de investigar, si no era así, yo sabía que tarde o temprano descubriría la verdad. Un día mi padre me llamó a su despacho, me enseñó los mails que le habías enviado ofreciéndote para trabajar en la empresa, no hizo falta que nos dijéramos nada, los dos sabíamos a quien se iba a culpar, lo siento Pol, lo siento mucho, fuiste tú como podía haber sido cualquier otro. También es cierto que yo recordaba lo que te pasaba cuando bebías, esos lapsus de memoria nos vendrían muy bien. Lo que pasó con Lily, lo que declaró, no fue fruto de la casualidad, tenía que confirmar que seguías sin enterarte de nada cuando te emborrachabas de verdad, lo preparamos todo entre los dos, yo te estuve animando a beber aquella noche llenándote la copa para pasarte del punto, ella se ocupó de la otra parte y me confirmó que realmente no te acordabas de nada de lo ocurrido.

Javier volvió a agarrar la copa y se metió otro buen trago. Los demás cada vez tenían los ojos más abiertos escuchándolo.

-Entonces ocurrió algo que no esperábamos, que fueras tan ‘repútamente’ bueno en tú trabajo, en pocos días le diste la vuelta a todo, a la oficina, a las inversiones, a los beneficios, la empresa se llenó de clientes nuevos, más empleados. El viejo se sentía tan orgulloso, de que todas las personas que tenían dinero de esta ciudad se interesaran en que los invirtiera su empresa, que me dijo que no podíamos hacerlo de momento, lo atrasamos, eso fue una cagada. Ya había hablado con Lara y sabía lo que tenía que declarar, evidentemente mi padre estaba dispuesto a pagar por eso. Yo había encontrado a una chica de un pueblo cercano, en realidad era una prostituta que había trabajado aquí en la ciudad hacía un tiempo, me debía algún favor y accedió a declarar que habían abusado de ella, igual que hicieron con Lara, no sé lo que hizo para ir al hospital y que vieran que la habían penetrado analmente, en fin, la pobre no tenía muchas luces, solo hubo que ver la declaración en el juicio, se lio ella sola. Pero sirvió para que el comisario creyera que el que abusó de Lara hacía tantos años había vuelto, por supuesto yo mismo rellené la denuncia de la chica, con los detalles para que pareciera la misma persona.

Le dio otro trago al coñac mirando a Abelardo.

-Y ocurrió otra cosa que tampoco pensé que pasaría, Lara y Abelardo se enamoraron, eso sí que no lo entendí, perdóname Abelardo, pero tienes que reconocer que no te lo esperabas ni tú. Conociéndolo, si Lara se había enamorado de él era porque tenía sensibilidad, la chica que siempre parecía estar ausente y torturada ahora era feliz, le cambió la cara y todo, se le notaba por todos lados, y estando al lado del bueno de Abelardo estaba seguro que le cambiarían los principios. Por eso te insinué en la cena que nos dijiste que estabais enamorados, que no era una buena mujer para ti, ya me dejaste claro que no podría hacerte cambiar de opinión. La qué sí cambió de opinión a última hora fue Lara en el juzgado, estoy seguro que tú tuviste mucho que ver.- Dijo dirigiéndose a Abelardo.

-¿Y lo del comisario entrando así en medio del juicio?- Preguntó una sorprendida Laura, como todos los presentes.

-Ahora sigo.

Volvió a beber vaciando casi la copa.

-Ya os he dicho que era un policía muy novato cuando cambié de caja la prueba, hacía semanas que estaban grabando todo lo que ocurría en la sala de pruebas, solo lo sabía el comisario y me grabaron. En su momento nadie miraba las grabaciones, se copiaban en cd´s y se guardaban, supongo que el comisario debió hablar con la agente que estaba destinada en la sala, para que estudiara todas las grabaciones, esa chica que está destinada allí, es buena, muy buena, y estaba deseando de salir de allí, seguro que me vieron como sacaba una bolsita de una caja y la escondía en otra, solo tuvieron que ver por las imágenes la caja  que era y buscarla, debieron de encontrar los pelos de los cojones, nunca mejor dicho. Lo demás está claro, enviaron de urgencia los pelos para que los analizaran, con la cantidad de pruebas médicas que le han hecho al viejo por su salud, lo descubrieron en el minuto uno. El comisario solo tuvo que ir al juzgado para pillarnos en bragas, juntos en el mismo sitio.

Se acabó la copa y se produjo otro largo silencio.

-¿Y qué pasará a partir de ahora?- Preguntó interesada Alba.

-Esta mañana he acompañado a mi padre para que compareciera delante del juez, como pasó con Pol lo han dejado ir con cargos, la fiscalía actuará de oficio.

-Tendrá que pasar por un juicio igual que mi hermano, así sabrá lo que se siente.- Apuntaba Laura.

-No, no lo hará, pactaran, es posible que por su edad ni entre en la cárcel, cosas de la gente influyente, bueno, si Lara no presenta una denuncia. Evidentemente si no lo haces seguirás cobrando cada mes y más que hasta ahora, el viejo lo tiene claro.- Decía Javier mirando a Lara.

-Dile a tú padre que se meta el dinero donde le quepa.- Saltaba un enfadado Abelardo.

-No, no, por supuesto que no lo demandaré. Abe cariño ese será su castigo, tener que pagar toda su puta vida por lo que hizo, no lo has oído, ni irá a la cárcel, ese tipo de gente está por encima de la justicia, y nosotros con ese dinero podremos vivir como queramos.- Javier movía la cabeza dándole la razón.

-Tampoco saldrá la noticia en ningún diario, la tuya salió porque nos interesaba, para crear una corriente de opinión a nuestro favor. Lo siento Pol, siento haber hecho que pasaras por esto, he perdido el trabajo que más deseaba hacer, el de policía, pero creo que dormiré más tranquilo, sabiendo que no he sido participe en encerrar a un inocente.

-¿Oye Javier? ¿Pretendes que te perdone y me olvide de todo?- Habló por primera vez Pol.

-Sé que no es fácil, que puede que tardes un tiempo, pero sí, eso espero, para eso he venido, para ganarme una parte de tú perdón confesándote toda la verdad. Bueno, tengo que irme.

Se levantó y fue caminando hasta la puerta de salida, con los ojos de los demás mirándolo. Abrió la puerta y se giró mirando a Pol.

-Por cierto, a partir de mañana el viejo, mi padre, estará cada mañana en su despacho, ves a verlo cuando quieras.

Cerró la puerta detrás de él, todos se quedaron mirando unos a otros sin saber que decir. Hasta que…

-Madre del amor hermoso, la que te habían liado Pol.- Decía Marimar la mujer de Pablo.

Se fueron levantando, algunos como Abelardo y Lara salieron al jardín, para que ella se fumara un cigarro, Marimar, Laura y Alba fueron a la cocina a beber agua fresca, Pablo se quedó al lado de Pol.

-No me podía haber imaginado en la vida que Javier te estuviera preparando semejante encerrona, Dios mío, somos amigos desde la infancia, salíamos cada semana a cenar, tomábamos copas, reíamos, estábamos unidos…

-Pues según parece no lo estábamos tanto.- Le respondía Pol.

-Por favor Pol, no nos metas en el mismo saco a Abelardo y a mí, no teníamos ni idea de todo esto.

-Tranquilo, no lo hago, aunque te tengo que reconocer que ahora mismo no me siento muy bien, yo confiaba en él sabes.

-Claro, todos confiábamos, nos ha traicionado a todos, a ti más por supuesto ¿Te crees que yo no me siento también mal? Has sido tú como podíamos haber sido cualquier otro.

En ese momento salían Laura y Alba con una botella de champagne cada una en la mano, seguidas de Marimar con un montón de copas.

-Mirad que hemos encontrado por la nevera, vamos a brindar.- Decía Laura.

-Que empiece la fiesta.- Afirmaba Alba.

Las tres chicas con su alegría contagiaron a los demás, que se juntaron para recoger las copas y que les sirvieran el champagne. Alargaron la celebración, cenaron juntos y tomaron más copas después, se fueron a dormir tarde otra noche más.

Al día siguiente desayunaban los tres, Pol, Laura y Alba.

-¿Iras a ver al señor Escobar? Quiero decir, al viejo, lo de señor no se lo merece.- Preguntaba Alba.

-Quiero hacerlo, quiero que me mire a la cara y a ver qué me dice. Iré después de desayunar.

-Yo tendría que pasar por mi apartamento a hacer algunas cosas, y al medio día hemos quedado con los papis para comer juntos, tienen ganas de abrazarte.- Decía Laura.

-Pues yo iré contigo a la oficina, así me pondré al día con Pepi y Luisa. Afirmaba Alba.

-Y después te vienes a comer con mis padres.- La invitaba Pol.

-No sé, igual es mejor que estéis la familia sola.

-Tú ya eres de la familia ¿No te has dado cuenta?- Aseguraba una sonriente Laura dando por zanjado el asunto.

Entraron en la oficina, Pol con unos vaqueros y un polo de manga corta, vestido totalmente informal, Alba impecable como siempre. Cuando los vieron todos se pusieron de pie aplaudiendo, hasta consiguieron poner rojo a Pol de la cara, fueron abrazándole y felicitándolo uno a uno, por supuesto no sabían nada de que ahora a quien acusaban era al jefazo, al señor Ricardo Escobar, que miraba el revuelo de la oficina desde su despacho. Alba se quedó comentando cosas sobre el trabajo con las eventuales jefas de la oficina, Pepi y Luisa. Pol entró en el despacho de Ricardo sentándose delante de él.

-¿Quieres tomar algo?- Fueron las primeras palabras del viejo, Pol pensaba antes de contestar.

-Una cerveza.- Ricardo descolgó el teléfono.

-Rosa, nos trae a mi despacho una cerveza y un whiskito por favor.

-Hasta que Rosa no llegó con las bebidas Ricardo estuvo mirando por la ventana, Pol no le quitó la vista de encima, no quería que pensara que desviaba la vista en señal de debilidad. Ricardo cogió el vaso dándole un trago, luego le miró a Pol a la cara.

-Lo siento, ya te lo dije en el juzgado y te lo repito ahora, me equivoqué, tenía que haber aceptado mi error y pagar por él.

-¿Y a Lara? ¿También le has pedido que te perdone?- A Ricardo le sorprendió que no lo tratara de usted.

-Ya se lo pedí hace mucho tiempo, con ella tenemos un acuerdo, nunca le he fallado ni espero hacerlo mientras viva.

-Espero que así sea, ella es la única víctima aquí.

-No te preocupes, sé que estuvo a punto de delatarme, pero no lo hizo, yo no fallaré.

-No siempre lo soluciona todo el dinero.- Le decía Pol mirándole a los ojos.

-También sé que ahora está muy bien, desde que se enamoró de Abelardo, me alegro mucho por ella créeme, si se deja aconsejar económicamente por alguien como tú no tendrá problemas en su vida.

-Haré lo que sea por ellos, lo que me pidan, no te preocupes.

Se hizo un silencio, más largo de lo normal, Pol esperaba sin inmutarse.

-Quédate por favor.- Dijo Ricardo secamente.

-No puedo.

-Sí puedes, te dejaré la empresa para que hagas lo que quieras, ni apareceré por aquí, ni te pediré explicaciones, has trabajado mucho para llegar donde  la tienes ahora…

-No lo voy a hacer.

-Te doblaré el sueldo y las comisiones, lo que tú quieras.

-Ya te he dicho antes que no todo se puede pagar con dinero.

-Piénsatelo por favor.

-No puedo seguir trabajando para ti, no puedo olvidar lo que me has intentado hacer, tú y tú hijo.

-Mí hijo…, si él hubiera hecho bien las cosas no me hubiera visto donde estoy ahora, él tiene mucha culpa de esto.

-No hables así de Javier, todo lo ha hecho por ti, porque eres su padre, hasta ha perdido lo que más le importaba, ser policía, por ti, por un delincuente, por lo menos tenle un poco de respeto.

-¿Lo defiendes?

-No, no será fácil que le perdone, pero por lo menos él ha dado la cara y me ha dicho toda la verdad, eso sí se lo agradezco.

-¿Toda?

-Sí, lo sé todo, por eso no puedo seguir aquí.- Pol se levantó de la silla.

-Por favor Pol ¿Quién se hará cargo de esto?

-Me da igual quien siga con tú negocio, seguro que encontrarás a alguien, o lo hablas con Alba, ahora está realmente preparada.

-Alba no se va a quedar, sufría más ella que tú en el juzgado.

Pol caminó y agarró el pomo de la puerta abriéndola.

-Dime que te lo vas a pensar Pol.

-Ya está pensado.

Pol salió del despacho y encaró la salida despidiéndose de todos en general, Alba le siguió saliendo con él. Bajaban los dos en el ascensor.

-¿Cómo ha ido con Pepi y Luisa?

-Bien, no hemos puesto al día.

-Muy bien, espero que les vaya bien.

-De todo, nos hemos puesto al día… de todo.- Pol miró fijamente a los ojos de Alba, ella le devolvía la mirada haciendo una carita de niña inocente.

Cuando el señor Ricardo Escobar salió de su despacho para ir a almorzar, se dio cuenta que todas las miradas estaban fijas en él, caminó hasta la puerta con la cabeza baja, sabía que había perdido el respeto de todos sus empleados. Él sabía que tarde o temprano se enterarían, pero esperaba que fuera más tarde que pronto.

Pol conducía con Alba de copiloto, en dirección a la casa de sus padres para comer juntos.

-¿Cómo ha ido?- Preguntaba Alba.

-Me doblaba el sueldo y las comisiones para que me quedase.

-¿Y?

-Qué se lo meta en el culo.

-No esperaba menos de ti.

-Le he dicho que hable contigo para que te hagas cargo tú de la empresa.

-¡Si hombre! Que se la meta en el culo.

-Tendrás que seguir trabajando ¿No?

-En cualquier sitio menos en ese, lo siento, no puedo seguir después de lo que te han hecho ¿Y tú? ¿Qué harás?

-No sé Alba, ahora mismo creo que largarme de vacaciones, desaparecer, yo que sé.

-Bueno, ya hablaremos.

Pol estaba aparcando y Alba no quería seguir con la conversación, subieron a la casa de sus padres, Laura ya estaba con ellos, se saludaron, lo abrazaron a él y a Alba.

-Ya me ha explicado Laura que no lo habéis dejado ni un momento solo, te estamos muy agradecidos guapa.- Le decía la madre a Alba.

-No hay de qué, Pol es muy buena persona y se lo merece.

Laura cogió del brazo a Alba llevándosela, Pol se quedó explicándoles detalles del juicio a sus padres, entraron en la cocina, Laura abrió la nevera y sacó dos cervezas dándole una a Alba.

-¿Cómo ha ido en la empresa?

-Lo que pensábamos, le ha dicho que no seguiría trabajando.

-¿Y tú?

-¿Yo qué?

-¿Qué harás?

-Tampoco quiero seguir.

-Ya me lo imagino, tendrás algo pensado.

-Pues la verdad, es que…, que…, no sé Laura.

-Alba cariño, no puedes disimularlo, se te nota mucho.

-¿Qué se me nota? Porque yo…

-Se ve a kilómetros que estás loquita por él.- Le cortó Laura.

Alba se puso seria, las miradas se cruzaban sin que ninguna de las dos dijera nada.

-¡Anda! Mira que bien, están aquí las dos bebiendo cerveza.- Decía el padre que había sacado la cabeza por la puerta.

-Venga sentaros en la mesa, que ya está la comida preparada.- Hablaba la madre entrando en la cocina.

Pol se dio cuenta que algo pasaba, la alegría y el cachondeo habitual entre Laura y Alba no era el mismo. Una vez todos sentados en la mesa comiendo.

-¿Y Nuria? Mira que decirte lo que te dijo el lunes, nos quería dejar sin ver a Quique, no le importaba que sus abuelos no lo vieran más, que sinvergüenza.- Volvía a hablar la madre.

-Es una hija de la gran…

-Laura por favor, no hace falta hablar tan mal.- Le llamaba la atención el padre.

-Da igual, lo importante es que no se ha salido con la suya.- Cerraba la conversación Pol.

-Así este fin de semana lo veremos, que nos toca ¿O no?- Preguntaba preocupada la madre.

-Claro que lo veréis, el viernes a primera hora de la tarde estoy allí para traerlo.- Decía con autoridad Pol.

Laura y Alba se miraron, sin  hablar se entendieron a la primera. Cuando acabaron la comida y los padres se quedaron más tranquilos, bajaban en el ascensor los tres.

-Alba vendrá conmigo en el coche, tenemos una conversación pendiente.- Le dijo Laura a su hermano.

-Hacer lo que queráis ¡Vaya dos!

Así que Pol volvió solo en su coche y en el de Laura iban las dos.

-¿Me vas a decir que no es verdad lo que te he dicho antes?- Laura preguntaba y Alba miraba por la ventanilla intentando evitar contestar.

-Yo estoy de tu parte Alba, tenemos confianza una en la otra ¿Somos amigas o no?- Insistía Laura.

-Claro que se me nota coño ¿Cómo no se me va a notar? Si estoy enamorada de él desde que lo conocí hostia.- Le salía el genio a Alba.

-Pues díselo mujer, no dudes tanto y  habla con él.

-¿Tan idiota crees que soy? Ya se lo he dicho, voy detrás de él como un borreguito, pero no hay manera, se aleja, cuando le digo algo, como cariño o cualquier cosa así sale corriendo.

-Este niño es tonto.- Dijo Laura moviendo la cabeza resignada.

-Me dijo que estaba enamorado de su ex mujer, que quería volver con ella y Quique, yo lo entendía.

-Espero que después de lo que pasó con Nuria, abra los ojos y se dé cuenta de lo cabrona que es, a ver si se entera de una vez que ella no lo quiere.

-Puede que yo no le guste.

-¿Cómo no le vas a gustar? Con ese cuerpazo y lo guapa que eres, no digas tonterías.

-A veces eso no es suficiente, puede que no le guste como soy o algo…

-Si no le gustara como eres no habría estado tantas horas contigo, ni te habría enseñado lo que sabe de las inversiones y todo eso, te aprecia mucho, eso seguro, y que le gustas también está claro, solo hay que ver cómo te mira.

-Pues ya me dirás.- Se desesperaba Alba.

-Que es tonto, ya te lo he dicho.

-Que sí, que será muy tonto y todo lo que tú quieras, pero eso no me soluciona nada coño.- Decía nerviosa Alba.

-Yo te ayudaré Alba, no te preocupes.

Se quedaron las dos en silencio pensando.