Una pequeña ciudad. (19)

Capítulo XIX

Se sentaron los tres en el sofá, estaban reventados, no habían hecho nada en toda la mañana pero los nervios del juicio los había dejado hechos polvo, Pol se quitó la americana.

-Yo me tomaría una cervecita.- Dijo Pol.

-Voy a buscarlas ¿Quieres una Laura?- Preguntó Alba mientras se levantaba.

-Venga sí.

Brindaron antes de darle el primer trago, luego se miraron los tres.

-Yo creo que ha ido bien, al menos es lo que me ha trasmitido el abogado.- Comentaba Laura.

-Yo también lo creo, me ha parecido que es un buen abogado y no se le escapa nada.- Reforzaba Alba la opinión de Laura.

-No sé, lo peor está por llegar, mañana declaran las dos testigos que me acusan, si me reconocen como el autor no sé qué podrá hacer el abogado para rebatirlas.

-Bueno, mañana será mañana, comeremos y descansaremos, mañana Dios dirá.- Dijo Laura para cerrar la conversación.

Así lo hicieron, por los nervios no pudieron descansar mucho, a la hora u hora y media ya estaban sentados otra vez en el sofá, no hablaban mucho porque tampoco sabían muy bien de qué  hacerlo para no ponerse más nerviosos de lo que estaban. Llamaron al teléfono de Pol, lo cogió.

-¿Suegra?

-¿Cómo ha ido todo Pol?

-Claro, ustedes también se han enterado, que tonto, bueno el primer día no ha ido mal, ya veremos mañana.

-Muchos ánimos cariño, y verás como todo irá bien.

-Espero que si señora.

-Claro que sí, eres una buena persona y te lo mereces, no entiendo cómo pueden acusarte de algo así.

-Gracias por los ánimos, me hacen falta en estos momentos.

-Mañana te volveré a llamar, por cierto ¿Te ha llamado Nuria?- Pol se quedó en silencio, no sabía que decirle a su suegra.

-Ya me imaginaba que no lo había hecho, de verdad que no sé que tiene esta mujer en la cabeza.

-Seguramente llamará más tarde.- Intentaba disculparla Pol.

-Seguramente.- Decía con sorna la suegra.- Venga hijo, mucha fuerza y recuerdos de mi marido.

-También para él de mi parte, adiós.

Laura miraba a Pol sonriendo.

-Ya ves, la ex suegra.- Les confirmaba Pol.

-Esa mujer se enamoró mucho más de ti que su hija.- Dijo Laura riendo los tres.

-La verdad es que siempre me ha tratado como a un hijo. En fin.

-De los papis no te preocupes que ya los he puesto al día, están al corriente de todo y muy preocupados.

-Gracias Laura, ya me imagino cómo deben estar.

Llamaron a la puerta, la abrió Alba saludando a Pablo y Abelardo, se quitaron la chaqueta entrando en el salón, se abrazaron con Pol y saludaron a las chicas.

-Hemos hablado con Javier, parece que ha ido bien esta mañana.

-Sí, eso parece, lo que me preocupa es mañana.

-¿Queréis unas cervezas chicos?- Preguntaba Laura, dijeron que sí metiéndose ella y Alba en la cocina a buscarlas, ellos se sentaban en el sofá.

-¿Cómo lo ves Pol?- Se interesaba Pablo.

-Me preocupa mañana, testificaran las víctimas…

-Yo tengo que deciros algo.- Le cortaba Abelardo captando la atención de los dos.

-La víctima de hace doce años es Lara.- Soltó así de golpe.

-¿Lara?- Pregunto Pol sorprendido.

En ese momento salían las chicas con las cervezas repartiéndolas.

-¿Qué pasa?- Preguntaba Alba viéndoles las caras.

-Que Lara, mi novia, es la víctima de hace doce años…

-No lo entiendo, tu eres uno de los testigos que está de la parte de Pol ¿Cómo puede ser?- Decía un estupefacto Pablo.

-Lo hemos hablado con Lara, ella sabe que tengo que estar de parte de mi amigo y lo acepta.

-¿Es que no la crees a ella?- Preguntaba Laura tan extrañada como todos los demás.

-Mira, sinceramente, ha estado años sin acordarse ¿Por qué precisamente ahora?, no lo sé, yo creo que se equivoca de persona, conozco a Pol y sé que es incapaz de hacer algo así.

-¿Y esto no se lo has dicho a ella?- Insistía Alba.

-Claro que se lo he dicho, pero si ella está segura no puedo hacerle cambiar de parecer, mañana declararemos los dos, cada uno para una parte ¿Qué fuerte no?

Todos lo miraban sin decir nada, tampoco sabían que decirle, así que callaban y bebían. Pasaron un rato animando a Pol y se marcharon. Un poco más tarde Alba se ofreció para hacer la cena, Laura la acompañó y Pol salió al jardín a sentarse y tomar el aire, miró la casa de al lado y no parecía haber nadie, estaba cerrada y con las luces apagadas, pensó que habiendo declarado Lily en contra suya, igual no estaría muy cómoda encontrándose con él cara a cara. Volvió a sonarle el teléfono, lo miró, Nuria, pensó que su madre debió hablar con ella y la obligó a llamarle para interesarse.

-Hola Nuria, supongo que también te has enterado.

-Claro que me he enterado, ayer saliste por todos los periódicos, mira, te lo voy a decir para que lo sepas y no te lleves una sorpresa, te voy a denunciar y pediré la custodia en exclusiva de Quique, no quiero que mi hijo esté con un violador…

-¿Qué coño dices Nuria?- Levantó la voz Pol poniéndose de pie de un salto.

-Lo que oyes.

-¡No me jodas! ¿Cómo puedes creer que yo he sido capaz de hacer algo así?

-Porque te conozco, sé lo fogoso que eres cuando follas y como pierdes la cabeza…

-No me lo puedo creer…

-Cuantas veces me habías pedido para metérmela por el culo, como yo me había negado siempre se la  metías a esas pobres chicas, y vete a saber los casos que no se saben…

-Eso no tiene nada que ver, te lo pedí tres o cuatro veces en todos los años que estuvimos juntos, y nunca te dije nada cuando te negabas…

-Con la cara pagabas, solo había que verte en esos momentos…

-¿Pero qué dices? Jamás me enfadé y lo sabes…

-Porque luego te buscabas a quien metérsela a la fuerza, eres un cerdo, no te acercarás más a Quique ni a mí…

-Nuria por favor escúchame, Nuria, Nuria…- Le había colgado la llamada.

Agarró una silla y la tiró con rabia en medio del jardín, agarró otra y la tiró también, salieron corriendo Laura y Alba cuando estaba a punto de tirar la tercera.

-Pol ¿Qué te pasa? ¿Qué haces?- Le gritaba una preocupada Alba.

Dejó la silla que estaba a punto de tirar y se sentó en el suelo, se tapó la cara con las manos y lloró, lloró de impotencia, de pensar que podría no ver nunca más a su hijo, que era la persona que más le importaba en este mundo, lloraba de sentirse traicionado por Nuria, la mujer que más había querido y quería durante toda su vida, lloraba por sentirse un idiota al que habían utilizado y al que intentaban utilizar, y lloraba porque estaba arto de la vida, ya no podía soportarlo más, lo de Nuria fue la gota que colmó el vaso, acabó con las fuerzas que le quedaban, ya todo le daba igual, incluso seguir viviendo.

Las chicas intentaban levantarlo desesperadas, no podían con él, era un peso muerto sin ninguna voluntad.

-Por favor Pol, pon algo de tú parte, levántate por favor.- Le decía fuera de sí Laura viendo como estaba.

Alba se arrodilló delante de él, le cogió la cabeza con las dos manos mirándole a los ojos.

-Pol, Pol, mírame cariño, mírame a los ojos.- Le decía mientras le daba algunas palmaditas en la cara para que reaccionase.

Después de insistir un poco vieron como levantaba la cabeza mirando a Alba.

-Eso es, mírame, escucha, vamos a levantarte, vale, iremos adentro y nos sentaremos, te daremos algo para que te mejores y hablamos ¿Vale?- Le decía Alba con toda la dulzura y cariño del mundo, a Laura le caían unos lagrimones tremendos por la cara de ver así a su hermano.

Parecía que quería reaccionar, lo cogieron cada una por un brazo ayudándolo a ponerse de pie, entraron muy despacio los tres al salón y lo sentaron en el sofá, Laura se quedó con él acariciándole la cara mientras le quitaba las lágrimas de las mejillas con la otra mano. Alba abría el armario de las bebidas buscando coñac, echó un buen chorro en cada uno de los tres vasos y los repartió entre ellos.

-Tengo una buena amiga que dice que es lo mejor en estos momentos, no sé si es verdad, pero es lo único que se me ocurre.

Laura se lo bebió de un trago, mientras lo hacía Alba, Laura ayudaba a Pol a pegarse el pelotazo, luego Alba le acariciaba la cara a Pol.

-¿Estás mejor?- Le preguntaba Alba mirándole a los ojos, aquellos ojos que tanto le gustaban y que en ese momento los tenía tan apagados, como si no quisieran volver a brillar.

Pol levantó la cabeza y respiró profundamente mirándolas, parecía como si hubiera vuelto al mundo después de ausentarse un rato.

-Ha funcionado Alba, ha funcionado.- Decía Laura viendo a Pol recuperarse.

-Es que mi amiga es mucha amiga, ya te lo digo yo.

-¿Te acuerdas de Mélani Pol? Lo que hemos reído con ella.

-¡Que mujer por Dios!- Respondió Pol, alegrando a las chicas al oírle la voz.

Los tres rieron levemente.

-¿Qué ha pasado Pol?- Preguntó una preocupada Laura.

-Nuria.- Contestó.

-Que hija de puta ¿Qué te ha dicho? ¿Qué te ha hecho?- Insistía una enfadada Laura.

-Cree que soy culpable de haberle hecho esas animaladas a las chicas, me quiere quitar a Quique para que no lo vea más…-No pudo seguir volviendo a llorar.

-No me lo puedo creer, la cabrona ha tenido que decírselo hoy, precisamente hoy que sabía que estaría preocupado, que mala persona, que hija de la gran puta- Perdía los papeles Laura.

Mientras Alba le sujetaba con las dos manos la cara a Pol, girándole la cabeza para que le escuchara.

-Escúchame Pol, lo único que puedes hacer es demostrar que tu no fuiste, que te declaren inocente y entonces le devolverás la pelota a tú ex…

-¿Y si me declaran culpable y voy a la cárcel?- Decía un cariacontecido Pol.

-Entonces tanto dará lo que ella haga.- Le respondió Alba con una seguridad pasmosa.

Pol la miraba fijamente pensando, subiendo y bajando levemente la cabeza, Laura le daba la razón a Alba, pasándole a su hermano el brazo por la espalda.

-¿Quién quiere otro pelotazo?- Levantó la voz Alba para animar la situación, a la vez que se levantaba recogiendo los vasos para volverlos a llenar.

-Dale.- Respondió Pol.

-Yo también.- Dijo Laura mirando a su hermano sonriendo, viendo como volvía a parecerse al de siempre.

Alba servía el coñac otra vez en los vasos, de algo le había servido controlar los nervios en situaciones críticas, por ejemplo cuando una acción no respondía como se esperaba y tenía que tomar decisiones rápidas para no perder dinero.

Llegaron al juzgado por la puerta trasera, Javier se la había enseñado a Pol el día anterior, subieron en ascensor hasta el piso que estaba la sala segunda, en una salita de espera estaban los testigos, Lara con Abelardo, a su lado Pablo y una chica que no conocía de nada.

Entraron en la sala, Pol saludó a su abogado y se sentó en su lugar, detrás de él Laura y Alba, el abogado se acercó a ellas.

-Alba tendrías que salir de la sala y esperar en la salita de espera de los que van a declarar, a última hora te he puesto en la lista para interrogarte sobre Pol, eres su mejor amiga y compañera de trabajo, podrás declarar las noches que habéis pasado juntos sin que él se interesara por ti y sin intentar hacerte daño.

-Vale de acuerdo.- Contestó segura Alba.

Alba se apretó las manos con Laura y salió de la sala, en ese momento se sentaba el señor Escobar al lado de Laura, y su hijo Javier al final de la sala como el día anterior.

-¿Usted es la hermana de Pol verdad?- Preguntaba Ricardo.

-Sí señor.

-Encantado de conocerla, yo soy Ricardo Escobar…

-Ya sé quién es usted, el director y propietario de la empresa de inversiones que trabaja mí hermano.

-Sí, exactamente, que gran trabajo ha hecho Pol, le ha dado en muy poco tiempo un cambio impresionante a la empresa.

-Me lo imagino, conozco perfectamente a mi hermano y sé de qué es capaz cuando algo se le mete en la cabeza, que cabezón es el tío.

Sonrieron los dos.

-Qué gran persona es.- Decía bajando la cabeza Ricardo.

-Sí que lo es, cuida de todos los que estamos a su lado, esto, esto de lo que le están acusando…, no lo entiendo…

-Dígame señorita ¿En ningún momento ha llegado aunque solo sea a dudar un poco? ¿Que habría alguna posibilidad de qué…?

-¿Él fuera culpable? ¿Qué lo hiciera él? Imposible, cualquiera que lo conoce un poco sabe que es imposible, ninguno de su entorno lo duda. Es literalmente incapaz de hacerle daño a nadie.

El señor Ricardo Escobar la miraba con una mueca de aprobación, el juez entró en la sala, Ricardo giró la cabeza mirando al tribunal, cerró los ojos y apretó los labios. Laura pensó que debía apreciar mucho a Pol y también lo estaba pasando mal.

Salió a declarar la primera testigo.

-Buenos días señorita ¿Puede explicarnos que le ocurrió el pasado dieciséis de abril?- Preguntó el fiscal.

-Yo iba por la calle distraída cuando alguien me agarró por detrás, me apartó metiéndome en un callejón y abusó de mí, me tocó los pechos, me bajó el pantalón y las braguitas intentando penetrarme analmente.

-¿Qué hizo usted?

-Intenté gritar, pero me tapó la boca con la mano, con la otra me sujetaba los brazos por detrás para que no pudiera moverme.

-¿Y después?

-Fui a un hospital a que me atendieran, llamaron a la policía y al día siguiente presenté una denuncia.

-Hábleme de la persona que la atacó.

-Era una persona de complexión normal…- Miró a Pol.- físicamente era igual que el acusado.

-Gracias señorita, no hay más preguntas.

-Preguntas de la defensa.- Dijo el juez.

-Con la venia señoría ¿Usted no es de esta ciudad verdad?

-No, vine de otra a visitar a una amiga.

-¿Dónde vive esa amiga?

-Muy cerca de donde me atacaron.

-¿Muy cerca es en la dirección?

-No sé la dirección, sé donde es pero no la dirección.

-¿A qué hora sucedió?

-De madrugada, sobre las dos.

-De acuerdo, si había venido a ver a una amiga ¿Por qué caminaba sola por la calle a esa hora?- El jurado le prestaba cada vez más atención al interrogatorio. Al fiscal no le gustaba por donde iban las cosas.

-Salí a dar una vuelta por que llevábamos toda la tarde y noche en su casa encerradas.

-Viene usted de otra ciudad a ver a una amiga ¿Supongo que debería hacer tiempo que no la veía?

-Unos meses.

-Eso, hace unos meses que no se ven, usted viene expresamente a estar con ella ¿Y sale sola a dar una vuelta a las dos de la madrugada porque estaban demasiado tiempo en su casa? ¿No sería más lógico que hubieran salido las dos juntas?- La testigo se movía incomoda en su sitio.

-De acuerdo, cambiemos el tema, dice usted que le tapaba la boca con una mano, y con la otra le sujetaba los dos brazos inmovilizándola ¿Es así?

-Sí, así es.

-Entonces ¿Cómo pudo tocarle los pechos? ¿Bajarle el pantalón y las braguitas e intentar penetrarla? ¿El agresor tenía tres brazos y manos? ¿O tenía poderes mentales? ¿O la atacó un pulpo?

La sala y el jurado estallaron en unas carcajadas tremendas, el juez pegaba mazazos contra la mesa pidiendo silencio.

-Protesto.- Gritó el fiscal.

-Aceptada, letrado me consta que es usted muy buen abogado, hoy he descubierto que también es humorista, por favor, en esta sala ejerza solo de abogado, los últimos comentarios han estado fuera de lugar. ¿Alguna pregunta más?- Le recriminaba el juez al abogado de Pol.

-Sí señoría.- Remarcó el abogado.

-A ver señorita ¿Está usted segura de lo que le pasó? Y más concretamente ¿Puede usted asegurar que fue el acusado quién la atacó?

-Bueno…, no sé, yo no le vi la cara.- Respondía con muchas dudas la testigo.

-Entonces podría haber sido atacada por cualquier persona ¿Es así o no?- Presionaba a la testigo el abogado levantándole la voz.

-Sí, es así…

-Ninguna pregunta más.- El abogado volvió a levantar la voz cortando a la testigo, ella se quedó quieta con la cabeza baja.

El fiscal se dio cuenta que le acababan de destrozar a un testimonio importante. La señorita salió de la sala roja de vergüenza.

-Sigamos con los testimonios por favor.- Decía el juez secándose el sudor de la frente con un pañuelo.

Abelardo y Lara estaban sentados juntos cogidos de la mano, se abrió la puerta de la sala y alguien gritó el nombre de Lara, ella se miró a los ojos con Abelardo.

-Se valiente, confío plenamente en ti mi amor.-Le decía Abelardo besándole los labios.

Lara entró a la sala caminando muy despacio, hasta colocarse delante del micrófono para declarar. El fiscal la miró sonriendo, todos se dieron cuenta que era la gran testigo de la acusación, de ella dependía el resultado de aquel juicio.

-¿Es cierto que el veintiocho de octubre de dos mil ocho abusaron sexualmente de usted?- Preguntó el fiscal, consciente que a partir de ese momento con el testimonio de Lara todo cambiaría en el juicio.

-Sí, es cierto.- Contestó Lara muy segura.

-Explíquenos como ha pasado todo este tiempo hasta hoy.

-Cuando pasó lo del abuso quedé muy afectada, fui a varios psicólogos y ninguno pudo ayudarme, shock post traumático dijeron que tenía, me negaba a aceptar la realidad, borré de mi mente lo que había pasado.

-¿Pero qué ocurrió recientemente?

-Que conocí a la persona más maravillosa del mundo.

-¿Se enamoró?

-Por supuesto, locamente.- Se escucharon algunas risillas.

-¿Y eso le ayudó a recordar?

-Sí, esa persona me ayudó a aceptarme, me ayudó a volver a vivir con alegría, me ayudó a aceptar la realidad y lo recordé todo.

-Así, sabe perfectamente quién fue la persona que le atacó.

-Sí señor, lo sé.- Decía segura de ella misma pensando en Abelardo.

-¿Confirma usted que fue el señor Ríos, el acusado aquí presente?

-No señor, no fue él.

Se creó un revuelo en la sala espectacular, la gente se puso de pie, comentaban entre ellos, el jurado giraba la cabeza mirándose unos a otros. El abogado defensor abrió los ojos como platos, se miró con Pol, que tampoco entendía nada, el abogado le hacía señales de que estuviera tranquilo.

-A ver señorita, usted firmó de su puño y letra, una declaración diciendo que fue el señor Pol Ríos quien la había atacado ¿No es así?- Casi le gritaba el fiscal a Lara nervioso entre los murmullos de la gente.

-No fue él, sé perfectamente quien fue.- Contestó Alba y el revuelo fue total, se sentían gritos, el juez no daba abasto aporreando la mesa pidiendo orden en la sala.

Pablo, Abelardo y Alba estaban fuera oyendo los gritos, se levantaron y se acercaron a la puerta. En ese momento se abrió el ascensor, salió de dentro el comisario con seis agentes, caminaban con determinación, abrieron la puerta de la sala y entraron todos, Pablo, Abelardo y Alba aprovecharon para colarse también. Dentro casi todo el mundo estaba de pie comentando, aquello parecía un gallinero, Abelardo se dio cuenta que Lara estaba junto al micrófono callada con la cabeza alta. El comisario se plantó delante del tribunal. Todo el mundo se calló al verlo, otra sorpresa en aquel juicio.

-Señoría, hay nuevas pruebas que debería saber antes de seguir con este juicio.- El juez torcía los ojos con el pañuelo en la mano, secándose el sudor de la frente, cuantas cosas raras iban a pasarle aquel día en su tribunal.

-Muy bien, el fiscal y el abogado de la defensa acompáñenme a mi despacho.- Le hizo una señal al comisario para que les siguiera. El comisario se acercó al juez hablándole flojito al oído para que nadie le oyera.

-Que nadie abandone la sala por favor.- Dijo en voz alta el juez, los agentes que habían llegado con el comisario se pusieron repartidos por la sala, custodiando la puerta para que nadie saliera.

Alba llegó al lado de Laura que tenía una cara de sorpresa tremenda.

-¿Qué ha pasado Laura?

-Lara, Lara ha declarado que no fue Pol quien la atacó.

-¡Bien!- Gritó a todo pulmón Alba apretando los puños, haciendo que Pol se girara en su banco para mirarla.

Se miraron a los ojos, se acercó Alba, Pol se levantó y se juntaron en un emotivo abrazo, Laura no aguantó más levantándose también para abrazarse con ellos. Toda la sala estaba de pie hablando, el jurado también. Lara se había sentado con Abelardo, le había explicado lo que había pasado y se besaban con amor.

-Sabía que no podía ser él, yo no hablo mucho pero a la gente la conozco bien.- Le decía contento Abelardo.

-Tenía que decir la verdad cariño, yo también quiero una vida junto a ti sin mentiras.

Abelardo la abrazaba orgulloso de ella, él ya sospechaba algo. Se abrió la puerta por donde había salido el juez y sus acompañantes, Pol volvió a su sitio, Alba con Laura corrían para volver a sentarse al lado del señor Escobar, Ricardo lo miraba todo con curiosidad y con una sonrisilla. La gente se calló de golpe sentándose cada uno en su lugar.