Una pequeña ciudad. (18)

Capítulo XVIII

El fin de semana anterior al lunes del juicio, Lara y Abelardo estaban en la cabaña, por la tarde, después de salir a dar una vuelta por el bosque, se duchó Lara, mientras lo hacía Abelardo, ella encendió el fuego para calentar el interior antes de que anocheciera. Abelardo salió con la toalla enrollada en la cintura, ella lo esperaba con una sonrisa, se arrodilló delante de él encima de unos cojines, le quitó la toalla dejándola caer y la polla le quedó delante de la cara, se metió la punta en la boca, había aprendido a abrirla lo suficiente para que le cupiera, chupaba mientras por debajo lo iba pajeando lentamente, Abelardo la miraba con cariño resoplando, como le gustaba que le hiciera esas cosas. Cuando Lara creyó que lo tenía lo suficientemente excitado, le empujó suavemente por la barriga para que se sentara en la cama, se quitó la ropa y se subió encima de él, le agarró la polla y poniendo la punta en la entrada de su coño se la metió de un golpe hasta casi el fondo, gritaron los dos, ella del placer y él de la sorpresa de que se la metiera así, y del gusto claro, Lara le miró excitada a los ojos.

-Siempre me lo has hecho muy suavemente, quiero que hoy sea diferente, un poco más duro, con más entusiasmo, no sé cómo decirte.- Le decía Lara totalmente excitada.

Abe se levantó de la cama con ella encima sujetándola por el culo sin sacarle la polla, de pie la levantó un poco dejándola caer, ella gritó levantando la cabeza del placer, la levantó un poco más arriba, volviéndola a dejar caer hasta donde él sabía que no le daría un golpe en el fondo de la vagina, no le cabía entero aquel pedazo de pepino que tenía por polla, ella torcía los ojos gritando más fuerte, se sujetaba a su cuello como si le fuera la vida en ello, Abelardo fue aumentando la intensidad de las subidas y bajadas, Lara se corrió abrazándolo, cuando abrió los ojos vio los de él, no podía estar más excitado y caliente. Dio media vuelta con ella enganchada a su cuerpo, y con la polla dentro colocó varios cojines apilándolos, la puso a ella encima a cuatro patas, así el coño le llegaba a su altura, la sujetó por las caderas con una mano, con la otra se agarró la polla poniéndole la punta en la entrada de su vagina, Lara abría los ojos esperando lo que sabía que iba a pasar, él empujó con un golpe seco metiéndole el capullo y un poco más de polla, Lara gritó agarrándose a las sabanas, él la acabó de meter hasta el fondo, ya tenía la medida cogida, la sacó dejándole el capullo dentro y de otro golpe seco se la metió de golpe hasta casi chocar con el fondo, ella gritó de nuevo estirando de las sabanas sacándolas de su lugar, dejándolas en medio de la cama totalmente arrugadas. Abe aumentaba el ritmo, enloquecía viendo en primer plano como entraba y salía la polla del coño de Lara, como se lo estaba dilatando, ella estiraba ahora del colchón doblándolo, el placer que le estaba dando Abe esa tarde era lo más fuerte que había sentido nunca, a él la visión en directo de la follada a cuatro patas lo tenía a punto. Lara pegó un grito enorme que hizo eco en el valle, corriéndose de nuevo, Abelardo no aguantó más empezando a disparar semen, Lara notaba la presión en el coño de la eyaculación y gritaba más fuerte, volviéndose a correr. Los dos quedaron destrozados, ella se dio la vuelta estirándose en la cama, jadeaba a la vez que se tocaba el coño, Abe reía viéndola sin muchas fuerzas.

-No te rías, hay que ver cómo me los has dejado, si me cabe la mano dentro, tengo que estar agradecida de tener la vagina tan elástica.- A él le daba un ataque de risa.- Ven estírate aquí conmigo.

Le dijo Lara dando varias palmaditas encima de la cama, indicándole a Abe donde quería que se pusiera. Él se estiró boca arriba y ella apoyó la cabeza en su hombro acariciándole el pecho.

-Tengo que decirte algo.- Le decía Lara seria.

-Ahora lo entiendo, primero me vuelves loco de placer, y cuando me tienes tiernecito quieres hablar conmigo, que lista eres.

-Te vas a enterar igualmente, así que prefiero decírtelo yo que te enteres de otra manera.

Ahí Abelardo se dio cuenta que era algo serio de verdad, giró la cabeza para mirarle la cara.

-En su momento te dije que lo que me pasó fue hace quince años, pues la verdad es que hace doce, me lo ha dicho el fiscal. He hecho una declaración delante de la policía, declararé en el juicio que Pol fue quien abuso de mí.- Abelardo se puso de pie asustado llevándose las manos a la cabeza.

-¿Qué me estás diciendo Lara?

-Que Pol fue quien abuso de mí.- Le confirmaba Lara muy seria.

Abelardo dio unas cuantas vueltas a la habitación desnudo, se agachó para meter varios troncos en el fuego, al agacharse le enseñó las pelotas por detrás a Lara, haciéndola sonreír de la imagen. Abe se incorporó, y lentamente se acercó a la cama sentándose a su lado, le acarició la carita.

-Si es culpable que lo pague, para mí eres la mujer de mi vida, eres el centro de mi existencia, lo único que necesito en esta vida para ser feliz es estar a tu lado, te quiero como no he querido a nadie.

-¡Hostia Abe! Qué cosas más bonitas me has dicho.

-Te pido que tengas un poco de paciencia conmigo, para mí no va a ser fácil ver como encarcelan a uno de mis mejores amigos, por la declaración de la persona más importante de mi vida, sinceramente, a Pol lo conozco y no me lo puedo imaginar haciendo algo así ¿Sabes que fue él quien defendió nuestra relación cuando se lo dije al grupo de amigos? A Javier no sé por qué no le hizo gracia, Pol fue el primero en felicitarme y desearme que fuera feliz contigo. Pero si tú estás segura, adelante, quiero un futuro contigo que sea transparente y sin mentiras, con la verdad y la sinceridad siempre por delante, como creo que lo está siendo hasta ahora.

-Abe, creo que no te había oído hablar tanto y tan seguido desde que nos conocemos.

-Pienso que era el momento de hacerlo.

Le dio un tierno beso en los labios y se fue a duchar de nuevo, Lara se quedó estirada cerrando los ojos, pensando en las bonitas palabras que le había dicho el tímido de Abe.

El viernes anterior a que empezara el juicio, la agente Montesinos llamó al comisario.

-Hola agente ¿Alguna novedad?- Contestó al teléfono interno el comisario Santos.

-Me gustaría que bajara y lo vea usted mismo.

El domingo antes de que empezara el juicio, salió a escala nacional en todos los diarios la noticia de que al día siguiente empezaría el juicio, por unos abusos sexuales de hacía unos años y de otra víctima actual, salía en la noticia los datos de Pol, incluso una fotografía suya.

Pol estaba aquel domingo por la mañana en su casa, intentaba distraerse para no pensar en el juicio, leyendo algunos artículos de revistas y mirando como cotizaban algunas acciones en las que estaba interesado. Llamaron a la puerta, al abrirla entró su hermana Laura, con un diario debajo del brazo que tiró encima de la mesa enfadada.

-¿Qué te pasa Laura?

-Mira el diario, lo he ido a comprar esta mañana como cada domingo, estaba leyéndolo desayunando y me ha dado el desayuno, que cabrones tío.

Pol lo recogió de encima de la mesa, estaba doblado por una página, lo abrió, lo ojeó, vio la noticia y se tuvo que sentar para acabar de leerla.

-¡Hostia! Si hasta hay una foto mía joder.

-Son unos cabrones, parece que ya te estén condenando, no se han esperado ni a saber lo que saldrá en el juicio coño.- Decía una enfadada Laura caminando de un lado para el otro.

Sonó el teléfono, Pol lo miró y descolgó.

-Hola Alba.

-¿Has visto el diario de hoy?

-Lo acabo de ver, no sé qué decir.

-Pues yo sí, que eso no se hace, es una injusticia lo que están haciendo contigo. Ahora mismo voy para tú casa.

-Gracias Alba.- Fue lo único que se le ocurrió decir a Pol.

-¿Es Alba?- Preguntó Laura.

-Sí, era ella, ya viene para aquí.

-Mejor, hoy no es un día para que estés solo.- Pol la oía pero no la escuchaba, todavía sujetaba el diario en la mano sin poder creerse lo que estaba pasando.

Volvió a sonar el teléfono.

-¿Pero que mierda es esta que ha salido publicada Pol?- Era Pablo enfadado como los demás.

-No lo sé Pablo, me he enterado ahora, no sé nada.

-¿Estás solo?

-No, está mi hermana y viene Alba para estar conmigo también.

-Vale, porque estaba pensando en ir yo a hacerte compañía.

-Tranquilo, cuida de tú familia, yo estaré bien.

Se despidieron, Pol se sentó en el sofá otra vez serio y pensativo, estaba claro que sufría, Laura se sentó a su lado acariciándole la cabeza. No tardó mucho en llegar Alba, se abrazó a él solo entrar, Laura los miraba pensando que era una lástima que estuvieran pasando por esos momentos, los dos hacían una gran pareja. Abelardo y Lara no se enteraron de nada, estaban totalmente incomunicados en la cabaña.

Nuria estaba en pijama desayunando en su casa, Quique ya había acabado y jugaba por el salón. Llegó Ernesto dejándole un diario encima de la mesa de la cocina, donde estaba Nuria.

-¿Qué haces? Ya sabes que nunca leo el diario.

-Ábrelo por la página tres.- Le sugirió Ernesto.

Salió de la cocina y fue a buscar a Quique.

-Vamos al jardín a darle unos chutes al balón campeón.

-¿Contigo?- Preguntó extrañado el niño, era la primera vez que se ofrecía para jugar con él.

-Sí conmigo, vamos que nos lo pasaremos bien.

El niño le agarró de la mano y salieron fuera, Nuria al verlo entendió que algo pasaba, abrió el diario por la página que le había dicho y buscó con la vista, se le abrieron los ojos, veía una foto de su ex marido. Leyó atentamente la noticia, cerró el diario, lo tiró a la basura para que Quique no viera la foto de su padre, y se sentó de nuevo pensando con la mano puesta en la boca.

Pol pasó todo el día en compañía de las dos chicas, no le dejaron solo ni un momento. Laura habló con sus padres para darles una explicación que pudiera tranquilizarlos, o al menos que no se hicieran preguntas martirizándose, aunque sabía que la procesión les iba por dentro. Pol por la tarde después de comer se quedó dormido en el sofá, Laura y Alba salieron a tomarse el café al porche del jardín.

-¿Cómo lo ves Laura?

-Está muy afectado, lo conozco, sé que siempre que le pasa algo lo disimula para que nadie se dé cuenta, no quiere que nos preocupemos. Esta vez solo hay que verlo, no puede disimular que esta cagado el pobre.

-No me extraña, no es tontería a lo que se enfrenta.

-¿Tú qué crees?- Le preguntó Laura a Alba, quería ver su reacción.

-Yo he estado con él muchas tardes y noches, nunca me he quedado a dormir, así que no sé qué puede hacer de madrugada, pero no me lo creo, es imposible, cualquier persona que lo conozca sabe que Pol es incapaz de hacerlo, es incapaz de hacerle daño a nadie, menos una mierda así.

Laura le sonreía confirmando con la cabeza cogiéndola de la mano, se la apretaron las dos, conjurándose para hacer por Pol todo lo necesario para que estuviera bien. No lo quisieron dejar solo, por la tarde fue Laura a su apartamento a buscar ropa para quedarse a dormir con él, luego lo hizo Alba. Cenaron, tomaron una copa rápida y se fueron a dormir cada uno a una habitación.

Al día siguiente llegaron juntos a la hora indicada al juzgado, Pol se vio con su abogado hablando en privado con él, luego se sentó en el banco de los acusados, su hermana y Alba justo detrás de él, un poco más tarde llegó el señor Ricardo Escobar sentándose al lado de Alba, le apretó una mano en señal de darle ánimos que ella agradeció. Ni Pablo ni Abelardo pudieron ir porque testificaban a favor de Pol, Javier como policía y parte implicada en la investigación, tal vez tuviera que declarar y no podía estar de su parte.

Abelardo avisó a Lara que le había llamado el abogado de Pol para testificar en su favor, solo tenía que explicar la relación que tenía con él desde que llegó de nuevo a la ciudad. Pensaron mucho los dos sobre el asunto, al final fue la misma Lara quien le dijo que testificara, conociéndolo como lo conocía, sabía que Abelardo si no lo hacía le quedaría algo dentro para siempre. Abelardo tenía algo en su cabeza que no le dejaba vivir, por un lado si Pol fue quien abusó de Lara tenía ganas de matarlo, pero por otro, alguna cosa le decía que no podía ser él, o tal vez era demasiado inocente y buena persona como todo el mundo le decía.

Salió la secretaria judicial y el juez, la secretaria leyó algo que Pol ni escuchó mientras el juez se sentaba en su lugar. El juez le dio la palabra al fiscal.

-Acusamos al señor Pol Ríos de haber abusado sexualmente de dos mujeres, una el veintiocho de octubre de dos mil ocho y a otra el dieciséis de abril de este mismo año, vamos a demostrar que él fue el autor de esos abusos con los testimonios de las víctimas, si se preguntan por qué se ha tardado tanto en acusarlo, es porque la primera víctima ha estado muchos años en tratamiento psicológico, un shock post traumático le bloqueaba en la memoria quien había sido su agresor. Estos últimos meses ha mejorado mucho gracias a un cambio importante en su vida, eso hizo que recordara perfectamente al señor Ríos como el autor del abuso, lo confirmará un prestigioso psicólogo. Así como demostraremos que el acusado cuando bebe un poco más de la cuenta no es consciente de lo que hace, sería capaz de hacer cualquier cosa y no acordarse al día siguiente. Por supuesto el acusado es culpable y lo demostraremos.

A Pol le hacían eco en el cerebro las palabras del fiscal,- Es culpable, es culpable, lo demostraremos, lo demostraremos. Luego habló su abogado.

-El señor Pol Ríos es un importante miembro de esta ciudad, es una persona culta con una trayectoria profesional y privada intachable, habrán testigos que declararan que él es incapaz de hacer algo así a nadie, personas que lo conocen desde pequeño y han estado con él hasta el día de hoy, saben perfectamente como es y cómo se comporta. El señor Ríos ha llevado y lleva una vida organizada y familiar, es un buen padre para su hijo pequeño, ha cuidado siempre de su ex mujer y de las personas que le rodean. Es inocente y lo demostraremos.

Pol sonrió levemente sin querer, le confortó oír las palabras de su abogado, lo que dijo era lo que siempre había buscado con las personas a las que quería. Giró la cabeza mirando a su hermana y a Alba, las dos le sonrieron dándole ánimos.

Declararon varios testigos de la acusación, de algunos se acordaba, de otros estaban tan cambiados que no tenía ni la menor idea de quienes eran, todos decían que habían estudiado en el mismo instituto y que lo conocían saliendo de fiesta cuando bebía, confirmando que no se acordaba de nada. Su abogado también les hacía las mismas preguntas a todos, -¿Desde cuándo no tiene usted contacto con el acusado?- la respuesta era la misma, desde hacía mucho tiempo, imposible de demostrar cómo  era Pol en la actualidad. El abogado miraba la lista de testigos presentada por el fiscal.

-Señoría, veo que el señor fiscal tiene una lista de ocho personas más, estoy de acuerdo en aceptar que los que quedan conocían al acusado y que todos declararan que cuando bebía no se acordaba de nada, igual que él aceptará que hace muchos años que no tienen contacto con el acusado.- El juez miró al fiscal.

-Algo que objetar.

-Acepto, excepto el último testigo que sí me interesa interrogarlo ahora.- El abogado hizo un gesto con la mano para que lo llamara y entrara a declarar.

Pol seguía muy tenso pensando en sus cosas, no le interesaba demasiado lo que se decía en el juicio porque todos decían lo mismo, se dijo un nombre y alguien caminaba para acercarse al micrófono donde hablaban los testigos, miró con desgana y se le abrieron los ojos de la sorpresa, era Lily.

-Señorita, nos puede decir por favor donde vive usted.- Preguntaba el fiscal.

-Vivo en la casa de al lado de Pol, del señor Ríos quiero decir, soy su vecina.

-Muy bien, podría explicarnos por favor que ocurrió la noche del diez de marzo.

-Pues sí, yo estaba regando las flores de mí jardín cuando vi entrar a Pol, al señor Ríos, me di cuenta que iba muy bebido porque no podía caminar recto, daba bandazos de punta a punta del caminito que le lleva hasta la puerta de su casa…

-Perdone señorita ¿A qué hora era eso más o menos?- Interrumpió el juez.

-Entre las dos y las tres de la madrugada creo.

-¿A esa hora estaba  usted regando las plantas, un poco tarde no?- Insistió el juez.

-Es que tengo un trabajo que a veces acabo muy tarde, me gusta regar antes de meterme en la cama, es qué esa hora es la mejor sabe…

-Vale, vale, de acuerdo, siga el interrogatorio señor fiscal.- Interrumpió de nuevo el juez.

-Siga usted con lo acontecido por favor.- Le decía muy serio el fiscal.

-¿Cómo?- Preguntaba Lily.

-Que nos siga contando que pasó.

-¡Ah vale!, pues lo vi tan mal que pensé en entrar a su parcela y ayudarle, cuando llegué él estaba al lado de la puerta con las llaves en la mano, me dijo que no encontraba las llaves, y ya veis, las tenía en la mano, se las cogí y le abrí la puerta, me di cuenta que estaba a punto de caerse, así que le ayudé a subir a su habitación y a meterse en la cama, lo desnudé pensando que estaría más cómodo, entonces él parecía que se recuperaba, me miró fijamente, nos besamos y se abalanzó sobre mí tocándome…

-¿Quiere decir que lo hizo sin su permiso, la forzó?- Preguntó el fiscal buscando algo más.

-No, no, yo quería…

-¿Usted asegura que el acusado era totalmente consciente de lo que hacía?

-¡Uy sí! Ya lo creo, tenía los ojos abiertos y me miraba con deseo.

-¿Usted cree que el acusado fue cuidadoso al tocarla?

-Sí, sí, Pol, perdón, el señor Ríos, es muy impulsivo…

-¿Impulsivo, que quiere decir con qué es muy impulsivo?

-A ver, pues que es, como lo diría, no encuentro las palabras, que folla duro vamos.

El juez se ponía la mano en la frente bajando la cabeza, en la sala se oyeron algunas risillas.

-¿Qué pasó el día siguiente?- Volvía a preguntar el fiscal.

-Cuando lo vi por la mañana me di cuenta que no recordaba nada de lo que pasó la noche anterior, estaba resacoso y por más que le insistí varias veces no recordó nada.

-¿Usted cree que el acusado sería capaz de abusar de una mujer?

-Protesto Señoría, no puede pedirle el fiscal su opinión a un testigo, tiene que limitarse a explicar lo que vivió ella personalmente con el acusado, no lo que piensa de lo que podría hacer sin pruebas.

-Aceptada la protesta, no puede hacer ese tipo de preguntas a los testigos, el fiscal lo sabe perfectamente ¿Alguna pregunta más?- Dijo el juez.

-Perdón Señoría, no, no hay más preguntas.

El fiscal sabía que no podía hacerle esa pregunta, pero al hacerla creaba duda en el jurado que era lo que le interesaba.

-¿Alguna pregunta por parte de la defensa?

-Sí señoría, una o dos.

-Señorita, podría usted decirle a este tribunal, al jurado y a la sala, cual es el trabajo que ejerce que a veces…, le hace acabar tan tarde para tener que regar sus flores a las dos o las tres de la madrugada.- A Lily le cambió el semblante de la cara.

-Bueno, yo, trabajo en casa…

-Conteste a la pregunta por favor.- La apremiaba el juez.

-Soy, soy, prostituta.- Lo dijo tan bajito que nadie se enteró.

-Puede decirlo más alto por favor.- Le pidió con autoridad el abogado.

-Que soy puta ¿No es eso lo que querías sentir? Pues sí, soy puta ¿Pasa algo?

El juez volvía a ponerse la mano en la cabeza mientras en la sala se creaba un murmullo.

-Silencio por favor, orden ¿Alguna pregunta más de la defensa?

-Sí señoría, la última, señorita ¿Tiene usted algún testigo que pueda confirmar lo que ha explicado de esa noche?

-Sí hombre, te crees que cuando follo tengo gente mirando tomando nota.

-Señorita por favor, un respeto al abogado defensor y a este tribunal, puede abandonar la sala si lo desea.- Le dijo el juez llamándole la atención a Lily, esta dio media vuelta y salió rápidamente.

El abogado al pedirle que le dijera al tribunal, el jurado y la sala a lo que se dedicaba consiguió la atención de todos, a todo el mundo le quedó muy claro en lo que trabajaba, si habían algunas personas conservadoras en el jurado seguro que les habría afectado la respuesta de Lily, con la segunda pregunta dejó en el aire la posibilidad que no fuera verdad su testimonio, o al menos le quitó credibilidad, la llamada de atención del mismo juez se la quitó más todavía. El fiscal también lo sabía y no tenía muy buena cara.

-Muy bien, según la lista hemos escuchado a todos los testigos del día de hoy ¿Es así señor fiscal?-Preguntó el juez.

-Sí Señoría.- Contestó.

-Pues quedamos mañana a las diez para seguir con el juicio, buenos días a todos.- Pegó un par de  mazazos en la mesa, y se fue.

Pol se levantó, su hermana y Alba fueron a abrazarlo, Ricardo le estrechó la mano, el abogado metió varios papeles en su maletín y se acercó a ellos.

-¿Cómo ha ido abogado?- Preguntaba una nerviosa Alba.

-Bien, ya era lo que me esperaba, mañana será el día clave, descansar y reponer fuerzas.

-¿Cómo sabía que es prostituta? No lo hemos hablado en ningún momento.- Preguntó Pol sorprendido.

-Estaba en la lista del fiscal, los investigamos a todos, no se preocupe que sé hacer mi trabajo.- Le tocó el brazo animándolo y se despidió.

-Yo no la vi en la lista.- Comentaba Pol al abogado.

-Porque está escrito su verdadero nombre, no el de Lily que es el profesional.- Le contestó con sorna.

Se acercó Javier, se había pasado todo el juicio sentado en una de las sillas del final de la sala.

-Hola Pol ¿Has venido con tú coche?

-No, nos ha traído Laura en el suyo.

-Mejor, hay varios periodistas en la puerta principal, si sales por ahí te van a agobiar preguntándote por qué no estás encerrado acusándote de algo tan grave, ven conmigo que te sacaré por la salida de atrás del parking, vosotras podéis volver a casa de Pol, nos encontraremos allí.

Bajaron al parking directamente en el ascensor, entraron al coche y Javier le entregó unas gafas de sol y una gorra a Pol.

-¿Esto qué es?

-Para que te lo pongas por si acaso.

-¡No me jodas tío!

-Todas las precauciones son pocas, póntelo por favor.

A regañadientes se lo puso, Javier arrancó el coche y salieron tranquilamente por la parte de atrás de los juzgados, a las dos manzanas Pol tiró la gorra y las gafas al asiento trasero.

-Que cosas me haces hacer tío.

-Pues estabas muy guapo.

-Anda a la mierda, que no estoy de humor para tonterías.- Javier se moría de risa.

Lo dejó delante de su casa, Laura y Alba lo estaban esperando, lo agarraron por la cintura cada una de un lado entrando en la casa los tres.