Una pequeña ciudad. (15)

Capítulo XV

El comisario Santos se levantó de la mesa de su despacho, descolgó la americana del perchero poniéndosela con parsimonia, se alisó la corbata como si quisiera plancharla con la palma de la mano y miró a través del ventanal, era tarde y en su mesa seguía trabajando el joven e impulsivo inspector Escobar, salió y cerró la puerta del despacho pasando por al lado del inspector tocándole un hombro en modo de despedida.

Antes de entrar en el coche se volvió a quitar la americana, con algunos problemas por llevar el paraguas abierto sujetándolo con una de las manos en una noche de lluvia intensa, la dejó perfectamente estirada en el asiento trasero, antes de arrancar el coche se volvió a pasar la mano por la corbata.

Mientras conducía el comisario hacía un repaso mental a lo que había sido su vida laboral. Le faltaba un tiempo para poder pedir la plaza de comisario, lo que siempre había deseado dentro de la policía, no entendía como se la ofrecieron tan rápido, se enteró después cuando ya llevaba unos meses ejerciendo sus funciones, nadie pidió la plaza, ¿A quién le iba a interesar trabajar en una ciudad pequeña donde nunca pasaba nada?, llegó a aquella ciudad con su joven esposa Berta, lo que en un principio pensaron que sería algo provisional en espera de otro destino más importante, se convirtió en toda una vida en aquella pequeña pero amable ciudad, les gustó tanto la tranquilidad y el modo de vida que ya no se movieron de ella.

En todos los años que llevaba viviendo allí las alegrías superaban con creces las tristezas, habían nacido sus dos hijos, uno ya con la carrera acabada y a punto de tener familia, y la niña, bueno, tan niña no era, estaba a punto de acabar su carrera de medicina, el chico vivía en la misma localidad y la chica hacía su vida en una gran ciudad.

Profesionalmente había tenido una vida tranquila, muy tranquila, solo un caso de hacía muchos años de abusos sexuales sin resolver no le dejaba conciliar el sueño algunas noches, el único caso serio que habían tenido en la comisaría desde que él recordaba no pudieron encontrar al culpable.

Paró el coche delante de la bonita casa donde vivía, miró la lluvia como caía en el parabrisas resoplando, volviéndose a pasar inconscientemente la mano por la corbata. Al entrar en la casa gritó el nombre de su mujer avisándola que había llegado, no tardó en aparecer Berta dándole un beso de bienvenida ayudándole a quitarse la americana, al pasar por el comedor para ir a ducharse y cambiarse vio la mesa ya preparada para la cena, como cada viernes Berta había preparado algo especial.

Una vez sentado en la mesa con su sonriente mujer delante miró los detalles, una botella de vino tinto que solo aparecía los fines de semana, la mesa muy bien puesta con todo ordenado en su sitio, copas, servilletas, cubiertos, el plato con una comida más trabajada que durante la semana y…, un vaso de agua con una pastillita azul al lado, miró a Berta sonriendo los dos, aquella era la manera que tenía su mujer de decirle que aquella noche tendrían sexo, claro que para adivinarlo no hacía falta ser comisario de policía, ponerle la viagra delante de los morros daba bastantes pistas.

Ese mismo día por la mañana viendo que sería un día de lluvia Lara le había pedido a Abelardo que no salieran de fin de semana, se quedarían en casa de Lara, la lluvia la desestabilizaba mucho, por la noche estaban en el sofá mirando la televisión, en realidad la miraba Abelardo, ella estaba encogida entre sus brazos escuchando la lluvia, como la odiaba.

-¿Estás mejor cariño?- Preguntaba Abelardo preocupado.

-En tus brazos me siento segura, odio la lluvia. Creo que deberíamos hablar de algo.

-Como tú quieras, de qué se trata.

-Verás, nunca he hablado de ello con nadie…- Lara se quedó en silencio, parecía como ida pensando en algo desagradable. Abelardo se dio cuenta.

-Si no quieres o dudas de hacerlo lo podemos hablar en otro momento, no hay prisa.

-Quiero hacerlo Abe, ya hace demasiado tiempo que llevo esa carga y necesito hacerlo, el psicólogo me dijo en su momento que era necesario que pudiera hablarlo con alguien, no pude decírselo a él ni mucho menos a otra persona, ahora estoy preparada, es el momento.

-Si quieres aquí me tienes para escucharte.

Lara levantó la cabeza apoyándola en su hombro, él la rodeaba con sus brazos.

-Fue hace unos quince años, estaba de fiesta con unas amigas, ellas bebieron mucho y se hacía tarde, yo no quería seguir allí viéndolas borrachas haciendo tonterías, así que me despedí de ellas, me dijeron mil veces que no me fuera sola, que me esperara un poco y nos marcharíamos todas juntas, pero no les hice caso. Al salir llovía, hacía una noche como esta, me tapé la cabeza con la capucha de la sudadera y caminé, las calles estaban muy solitarias, ya sabes que los días de lluvia nadie sale por la calle, no me di cuenta, no sé cómo se acercó…

Se hizo un silencio, Abelardo la escuchaba atento, empezaba a sospechar lo que le iba a contar.

-Alguien me metió en un callejón a empujones, me apretó la cara contra la pared y abusó de mí.

Se puso a llorar, Abelardo la abrazó consolándola.

-Ha sido la primera vez que he podido contarlo después de hacerlo con la policía aquella noche, me llevaron al hospital para explorarme, no hubo penetración vaginal…

-Si no quieres no hace falta que me digas los detalles Lara.

-Sí, sí, necesito explicarlo. No me penetró vaginalmente pero sí lo consiguió por detrás, no del todo, solo un poco pero lo hizo. Aquello me destrozó la vida, no supe aceptarlo, a partir de ahí todo fue de mal en peor hasta que te conocí a ti.-  Abelardo le besó la cabeza.

-¿Y la policía no descubrió nada?- Lara se encogía de hombros.

-Sé que el comisario todavía investiga, creo que para él también fue un trauma no encontrar al culpable.

Pol miraba por la ventana caer la lluvia, detrás de él Quique jugaba dentro de la casa.

-¿No podemos salir al jardín papi?

-No hijo que llueve, mañana vendrán tus amigos a jugar contigo, he quedado con Pablo para comer, también vendrá la tía Laura, y el domingo veremos a los abuelitos antes de volver con tu mami.

-Vale.- Contestó un distraído Quique.

Pol seguía mirando por la ventana pensando, había pasado una semana como cualquier otra, después de lo que pasó con Alba el sábado anterior él pensaba que sería diferente, pero no lo fue, hablaron de trabajo, comieron juntos cada día, vamos como cualquier otra semana sin que ninguno de los dos dijera nada de lo ocurrido.

El sábado al medio día llegó su hermana Laura, le ayudó a sacar al jardín algunas cosas para hacer una barbacoa.

-¿Todo bien hermanito?

-Claro, todo viento en popa.

-¿Eso quiere decir que te estás olvidando de Nuria y empiezas a salir con tú compañera del trabajo?

-¡Hostia Laura!, ¿Es que solo piensas en eso?

-Sí, solo en eso, en lo más importante para ti, ya te dije que estás haciendo el tonto con tu ex.

-No quiero hablar de eso.

-Tú como siempre escurriendo el bulto, afronta la realidad por favor…

Llamaron a la puerta y fue la excusa perfecta para salir corriendo y no seguir la conversación con su hermana. Acompañó a los hijos de Pablo para que jugaran con Quique, cuando volvía Laura estaba abriendo unas cervezas y hablaba con la mujer de Pablo, se sentaron en el porche con una cerveza cada uno.

-Le estaba preguntando a mi hermano como lo lleva con su compañera de trabajo.

-Es verdad, como se llamaba…- Intentaba recordar la mujer de Pablo.

-Alba, se llama Alba.- Confirmaba con paciencia Pol, mientras Pablo bebía de la botella con una risilla guasona.

-¿Cómo lo lleváis?, porque mira que es guapa la chica.- Insistía la mujer de su amigo.

-Eso, eso, dile como os va.- Se cachondeaba su hermana.

-No va, no va, no hay nada, os lo dije el otro día y os lo repito, solo somos amigos.

-Eres un idiota Pol, muy idiota.

-Laura por favor, respeta mis ideas.

Laura giraba la cabeza resoplando desaprobándolo. Pol miraba a Pablo que le hacía un gesto con los hombros pasando de todo, su mujer le miraba fijamente.

-Laura tiene razón.- Le dijo levantando la cerveza y bebiendo.

-Dejarme tranquilo las dos, Pablo ¿me ayudas con la barbacoa?- Se levantó con la cerveza en la mano y Pablo le siguió.

-Si no hay más remedio.- Respondía Pablo con pocas ganas.

El día anterior viernes, día de cena para Alba y  Mélani.

-No entiendo como después del polvazo del sábado no os habéis dicho nada. Comienzo a dudar que estés en tus cabales.- Le decía Mélani a Alba seria.

-Bueno, puede que no fuera tan polvazo.- Dudaba Alba.

-¿Que no?, te arranca y te destroza las bragas, hace que te corras dos veces como una fuente que casi pierdes el sentido, ¿Y para ti eso no es un buen polvazo?, ya te digo yo que estás perdiendo la cabeza, ojalá me hubiera pasado a mí, estaría tirando fuegos artificiales como una loca, yo ya hubiera ido a verle alguna noche de esta semana para repetirlo, nena me estoy mojando las braguitas solo de pensarlo…

-¡Ay Mélani!, no seas guarra por favor.

-¿Y tú porque no le has dicho nada?

-Estaba esperando que fuera él quien me hablara de eso…

-Ahora follar se le llama eso, madre de Dios.

-Pero no lo ha hecho, se ha comportado como si no hubiera pasado nada, y yo le he seguido el juego.

-Ya estás tardando en volver a quedar con él mañana mismo, te tiras encima de él y te lo follas como una salvaje…

-No puedo, este finde tiene a su hijo.

-Da igual, cuando el niño se duerma tú…

-Ya, ya, me tiro encima y me lo follo como una salvaje, que bruta eres tía.

-Mira Alba, te voy a decir una cosa, si a mí me llega a pasar lo que te pasó a ti el sábado, ese no sale de la cama…

-Fue en la mesa del comedor, no en la cama…

-Y qué más da coño, qué más da que sea en la cama, en la mesa del comedor, en el jardín o en la Plaza de la Constitución. Ya te digo yo que me tiene con las piernas abiertas toda la semana, escaldao, escaldao tendría el coño de tanto follar, y tú, tú aquí tan tranquila.- Alba levantaba las cejas y miraba el techo con paciencia.

-Ya estoy cansada de esto Mélani, vámonos de aquí y me invitas a una copa.

-¡Sí hombre!, me invitas tú a mí que tienes más dinero.

-Vale, te invito yo.

-¿Lo ves?, si es que eres un borreguito que hacen contigo lo que quieren hostia.

-¡Ains!, ya está bien por hoy, cállate ya y te invito a todas las copas que quieras.

-Vale.

Caminaban por la calle y se les escapaba la risilla tonta a las dos.

El lunes por la mañana entró el comisario en su despacho, detrás de él lo hizo el detective Javier Escobar con la carpeta de un caso en la mano, cerró la puerta.

-Buenos días Escobar, ¿ha ocurrido algo para que cierres la puerta?- Preguntaba mientras se sentaba en su mesa con la mano aplanándose la corbata, Javier Escobar lo hacía delante de él enseñándole la carpeta.

-Esta madrugada unos agentes de servicio han recibido una llamada del hospital, estaban reconociendo a una chica que les explicó que habían abusado de ella.- Le abrió la carpeta dejándola delante del comisario, este la agarró sorprendido y leyó el informe de los agentes, del hospital y la denuncia.

-No puede ser.- Decía el comisario levantando la vista mirando el techo entre sorprendido y enfadado.

-Por eso quería enseñárselo a usted antes que a nadie, ¿Es igual no? ¿Es el mismo caso?

-Exactamente la misma manera de atacarla y las mismas lesiones. ¿Has hablado con ella?

-Esta mañana temprano ha venido a la comisaría y ha presentado la denuncia que yo mismo he redactado, nos ha dado datos claros del agresor, sin verle la cara por desgracia.

-De acuerdo, lleve usted personalmente la investigación, si necesita ayuda escoja de compañero algún agente de su confianza, no nos interesa que esto salga de aquí Escobar, solo nos faltaría que se corriera la voz que tenemos a un violador suelto.

Javier se fue, el comisario se puso las manos en la cara apoyando los codos en la mesa pensando. Abrió un cajón y sacó un expediente, en un papel escribió una contraseña, se levantó y cogió el ascensor que le llevaba a los pisos inferiores de la comisaría, donde estaba la sala de pruebas, caminó por un largo pasillo y abrió una puerta, dentro estaba la agente Montesinos, Lidia Montesinos, una joven agente que había llegado hacía poco y la destinaron al departamento que nadie quería ir, en pruebas no había trabajo, era muy aburrido estar allí sin hacer nada, muy de tarde en tarde se tenía que custodiar alguna prueba, pero eso pasaba muy de vez en cuando. Ella se puso de pie cuando entró el comisario saludándolo.

-Tranquila, siéntese agente.- Le indicó con la mano que se sentara y él se sentó a su lado.

-Quiero pedirle un gran favor, ya sé que tiene ganas de salir de aquí y patrullar las calles con sus compañeros, le prometo que después de esto la cambiaré de destino, el que usted quiera, pero ahora la necesito.

-Comisario, me está preocupando.- Decía ella algo agobiada por lo que le contaba el comisario.

-No se preocupe, no es nada grave, usted es importante porque como aquel que dice acaba de llegar, eso es importante para mí porque no está viciada como sus compañeros que llevan demasiado tiempo en la comisaría. Otra cosa, lo que hablemos, lo que descubra, no lo hable con nadie, absolutamente con nadie, solo conmigo, solo me vas a pasar la información a mí personalmente, ¿Lo entiende?

-Claro comisario, es fácil, de lo que sea que tenga que hacer solo le informaré a usted.

-Bien, perdona por tanto secreto.

Sacó el papel con la contraseña, en el programa de la comisaria la tecleó y salió una ficha.

-Esta es la ficha de un caso de hace mucho tiempo…

-Ha esta chica la reconozco, ¿no trabaja en La Carretera?

-Exacto, es Lara, trabaja allí, es un caso que no se ha cerrado, sobre todo porque yo no he querido cerrarlo. He estado investigando por mi cuenta durante todos estos años, no he conseguido mucho pero lo que tengo lo verás en este expediente que te he traído, lo he guardado siempre en un cajón de mi despacho, con eso te lo digo todo, nadie sabe que existe, ahora mismo tú y yo solamente. Entre el expediente y la ficha del ordenador podrás consultar todos los datos que tenemos del caso, aquí te dejo la contraseña para que puedas entrar siempre que quieras. Ahora quiero enseñarte algo.

Se levantó y salió del cuarto, ella le siguió alargando el paso para seguir su ritmo, entraron en la sala de pruebas, el comisario le pidió que abriera una puerta de metal cerrada con llave y bajaron a otra planta más pequeña que había debajo.

-Supongo que ya sabes que aquí se guardan las pruebas más antiguas, pero también hay otra cosa.

Montesinos le seguía escuchándolo alucinando de lo que le decía. El comisario abrió un viejo armario, habían varias cajas bastantes grandes llenas de cd´s. Alcanzó una que bajó para que Lidia la viera.

-Cuando se pusieron las cámaras en la sala de pruebas no se avisó a nadie, fue bastante más tarde que se enteró la comisaría, aquí, en esta caja y en esta otra.- Le señalaba la otra caja de debajo.- Están las imágenes a partir del caso que nos ocupa. Sé que es un soporte muy antiguo, más tarde se modernizó guardando las imágenes en la nube y eso, pero en ese momento se grababan en estos discos. Lidia, tú trabajo más importante será ver con paciencia y concentración todas estas imágenes, quiero saber si pasó algo en la sala de pruebas, puede ser un detallito sin importancia, tal vez algo realmente grande y clamoroso. Espero que pueda encontrar algo, y por favor, solo lo comenta conmigo, ni con su familia, sea profesional y sabré recompensarla. He leído sus notas de la academia, sé que es constante y eficaz, estoy seguro que podrá hacer una gran investigación, ayúdeme por favor.

Cuando el comisario se fue la agente Montesinos pensó que debía ser algo muy personal lo que le pedía el comisario, también sabía que si lo hacía bien podría salir de aquel agujero mucho antes de lo que pensaba. Sacó de un armario un lector de cd´s y lo instaló en el ordenador, cogió el primer Cd de la caja, lo abrió y lo metió en el lector para ver las imágenes.

Esa misma tarde estaban sentados juntos en un descanso Lara y Abelardo, entró el comisario Santos sentándose en una mesa colocándose bien la corbata, Lara se levantó para ir a saludarlo y preguntarle que quería tomar.

-Hola comisario, hacía tiempo que no le veía por aquí.

-Hola Lara, te veo muy bien y muy contenta.

-Lo estoy, mi vida ha mejorado mucho últimamente.

-Me alegro por ti, me traes un café por favor, descafeinado eso sí.

-Marchando.

Lara se lo pidió a otro compañero y se volvió a sentar con Abelardo, el comisario los miraba, se dio cuenta a que era debido el cambio de Lara, como se hablaban, como se miraban, estaba claro que se había enamorado. Conociendo a Abelardo, que había ido a su casa a hacer algunos trabajos, sabía que estaría bien, no conocía a ningún hombre tan bueno como él. Había ido a decirle que seguía investigando su caso, que no se había olvidado y era posible que avanzase porque había vuelto a ocurrir después de tantos años, pero una vez allí viéndola con Abelardo, lo feliz que parecía, para que hacer que vuelva a revivir toda aquella mierda si se lo puedo evitar, pensó el comisario, se volvió a aplanar la corbata y no le dijo nada.

El domingo por la tarde Pol llegó a la casa de Nuria para dejar a Quique, pensaba que sería como las últimas veces, que el niño entraría en su casa, su ex mujer casi no le miraría a la cara y se despediría de él rápidamente, pero no, Nuria dejó la maleta del niño en el suelo y le miró a los ojos mientras Quique entraba en la casa.

-¿Cómo estás Pol?

-Sorprendido, no esperaba que hablaras conmigo, ¿dónde está el cirujano?

-De guardia.

-Me lo imaginaba, me haces caso cuando él no está.

-A él déjalo en paz.

-¿Supongo que no querrás hablar de lo que pasó?- Pol bajaba la cabeza a punto de darse la vuelta.

-Hablemos, ¿quieres entrar y tomarte una cerveza?

Eso sí que le sorprendió, él pensaba que jamás podría hablar con ella de aquella noche, que ella lo había olvidado y no le interesaba ni que saliera la conversación. Entraron en la cocina, en el piso de arriba se oían los pasos de Quique jugando en su habitación, Nuria sacó de la nevera dos botellines de cerveza, los abrió y le entregó uno a Pol, estaban de pie, uno delante del otro apoyados en la encimera de la cocina.

-Pensaba que me apartabas de tú vida.- Rompió el hielo Pol.

-Sabes que no puedo hacerlo aunque quiera, eres el padre de Quique.

-¿Por qué pasó, por qué dejaste que ocurriera?

-¡Vaya!, directo al grano como siempre.

-Es que no lo entendí y menos tú actitud conmigo después.

-Porque no tenía que haber pasado, yo estoy con Ernesto.

-¿Y él, está contigo?, porque tengo la sospecha que mucho no está, te dejó sola en mí casa, que tío haría eso con su pareja, dejarla sola con su ex.

-Él confía en mí.

Pol se acercó a Nuria.

-Vamos, sabes de lo que estoy hablando, se fue porque a él le interesaba y follamos…

-No quiero hablar de eso…- Le decía Nuria mirándole fijamente a los ojos, él se acercaba un poco más poniéndole una mano en la cintura.

-Te entregaste Nuria, follamos con pasión, te corriste desatada.

-Nos corrimos perdona.

-Tú dos veces.

-Cállate anda.- Reía Nuria dándole un golpecito en el pecho de Pol que lo tenía muy cerca.

Se miraron a los ojos, Pol acercó los labios a los de su ex mujer y se besaron suavemente, al mismo tiempo dejaba la cerveza en la encimera y le pasaba la mano por la espalda estrechándola contra él, se volvieron a besar con pasión. Pol la agarró por el culo, la levantó y la sentó en la encimera, se metió en medio de sus piernas, le acarició la cara y se volvieron a besar. Nuria estiraba de la camisa para sacársela del pantalón, él le metía las manos por debajo de la falda del vestido bajándole las bragas, ella levantó un pie para dejárselas puestas en una pierna y sin despegar los labios le desabrochó el pantalón, le bajó la cremallera y lo empujó para abajo con la ropa interior agarrándole la polla, ya habían empezado los jadeos comiéndose las bocas, estiró de él para que se acabara de acercar dirigiéndose la punta de la polla al agujerito del coño, él notó que estaba mojado, muy mojado, de un empujón y un buen golpe de riñones se la metió hasta el fondo. Nuria ahogó un gemido tapándose la boca con el cuello de Pol, este gruñó de gusto al sentir que estaba dentro de ella, le sacó la polla hasta la punta y de un golpe seco la volvió a penetrar, grito ahogado de Nuria, lo volvió a hacer, volvió a gritar clavándole las uñas en la espalda, él le apretó una teta con la mano iniciando un mete y saca rápido y duro, ella le agarraba con fuerza una nalga y le mordía el hombro para apagar los gritos, Nuria empezó a correrse y él a tirarle lechazos dentro del coño, aunque intentaron no hacer ruido más de un grito se les escapó. Nuria se bajó de la encimera y se puso bien las bragas, él se vistió con prisas, luego se miraron a los ojos.

-Volvamos a estar juntos por favor.- Le pidió, casi le suplicó Pol a Nuria.

Ella apartó la vista cerrando los ojos.

-Vete, ya hablaremos, no creo que este sea el mejor momento.

Pol volvió a su casa conduciendo muy triste, sentía a Nuria muy cerca pero ella no se acababa de decidir, no le vio en la cara ningún síntoma de querer volver con él, una mirada de amor, nada, de lujuria por follar con él sí, pero él quería algo más, volver con su familia, ver a Quique cada día en su casa con su madre otra vez enamorada de él a su lado.

Alba el domingo sobre las nueve y media de la noche se acercó a la casa de Pol, vio luz y pensó que ya había llegado de dejar a su hijo con su madre. Llamó y le abrió la puerta, lo vio triste y con un vaso en la mano, seguramente de whisky.

-No estás muy animado.- Dijo Alba por empezar la conversación.

-Como cada domingo que dejo a mi hijo con su madre.

-Ya lo sé.

-¿Quieres una copa?- Le preguntó metiéndose para adentro dejando la puerta abierta para que entrara ella.

-Vale, lo mismo que tú si es whisky.

-Lo es.

Contestaba Pol mientras cogía un vaso de un armario y lo llenaba de hielo, tirando dentro un buen chorro de whisky que tenía preparado encima de la mesita del salón.

-Este hielo y el whisky encima de la mesita quiere decir que pensabas pegarte una buena fiesta sin avisarme, que mal tío.- Bromeaba Alba intentando animarlo.

-Por suerte has aparecido en el mejor momento.- El tono le hizo pensar a Alba que se había equivocado al querer verlo esa noche.

-Perdona, no querría molestarte, mejor me voy que creo que quieres estar solo.

Se giraba para irse cuando Pol salió detrás de ella corriendo, la giró y la abrazó.

-No, no, no te vayas por favor, si necesito una buena amiga es en noches como esta.

Alba le puso una mano en la nuca apretándosela, sujetándole la cabeza en su hombro, él le pasaba los brazos por la espalda. Estuvieron un buen rato sin decir nada, Alba era muy consciente de que lo estaba consolando y no era solo porque había dejado a Quique, su ex mujer también tenía mucha parte de culpa en lo que le pasara. Se sentaron, se tomaron un par de copas y Alba le sacó conversaciones de trabajo para distraerlo, se fue sin poder hablar de lo que a ella le interesaba, que relación había quedado entre ellos, aunque empezaba a tener claro que lo suyo había sido un buen polvo aislado.