Una pequeña ciudad. (12)
Capítulo XII
El domingo se levantó Pol, se puso un pantalón de deporte y una camiseta y bajó a la cocina para preparar el desayuno, a los cinco minutos apareció Nuria vestida de calle.
-¿Te vas?
-Sí, he quedado con Belén, me viene a buscar para desayunar juntas y ponernos al día, hace mucho tiempo que no hablamos de nuestras cosas.
-De acuerdo, pasarlo bien.
Ella no le dijo nada más, se escuchó la bocina de un coche y Nuria salió de la casa. Al cabo de un rato bajó Quique y desayunaron ellos.
Nuria y Belén fueron a desayunar a una cafetería del centro donde se pudieron sentar en una mesa con cierta intimidad.
-¿Tú te diste cuenta como lo miraba esa tía que nos presentó ayer?, si se lo comía con la mirada la hija de puta.
-No sé Nuria, he salido varias veces con él y no me había dicho nada de ella…
-¿Cómo que has salido varias veces con él?, te refieres a salir solos, como una parejita.
-A ver, ¿no querías que me enterara de lo que hacía en su vida?, salía con él para que me explicara cosas íntimas.
-Serás zorra, cuando lo viste se te mojaron las bragas…
-En eso tienes razón, es mucho más guapo de lo que decías, mira que llegaste a hablarme de él, yo nunca pensé que fuera así, creía que exagerabas…
-Claro, y cuando vistes que no exageraba tardaste en follártelo, ¿Por qué lo hiciste no?
-Bueno.
-¿Bueno?- Acusaba Nuria muy enfadada.
-Que sí, lo hicimos tres veces.
-Que puta.
-Mira Nuria, yo seré muy puta pero tú eres idiota del culo, eres como el perro del hortelano, ni come ni deja comer, como se te ocurre dejar a ese hombre, porque le conozco y no lo veo capaz de hacerte ninguna putada, así que tuviste que ser tú quien lo dejó. Que gilipollas, él te quiere, todavía te quiere y lo sabes, ¿qué coño tienes en la cabeza Nuria?
-Basta ya, ya está bien de sermones, estoy harta de sermones, mi madre no para de decírmelo.
-Las verdades duelen.
-¡Que te calles!, me voy, cogeré un taxi.
-No me importa acompañarte a su casa.
-A mí sí que me importa.
Se levantó enfadada saliendo caminando rápidamente del local, Belén se quedó acabando de desayunar, no entendía la actitud de Nuria.
Pol y Quique desayunaron y después estaban jugando con los regalos del día anterior, entró con muy mala cara Nuria.
-He llamado a Ernesto y ya está de camino, en cuanto llegue nos vamos.
-Podríamos comer juntos y os vais después.- Intentaba Pol retrasar la marcha de Quique.
-Comeremos por el camino, prepárate Quique por favor.
-Mamá, yo quiero seguir jugando un ratito más, por favor.
-Pol, explícaselo a tú hijo.- Decía mientras subía las escaleras.
Pol miró al niño, Quique estaba a punto de llorar.
-Hacemos una cosa, jugamos un poquito más, hasta que llegue Ernesto, después te puedes llevar los juguetes que quieras, este por ejemplo es pequeño y podrás seguir jugando en el coche, y este otro si quieres, los demás los dejamos aquí para que cuando vuelvas puedas jugar con ellos, vale.- Quique sonrió y Pol se tranquilizó, no le gustaba ver a su hijo triste.
Cuando llegó Ernesto Pol subió a la habitación del niño para hacerle la maleta, lo acompañó al coche, metió su maletita en el maletero y lo sentó en la sillita abrochándole el cinturón, el niño iba abrazado a los juguetes que había escogido para llevarse, mientras le daba dos besos de despedida llegó Nuria, Ernesto le cogió la maleta a su pareja guardándola, ella se sentó en el asiento delantero sin decir nada, Pol cerró la puerta de atrás saludando con la mano a Quique, Ernesto pasó por su lado.
-Adiós Pol.
-Adiós Ernesto, buen viaje.
El coche se alejó, Pol se quedó en la acera viendo como desaparecía al final de la calle, la tristeza volvió a apoderarse de él, como cada vez que se separaba de su hijo. Cuando entraba en su casa apareció la cabeza de Lily.
-Hola Pol, este fin de semana habéis estado de fiesta…
-No estoy de humor Lily.
Se metió en su casa, se estiró en el sofá y se quedó dormido, no tenía hambre, ya comería algo en algún momento.
Alba estaba estirada en el sofá de su apartamento el domingo por la tarde, sonó el teléfono, miró la pantalla, era Mélani su mejor amiga,
-¿Qué haces Alba?
-Aquí en casa, estirada leyendo unos periódicos económicos.
-Deja de trabajar, que no paras, ¿quedamos a las seis para tomarnos un helado?
-Buena idea, así me despejo un poco.
-Y me explicas como fue la fiesta de ayer.
-Que cotilla estás hecha.
-Nos vemos en el centro guapa, hasta luego.
-Adiós.
Volvió a sonar el teléfono, pensó que a su amiga algo se le olvidó de decirle.
-¿Algo más?- Contestó riendo Alba.
-Hola, soy Pol.- Alba le notó un tono de voz muy triste.
-Hola, pensaba que estabas hoy con tu hijo.
-Se lo ha llevado su madre al medio día.
-Y estás triste.
-Mucho Alba, mucho.
-Vale, vamos a animarte, escúchame, te paso a buscar y nos vamos a tomar un helado al centro, te presentaré a mí amiga Mélani que está desesperada por conocerte.- Intentaba animarlo Alba.
-Me parece bien, aunque no sé si hoy estaré muy fino.
-Seguro que sí, a las seis menos veinte te espero en la puerta de tú casa.
Colgaron y Pol pensó que siempre que escuchaba la voz de Alba se animaba, la vitalidad de aquella chica le arrastraba al buen humor. Sonrió y se fue a preparar para cuando llegara Alba. Se unieron a Mélani que les estaba esperando sentada en una terraza, Alba ya la había avisado que iría con Pol, al verlos llegar se levantó con una sonrisa, sin que Alba llegara a presentarlos le pasó un brazo por el cuello a Pol besándole las mejillas.
-Hola soy Mélani, la mejor amiga de esta, bueno, ella también es mi mejor amiga, ya me estoy liando, mejor nos sentamos.
-No le hagas mucho caso Pol, ya ves que está fatal esta chica.- Le decía Alba riendo.
-Me gusta la gente espontanea y alegre.- Contestaba Pol sonriendo.
Llegó un camarero y pidieron tres helados.
-Tenía tantas ganas de conocerte, Alba me ha hablado tanto de ti.
-¿Ah sí?
-Mélani por favor.- Le avisaba Alba a su amiga.
-Sí, es que cenamos juntas una vez a la semana como mínimo, me ha explicado tantas cosas, no para de hablar de ti…
-Mélani.- Volvía a avisarla Alba.
-Por lo visto le has enseñado muchas cosas, del trabajo quiero decir, no que vosotros…
-¡Mélani coño!- Saltaba una preocupada Alba.
-No, no, me refiero a que eres muy bueno en eso de las inversiones y la has estado formando muy bien, que ha aprendido mucho a tú lado, yo porque no tengo dinero sino os lo dejaba para que me lo invirtierais, y que habéis pasado noches juntos, para trabajar eh, para nada más…
-Joder Mélani, es que todo lo acabas llevando al mismo sitio coño, cállate ya.- Le recriminaba una enfadada Alba.
-Lo siento, lo siento, ya me callo.
Pol se moría de risa y Alba le daba un golpecito en el hombro a su amiga. Llegó el camarero sirviéndoles los helados.
-No sé si ha sido una buena idea presentarte a Mélani.
-Yo me lo estoy pasando muy bien.- Le respondía un divertido Pol.
-Perdonarme, es que me he puesto nerviosa, y cuando lo hago no puedo controlar mi boca, hablo, hablo y no sé parar.- Se disculpaba Mélani.
-Pues cállate un poquito que me estás poniendo colorada de la vergüenza.
-Sí, sí, ya me callo, sabes Pol, la he llamado esta tarde porque quería que me explicara cómo fue la fiesta en tú casa ayer…
-¡Joder!- Exclamaba una resignada Alba tapándose la cara con una mano. Pol seguía descojonándose de risa.
-Estuvo muy bien, Alba fue el centro de atención, estaba guapísima…
-A que sí, yo le aconsejé el vestido que se puso, ¿a que le sentaba muy bien?
-Mélani que te estás pasando.- Volvía darle un toque de atención Alba.
-Le sentaba de maravilla, ya te digo que fue la estrella de la fiesta.
-Claro que sí, es que es muy guapa, ¿no te lo parece Pol?
-Mélani por favor, vas a conseguir que me levante y me largue por tú culpa, ¿quieres callarte de una vez?
-Vale, vale, ya me callo, es que…
-Que te calles, ¿es que no sabes lo que es tener la boca cerrada un momento hostia?- La cortaba Alba ya enfadada.- Es que no se calla ni debajo del agua, me tiene amargadita, de verdad eh.- Se lamentaba Alba.
Pol no podía parar de reír, miraba a una, miraba a la otra y volvía a reírse a carcajadas.
-Pues él se está riendo, mira qué risa tan bonita tiene…
Alba agarró a Pol de una mano levantándose.
-Vámonos, ya tengo bastante.
-No, no, no digo nada más, te lo juro.- Le decía Mélani poniéndose los dedos en la boca como si se la grapara. Pol estiró de la mano de Alba volviéndola a sentar.
-Ya está Alba, di tú algo antes de que empiece a hablar otra vez.- Le decía Pol a Alba volviendo a reírse con ganas, las dos chicas se contagiaron de la risa riendo todos a la vez.
-Pol me presentó a sus amigos, conocí a su hijo Quique, una dulzura de niño, a su ex mujer y una amiga suya, estas no eran tan dulces…- Volvían a reír los tres.- Todo muy bien, al final nos quedamos algunos a tomar unas copas y fue muy divertido.
-Me podrías presentar a alguno de sus amigos, igual me interesa.- Le decía Mélani a Alba.
-Mira, uno es médico pero está casado con dos niños, este no creo, otro es policía pero creo que no está por las mujeres, le gusta Pol pero sabe que no tiene nada que hacer…
-¿Quieres decir?- Preguntaba sorprendido Pol.
-Estoy segura.- Respondía Alba.
-No me extraña que le guste Pol.- Remataba Mélani.
-Mélani.- Le llamaba la atención de nuevo Alba.
-Ya, ya, calladita estoy más mona.
-Eso, luego hay otro que es carpintero, fue quién nos remodeló la oficina, un hombretón muy grande que tiene tanto de grande como de bonachón, tampoco creo que te guste sabiendo tus gustos. Y si quieres también están una tal Belén y su ex mujer Nuria, pero creo que las mujeres de momento tampoco te gustan, así que ya ves el panorama.
-¡Joder!, pues lo tengo complicado, ¿y tú Pol, estás libre?
Alba le soltó una patada por debajo de la mesa a Mélani que esta pegó un grito llevándose una mano a la espinilla frotándosela.
-¡Hostia puta!, no he dicho nada, que bruta eres por Dios.- Se quejaba la amiga mientras Alba la atravesaba con la mirada y Pol se retorcía de risa.
Pol se levantó disculpándose para ir al baño sin aguantarse la risa. Alba seguía enfadada con Mélani.
-Te estás pasando hoy.- Le recriminaba a Mélani.
-Nena está buenísimo, ¿cómo es que todavía no te lo has tirado?, pareces tonta, te voy a decir una cosa, como dudes tanto alguna vendrá y se lo llevará.
-No me digas eso coño.- Levantaba la voz Alba al recordar las palabras de Lily, y se tapaba la boca después al ver que media terraza la estaba mirando.
-Es que no lo entiendo Alba.
-Pues porque no se ha presentado la ocasión, yo que sé.
-Provócalo mujer, provócalo, o es que estás esperando que caiga la breva por sí sola.
-No sé Mélani, no sé, no me pongas más nerviosa.
-No, no, que luego me das unas patadas que ni Messi nena.
Pol fue a mear pensando que le habían alegrado la tarde y de qué manera, cuando salió aprovechó para pagar la cuenta en la barra e invitar a las chicas al helado. Se acercó a ellas.
-Chicas, estáis invitadas al helado y ahora os invito a cenar, me habéis mejorado una tarde que pensaba que sería una mierda.
Fueron a cenar los tres, rieron mucho con las salidas de Mélani y lo nerviosa que se ponía Alba, cuando acabaron lo acompañó a su casa, paró el coche, Pol se giró en el asiento.
-Muchas gracias Alba, eres una gran amiga, lo que has hecho esta tarde por mí no lo hace cualquiera.
-No ha sido nada y a ti se te ve mucho mejor, eso es lo importante.
Pol le besó la mejilla, al darle el segundo beso Alba se lo dio muy cerca de los labios, le pasó la mano cariñosamente por la cara con la excusa de quitarle el carmín que le había dejado, se miraban a los ojos.
-¿Nos vemos mañana Alba?
-Claro jefe, allí estaremos.
-Muchas gracias por todo.- Fue lo último que dijo Pol al bajarse del coche, se saludaron con la mano y Alba se fue, por el camino conduciendo tenía ganas de llorar, sabía que la vecina y Mélani tenían razón, estaba muy cerca, lo notaba, pero, ¿cómo dar ese último paso?, ella nunca lo había hecho, nunca había tenido la necesidad de ir detrás de un tío, además sabía que Pol estaba enamorado de su ex mujer, de alguna manera tenía que des enamorarse si quería tener futuro con él, todo era demasiado complicado y ella sufría por el amor que sentía por él sin ser correspondido.
…
Abelardo iba cada día a ver a Lara, o por la mañana o por la tarde no pasaba día que no apareciera por allí, hablaban un rato, se tomaba algo y se iba, ya hacía unos cuantos días que lo hacía por la tarde, era cuando Lara tenía menos trabajo y se podía sentar un rato con él, eso le encantaba, poder hablar con ella como si los dos estuvieran tomando algo en cualquier lugar. Él no sabía porque desde que se enteró que era amigo de Pol le hacía más caso y hablaba mucho más. Esa tarde ya desde que entró y se sentó notó que Lara no era la misma de siempre, se le veía de mal humor, se acercó para preguntarle que quería.
-Una cerveza, ¿estás bien Lara?- Preguntó un preocupado Abelardo. Lara le miró a los ojos.
-No tengo un buen día hoy, ahora te traigo la cerveza.
Se la dejó en la mesa y se giraba.
-No te sientas un ratito, hoy no hay mucha gente.
-No Abelardo, ya te he dicho que no tengo un buen día.
Abelardo se tomó la cerveza, cuando se iba Lara se despidió levantando fríamente la mano, se subió al coche y lo arrancó, era jueves, el día de cena con los amigos.
Lara acabó su turno, atravesó la ciudad en su vehículo y aparcó delante del bar de moteros que tantas veces visitaba cuando no se encontraba bien. Entró y se sentó en la barra como siempre, el camarero calvo barbudo le puso un vaso de chupito llenándoselo de tequila como siempre, el rubio melenudo mal oliente que ya conocía de otras veces se le puso al lado, dejó caer un billete encima de la mesa para invitarla, Lara lo miró y vio caer otro billete encima, una mano pasó por encima de su hombro y dejó caer otro billete.
-Estos son amigos míos, hoy nos lo vamos a pasar bien los cuatro.- Le decía el rubio. Ella se dio cuenta que tenía a otro tío al lado y otro detrás, la tenían rodeada.
-Dejarme tranquila, hoy solo quiero beber.- Decía una asustada Lara intentando que se fueran.
-De eso nada puta, te vamos a follar por todos los agujeros que sé que te gusta, vamos a la parte de atrás que ya te la conoces bien zorra.- La amenazaba uno de ellos.
La agarraron por los brazos, cuatro tíos que estaban sentados en una mesa reían mirando como se la iban a llevar.
-Acabar pronto que luego iremos nosotros.- Decía riendo uno de ellos.
Al girarla para caminar en dirección a la puerta…
-Dejarla y no tendréis problemas.
-¿Abelardo?- Dijo Lara con un hilillo de voz muy asustada, al oírle su ronca voz y verlo delante.
-Venga tío, si quieres follar ponte en la fila a esperar.
Al que lo dijo no le dio tiempo a decir nada más, un puño enorme se estrelló contra su cara cayendo de espaldas sin sentido, al del otro lado le dio un manotazo que lo tiró al suelo, los que estaban sentados se empezaban a poner de pie para intervenir en la pelea, agarró al melenas por el pescuezo y el cinturón del pantalón, lo levantó y se lo tiró encima a los que se estaban levantando de la mesa cayendo los cinco por el suelo rompiendo la mesa y alguna silla de madera, se levantaba el del manotazo, lo agarró por los hombros y lo tiró también encima de los que estaban intentando levantarse del suelo. Lara estaba en un lado con la espalda enganchada a la pared muy asustada tapándose la boca, y Abelardo en el centro del bar repartiendo mamporrazos a diestro y siniestro, resultado, siete tíos por el suelo sin ganas de levantarse para que no les dieran más, dos mesas y tres sillas rotas y un camarero calvo barbudo quieto como una estatua detrás de la barra para que a él lo dejaran tranquilo.
-Siento lo ocurrido, usted ya ha visto que yo solo quería salir con la chica, ellos lo han provocado, pídales que le paguen los desperfectos.- Le decía Abelardo al camarero educadamente, el camarero lo miraba con los ojos muy abiertos temblando.
Agarró del pescuezo al que tenía más cerca levantándolo como a un muñeco y le miró la cara que la tenía roja como un tomate de las hostias recibidas.
-¿Lo has oído?, como no le paguéis lo que habéis roto volveré y esta vez no os trataré tan bien.- El motero lo miraba como si fuera el demonio asintiendo con la cabeza.
Se acercó a Lara y con mucha delicadeza le pasó una mano por la espalda para sacarla de aquel antro de mierda, salió primero ella en el coche y detrás Abelardo con el suyo. Cuando aparcó delante del bloque de apartamentos donde vivía Lara, Abelardo le abrió la puerta de su coche ayudándola a salir.
-¿Estás bien Lara?
-¿Cómo lo has sabido, me has seguido?
-Hoy tenía la cena con mis amigos, te he visto tan rara que cuando he salido de La carretera
les he llamado para disculparme por no asistir, volvía cuando te he visto que salías con tú coche, no sé porque me ha dado muy mala espina. ¿Por qué vas a esos sitios Lara?, no lo necesitas.
-Cuando tengo días muy malos lo necesito, no sé por qué, pero lo necesito.
-No es verdad, no lo necesitas para nada.- Lara le miraba seria pensando.
-Quédate a cenar conmigo por favor, hazme compañía.- Le pidió una Lara muy preocupada y asustada.
Abelardo asintió con la cabeza y subieron al apartamento, mientras Lara se duchaba él miraba por el salón, no había ninguna foto de nadie, ningún objeto que pudiera parecer personal, de algún viaje o algo, solo algunas revistas.
-¿Quieres una cerveza?- Preguntaba Lara con una camiseta larga y el pelo mojado a la que todavía no se le había ido el susto del cuerpo.
-Vale.
Mientras se las bebían Abelardo ayudaba a Lara a preparar la cena, no decían nada, Lara estaba callada pensando y Abelardo, hombre de pocas palabras, la miraba sin abrir la boca. Una vez se sentaron en la mesa a cenar.
-Lo siento Abelardo, todavía no te lo he agradecido, me podían haber hecho mucho daño si no llegas a estar allí.
-No me tienes que agradecer nada, solo prométeme que no volverás a ese lugar.
-Hay días que me levanto muy mal, no sé qué me pasa, paso el día de mal humor y tengo que hacer algo para tranquilizarme.
-Yo te diré lo que tienes que hacer, mañana llamas al trabajo diciendo que te encuentras mal y no podrás ir, cógete el fin de semana libre y vuelve al trabajo el lunes en el turno de tarde.- Lara lo escuchaba atentamente.
-Te voy a llevar a un lugar muy especial para mí, serás la primera persona que lo vea, allí te relajarás y te olvidarás de todo, el lunes por la mañana volverás como nueva.
-Ahora me has dejado intrigada.
-Mañana por la mañana temprano te vendré a buscar y nos vamos.
-No te vayas por favor, no me quiero quedar sola.- Se miraron a los ojos, Abelardo veía que Lara no estaba bien.
-De acuerdo, dormiré en el sofá y mañana nos vamos.
Volvió el silencio, acabaron de cenar y Lara salió al balcón a fumarse un cigarrillo, Abelardo fue al baño, lo que vio le hizo abrir los ojos como platos, no entendió que alguien con el carácter de Lara pudiera ser tan ordenada y metódica, cada cosa estaba en su sitio, las toallas a la misma altura, todo muy limpio. Salió al salón y se estiró en el sofá, cuando Lara entró fue a buscarle una manta por si durante la noche tenía frio, se dieron las buenas noches y se despidieron hasta el día siguiente. Lara no podía dormir, las emociones de la noche anterior fueron demasiado fuertes, se levantó a media noche, entró al salón a oscuras, se acercó a Abelardo que el pobre no cabía en el sofá, vio a aquel hombretón allí estirado con aquella cara de bonachón, sonrió, lo tapó bien con la manta y salió otra vez al balcón a fumar. Nunca se había quedado a dormir nadie en su apartamento, intentaba recordar quien fue la última persona que entró, seguramente su amiga Isa pensó, debía hacer tanto tiempo que ni se acordaba, pero aquella noche, saber que Abelardo estaba en su salón le daba paz y tranquilidad, seguridad de que nada malo le podía pasar.