Una película inesperada. Parte I.
Recuerdo una noche que mi prima me citó para que fuéramos al cine juntos. Era la última sesión y el cine estaba prácticamente vacío. Cuando llegamos (yo fui con mi novia), vi que mi prima nos estaba esperando con las entradas en la mano, y Salá estaba con ella...
Una película inesperada. Parte I.
Desde aquellas excitantes experiencias (la última en el piso de Salá y Manuel) me estuve cuestionando mi sexualidad. Sabía que no era homosexual porque no me atraían los hombres en absoluto. Ejemplo de ello es que al caminar por la calle solo tenía ojos para las chicas: sus pechos, sus moldeados culos, sus ojos, etc. No tenía ningún interés en los chicos que las acompañaban.
Sin embargo, he de reconocer, que al recordar aquellos momentos ya relatados no puedo evitar ponerme caliente. Empiezo a comprender que la sexualidad del ser humano es tan compleja y difusa que es imposible clasificarla.
En estas cavilaciones andaba yo por aquel entonces cuando conocí a una chica. No era algo serio, pero nos enrollábamos a menudo. Esta esporádica relación no gustó nada a mi prima, que pensaba me tenía a plena disposición. Yo sabía que ella haría lo necesario para que la dejara, y me temía la forma que estaría pensando para lograrlo.
Recuerdo una noche que me citó para que fuéramos al cine junto con otros amigos más. Accedí de buen grado. Era la última sesión y el cine estaba prácticamente vacío. Cuando llegamos (yo fui con esa chica, como pareja), vi que mi prima nos estaba esperando con las entradas en la mano. Llevaba un conjunto muy provocador (como era normal en ella), con un top donde los pezones quedaban bien marcados y una falda negra de licra ajustada. Para mi sorpresa, venía acompañada únicamente por Salá (el chico de mi anterior relato). Las miradas de complicidad de ambos hacia mí me hacían pensar cosas que me ponían nervioso. Aún recuerdo la última vez que estuvimos juntos los tres. Para nada quería revelar mis ocultos juegos, y menos aún a mi acompañante.
Entramos en la sala, y nos fuimos directos al rincón de la última fila. Apenas 3 o 4 cabezas se distinguían en la lejanía. Mi prima fingió un falso interés por sentarse junto a mi pareja ( para así conocerla mejor ), de forma que Salá quedó junto a la pared, luego me senté yo, mi prima y esta chica. La verdad que mi pareja era “poco atenta”, lo aceptaba todo y no se daba cuenta de nada. Una joya.
La sala estaba completamente oscura, de forma que ni siquiera podíamos vernos las caras. Incluso cuando la película comenzó, en aquellas plazas seguíamos a oscuras casi completamente.
Al cabo de unos minutos mi prima se inclinó sobre mí para hablar con Salá poniéndome sus esbeltos y abultados pechos en la boca. Lógicamente, a posta. Involuntariamente, abrí un poco la boca y con la punta de la lengua, lamí ligeramente su pezón a través de la tela. De reojo veía cómo mi pareja se concentraba en la película, palomitas en mano, por lo que todo aquello le quedaba lejos. De forma sutil, mi prima se bajó ligeramente el top, dejando libre el erecto pezón, y me lo metió en la boca. Aunque incómodo, comencé a lamer y sorber. Me encantaba comerle las tetas. Ella lo sabía y se dejaba hacer ante la atenta mirada de Salá, que se moría por participar. Antes de volver a su sitio, mi prima masajeó el pantalón de Salá, que empezaba a marcar su enorme miembro sobre el muslo, y también el mío, comprobando así que aquella situación volvía a excitarme.
Al cabo de un rato, comenzó a hablar con mi pareja sobre banalidades de la película mientras una de sus manos, hurgaba expertamente en mi pantalón y me quitaba el botón. Irremediablemente mi miembro emergió, aunque quedó parcialmente tapado con mi camisa. Una vez más me quedé paralizado. Aunque nadie podía vernos, temía que mi pareja se diera cuenta de todo aquello, aunque era difícil pues mi prima se colocaba estratégicamente en medio. Empezó a hacerme una paja, mojándose con descaro los dedos delante de esta chica, que no adivinaba por qué lo haría tan a menudo. Se inclinó un poco más, e hizo lo mismo con Salá, el cual ayudó de buen grado en la tarea. No pude evitar bajar la mirada hacia aquella enorme polla. Desde que me folló, mi culo no volvió a su estado original, se quedó algo “abierto”. Aquella polla me lo había dilatado para siempre, incluso sin estar excitado. Lo cual ya advirtió en aquel momento mi prima…
Salá se tocaba suavemente, mojándose los dedos, y mirándome. Su polla no paraba de crecer. Su mano bajaba hasta la base y subía hasta el capullo, a un ritmo hipnótico. Mi miembro continuó siendo masajeado por mi prima, disimulada pero incansablemente. Yo estaba como siempre completamente depilado, huevos y ano incluido. Lo hacía por cuestiones higiénicas aunque mi prima me decía que lo hacía para que meentraran mejor las pollas (y reconozco que así se deslizaban sin resistencia, aunque fuera en contra de mi voluntad). La saliva que mi prima usaba para lubricarme empezó a resbalar por mis huevos, hasta mi ano, que empezaba a empaparse. Para asegurarse que así fuera, mi prima deslizó un par de dedos sutilmente, que entraron sin ningún problema (lo que ocasionó que diera un pequeño salto en el asiento y una ligera risita de mi prima).
Yo intentaba moverme lo menos posible para no delatar la situación pero mi prima era el descaro personificado, con otro calculado movimiento, me puso la mano en la cabeza y dijo en un susurro, “anda primo búscame el móvil que se ha caído cerca de Salá”. Me tomo de la nuca y bajó mi cabeza pero directa hacia la polla de Salá. Éste entendió el juego, con una mano ayudó a guiar mi cabeza, y con la otra situó su miembro como un mástil. Abrí la boca para decir algo pero ya la tenía dentro, todo fue muy rápido. La mitad de la polla de Salá me había entrado en la boca y debido a su grosor, me hizo salivar rápidamente. Salá empezó a mover la cintura, yo apenas podía moverme si no quería ser visto, y los movimientos empezaron a ser constantes, me estaba follando la boca literalmente. Pasaban los minutos como años. Y mi saliva caía a borbotones hacia los huevos de Salá, también depilados. Oí una voz lejana que me preguntaba, “cariño has encontrado ya el móvil de tu prima”, y respondían “no puede hablar, tiene la boca llena. Salá le está ayudando a buscarlo dándole algo de comer, jeje. ¿Tú quieres?” Le ofreció palomitas y siguieron viendo la película.
Que cabrona –pensé-. En ese momento, Salá empezaba a acelerar el ritmo. Mi prima que percibió mis vibraciones en el asiento, supo lo que venía. Se inclinó sobre mí y dijo, “¿ya lo habéis encontrado? “ Preguntó esto colocando sus manos sobre mi cabeza y aplastándome hacia abajo intencionadamente. Me tragué la polla entera. Salá detuvo la respiración, pues no se esperaba que me cupiera entera, y sin poder evitarlo, se corrió de placer. Grandes chorros de leche empezaron a caer por mi garganta, apresurándome a tragar para no delatarme. Salá, con sus dos manos sobre mi cabeza, sufría espasmos de placer, acompasados por los espasmos de su polla.
Cuando los espasmos fueron reduciéndose, mi prima bajó su rostro junto al mío, me susurró al oído, “Así, traga zorra, ¿te gusta verdad? Pero espera, acumula los últimos chorros de leche en la boca y no te la tragues.” Acercó a mi boca un vaso de refresco, le quitó la tapa y me lo ofreció para que expulsara la leche que empezaba acumular en los carrillos al sacarme lentamente la polla de Salá (que parecía interminable e inagotable). Una gran catarata blanquecina y espesa comenzó a salir de mi boca y caía dentro del vaso, apenas con un resto de refresco granizado. “Joder primo, con la cantidad de leche que has tragado y todavía te queda tanta en la boca, que bien se la has tenido que mamar a Salá para eyacular tanto, y fíjate lo dura que aún la tiene…” Aprovechando que me distraía mirando con asco la reluciente polla de Salá (con una gota de leche en la punta), mi prima se giró hacia mi pareja (que seguía absorta en la película) y fingiendo que bebía el refresco (removiendo la cañita y acercándola a los labios), le susurró a ella, “toma bebe que tu novio se lo traga todo.” Y colocándole la pajita en los labios, mi novia sorbió con fuerza dejando el vaso vacio y tangándose la leche de Salá, sin pestañear. “Muy rica, gracias” dijo a mi prima, “A tu novio también le ha encantado…” y girándose hacia mí me mostró el fondo del vaso vacío a la vez que una sonrisa malvada se dibujaba en su rostro.
Fin de la primera parte.