Una pareja normal (3)
Continuación de la historia sexual de una pareja heterosexual normal.
En primer lugar quiero deciros que lamento el tiempo que he tardado en volver a escribir sobre Lydia y mi mismo, pero nuestras obligaciones no me han permitido volver a dedicar tiempo a escribir sobre nuestros encuentros sexuales.
Os recomiendo que leáis los relatos anteriores para conocernos más en detalle como pareja y nuestros gustos sexuales.
En la playa
Somos habituales de un famoso hotel nudista del sureste de nuestro país, en esta ocasión estábamos pasando una semana de vacaciones y teníamos una habitación con vistas a la playa y acceso directo a la misma por una puerta que existía en nuestro jardín, también teníamos en nuestro jardín un par de tumbonas y una mesa con sus sillas para poder tomar el sol sin salir de la habitación. Encima nuestro, teníamos tres plantas más de habitaciones, las terrazas de dichas habitaciones daban a nuestro jardín y en cuanto se asomaban los vecinos veían todo lo que nosotros hacíamos en nuestro jardín.
La semana pasaba muy deprisa e íbamos disfrutando de los días que transcurrían con normalidad. Por las mañanas nos exponíamos totalmente desnudos al sol, tomábamos algo de comer en un chiringuito y por las tardes las dedicábamos a realizar turismo por la zona y a cenar en los mejores restaurantes de la zona, al llegar a la habitación si a Lydia le apetecía echábamos un polvo.
Como a mediados de semana, después de tomar algo en el chiringuito para comer, Lydia comentó que le apetecía marcharse ya a la habitación para ducharse y descansar de la paliza que te da el sol. Al llegar comentó que le apetecía tumbarse en las tumbonas del jardín y descansar un poco a la sombra, colocó la tumbona en medio del jardín, a la sombra, y yo saque una silla que puse en frete suyo para estar hablando con ella.
Al poco rato de estar tumbada Lydia se abrió de piernas dejando cada una a ambos lados de la tumbona y me dejo ver en todo detalle su depilado coño mientras que son sus manos se masajeaba las tetas. Casi se me salen los ojos de las orbitas con el espectáculo, se apreciaban sus labios mayores y menores y poco a poco podía ver el color rosado de su interior.
Intentaba por todos los medios que no se me pusiera dura porque estábamos en medio del jardín y con vecinos a ambos lados y tres plantas por encima nuestro. Lydia seguía hablando con normalidad sobre el tema de nuestra conversación y yo no podía dejar de mirarle el coño mientras pensaba en la conversación que estábamos manteniendo con el objetivo de que no se enfadará y que me sirviera de distracción para evitar mi empalme.
Poco a poco Lydia levantó las piernas y se apoyó las rodillas sobre su pecho, dejando expuesto a todas las miradas, incluida la mía, su coño y ojete ambos totalmente depilados. Estuvo jugando entre ambas posiciones un buen rato hasta que ya no pude aguantarme más y mi polla empezó a crecer hasta alcanzar su máximo esplendor. Lydia hizo un comentario sobre la vergüenza que le daba que todo el vecindario me viera empalmado en medio del jardín:
-Pero cómo eres tan guarro, ¿se puede saber qué te pasa ahora? Estas todo empalmado en medio del jardín.
-Cariño, es culpa tuya, no sé qué me estás contando.
-Yo no estoy haciendo nada más que tomar el sol en una tumbona. Eres un guarro.
Mientras decía esto, Lydia se giró y se puso boca abajo en la tumbona. Esa posición me dejaba ver a mí y a todo el que quisiera su magnífico culo, pensé que se había enfadado y que así acabaría aquello. Pero no, Lydia de repente se puso a cuatro patas en la tumbona y bajo su cabeza hasta la tumbona, el panorama era espectacular, tenía el coño el culo abiertos todo lo que podía y su posición invitaba a metérsela de un solo golpe hasta que mis huevos chocarán contra ella.
Mi polla palpitaba y estaba deseando probar el calor del interior de Lydia, miré rápidamente a todos los sitios y no vi a nadie en las terrazas, así que me abalance sobre ella para hacerle todo lo que ella me dejará. Pero ella al ver que me levantaba, se levantó rápidamente y poniéndose de pie con los pezones duros como piedras me miró y riéndose entró en la habitación y corrió la cortina de la ventana que daba a la playa. Cuando yo llegué, deje la puerta del jardín abierta y me la encontré en la misma posición que tenía en la tumbona y nada más entrar me soltó un “Cómeme el culo cariño” que no pude resistir. Me abalance sobre su hermoso culo y separándole los nalgas introduje todo lo que pude mi lengua en su esfínter, ella no paraba de mover el culo, lo restregaba por mi cara de arriba a abajo y de izquierda a derecha, yo apretaba mi lengua contra su ojete y poco a poco se iba adentrando en sus entrañas, cuando se cansó, elevó un poco su culo y me dio acceso a su coño, estaba chorreando y su fluido me caía por la cara y por la barbilla, chupe todo lo que pude, le metía la lengua hasta que mi nariz tocaba su ano y en esa posición se corrió sonoramente. Cuando por fin se recuperó de su orgasmo se dio la vuelta y en la posición del misionero por fin me dejó penetrarla, estaba tan caliente que sabía que no aguantaría nada, así que le di un par de empujones y otra vez la puse en cuatro para penetrarla en dicha posición, una vez así, se la metí de golpe y empecé a descargar mis chorros de semen en su interior, fue tal la cantidad que le metí dentro, que sin sacársela, se empezó a escurrir toda mis lefa por sus muslos, llegando hasta la cama y dejando una mancha considerable de fluidos que evidentemente debieron ver al día siguiente cuando hicieron la habitación.
Primer Facial
Lydia nunca me había dejado córreme en su cara, entre otras cosas porque nunca se lo había pedido. Pero estando de vacaciones en la Ciudad Eterna, se presentó la ocasión ideal e intente no dejarla pasar.
Llevábamos unos días recorriendo la ciudad y visitando sus múltiples monumentos, así que una tarde decidimos volver antes al hotel para ducharnos, cambiarnos de ropa e irnos a cenar a un buen restaurante que teníamos reservado.
Al entrar en la habitación Lydia me dijo que me duchara yo primero y que ella mientras iría preparando la ropa para luego y atendiendo el teléfono ya que tenía que hacer unas llamadas. Así lo hicimos y me metí en la bañera para darme una reparadora ducha. Cuando salí Lydia estaba totalmente desnuda tumbada en la cama enviando unos mensajes por el móvil, le avisé de que ya podía pasar y me fui a poner la ropa para salir a cenar. Pero mientras me preparaba, cambié de idea y me senté al lado suyo en la cama, ella no se inmutó, así que decidí intentar follarmela. Poco a poco me fui inclinando hacia ella que a su vez abría las piernas para darme acceso a su coño, me dedique a darle el mejor sexo oral que soy capaz, le chupe todo su coño por dentro y por fuera la penetraba con los dedos mientras le succionaba el clítoris, le abría los labios vaginales y se los lamía, le levantaba las piernas y le pasaba la lengua por su ano, hasta que se corrió abundantemente en mi cara.
Me dispuse a penetrarla pero en lugar de eso, Lydia se sentó en el borde de la cama y me pidió que me pusiera de pie sobre el suelo de la habitación, de esta forma ella podía chupármela sin realizar ningún esfuerzo puesto que mi polla quedaba a la altura de su cabeza, su coño aun mojado estaba empapando las sabanas pero no parecía importarle en absoluto ya que con mucha delicadeza empezó a realizarme una mamada de campeonato. Me chupaba la punta, para luego metérsela todo lo que podía en la boca, me daba pequeños mordisco en el glande y me soplaba sobre ella cuando estaba totalmente embadurnada con sus babas, mientras tanto una de sus manos se deslizaba por la raja de mi culo pegando pequeños golpes a mi ano como si quisiera penetrarlo.
-Lydia, no aguanto más me quiero corre.
-Vamos cariño no te aguantes y córrete en mi boca
-Es que me quiero correr en tu cara ¿te importa?
Lydia, sin decir nada se escurrió entre mis piernas, puso su cabeza encima de la cama y empezó a menearme la polla para que terminará de correrme. Yo estaba a punto pero no terminaba, así que decidí masturbarme yo mismo mientras que ella se dedicó a comerme los huevos, en menos de un minuto la avise y volviendo a poner la cabeza en la cama me corrí sobre su cara expulsando cuatro chorros de semen que cayeron en sus ojos, pelo, nariz y boca. Cuando acabe su cara era un poema, estaba totalmente embadurnada de semen que escurría sobre sus tetas y sobre la sabana, estaba preciosa.... Se levantó y se fue a la ducha para quitarse todo lo que llevaba en la cara.
Desde entonces lo hemos repetido en muchas ocasiones y nos encanta.