Una pareja muy sumisa

Adela y Carlos son una pareja sumisa, los dos son sumisos y aunque al principio de su matrimonio trataran de intercambiar los papeles, intercambiar los roles siendo un día él sumiso y ella Ama, y al día siguiente ella sumisa y el Amo, pronto comprendieron que no funcionaba porque lo que sentían eran ser sumisos y no amos. No sabían ser amos ni dominar al otro cuando les tocaba.

Adela y Carlos son una pareja sumisa, los dos son sumisos y aunque al principio de su matrimonio trataran de intercambiar los papeles, intercambiar los roles siendo un día él sumiso y ella Ama, y al día siguiente ella sumisa y el Amo, pronto comprendieron que no funcionaba porque lo que sentían eran ser sumisos y no amos. No sabían ser amos ni dominar al otro cuando les tocaba.

Y pusieron un anuncio en una página de contactos de Internet. Les exigí foto (con los rostros tapados), en la que aparecieran los dos de rodillas, con las manos en la espalda y la cabeza baja. Y me la enviaron con un esbozo de sus fantasías. Querían ser dominados y humillados a la vez, siendo tratada ella como una puta zorra y él como su cornudo sumiso. Pero sin brusquedad, con cariño incluso. No querían un macarra que los insultara o los despreciara, sino que los humillara con cariño y respeto.

De eso se trataba.

Y quedamos en un hotel.

Carlos llegó primero, entró en la habitación, me pidió permiso para desnudarse y se arrodilló luego delante de mí, en la alfombra de la cama.

  • Amo, mi mujer va a llegar dentro de poco, es una puta zorra que quiere ser castigada por ser tan puta. Te suplico que la trates como una puta zorra y la castigues. Lo está deseando.

  • De acuerdo, dile que entre.

Y entró Adela; una chica con un buen tipo, atractiva y mona. Los dos tenían carrera universitaria y se les venía finos y educados. La chica se desnudo en cuanto vio a su marido desnudo y se arrodilló junto a él.

  • Amo, he sido una puta zorra, he follado con todos los compañeros de trabajo de Carlos, con todos sus amigos, con todos los vecinos de mi edificio que saben que él es un cornudo y yo soy muy puta, tan puta que cuando veo una polla me chorrea el coño a la pata abajo. Le he puesto los cuernos a mi marido muchas veces, con su consentimiento, y merezco ser tratada como la puta que soy.

  • Estás de acuerdo, Carlos?

  • Sí, claro que sí. Te lo suplico.

  • Pues entonces prepárala.

Y Carlos la cogió, la echó sobre la cama, se quitó la correa y me lo dio.

  • Azótala, Amo, se lo merece por ser tan puta. Y además lo desea.

  • No, primero has de cumplir como cornudo, así que arrodíllate y chúpame la polla, dame besitos en os huevos y suplícame que azote a tu mujer y que luego me la folle

  • Te suplico amo, que azotes a mi mujer y luego te la folles.

Y Carlos se metió mi polla en la boca y me la chupo, alternando los lametones con besos en los huevos y chupadas hasta casi la garganta. Creía que se iba a atragantar y como me iba a correr y no quería hacerlo en su boca, me daba algo de asco, le dije que me diera su correa para azotar a su mujer que seguía echaba boca abajo en la cama, con una almohada que la muy puta se había puesto bajo la barriga para que su culo subiera más y quedara más expuesto aún a mis correazos.

Porque fueron correazos los que le fui dando con lentitud y parsimonia, parando tras cada trallazo para oír sus gemidos, mientras Carlos la sujetaba las manos desde el otro lado de la cama.

  • Dale Amo, se lo merece por zorra -me decía.

  • No hace falta que la sujetes. Se va a quedar ahí aunque la sueltes. ¿No ves cómo tiene el culo ofrecido la muy zorra, cómo lo eleva para recibir mejor mis correazos?

Y seguí dándole correazos en el culo, mientras ella se frotaba el coño contra la almohada y comenzaban a mojar la almohada porque la muy zorra se estaba corriendo.

  • Es multiorgásmica, Amo, y se corre con suma facilidad, en cuanto es tratada como puta.

Y seguí dándole correazos hasta que vi que la almohada estaba toda mojada y entonces la cogí, la levante, le di dos hostias muy fuertes y ella me sonrío y me dijo que yo era un amo un tanto mariquita porque no sabía pegar, no sabía pegarle a una puta como ella.

  • Me das tortas, no hostias -me dijo insolente y provocativa-

  • No me provoques, puta.

  • Eres un mariquita y no el macarra que una puta como yo se merece.

Y le di unas cuantas hostias más mientras la muy zorra gemía excitada, por lo que le dije a su marido que se echara en la cama y que ella hiciera lo mismo sobre su marido para que al follármela, él pudiera sentir las embestidas de mi polla en el coño de la puta de su mujer. Y eso hizo, se echo boca arriba, ella hizo lo mismo y se quedó también boca arriba encima de él y yo me puse sobre ellos para meter la polla en el coño de la puta. No hizo falta. El cornudo cogió mi polla y él mismo la metió en el coño de su mujer, como buen cornudo mamporrero.

  • Fóllate a la puta de mi mujer, Amo, y hazme a mí cornudo, por favor.

  • ¿Quieres que te haga cornudo?

  • Sí, Amo.

  • Suplícamelo.

  • Te lo suplico Amo; te suplico que te folles a la puta de mi mujer y que me hagas cornudo

Y como él mismo había metido mi polla en el coño de su mujer, sólo tuve que empujar para follármela, mientras el marido cornudo aguantaba mis embestidas, hasta que ella se corrió varias veces, era muiltiorgásmica, y entonces la aparte para evitar que el cornudo se corriera con el roce de su espalda en su polla.

Pero su mujer quería más, se levanto y me dijo al oído que a su marido le encantaba que el corneador que se follaba a su mujer le pintara en la frente la palabra cornudo con lápiz de labios. Y me lo dio para que lo hiciera. Y lo hice. Le pinte en la frente "cornudo" y también encima de la polla.

  • Y ahora Amo -me pidió ella-, déjame que lo azote para que sea también "cornudo y apaleado". Le gusta mucho.

  • ¿Quieres que tu mujer te azote el culo después de haberte hecho cornudo?

  • Si, Amo. Y bien fuerte

  • Quieres ser cornudo y apaleado?

  • Si amo, te lo suplico

Y su mujer lo azotó con dureza, pero dejando pasar un tiempo entre cada azote para que así se recuperara y pudiera sentir, más placer y que suplicara el siguiente azote en su culo porque le gustaba ser azotado y humillado por su mujer delante de otro hombre. Mucho, porque el muy cabrón se restregaba sobre las sábanas cuando lo azotaba y al final también se corrió. Fue entonces cuando cogí a la puta de su mujer, le colgué un cartel en el cuello con la palabra "use me", la cogí por el pelo, la arrodillé, le metí mi polla en la boca y me la folle, hasta que me corrí.

Luego los dos se ducharon, se besaron muy tiernos, me dieron las gracias y se metieron en la cama para pasar la noche abrazados. La verdad es que se querían mucho. Y yo me fui y los dejé allí felices y satisfechos.

Me comentaron que su siguiente fantasía se basaba en que los dos serían los esclavos sirvientes de una pareja de amos, que ellos vivían permanentemente en el chalé de las afueras como sirvientes sumisos y sus amos (hombre y mujer) salían a trabajar y volvían a casa, al chalé para ser atendidos por ellos. En la fantasía ellos trabajaban como criados: eran la puta y el cornudo de los dos amos y aunque estaban las 24 horas a su servicio y vivían allí, no cobraban, por supuesto, y dormían en el suelo en la alfombra de la cama de matrimonio de sus amos. Uno a cada lado. Les dije que conocía a una amiga que tenía un chalé, pero ellos me dijeron que querían que fuese real.

Les prometí que buscaría algo, y me despedí de ellos, que se quedaron allí abrazados y felices para pasar la noche.