Una pareja liberal

Relato de una noche de placer en un club swinger de Ciudad de México.

Una pareja liberal

El primer show tardó bastante en comenzar porque el stripper nunca llegó. De hecho, el espectáculo del desnudo masculino lo dio uno de los cuidadores de la puerta, quien a fuerza de ver la repetición del mismo numerito cada noche, lo hizo bastante bien. Para ese momento, 1: AM, yo estaba bastante sudado luego de bailar casi dos horas con Claudia. Ella es una hermosa mujer, 1.70 de estatura, delgada, senos como frutas maduras, un par de esbeltas piernas calzadas en unas sandalias tipo romano, que realzaban aún más, la estilizada y bella figura de esta morena clara, de pelo largo y ojos verdes.

Esa noche Claudia se arregló con una micro - mini falda negra a juego con un negligé rojo a la cadera, con el brá de transparente encaje negro, y una deliciosa tanga roji - negra de hilo dental. Por supuesto que una mujer así vestida bailando indistintamente acompañada de su esposo y por mí, no pasó nada desapercibida en la pista de baile del D’sden. Héctor, su esposo, es un caballero de elegante figura, enfundado en unos jeans de marca, una camisa de cuadros pequeñitos a tono con los pantalones y una chamarra parda. Ambos hacen una bonita pareja que todo el tiempo se están mimando.

Todo comenzó un domingo a las 7: PM, en el Sanborn’s del Angel, lugar en el que nos citamos por primera vez para "el clásico cafesito" de presentación. El conecte fue a través de Internet y una página de Miami en la que participo al igual que ellos. Cuando los vi llegar, el rostro se me iluminó de alegría, pues las fotos que habíamos intercambiado en sendos correos electrónicos resultaron ser verdaderas. Ella es una ex modelo queretana de excelente porte y muy guapa. Claudia llegó vestida con un tenue vestido en tonalidades del azul cielo al índigo e inclusive, algunos tonos metálicos, zapatillas de tiritas y sin medias. El corte de la fina prenda de vestir dejaba ver claramente la bonita figura de esta belleza mexicana, quien disfruta exhibiéndose.

En el restaurante tomamos algo fresco para aliviarnos del bochornoso calor de abril en Ciudad de México y comenzaron las coincidencias entre ambos. En tres horas de amena charla estuvimos de acuerdo en casi todo, empezando por que ellos no toman casi nada de alcohol ni usan drogas. Hablamos de la vida, del trabajo de la violencia en las calles y de sexo, por supuesto: supe que ella es bi activa, nosotros somos heteros y a los dos nos encanta ver. De mi inicio y experiencias con este estilo de vida y de muchas otras cosas, para concluir en que el siguiente miércoles iría con ellos a la noche de tríos del D’sden.

Este es un antro de la floreciente movida sw en México. Está al norte del D.F. sobre la avenida Instituto Politécnico Nacional, en Lindavista. Es un lugar, pequeño, ubicado en un primer piso; tiene pista de baile y luces tipo discoteca de los ’70, así como un dj’s con oídos de artillero para mezclar la música. Las parejas se sientan en dos filas de mesitas colocadas alrededor y pegada a la pared existe una especie de banca corrida a todo lo largo de la pared del lugar. La cantina del bar se ubica en una de las cabeceras del lugar, que cuenta también con dos cuartos obscuros: uno para parejas y el otro para tríos. Ambos espacios tienen una especie de "mirador" desde el que los solos que acuden pueden observar a las parejas y a los tríos en acción, y en el caso del cuarto destinado a los tríos, interactuar con alguna pareja que así lo desea. Como su nombre la indica, este sitio solo cuenta con una lámpara de luz negra y como mobiliario un ventilador y dos amplios sofás tapizados con material plástico negro pegados a las paredes. El cuarto destinado a los juegos de las parejas es similar, solo que algo más chico.

Claudia y Héctor

Llegué poco antes de las 21: PM a la glorieta del Ángel y busqué dónde estacionar mi vehículo. Esa noche, como prácticamente todas en esa zona de esta hermosa Ciudad de México, había bastante tráfico, de tal suerte que, para no variar, me estacioné en lugar prohibido sobre la avenida Paseo de la Reforma. Me sentía algo intranquilo, pues a pesar de que no sería mi primera experiencia con una pareja liberal, era la primera que salía con una dama que si le gustaba una mujer en el lugar, sin duda alguna intentaría ligársela, dejándonos a Héctor y a mí en un segundo plano. Esa fue la condición y yo había aceptado. Así que para tranquilizarme me puse a escuchar algo de rock a todo volumen con las ventanas del auto cerradas.

Justo a la hora acordada llegaron Claudia y Héctor. Ella llegó cubierta con una gabardina negra que apenas dejaba al descubierto las piernas de esta beldad. Nos metimos al Sanborn’s a comer algo y posteriormente, salir rumbo al club. En eso estábamos, cuando los inefables gruyeros de tránsito hicieron su aparición, obligándonos a Héctor y a mi salir de estampida a mover nuestros autos. Yo la libré, pero él se tuvo que "mochar" con 60 pesos con el oficial de tránsito. Salimos del restaurante y en mi vehículo enfilamos por el Circuito Interior hasta la glorieta de La Raza, salimos por avenida Insurgentes norte, entroncamos con Politécnico Nacional para llegar al club de parejas, que los miércoles y viernes se abre también para tríos.

Cobran 230 pesos de cover más otros 200 de consumo mínimo. Pagamos y al entrar ya había varios solos y unas dos parejas más. Pedimos refrescos, Claudia un anís y quedé gratamente sorprendido cuando al fin se quitó la gabardina con la que cubría su sensual atuendo para esa noche sexi. Brindamos por el gusto de la compañía y por el inminente placer, luego nos pusimos a bailar. Por supuesto, ella causó sensación y estoy seguro de que todos los caballeros presentes y una que otra dama, nos envidiaron, pues Héctor y yo, compartíamos alegremente a la que sin duda alguna, era la más sensual y hermosa de las mujeres presentes. Bailamos, bailamos y bailamos algo más de dos horas. Yo me sentía eufórico bañado en sudor y con el ánimo bien puesto para complacer a la pareja anfitriona. Poco a poco fueron llegando más parejas y algunos solos más, pero el local no se llenó, así que teníamos bastante pista para lucir a Claudia, quien intentó un primer acercamiento con una hermosa bailarina del show.

Lesbi-show

Cuando al fin comenzó el espectáculo, el stripper pasó sin pena ni gloria, dando paso a la actuación de la nueva "amiguita" de Claudia, quien en su actuación nos regaló con un cadencioso strip-tease total, que nos permitió a constatar el buen gusto de Claudia, pues la desnudista poseía una hermosa figura, con un par de hermosos senos, coronados por pezones deliciosos, vientre plano adornado por un conjunto de tatuajes que, eróticos, dibujaban caprichosas figuras a todo alrededor de la breve cintura de esta chica, con redondas y firmes nalgas y cabello rubio e intrigantes ojos azules. Cuando terminó su actuación escogió a Claudia para que subiera a la pista. Mi acompañante para nada se hizo del rogar y en menos de lo que lo escribo estaba en el escenario, lista para protagonizar una escena de sexo lesbiano. Lo primero que salió volando fue la tanga de ambas, aunque para dar mayor sensualidad a la escena, Claudia se dejó puesto el negligé. Hicieron prácticamente de todo: besos ardiente, se mamaron los senos, se chuparon el clítoris, se acariciaron y besaron por todas partes, un extraordinario 69 que arrancó gemidos entre los asistentes, para culminar con una deliciosa tijera de coño contra coño. ¡¡¡Sensacional!!!

Como es costumbre en estos lugares, el espectáculo continúo con un fingido acto sexual entre los strippers para luego de un rato en el que la pareja pone en práctica algunas posiciones sexuales, bajar de la pista para ir mesa por mesa agasajando a los espectadores, que para estos momentos están ya bastante cachondos. Efectivamente, a nuestro alrededor y para solaz del voyeurismo de los solos, prácticamente todas las parejas se acariciaban abiertamente, algunos se daban tremendos besos de lengua y campanilla mientras sobaban los senos, otros disfrutaban mamando los senos o la verga de su pareja. Héctor y yo acariciábamos a Claudia, quien para este momento y luego del tratamiento que recibió de la desnudista estaba ya bien prendida y con ganas de algo más que caricias.

Luego de la fingida cogida vestida solamente con una minúscula tanga de hilo dental, esta belleza bajó de la pista, caminó directamente a nuestra mesa, se me acercó, me ofreció sus hermosos senos que yo chupé como becerro en brama, tratando de no lastimarla y haciendo con mi lengua florituras en el delicioso pezón bien erecto, una de mis manos se dirigió a su depilado pubis e hizo contacto con el coño que se encontraba húmedo y ardiendo. Recordé el gusto de Claudia por esta chica, y mi mano libre tomó su mano para ponérsela sobre la turgente nalga de la desnudista. Fue algo eléctrico, pues la desnudista, al sentir la mano de Claudia, soltó un fuerte gemido y giró parte de su cuerpo para ofrecer a la sedienta boca de Claudia, el seno que le quedaba libre, mi ardiente anfitriona comenzó a mamar la teta que le ofrecían con la cadencia para producir placer a una mujer, que solamente otra mujer puede hacer. La escena era muy erótica. La bailarina prácticamente desnuda, con un seno en mi boca, el coño en mi mano y sus nalgas y su otra teta en poder Claudia. Estuvimos poco tiempo en esta ardiente posición, hasta que una seña de un mesero le recordó a la bailarina que todavía le quedaban mesas por recorrer. Lentamente se levantó, le dio un cachondo beso a Claudia y siguió su recorrido.

Cuarto oscuro

Al concluir el show, una voz dijo por las bocinas que estaban a disposición de las parejas que así lo desearan, los cuartos negros. Rápidamente nos levantamos y nos metimos al cuarto de los tríos, en que varias parejas ya disfrutaban. Héctor, Claudia y yo, escogimos para retozar el sillón que se encontraba al fondo. Su esposo asumió una actitud de voyeur y me dejó accionar solo con Claudia. Por supuesto que no voy a presumir de nada. Ella estaba hecha una ardiente cortesana y me fue quitando poco a poco la ropa, además de exigir que no la ayudara con los botones ni con el cinturón. Yo me dejaba hacer, al tiempo que la besaba en la boca, en el cuello, en la nuca, le chupaba el lóbulo de las orejas y manos me faltaban para sentir la turgencia de su magnífico cuerpo. Me quitó la camisa y como pude me agaché para comerme su coño. Ella, al notar mis intenciones, giró suavemente ofreciéndome la espalda y la increíble belleza de sus nalgas. En ese momento, noté que sus glúteos tienen la adorable forma de corazón y sin pensarlo más, clavé mi lengua entre sus abiertas piernas, en una ardiente caricia que iba del ojo del culo de ella, a los labios del coño y de regreso, en una desaforada batalla de lengua vs. Panocha. Mis manos no se estaban quietas y se aferraban a la redondez de sus nalgas. Mi boca, incansable, iba ya del culo a las nalgas, ya del coño a las nalgas, en una búsqueda del placer para mi ardiente pareja sw. Cuando sentí que gemía, se ponía rígida y que un delicioso sabor acre, o marino inundaba mi boca, supe que se estaba corriendo y aceleré los movimientos de mi lengua en su coño, caricia a la que sumé mi dedo medio, que comenzó a horadar el delicioso botón del ano de ella. Así culminó este primer encuentro. Cabe señalar, que prácticamente todos los solos que esa noche fueron al antro se encontraban de mirones, algunos con el pene fuera de los pantalones, masturbándose al ritmo de nuestro placer.

69

A nuestro alrededor las cosas no eran muy distintas. En el otro extremo del sillón en el que nosotros tres nos encontrábamos, una señora disfrutaba de las caricias de tres galanes dando muestras de placer que sentía con tremendos gemidos que se escuchaban perfectamente por toda la habitación. En el otro sillón, dos parejas hacían un cuatro, en el que los señores se cogían a sus damas en posición de "perrito", mientras ellas se besaban y acariciaban los senos.

Nosotros, luego de que Claudia se corriera delicioso en mi boca, giró, me haló suavemente del cabello para levantarme. Con habilidad, retiró el cinturón para que mis pantalones cayeran y comenzó un delicioso juego de sus manos con mi pene, mientras pegaba sus deliciosas tetas a mi torso desnudo y nos dábamos un cachondo beso. Luego de una rato en esta posición, rompí el abrazo para quitarme los zapatos y terminar de sacar el pantalón, al mismo tiempo, Héctor comenzó a masturbar a su esposa con su mano, mientras ella le correspondía en la misma forma. Quedé solo en bikini y me puse al alcance de la mano de Claudia, quien cuando notó mi presencia dividió sus atenciones conmigo y con su marido. En un momento dado, Héctor sacó un condón y se lo tendió a su esposa, quien con la boca me lo puso, para comenzar a darme un sensacional fellatio que me hizo ver estrellas y casi me hace venir ahí de pié, con mi verga entre sus labios.

Le hice una seña en la cabeza para que me diera un poco de tregua, pues todavía no deseaba terminar. Ella así lo entendió y me propuso hacer un 69. Para no aplastarla con mi peso (79 kilos) yo me acosté boca arriba para que ella pusiera su ahora espumoso coño y el rosado botón de su ano a mi alcance. Procedí entonces a aplicarme en darle una rica mamada, en la que mi lengua se alternaba en jugar con sus dos orificios a mi alcance. A veces la ponía dura y semejaba un pequeño falo que violaba el resúmante coño de mi amante, en otras ocasiones, era una suave y húmeda caricia que se insinuaba apenas en el nudo del ano de mi caliente amante. En algún momento, escuché decirme "meteme un dedo" y así lo hice, solo que no fue un dedo, sino que fueron primero dos, luego tres, cuatro y hasta cinco, los dedos que penetraron en esa ardiente panocha que devoraba, en una increíblemente caliente sesión de sexo oral. Ella por su parte, chupaba con un ritmo delicioso mi ahora durísima verga, acompañando la caricia oral al glande, con chupetones en los testículos y a toda la zona. Sus manos no estaban tranquilas, pues mientras me daba uno de los más sabrosos fellatios que he disfrutado en mi vida, masturbaba a buen ritmo la verga de su esposo.

No pude soportar mucho tiempo la sensación tan placentera que en mi verga producía la experta boca de Claudia, quien hacia verdaderas filigranas con su lengua en mi glande, para luego meterse toda mi verga en su garganta, al tiempo que una de sus manos acaricia mi escroto y la mano masturba dulcemente a su marido. Fue inevitable, exploté en su boca en una abundante venida, que ella se encargó de que fuera muy satisfactoria, pues al sentir como el condón se llenaba de mi crema, chupó aún con más intensidad el glande, produciéndome espasmos de placer que me hicieron ver estrellas, pero dejándome fuera de acción, al menos temporalmente.

Pareja sw

Cuando mi pene se hizo flácido, ella rompió el 69 y se dedicó a atender a su marido, repitiendo ahora con Héctor el tratamiento que me había hecho a mi. Yo me levanté y pude ver la gran cantidad de solos que no perdían detalle de nuestro trío, e incluso alcance a observar como algunos, los más calientes, se masturbaban al ritmo de la mamada de Claudia a su marido. Caminé unos pasos para ir por papel higiénico para limpiarme y también para Claudia, a quien para estos momentos, la humedad de su coño le escurría hasta las piernas.

Cuando regresé al sillón, ví que Héctor continuaba dándole su verga en la boca a su mujer, quien muy caliente, se masturbaba al mismo tiempo. Me acerqué a ellos y continué mamando el coño de Claudia, quien ahora se masturbaba al mismo tiempo que yo besaba su clítoris. Repentinamente, ella nos dijo que ya era suficiente de mamar, ahora quería algo más sólido en su coño que mi lengua o sus dedos, y girando, ofreció a su marido el bellísimo espectáculo de sus nalgas en forma de corazón, y una vagina en el centro, que a estas alturas ya se notaba súper lubricada y por lo mismo, abierta y brillante, como invitando a la penetración. Héctor no se hizo del rogar, con la verga bien dura por delante, arremetió contra el coño de su mujer y comenzó un lento mete – saca, que arrancó deliciosos gemidos de placer a la ardiente Claudia. Como él estaba parado detrás de ella, me acerqué y metiéndome bajo los brazos de Claudia, comencé a chupar de nueva cuenta sus tetas y sus deliciosos pezones, que ahora parecían chupones, de tan erectos. En esta ocasión no solo chupe los senos, recorrí cabalmente todo el cuerpo de mi deliciosa amiga que estaba a mi alcance. Así, no quedó ni un centímetro de su piel que no sintiera mi lengua y cuando quise bajarme a mamarle el clítoris al mismo tiempo que se marido la penetraba, una mano intentó acariciar mi semi erecto pene. Alcé la vista solo para ver a un solo que intentaba unirse a nosotros. No tengo nada contra los gays, pero no es esa mi preferencia, así que retiré la mano intrusa y cuando me disponía a continuar con mis cachondeos, la voz de Héctor exigiendo a ese mismo solo que yo había retira momentos antes, que se alejara de nosotros me distrajo de mi objetivo; Solo escuché como Claudia pedía más y conforme se acercaba su orgasmo, sus súplicas a su marido de que se la cogiera bien cogido y bien duro, me acerqué y con mi mano acaricié simultáneamente, la verga de su marido y el clítoris de ella. La caricia tuvo un efecto casi instantáneo, pues un alarido que escapó de la boca de ella, al tiempo que Héctor se desplomaba sobre la espalda de su mujer, me indicaron que ambos habían terminado al mismo tiempo.

Epílogo

Reposamos unos momentos para dedicarnos a ver a las otras parejas que en los sillones contiguos seguían gozando en grupos de dos, tres o más personas, que en la oscuridad del cuarto y por el efecto de la luz negra sobre las pocas ropas que algunas personas conservaban encima, producían la apariencia de ser más de las que en realidad eran.

Calmados los ánimos, recogimos nuestra ropa y salimos del cuarto oscuro solo para ver que la segunda tanda del show ya estaba en el escenario. Una preciosa morena, de pelo negrísimo y rotundas formas, cogía placenteramente en la pista con el stripper. Fuimos a nuestra mesa, Claudia pidió otra copa de anís y nosotros tomamos otro refresco. A ella no le gustó la nueva bebida por lo que pedimos nuestra cuenta. Pagamos los 200 pesos de consumo mínimo, acomodamos nuestra ropa, y salimos del lugar.

En el camino de regreso a su casa, platicamos como viejos amigos de lo que bien que nos habíamos acoplado así como de la posibilidad de repetir el encuentro, pero ahora no en el club, sino en una fiesta de Gus y Mary. Casi a las 4: AM los dejé frente a su departamento y quedamos de hablarnos en la semana, y ponernos de acuerdo para otro probable encuentro.

fin