Una pareja de tres

Como las mujeres pierden el deseo de los hombres y se aventuran a algo mas excitante...

UNA PAREJA DE TRES.

El odio es como las enredaderas:

Capaz de echar raíces en los muros más sólidos. Y Elvira odiaba. Sorda hondamente. Esa misma mañana el teléfono le había triado la noticia de la separación de Fernando y Melisa y se sorprendió al sentir en su interior la ansiedad propia de aquellos que saben que la venganza esta cerca.

¡Este tipo era un cerdo¡ vivía en perfecto estado de ebriedad durante el cual era capaz de cometer las más horrendas barbaridades. Como un calidoscopio vio desfilar retazos sueltos de aquella noche que tan profundamente quedaran grabados en su retina.

Cuando supo que luego de dejarla a ella, Federico se había unido primero a Laura y luego a Melisa creyó odiarle mas que nunca. Pero ocurrió lo que era inevitable. La separación. Sobre todo conociendo a Laura y a Melisa que eran realmente unas mujeres encantadoras.

Un extraño afecto la unían a ella. No sabia como explicarlo. Incluso intento advertirlas de lo que ocurría con esa bestia. Pero, claro, ellas le habían restado importancia al incidente. ¡No llevaban las cicatrices del paso de Federico por sus vidas!

Aquella noche espero a Federico mas de dos horas. Reclinada en el sillón de la sala hasta que finalmente, escucho el cerrojo. No llego siquiera a ponerse de pie. Cuando Federico paso titubeante se detuvo en el centro de la sala mirándola con una sonrisa cínica. De repente se arrodillo ante ella.

Federico hundió sus dientes en el triángulo neto del pubis arrancándole un grito de dolor.

Sé sorprendió al escuchar su risa. Era patético verlo allí, de rodillas, cargado de coñac barato,

Y sin embargo sabia que estaba a su merced. Sabia que no iba a poder evitar lo que venia.

Cuando el se puso de pie, volvió a sentir miedo. Vio brevemente que se echaba sobre ella sin esperar a quitarse la ropa. Simplemente desabrocho sus pantalones y empujándola sobre el sillón la penetro salvajemente, como una fiera enloquecida. La obligaba a levantar las piernas por que sabia que de esa forma le resultaría más dolorosa la penetración; y al escuchar los quejidos de Elvira que era incapaz de callar, empujaba con mas y más violencia.

Sentía que algo se estaba rompiendo en su interior. Un dolor sordo y hondo se apodero de todo su cuerpo. La hacia retorcer como si fuese de goma. Estaba aterrorizada y sentía que las partes duras del sillón se clavaban en su espalda.

¡Vamos....... Muévete! Ordeno.

Pero no podía hacerlo. Había perdido toda sensibilidad y el miedo paralizaba sus músculos.

Está bien - dijo el de pronto -. Basta de esto. Ahora date la vuelta y levanta bien el culo.....

Hundió la cabeza en el sillón. La penetro con tal violencia que por un instante perdió el sentido. Al volver en si sintió que él estaba empujando con mas fuerzas que nunca. El dolor era horrible, insoportable.

¡Muévete..... muévete! - le oyó ordenar.

Pero no pudo y se hundió en el sopor y la desesperación

Cuando el se puso de pie, rodó hasta el suelo desarticulada como un jersey viejo.

Con un movimiento súbito de la cabeza intento alejar esos malos recuerdos. Todo aquello había pasado hacia mas de un mes. Estaba sola y tenia el teléfono cerca. Sin saber como, se encontraba marcando el numero de Melisa.

  • SÍ?........ - su voz sonó triste del otro lado de la línea.

  • Soy Elvira. Me gustaría verte. A ti y a Laura.

  • Esta bien. Puedes venir ahora...... estoy sola. Llama también a Laura y dile que venga.......

Luego de hablar con Laura corrió al guardarropa y eligió una falda amplia de color azul y una camisa blanca, casi trasparente. Desistió rápidamente de usar sostén, pero busco unas pantaletas diminutas color carne que no se había puesto aun. Se arreglo el cabello apresuradamente y se puso apenas un toque de color en sus labios.

Mientras se vestía se dio cuenta de dos cosas. La primera, que sus cicatrices y marcas habían prácticamente desaparecidos. La segunda era que había esperado este momento con demasiada ansiedad.

Cerro de un portazo y bajo corriendo. Paro un taxi y musito la dirección del apartamento de Melisa.

Pago la carrera y bajo apresuradamente. En le espejo del ascensor repaso su figura. El aumento de sus pezones la sorprendió. Era como si quisieran atravesar la fina tela de la camisa blanca, impecable. Sonrío: ¡estas encantadora! Se dijo para darse animo. ¡No vas a fallar!.

Llamo a la puerta con timidez. Al abrirse noto que Melisa llevaba una bata ligera de color rosado que hacia resaltar su figura. Laura ya estaba allí. Entro. La extraña sensación de traspasar un mundo nuevo la sobrecogía.

Jamas había estado en esa casa y la primera impresión fue que el departamento era acogedor y agradable. Melisa hizo un ¡sssst!, Con el índice en los labios y temió que no estuviesen solas.

Por unos segundos creyó que todos sus planes elaborados tan cuidadosamente iban a derrumbarse como un edificio sin cimientos. Pero en la casa no había nadie mas que las tres.

Estaban hablando de Federico, pero Elvira comenzó a imaginar caricias inéditas, sensaciones nuevas jamas experimentadas. Cada vez que Melisa se inclinaba, la bata sé abría y un nuevo retazo de piel quedaba a la vista durante breves segundos. Ahora la palidez del vientre......ahora la curva perfecta del seno..........una tierra nueva abierta a los sueños mas perfectos y alocados parecía llamarla desde el limite de si misma.

  • ahora estoy mejor - dijo Elvira - . Claro que aun me quedaban algunas pequeñas marcas.

¿Quieren verlas? - pregunto al tiempo que poniéndose de pie levantaba su falda hasta la cintura dejando a la vista un muslo carnoso y depilado.

  • Comprendo que ha sido una experiencia terrible para ti - murmuro Laura.

  • en los hombros y en los pechos fue mucho peor.

¡Oh! - se sorprendió Melisa, ¿ y en los pechos? Quítate....... quítate la camisa para ver.

Comenzó a desabotonarse con lentitud y sus pechos firmes quedaron completamente al aire

Melisa se puso de pie y se acercó.

  • ¡que bruto! - susurró pasando su mano con suavidad por aquellas zonas donde aun podían notarse marcas del daño producido.

De pronto tomo uno de sus senos y lo palpo con delicadeza. Un súbito estremecimiento recorrió la piel de Elvira al sentir el contacto con la tibieza de la mano. De inmediato endurecieron aun más sus pezones dando una firmeza desconocida. Imagino lo que habrás sufrido - susurró Laura que le había agarrado el otro pecho, sin soltarle los pechos le hicieron levantar los brazos acariciando cada parte de ellos. Melisa se dirigió al sillón nuevamente y sin decir ni una sola palabra y solo con gestos las invito a quitarse todo lo que traían puesto. Elvira trabajaba lentamente gozando con cada movimiento estudiado. La falda primero. Las medias después. Laura la seguía. Tienes unas pantaleticas muy bellas, - susurró Melisa - es la primera vez que me las pongo. Te quedan muy bien pero ¿porque no te las quitas también? Sugirió.

Repentinamente tomo conciencia que el juego era hábilmente llevado por Melisa. Estaba un poco incomoda por el ambiente extraño. Aquel no era su departamento, su reino particular. Allí estaba rodeada de muebles y objetos que no conocía y de dos mujeres a las que deseaba.

Un gran espejo que llegaba hasta el suelo, devolvió su figura. Completamente desnudo al igual que Melisa a la que observaba con morbosa curiosidad. Eso pareció tranquilizarla un poco, lo suficiente para ayudarla a tomar una decisión. Mantuvo su mirada fija en los ojos reflejados de Melisa y dándole la espalda quebró su cintura como si quisiera quitarse un inexistente zapato. Mientras lo hacia abrió bien sus piernas y en esa posición noto que sus nalgas se separaban como los pétalos de una flor nocturna quedando expuesta toda su rajita brillante por la humedad y ofreciendo una intimidad total. Melisa no pudiendo resistirse, se puso de pie y comenzó a acercarse con lentitud y seguridad. Los pecho de Elvira colgaban apuntando directamente al suelo, mas duros que nunca. Fue entonces cuando comprendió que había llegado el momento de pasar al ataque. Sabia que tenia un arma secreta que Melisa y Laura no iban a poder resistirse a aquella demostración. Con los ojos clavados en la mirada ansiosa de ellas para no perder ni un solo gesto de aquellos anhelantes rostros, comenzó a pasar su mano por los labios húmedos y ardientes de su Coño, encontró el clítoris que rápidamente creció un poco más.

Luego metió uno de sus delicados dedos lentamente por su pequeño orificio mezclando este con sus jugos sexuales y aceptando cada milímetro hasta llegar casi al final. Su mano trabajaba lenta pero efectivamente. Era un espectáculo irresistible y no se sorprendió al ver que Laura y a Melisa en un gesto instintivo y mecánico se excitaran y comenzaran a masturbarse también.

Las manos iban y venían. Melisa deja que su mano descienda primero hasta su propio sexo abriéndose sus estrechos labios temblorosos acercándolos a los húmedos labios de Elvira tratando de que ambos sexo se uniera, que se pusieran en contacto en un beso imposible y mágico...... total. En esa difícil posición los clítoris pese al esfuerzo apenas si llegaron a rozarse. Los labios apenas si consiguieron acariciarse para mezclar sus dulces jugos.

Con un gesto de desesperación, con una mueca salvaje, Laura empujo con todas sus fuerzas ansiado un contacto mas estrecho. Las tres cayeron sobre la alfombra en estraña confusión de piernas y brazos.

Con los ojos serrados, desarticuladas como muñecas de trapo. Sin embargo ellas sabían que ese no era el fin que no podía serlo. Que la angustia y el odio era una pagina muerta de un libro que nunca debió haber sido escrito. Que nunca debieron protagonizar una historia que olvidarían definitivamente, solo estando las tres juntas.

Me lo contó una gran amiga

( Solo mujeres ) Geminisonline@hotmail.com ( mayores de 18 )