Una pareja de a tres

Alejandro, más brutal que nunca, la tenía en pelotas en cuatro patas y, mientras con una mano le enmantecaba el orto, como a un pollo al que se va a devorar con fruición, con la otra se agarraba la verga, tan enorme, dura y roja que parecía un hierro candente a punto de enterrarse entre sus nalgas.

La relación entre mi amiga Daniela y su novio Alejandro últimamente venía de mal en peor. Daniela me contaba que su novio era muy celoso, y prácticamente no la dejaba hacer nada sola. Mi amistad con Daniela venía de hace poco más de cuatro años. Al principio no me había fijado mucho en ella físicamente pero con el tiempo fui descubriendo muchas de sus cualidades.

No tenía grandes pechos, pero su cintura y su culito eran perfectos. Su pelo negro, su sonrisa y el color de su piel terminaban de dar forma a una mujer a ser deseada y amada sin tapujos.

Cuando me avisó de su ruptura definitiva con Alejandro, me ilusioné y esa noche estaba listo para ir a su casa y pasar a una etapa distinta a la amistad.

Cuando llegué, toqué timbre, pero nadie me escuchó, subí y noté que la puerta del departamento estaba sin llave. Al entrar escuché sorprendido la voz de Alejandro y algunos ruidos extraños en la pieza. Entonces me dirigí hacia allá y me encontré con un espectáculo sorprendente.

Alejandro, más brutal que nunca, la tenía en pelotas en cuatro patas y, mientras con una mano le enmantecaba el orto, como a un pollo al que se va a devorar con fruición, con la otra se agarraba la verga, tan enorme, dura y roja que parecía un hierro candente a punto de enterrarse entre sus nalgas.

Mientras con su mano derecha le empezaba a meter la verga entre los gluteos, con la izquierda la tomó del pelo y se lo tiró hacia atrás. De un solo golpe le hundió la pija y Dany ya la tenía toda adentro. La tomó con las dos manos de la cintura y comenzaron a moverse frenéticamente como si quisieran romper la cama. A la vez que Alejandro le apretaba las nalgas contra su pija, ella se empujaba cada vez más hacia él, como si quisiera que esa enorme verga le llegara hasta la garganta. Cada grito de Daniela parecía manifestar dolor por la terrible sodomización, pero no reflejaba otra cosa que un inmenso placer del que yo también sería partícipe más tarde.

Frente a este espectáculo, indignado, empecé a increpar a Alejandro, y fue ahí cuando notaron mi presencia. Daniela, que ya se notaba bastante agitada, me cortó en seco inmediatamente diciédome que dejara de protestar y me sumara. Por un segundo dudé sobre si era verdad pero Alejandro me dijo: "Dale dejate de joder que acá hay suficiente carne para los dos".

Excitadísimo y completamente al palo me saqué la ropa lo más rápido que pude. Daniela se incorporó y empecé a besarla y chuparle el cuello y los pechos, a la vez que frotaba sus pezones. Con mi mano derecha acerqué mi pija a su vagina y empecé a frotarle la entrepierna desde la concha hasta su ano, donde la pija de Alejandro no paraba de entrar y salir.

Cuando noté que su concha estaba lo suficientemente lubricada, y Daniela ardía en placer, me tomé la pija, que estaba a punto de estallar, y se la ensarté entre las piernas.

Mientras Alejandro le seguía imponiendo el ritmo por atrás, entre cojida y cojida Daniela parecía flotar en el aire. A la vez que la seguía besando y recorriendo todo su cuerpo con mi lengua, le acariciaba las piernas y el orto, y, casi sin darme, cuenta le empecé a acariciar el culo a Alejandro que no paraba de sacudirla a la negra.

Yo ya estaba a punto de acabar, y en pleno frenesí lo agarré a Alejandro fuertemente de sus nalgas y empecé a hundirle el dedo índice de mi mano derecha en su culito. Esto pareció excitarlo más y aceleró en la culeada a Daniela que se sacudía cada vez más. Completamente extasiado acabé dentro de ella, mientras Alejandro le seguía dando y yo no lo podía creer, parecía que su coito era interminable. Me salí de la cama y Daniela se recostó completamente extenuada, ya le pedía por favor basta a Alejandro, que parecía fuera de sí. Entonces sacó su enorme verga del orto de Daniela y se la empezó a sacudir con la mano hasta que acabó toda su leche sobre la espalda y el orto de la negra. Daniela quedo recostada sobre la cama y Alejandro arrodillado le colocó su pija en la boca para terminar de vaciarla en su garganta.

Mientras veía como la negra le seguía chupando la chota como si se quisiera tragarse hasta los huevos, me puse al palo de nuevo y noté que el ano de Daniela todavía estaba dilatado por la enculada de Alejandro. Me puse atrás de ella, le abrí los cantos, la tomé de la cintura y se la empecé a meter de a poquito. Sentir como mi pija entraba en el culo de Dany, mientras ésta le seguía chupando la pija a Alejandro, fue uno de los placeres más grandes de mi vida. Con cada milímetro que entraba Daniela gemía más y más. Cuando ya la tenía toda adentro le pellizqué las nalgas, la tomé del cuello y le esparcí todo el semen de Alejandro por la espalda como si le estuviera untando una crema cosmética. No lo podía creer, estaba haciendo el orto con el que tanto había soñado.

A medida que aumentaba el traqueteo, Alejandro acabó otra vez más sobre Daniela, mojándole la cara y los pechos y pude disfrutarla un ratito solito. Con mis pulgares le abría un poquito más el esfínter anal para que mi pija entrara y saliera más rapido. Le apretaba los glúteos y llegué también a frotarle la vagina.

Cuando ya estaba a punto de acabar, sentí como las manos de Alejandro me empezaban a enmantecar el orto. No lo podía creer, el hijo de puta estaba de vuelta al palo, y esta vez me tocaba perder a mi. Miré para atrás y lo vi, con su verga completamente al palo preparándose para penetrarme, mientras me decía: "A mí me gustó tu dedito, así que a vos te va a gustar mi verguita, sino preguntale a Daniela".

Mientras me la seguía culeando a la negra, sentí como Alejandro llevaba su pija a mi culo y empezaba a presionar con su glande en mi ano. Mientras yo la dominaba a Daniela tomándola de la cintura, Alejandro me abrazó y en un sacudón sentí como su verga se abría paso en mi orto y empezaba a penetrarme. Era tan larga y me produjo un dolor tan intenso que parecía que nunca iba a terminar de entrar. Al tiempo que no podía terminar de cogerme a Dany por el orto, Alejandro me la empezó a mandar por atrás sin contemplaciones. Sentí un enorme dolor, pero que al mismo tiempo me daba un gran placer, tanto como que en seguida le largué toda mi leche a ese hermoso culito de Daniela. Pero eso no bastó para que Alejandro dejara de sodomizarme y así como quedé sobre la cama, me tomó del orto y continuó dándome sin parar hasta que ya no daba más y decidí tomar el toro por las astas. Tiré mi mano derecha hacia atrás y le saque la pija de mi orto. Me di vuelta y con las dos manos se la tomé y la llevé a mi boca. Nunca pensé que iba a chuparle el pene de esta forma a alguien. No se si era que no daba más del dolor de mi culo, y esa era la forma de evitar que Alejandro siguiera perforándolo, o que realmente me empezaba a gustar chupar esa enorme verga, la cuestión es que me la llevé hasta el fondo de mi garganta, mientras con la mano derecha le apretaba los testículos como queriendo exprimir su jugo en mi boca. Alejandro parecía más excitado que nunca y me tomó de la cabeza hundiendo mi boca en su pija hasta que expulsó todo su semen sobre mi. Y así quedamos los dos, Daniela y yo, tirados sobre la cama y mojados con el esperma de Alejandrito, que para nosotros fue como el bautismo de esta verdadera pareja de a tres.