Una palabra asquerosa

NO es una historia esta vez, son pensamientos del autor sobre la palabra maricon.

UNA PALABRA ASQUEROSA

Cuando aquel chico tenía seis años, en su casa le decían.

  • No salgas solo a la calle, puede que algún hombre te coja y haga daño.

El no entendía entonces, por qué algún hombre le iba a hacer daño. No había hecho nada malo a nadie, para que alguien pensara en hacérselo a él.

Veía, cuando paseaba por la ciudad junto a alguna persona de su familia, a muchos hombres que iban y venían por las aceras, en coche, en los tranvías y autobuses y les miraba, pensando quién de aquellos sería el que le iba a hacer daño a él.

Fue creciendo y cuando tenía ocho años, un amigo del colegía dijo en el recreo.

- Mi hermano, que tiene doce años, me ha dicho que tenga cuidado, por si me sale en la calle un maricón y me hace daño.

Entonces entendió que el hombre que le iba a hacer daño sería, el que el hermano de su amigo había llamado un maricón. Para él esa persona era la que te podía coger en la calle y hacerte daño.

Después en el patio del colegio las conversaciones fueron dándole otras pistas.

  • Un maricón es el que, si te descuidas, te parte el culo, me ha dicho mi primo – dijo uno de los más enterados que les informó al grupo de chavales que escuchaba de lo que los maricones hacían.

Posteriormente según fue creciendo, las informaciones, sobre toda materia prohibida, fueron en aumento. Comenzó por saber el origen de la vida, la manera de reproducirse y en la cabeza de aquel chaval, lo máximo de la masculinidad empezó a ser la posibilidad de valer y poder convertirse en uno de esos "machos", capaces de reproducir a otros seres. Pero nunca olvidó la palabra maricón que para él ya tenía significado.

Comenzó entonces su vida fálica, la que el tamaño de su pene tenía importancia, porque marcaba la mayor o menor disponibilidad de ser semental de la especie. El amor, la atracción personal, aun no tenía cabida en su mente, solo el acto en sí.

Maricón siguió siendo una palabra maldita, se insultaban entre los compañeros con ella, se la llamaban a los profesores, era un insulto de los más rotundos que en aquella edad se podía decir. Compendiaba en sí misma, lo peor que un "macho" podía oír, la negación de su masculinidad.

Para él, en aquellos años, los seres se dividían en machos y hembras. Los machos eran los fuertes, los que más valían, los que mandaban en el mundo y las hembras, quitando a su madre, eran débiles, lloronas, aburridas, que debían vivir supeditadas al mundo masculino.

Por ello en su mente, que hubiera machos que renunciaban al rol maravilloso que la naturaleza le había asignado y apartarlos e insultarlos, le parecía perfecto.

Nunca oyó a nadie decir ante esta dicotomía que le había inculcado la sociedad cercana, que los seres tanto masculinos como femeninos, no debieran dividirse en esos grupos, sino en los que son buenos, éticos, honrados, creadores, trabajadores, es decir positivos para la sociedad y los que no lo son.

Nadie le habló que la manera de sentir, amar o unirse, no tenía nada que ver con la masculinidad, ni con los órganos sexuales que tuviese y menos con su tamaño, que era algo consustancial con el ser, que estaba en su interior y le había sido dado por la naturaleza al nacer, sin que él hubiese tomado parte en ello.

Como no tenía aún, por el desarrollo de su cuerpo, sensaciones sexuales y no podía, por sí mismo, llegar a soluciones propias, lo que la sociedad cercana le enseñaba, era lo que recalaba y llenaba su cabeza.

Los padres, que habían recibido quizá una educación similar o más retrógrada, mantenían de una forma implícita, las mismas tesis en su casa,

Coincidía también la edad que ese chaval tenía, con el momento, que siguiendo las costumbres de una sociedad que hipócritamente dice ser mayoritariamente católica practicante, de hacer lo que se denomina la Primera Comunión. Rito que para muchos significa más que, la reentrada en una secta religiosa, un acto civil de que el chico ha llegado a una edad en la que tiene conciencia de las cosas

Para ello empezó a asistir a las clases de religión, que la Iglesia obliga a los que hacen ese ritual. Allí le machacaron muchas de las mismas ideas y además añadieron algunas más a su manera de sentir.

La sensación, de que todo eso es pecado.

  • Lo que comienza a sentir sexualmente debe de ser apartado por pecaminoso.

  • El amor solo es puro si se siente por un ser del género opuesto.

  • El amor no debe de exhibirse, es algo que se manifiesta solamente en privado, por lo tanto abrazarse o besarse en público es reprobable.

  • Cualquier acercamiento de los cuerpos del mismo sexo es maldito,

  • Tocarse los órganos sexuales es ir directamente al infierno eterno, donde te quemarán.

Este es el suplicio, que eligen muy bien como ejemplo a esa edad. Cuando eres mayor y ves que no hay hoguera suficiente y que si te quemas desapareces, te dicen que quemarte es una manera de hablar y que el suplicio mayor es sentirte apartado de Dios.

Debieran decirle en aquel sitio, porque la influencia sobre la mente de ese chico está fértil, abierta a aprender, solamente que la bondad, la entrega, el hacer el bien, el amor, sea entre sexos iguales o diferentes, deben de regir sus días futuros para ser aceptado en la vida eterna que esa religión predica.

Sí oye algunas palabras que se refieren a lo anterior, pero además escucha como axiomas lo siguiente.

  • Que el matrimonio o unión (pero solo entre un hombre y una mujer) es el único aceptado.

  • Que ese vínculo es indisoluble y debe de durar toda la vida. (Después ante la presión de la sociedad la iglesia, acepta a regañadientes algunas separaciones sobre todo las que pagan debidamente sus dineros, pero ese chaval se entera de ello cuando ya es casi adulto).

  • Que solo hay una forma de crear una familia y es mediante ese matrimonio católico. (Si en su entorno ve que hay amigos que sus padres se han divorciado y se han casado posteriormente, le intentan hacer creer que viven en un pecado continuo)

  • Que Dios nos ha puesto aquí en la tierra para que creemos hijos y les eduquemos para ir al cielo. (Por su edad está muy lejos de poder hacerlo pero la semilla ha quedado puesta en su cerebro)

  • Que el unir los cuerpos que no busquen ese fin es uno de los pecados peores se llama fornicar. (Cuando llega la ocasión de hacerlo siente remordimientos porque piensa en ese castigo eterno)

Todo esto y mucho más que le enseñan allí, le confirman, que lo que ha aprendido hasta ahora, era cierto que debemos apartar de la sociedad todos los seres que no hagan o piensen como la iglesia y los maricones son el paradigma negativo de todo lo anterior.

¿Qué le pasa a ese chaval, cuando empieza a sentir las sensaciones que la naturaleza le da, porque su cuerpo ha crecido lo suficiente?

Si esas sensaciones son, por circunstancias del destino, las que le hacen querer amar o unirse a un ser de diferente género, aunque algunas de las cosas que aprendió o intentaron enseñarle no las cumpla totalmente, está dentro de los cánones que su vida hasta entonces tuvo.

Se siente contento y aceptado dentro de su entorno, porque la mayoría hace o siente lo que él. Puede mostrar ante todo el mundo, sus sentimientos, perseguir, buscar, tontear, enseñar ante los demás sus conquistas, su amor por las chicas que encuentre en su camino.

Tiene la posibilidad que le da la confesión, para que quede tranquila su conciencia, si hace alguna de las cosas que la religión prohibe.

Pero si las sensaciones, que comienza a sentir, son totalmente distintas y le encaminan a unirse o a sentir atracción hacia seres del mismo género, entonces todo lo que le han dicho hasta ahora que era positivo, está en su contra.

Siente que ha elegido el camino equivocado, que todo lo que está haciendo es contrario a lo que la sociedad, la religión, el colegio y hasta la familia, le enseñó y se siente desvalido, diferente, extraño, acosado, perdido en las tinieblas, apartado de la sociedad.

Piensa que él es ahora aquel maricón que de niño le decían le iba a hacerle mal. . .

El que le iba a partir el culo, como su hermano le advertía a su amigo. . . .

El que no era macho. . . .

El que no servía para perpetuar la especie . . .

El que la religión repudia, porque no puede formar una familia como ella propone . . . .

El que no va a traer hijos para el cielo que según Dios manda como primordial en esta vida . . .. . . .

El que no puede mostrar al mundo su amor hacia sus semejantes, sus conquistas, sus deseos . . . . .

El que todo lo que haga o sienta, siguiendo sus instintos, lo debe de hacer a escondidas, como si fuera un proscrito.

El que debe de mentir a la sociedad sus sentimientos haciéndose pasar por lo que es la mayoría. . . . ,

El que siente que debe de haber fallado en algo que no sabe que y le hace infeliz. . . .