Una oración por Rivas

Lou Wild nos habla en el Ejercicio de un joven que observa la ciudad donde ha crecido y se desespera ante el monstruo dormido en que se ha convertido.

Mirando desde aquel monte, la ciudad donde se había criado, Jaime meditaba si había valido la pena tanto tiempo intentándola sanar. Cerraba los ojos, y podía escuchar los murmullos adormecidos de aquella urbe. Ese era una de las partes de su don que más dolores de cabeza le producían: escuchar a las ciudades era a veces realmente aburrido.

Jaime seguía ahí de pies, esperanzado porque la ciudad diera algún signo de vitalidad… nada… Estaba muerta, callada… Adormilada como la mayoría de sus habitantes.

-¿Acaso eres feliz así?

Le increpaba Jaime a la gran urbe, que con los años había crecido en gran tamaño.

Pero no había respuesta, Rivas callaba.

Al fin, Jaime bajo del monte, apenado por una ciudad tan apática.