Una oportunidad inesperada Ii

Una mujer casada sigue viviendo la aventura de su vida.

Se despertó. Él estaba a su lado. No, no era un sueño. Había vivido, estaba viviendo, una aventura. Ella, que todo el mundo podía decir que era una mujer fiel (hasta ese momento, lo había sido), discreta, chapada a la antigua.

Él seguía con los ojos cerrados. Ella pensó en como había cambiado todo en las últimas horas. El vuelco que había dado a su vida. Podía ser porque había salido la ninfómana que residía en un rincón de su cerebro, podía ser porque era un exhibicionista y no lo sabía... Podía ser por los desprecios velados de su marido. Su marido. Hacia casi un día que no se acordaba de él. Estaría muy ocupado con sus aventuras.

Cuando ella lo descubrió, su infidelidad, fue parecido a que algo le arrancaran de las entrañas. No quería vivir. Y, sin embargo, siguió viviendo, y a su lado. Puede que le hubiera faltado valor o fuerzas para separarse. Que no quisiera abandonar su comodidad. No sabía que era lo que le hacía estar a su lado, sentirse infravalorada (ahora se daba cuenta que así la trataba y que era injusto) y seguir cumpliendo el papel de esposa fiel.

Se levantó, desnuda, a por el bolso, a mirar el teléfono móvil. Tenía un mensaje de él, ninguna llamada. Solo le decía que iba a estar en una reunión hasta muy tarde. "Tanto que dormirás junto a tu secretaria", pensó. Le contestó diciendo que se había dormido pronto, con el teléfono en silencio, porque no se encontraba bien.

Hecho ésto, fue a la cama otra vez. Al pasar delante del espejo, vió su cuerpo desnudo. No era fea, no tenía mal tipo, era una mujer normal con un punto de atractivo.

También le entró un sentimiento de culpa, como si fuera una vulgar ramera, que se había vuelto loca por un hombre. Pero ese sentir dejó paso a una sensación nueva, de haber disfrutado del sexo a escondidas, de algo prohibido. Y estaba feliz.

Cuando se fue a introducir en la cama, él se despertó. Al verla ahí, inclinada, desnuda, sonrió y le saludó "buenos días. ¿Cómo está mi Diosa particular? ". " Muy bien, feliz de estar a tu lado " Le contestó sonriendo. Se besaron y él hizo ademan de levantarse. "¿Te vas? ". " Si. Tengo que volver al hotel. Pero espero verte en un rato, si tú quieres ". Por supuesto que aceptó. Se sentía feliz con él, se sentía valorada y disfrutaba de algo que hacía mucho tiempo que no le causaba placer: el sexo.

Convinieron en pasar el día juntos, pero, después de ducharse, desayunar y que él fuera a cambiarse al hotel. Cuando entraron en la ducha, se miraron, él le acarició el pelo y llegó un beso. Y, luego, otro. Acabaron besándose mientras ella cruzaba sus piernas entre su cuerpo, mientras la sujetaba y sus genitales se rozaban hasta que él la penetró. Ella lanzó un gemido, le miró de forma lujuriosa y le volvió a comer la boca mientras ambos acompasaban las acometidas.

Una. Y otra. Y otra vez la empujaba, metía su pene en ella, hasta que un orgasmo brutal le llegó a ella, mientras gritaba sin importar que pudiera oírla algún vecino. Se besaron y ella bajó sus besos por el pecho, la cintura y el miembro de él. Y se vió comiendo su pene, haciendo una felación. Hasta que él le aviso que le llegaba. Le retiraba la cabeza para que ella no tragara su semen. Pero lo único que permitió ella fue que saliera de su boca y que le mojara a ella.

Acabaron de ducharse, él se secó y vistió y ella se puso una camisa encima, abrochando dos botones. Así se sentía libre. Incluso feliz cuando, en un par de ocasiones, se le salieron los pechos por fuera de la camisa. Al final, tras un beso, se despidieron citándose para dos horas después en un bar e ir juntos a la playa. Se paseo desnuda por la casa, ahora no tenía ni siquiera la camisa. Al pasar por el espejo y volverse a ver pensó "si mis alumnos, si sus padres, conocen ésto creo que no se lo iban a creer. Debo tener la imagen de una profesora muy formal, incapaz de hacer una locura y ni siquiera de vestir un poco atrevida. Ni siquiera flirtear o tomar una cerveza con un compañero. Y, ahora, follando a espaldas de mi marido.".

Le gustaba esa sensación, esa doble vida que estaba llevando. La recatada y seria profesora de historia, que nunca había enseñado más allá de las rodillas, poniendo los cuernos a su marido y disfrutando al exhibirse.

Quiso hacer una chiquillada. Salió tal cual estaba a la terraza, estuvo unos segundos mirando el mar y se metió adentro, viendo como la había observado un vecino desde su ventana con mucho asombro y deleite.

Decidió ponerse el bikini nuevo, azul claro con unos dibujos de ondas. Era más pequeño que el blanco y tapaba menos. "Menos tapará cuando me lo quite". Encima, un vestido y su bolsa de playa. Y se dirigió al café donde se habían citado. Iba caminando y pensando en su nueva condición de adúltera, recién estrenada, de lo que le había gustado sentir dentro de ella esa polla -no pene, miembro o falo- y de lo que había disfrutado comiéndola. "A lo mejor soy una ninfómana, una salida". Rió para sí. Estaba feliz como hacia tiempo que no lo estaba.

Allí lo vió. Tomando un café con leche. Se saludaron dándose un beso levemente en los labios y pidió un café para ella y unas tostadas para los dos.

No solo era buen amante; entregado, dulce, cariñoso, también buen conversador. Se pasaron un buen rato hablando y, al final, fueron a la playa.

Optaron por ponerse en otra zona, por si alguien los había visto separados el día anterior y ahora se fijaba en que iban juntos. Caballerosamente, él extendió las dos toallas, juntas, y se quitó la camiseta, quedando solo con un bañador tipo boxer, ajustado. Ella se despojó del vestido y sacó la crema protectora. Le puso a él en la espalda y, cuando le llegó su turno, él empezó a hacer lo mismo. Ella se volvió y le preguntó si le importaba que se quitara la parte de arriba, a lo cual él respondió soltando el nudo. "Ayer fuiste testigo de la primera vez que hacia topless". " Pues tienes una figura bonita, que puedes mostrar sin complejos. No debías haber privado a la gente de su vista". Le decía mientras le extendía la crema. Bajaba por el costado, disimulando, le acariciaba los pechos. Ella reía...

Así, tomando el sol y, sobretodo, siendo felices, pasaron un buen rato. Se decidieron por ir a bañarse y ella se puso la parte superior. Ya, en el agua, jugaron como dos chiquillos, acabando siempre abrazados y dándose algún beso.

En un momento dado que ella le abrazaba, pasó la mano por delante y le tocó el pene por encima del bañador. Lo notó duro y así se lo hizo saber. "Lógico. Las olas te han movido el bikini y llevas enseñando una teta desde hace un rato... " Ella comprobó que era verdad, le recriminó con una sonrisa y un azote cariñoso el no haberle avisado y lo introdujo dentro del mar, hasta que el agua le llegaba por encima de la cintura. "No voy a ser la única que enseña algo. Tú también" Le dijo mientras le bajaba el pantalón y le liberaba la apretura. Se puso a acariciarla y a masturbarlo, mientras él la besaba "¿imagina que te está viendo alguno de tus alumnos? " "No creerán que soy yo. Están acostumbrados a verme muy tapada y aquí me pueden ver hasta las tetas". " Algunos se habrán enamorado de tí y me tendrían envidia al ver lo que nos hacemos " dijo él poco antes de llegar al orgasmo gracias a la masturbación que ella le hacía. Volvieron a la toalla, pero no estuvieron mucho rato, el suficiente para volver a calentar el deseo, decidir ir al hotel de él y hacer el amor antes de ir a comer. A él le extraño que, en un momento dado le pidiera que le sacara una foto en bikini, otra en topless y luego pidiera a un vecino de toalla que les sacara una fotos juntos; ella con los pechos al aire y abrazados, mientras una mano acariciaba con disimulo su pene por encima del bañador.

Ella se había desatado. Al entrar en la habitación se despojó del vestido y le echó encima de la cama. Le bajo los pantalones y comenzó una felación con el propósito de excitarlo, mientras se desprendía del bikini como podía. Cuando la notó dura, se subió encima de él y se llenó. Empezó una cabalgada salvaje en la que era correspondida. Estaba muy excitado por el rato de la playa. Ella lo deseaba y, también, le excitaba el morbo de estar siendo infiel y, porque no, pensar en que algún alumno suyo la hubiera visto "no puede ser la de historia. Siempre va muy tapada y ésta ha estado enseñando las domingas hasta cuando se ha bañado. Son dos mujeres totalmente diferentes excepto en el físico".

Cuando le llegó el orgasmo fue increíble. No se reprimió de chillar y demostrar placer. Era increíble haberse agotado por algo tan maravilloso. Se recostó encima de él y puso su mejilla en el pecho, mientras era acariciada por toda la espalda y trasero.

Así estuvieron un buen rato, sintiéndose importante el uno para el otro. Hasta que el le comentó lo de las fotos.

"Es una idea, un plan. Ya verás..."

Continuará