Una oportunidad

En la cama le di la espalda. Esa noche solo quería tenerla a mi lado, solo eso. Una negativa para ella, era un capricho que cumplir. Busco mis labios en la oscuridad, despertó el deseo desde mi corazón, era ya mi cuerpo su seguidor. Sus manos tibias de niña levantaron mi pijama entre las sabanas.

-Aun queda por salvar tu alma. – ¡No quiero! – ¿Si estuviera aquí, querrías salvarla por ella?

Un enigma, eso representa su rostro. – Calma…  ¿te acurdas que eso decía? Cuando las cosas estaban sin sentido o totalmente perdidas, esas eran las silabas que ella repetía. – Si.

– Algunas   veces pienso en si todavía se acuerda de lo que fuimos. – ¿Siempre te torturas pensando en eso? – Si, ¿ya te harte? –No, venga cuéntame la última noche.

̶  En la cama le di la espalda. Esa noche solo quería tenerla a mi lado, solo eso. Una negativa para ella, era un capricho que cumplir. Busco mis labios en la oscuridad, despertó el deseo desde mi corazón, era ya mi cuerpo su seguidor. Sus manos tibias de niña levantaron mi pijama entre las sabanas. El conjunto me lo había dado ella burlándose horas antes  de no quedarme, se pegaba mucho a mi piel. – Pareces un embutido de patatas de mercado . – Deja de reírte . – ¿Te pondrás de mal humor conmigo? – ¿ Podría? –Si te enojas no habrá besos .

̶ ¿Quien quiere tus besos?

Presente.

̶    Hoy  los deseo más que nada.  ̶  Continúa. –Tú sabes lo que ella fue, lo que es. ̶  Soy tu amiga y lo sé.

La noche.

̶  Al  desafiarla, me tome del talle, se acerco lentamente y juntos sus labios a los míos, era una niña que jugaba a sentirse por horas mujer, no tenía miedo, provocaba mis manos a tocarlas y mis labios a besarla. La derrumbe, me plante frente a ella,  la mire directamente, acaricie su rostro, jugué con sus cabellos. Ella me miraba sonriendo. No eran en forma de burla ahora, era dicha. Era feliz, éramos felices. – ¿No querías besarme? – ¿Nunca dejaras mis noches tranquilas? Por qué habría de hacerlo, si me deseas.

Presente.

̶  Eran tan ciertas sus palabras que ya desde entonces me daban miedo.

La noche.

̶   No dije más, solo bese, una y otra vez sus labios, mis manos buscaron dejar su cuerpo desnudo, sentirlo debajo de mí. La intención era dejar a dos cuerpos de niñas danzar entre la majestuosidad del deseo y el sueño del primer amor. Ella llego a mis manos limpia, pura, su alma era tan noble, como su cuerpo tan bello. Era mi amiga, mi amada. Y aun cuando yo era otra chica, fueron noches como esas el despertar para mí, de quien era, que quería. Para ella solo una noche más.

Aun recuerdo el sabor de sus besos, parece que palpitan ahora mismo sobre mí. Dos bocas que aprendieron a besar. La suavidad de su piel ¡ah!, aun me mata imaginar.

Presente.

̶  Recordar, te hace vivir, Claudia.

Enredarse entre lágrimas eso se podía ver en el rostro de Claudia. –Vivo de ello. ¿Crees Adela, que  recuerde algo  de  mí, de esa noche? – No creo que importe, tu corazón lo revive cada minuto, cada segundo tú lo vives una y otra vez, eres tú. Dejando las palabras y el sofá casi al instante, Adela recorre el pasillo, baja la cabeza, mira la puerta, se voltea y sonríe. – Es tarde, debo irme.

Quedan pensamientos y palabras en esa habitación. Claudia mira el televisor apagado y ve en él la imagen.

La noche.

– ¿Qué hacemos? – No sé. Las jóvenes se miran, ávidas de preguntas, y sus cuerpos, con una respuesta. El amor, lo permite todo. Al final es la noche quien da la libertad, quien las sumerge entre sabanas blancas, y las deja al tacto de cada una, solo las pieles se encuentran, solo sus manos se tocan, sus pechos se chocan, y los sonidos del corazón al compas de sus movimientos. Son lentas, pero es la inocencia del momento, el deseo de conocimiento, el deseo de sus cuerpos quienes guían. En el silencio de aquella noche, solo suave risas, voces bajas, que pronto se van convirtiendo en sonidos profundos que salen por placer, por sentir.

Claudia toca los cabellos de la chica, los juega, con sus dedos peina delicadamente hasta llegar a su rostro, se acerca a sus labios, y apenas y toca, se siente tibio, húmedo. Brillan entre la oscuridad, ahora son sus manos quien se entretiene en el pecho de la chica, mientras sus labios van aprendiendo a profundizar más un beso, a dejar sentir sus lenguas en un beso. Siente como la chica se va moviendo lentamente debajo de su cuerpo, busca amoldarse a él de ella. Es tan nato, tan fácil,  dejarse llevar. Es el mismo deseo que las orienta. Que las lleva muy lejos de ese cuarto, de esa cama.

-Siento como si al besarte se completara algo, como si al tocarte una parte de mi encontrara otra ¿Que sientes tu? –Siento que ardo, que mi piel esta quemándose, cuando me tocas. Como mi cuerpo quiere, que le sigas acariciando, mis labios ¡ha! Quieren besarte  más. –No había sentido esto nunca. –Tampoco. Claudia sigue un recorrido que la lleva entre las piernas de la chica. La joven en instinto baja la cabeza, arquea la espalda, dándole mejor ángulo a Claudia. Los ojos de Claudia miran directamente a la chica, ella abre los ojos al instante dilatados, acompañan a su piel ahora de un calor más rojiza. Gotas en la frente de la chica.

Presente.

̶  Aun te amo.

No es como si hubiera tocada la punta de sus cabellos, besado sus labios, acariciado las curvas de su cuerpo, sentir el calor de ella. Escuchar de cerca cada una de sus palabras, sentir y mirar como su rostro brillaba con casi nada.

̶  Yo  nací para ti….

Claudia ama con tanta intensidad, y fue valiente y lucho por Sandra. Yo, ¿por qué no habré luchado por ti?

Pasado.

̶  ¡Que ni se te ocurra Adela! Buscarla – ¡Madre, yo…! –Te  estoy diciendo lo que tienes que hacer. Bástate tenemos con la situación de ese gustito tuyo, y ahora te dejas ver con esa chica. ¡Ah!  ¿Qué te pasa Adela? Adela baja la mirada, corre por su cara alguna lágrima, no responde.  Su madre una mujer autoritaria, de un carácter inflexible, sigue en entre gritos hablando. No acepta las preferencias de Adela.

-¡No! Mi única hija. ¿Cómo puedes Adela, como? Adela no contesta. Se hunde entre llanto. Entre lo que es, y lo que debiera ser. Lo que haría feliz a su madre, y lo que hace a ella feliz.

Presente.

̶   ¡Carmen! No puedo olvidar tu voz, tu cuerpo, tu forma de mirarme, de besarme.

Pasado.

̶ ¡Vamos Adela! No se enteraran que no entramos –No creo que debamos –Tu madre no se enterara, y mi familia ni se acuerda de mi –Pero Claudia…. –Tranquila Adela en este mes hay mucha gente, y seguridad, y dice Amber que los gitanos montan obras, bailan es divertido en pocas palabras. Bueno quédate si quieres, pero morirás de aburrimiento.

Adela y Claudia tenían 17 años estudiantes de colegio, se hicieron muy amigas, fue Claudia la primero en confesar que las chicos no le iban mucho que digamos, un año después de la confesión, Adela acepto también su preferencia. Su amistad se volvió más solida.

̶  Corre  Adela o llegaremos cuando todo se haya terminado –Claudia aaah, está bien. Las jóvenes amigas recorren el malecón a toda prisa, para poder ver en un pequeño parqué, a gitanos mostrar sus habilidades con fuego, cuchillos, etc. Se mesclan entre las personas con ligeros empujones las chicas se abren camino, para poder ver mejor, se ha terminado la mayoría de números, al parecer solo queda uno más. Alguien dice que es de una joven de 15 años que bailara para  cerrar la noche. Apagan las pocas luces, vuelven con ahora luces de colores en el centro y se escucha  el taconear, es el inicio de la danza….

Adela observa detenidamente. La bailarina posee unos cabellos totalmente negros, rizados, largos, lleva en el pelo una flor, en sus orejas aros de oro,  pestañas quebradas, acompañada de unos ojos  negros pequeños, sus labios son frondosos rojos, su piel morena, como si  la noche quisiera dejarle algo de ella, tiene un brillo su piel que embruja, y aun es una niña. Lleva un vestido largo de color amarillo con figuras de rosas.

En el aire serpea tu perfume

ojos y pies se giran

en tu taconear.

Y es porque... tu fragancia,

llega,

atrapa,

y sólo deja

los ojos cerrar!!

Siento que está vivo mi cuerpo,

porque se excita mi nariz.

Corro en busca del tiempo

para que no tema de ti,

porque...

̶  Ese poema -¿Qué…? –No, solo decía, no era una pregunta – ¡Ah loca!

Las chicas sonríen. Claudia no logra notar la confusión de su amiga. Adela se sumerge en la danza de la gitana. Observa con calma, los pies de la chica sus movimientos de cadera, tiene 15 años pero su cuerpo seguramente será muy hermoso.  –Es bellísima –oh ya vi, la gitana verdad. Adela al descubierto se sonroja y no dice más a Claudia, mientras esta ríe.