Una Nueva Vida II (1: Clases Particulares)
El regreso de mi serie. Diferentes personajes, diferentes situaciones. Un profesor de preparatoria ha decidido darle clases de sexo a su alumno.
Una Nueva Vida II :: I::
(Clases Particulares)
Porque ustedes lo pidieron, la serie de "Una nueva Vida" ha regresado, pero esta vez un nuevo protagonista descubre los placeres de ser dominado por un profesor de preparatoria. El mismo mundo onírico, pero diferentes situaciones. Desde luego no olviden que pueden escribirme a: leopoldo_relatos@hotmail.com
A los dieciocho años no se tienen grandes expectativas de la vida. Quizás terminar la carrera, casarse y tener hijos. Mi nombre es Armando y vivo en el Distrito Federal, en México. Lo que voy a contar en una serie de relatos es como mi vida cambió para siempre a manos de un profesor violador, descubriendo en mí un mundo de placeres ocultos.
En cuanto a mi físico (para ayudar a que imaginen mejor todo) estoy empezando a desarrollar músculos por pasar mis tardes en el gimnasio. Es por esta razón que mis notas en la escuela empezaron a bajar notablemente. Mi cuerpo había desarrollado muy poco vello por lo que había decidido rasurarme para mantener un mejor apariencia. Mi largo cabello era largo y castaño. Por supuesto no hace falta repetirlo, pero tengo dieciocho años.
Un día, regresando del gimnasio, encontré un paquete frente a mi casa. Una caja envuelto en papel lustre rojo con mi nombre escrito en plumón permanente. El paquete era extraño, pero mi curiosidad era muy grande. Quería saber quién me mandó un paquete; aún más, quería saber porque querrían entregármelo de una manera tan extraña. Lo llevé a mi cuarto tratando de ocultarlo de mi madre.
Con mi cuarto bajo llave rompí el papel rojo. Pegado a una vieja caja había un sobre, dentro un nota extraña. La nota decía así: "Hola Leopoldo, este es nuestro regalo de cumpleaños, este es el momento en que tu vida cambiará, pero para que esto pase tenemos que saber que quieres hacerlo porque una vez que lo hagas no habrá marcha atrás. ¿Que debes hacer? El primer paso es abrir tu regalo y ahí encontrarás instrucciones. Nuestro Siempre. C.U.M.". ¿Era el paquete para mí? Yo no sabía nada de esto. Lleno de curiosidad abrí la caja encontrando en ella una tanga de encaje color blanco y otro sobre. La nota dentro del sobre decía: "Ponte esta tanga y mañana recibirás más instrucciones, de lo contrario debes guardarlo todo y dejar tu regalo donde lo encontraste. Esperamos contar con tu presencia. C.U.M."
Leyendo esto reí, esto tenía que ser una broma. Metí la tanga a mi mochila esperando que al día siguiente pudiera averiguar quién era el gracioso que quería convertirme en homosexual. Me vengaría, el tipo no viviría para contarlo. Así lo creía y así debía de ser.
Al día siguiente, y con una tanga en la mochila, había olvidado todo el tema por completo. Sólo quería concentrarme en clase de matemáticas para conseguir las preguntas que venían en el examen. Terminando la clase, aún con muchas dudas en la mente, me acerqué al profesor a preguntarle mis todas las dudas que tenía. Él me respondió que tenía otra clase que dar, pero que en la tarde me podía dar una clase particular en el salón de clases. Yo acepté sin saber las consecuencias.
En este momento, entre mi vida normal y mi vida sexual, sería bueno describir a mi profesor. Él tiene aproximadamente treinta años, cabello largo como el mío, pero siempre lo lleva engominado. Una barba medio crecida que le da un aspecto sucio (barba que siempre se quedó así) y siempre bien trajeado. Ese era mi profesor de matemáticas y próximamente algo más que eso.
A la hora acordada entré al salón, el profesor ya me esperaba. Me pidió que cerrara la puerta y las persianas, iluminando el salón sólo una luz muy tenue.
"Este será un procedimiento diferente para que aprendas. Te voy a poner una ecuación en el pizarrón y cada vez que la falles te quitarás una prenda de ropa, si aciertas yo me quitaré una prenda de ropa." esbozando una sonrisa dijo el hombre.
"Pero es que yo me..." intenté responder, pero rápidamente fui interrumpido
"Lo hago así porque seguramente no quieres acabar desnudo y eso te obligará a contestar mejor."
El dichoso ejercicio continuó hasta que ambos quedamos sin camisa. Vi entonces su pecho por primera vez: pectorales duros, un torso más que definido y brazos musculosos. Seguimos con el ejercicio y llegó el turno de que me quitara los pantalones quedando en bóxers. El profesor me ordenó parar.
"¡Un momento! ¿Porque traes lo bóxers? No se supondría que traerías la..."
"Tanga. Usted es el de la tanga. La tengo en mi mochila, pero no me la voy a poner." respondí orgulloso de proteger mi virilidad.
El profesor se acercó a mí arrancado mis bóxers quedando completamente desnudo.
"Mira cabroncito" dijo en un tono despectivo "te las vas a poner porque vamos a cambiar de ejercicio."
"¡No!" grité, pero el profesor alcanzó a apretar mis huevos haciéndome tirar al suelo para retorcerme del dolor. Mientras estaba en el piso el macho fue a mi mochila a buscar la tanga para ponérmela. Luché, aunque era inevitable.
"Besa mis zapatos"-ordenó metiendo un zapato en mi boca. Estaba sucio, asqueroso; de inmediato lo saqué lo saqué de mi boca, pero el profesor metió el otro zapato a mi boca. Había tierra quién sabe que más porquerías. Dándome más asco escupí el zapato.
"Párate Puta" ordenó y yo lo obedecí, no por lo que él me lo hubiera pedido sino porque no quería estar en el piso. Todo esto fue una finta. Sus labios se acercaron a los míos, sus manos recorrieron mi cuerpo. Mi pene empezó a moverse queriendo librarse de esa prisión de tela.
Todo esto me gustaba, no quería aceptarlo. Mi profesor me excitaba como ninguna mujer lo había hecho antes. Antes lo hubiera evitado, ahora lo deseaba ardientemente.
"¿Te gusta lo que sientes?" me susurró al oído. Yo asentí.
"Entonces prométeme que harás todo lo que yo te diga sin rezongar." volvía a sentir
"A partir de ahora cuando hablemos entre nosotros yo te conoceré como Dana, pues una mujercita serás. Tú, en cambio, me conocerás como "amo". Pues eso seré para ti. ¿Alguna pregunta?" negué con la cabeza. De nuevo me besó.
Tomó mis manos acercándolas a sus perfectos pectorales, luego bajó mi mano derecha hasta su cinturón. Tratando de entender el mensaje le quité el cinturón y desabroché sus pantalones. Seguía sombrado por su musculatura; no sé lo que hice, pero el profesor se dio cuenta de ello y sonriendo me dijo.
"Besa mis pectorales; no, mejor lámelos. Tienen algo que te va a encantar."
Esa fue la primera vez que probé el sudor de macho. Quería probar todo su cuerpo para hacerlo mío, pero sólo tenía permiso para lamer sus pectorales ricos.
"Ahora a lo que vinimos. Ponte contra la pared."-ordenó obedeciéndolo yo sumisamente sin saber que esperar. Sentía la presencia del profesor atrás dando vueltas en círculo, me bajó la tanga lentamente. Mi pene estaba al máximo y empecé a masturbarme. Sentí como un dedo entraba a mi culo, luego dos y luego tres. En cuanto lo sacó me sentí vació, quería que mi culo fuera llenado otra vez y así fue. El Profesor fue empujando su pene a través de mi culo dilatado. Dejé de masturbarme para arañar la pared evitando el dolor que sentía. Ya no me gustaba, ya no quería, ya no... Una ola de placer inundó mi cuerpo mezclándose con el dolor, era algo que nunca había sentido. Oía sus gemidos, oía mis gemidos, oí la puerta del salón abrirse.
"Señor director" exclamé
"¿Que está pasando aquí?" dijo el director de la escuela cerrando la puerta tras de sí. No lo pude ver bien, pero sabía que estaba ahí.
El profesor, por su parte, aceleró su movimiento metisaca en mi culo hasta inundarlo de su semen. El pene dejó mi cuerpo haciéndolo suspirar. El director se acercó a nosotros con su cara de enojado. Tragué saliva, estaba perdido.