Una nueva vida Final

Marta continúa al servicio de Silvia y su madre María. (siento el retraso de esta tercera parte pero cuando he tenido ganas de escribir lo he hecho, si queréis hacerme algún comentario del relato o cualquier cosa, en mi perfil está mi correo. Espero que os guste.)

Pensaba que un año pasaría rápido pero que equivocada estaba. Aquellas dos harpías no iban a desperdiciar ni un solo segundo en tomarse cumplida venganza por la humillación que sufrieron ambas con mi victoria en el centenario del club de hípica. Al conocer que en la casa contaban con dos sirvientas que se ocupaban de la cocina y limpieza de la casa me alegré mucho pensando que mi día a día sería más llevadero al compartir trabajos y poder buscar ayuda de ellas. Al llegar la noche fui conducida a una habitación por Nieves el ama de llaves y nada más cruzar la puerta de la misma vi que allí ya se encontraba Marcela la cocinera.

Nieves: “ bueno la Señora María ha decidido que ocupes la misma habitación que nosotras, la del servicio. Podrás dejar tus cosas en ese pequeño mueble, el mayor es para nosotras dos. También me ha dicho que te comunique que tanto Marcela como yo somos tus superiores, deberás obedecernos en todo lo que te mandemos y deberás dirigirte a nosotras como Doña Marcela y Doña Nieves, ¿lo has entendido...vaca?” dijo con sorna y una sonrisa de oreja a oreja

Yo: “si Doña Nieves” dije sin salir de mi estupor ante la que se me venía encima.

Marcela: “ En esta habitación permanecerás siempre desnuda desde que entres hasta que salgas, como ves hay dos camas, la de Nieves y la mía que están juntas, tu dormirás en la alfombra al lado de las camas por si necesitamos algo durante la noche y para que nos despiertes por la mañana ¿Qué tienes que decir ante nuestra generosidad al cederte nuestra alfombra?”

Yo: “Gracias Doña Marcela y Doña Nieves por permitirme usar vuestra alfombra para descansar”

Ante mi asombro vi como ambas casi al mismo tiempo avanzaban un pie hacia adelante flexionándolo hacia mí y supe lo que esperaban. Pensé en confrontarlas pero estaba claro que actuaban por órdenes de la Señora y tener a una especie de esclava a su servicio no lo iban a desperdiciar por lo que no quería empeorar mi situación y decidí seguirles la corriente y arrodillándome besé cada uno de sus pies

Nieves: “Ahora acuéstate en tu cama jajajaja . Quiero que lustres nuestros calzados en la noche con tu lengua y que en la mañana cuando nos los calces estén brillantes”

Procedí a desnudarme y tumbarme boca arriba en la alfombra tras lo cual Nieves se aproximó y pisando sobre mi se sentó en la cama, me ordenó descalzarle los zapatos y Marcela hizo lo mismo. Luego me ordenaron que les masajeara sus pies mientras ambas se besaban, vaya encima son amantes pensé, como me distraje por su constante morreo Nieves me cacheteó con su pie para que siguiera con los masajes. Mientras masajeaba los pies de Marcela, Nieves me metía un pie en mi boca para que se lo lamiera mientras que el otro lo descansaba en mis pechos. Luego eran los pies de Nieves los que debía masajear mientras Nieves metía su pie en mi boca. Ya en la noche ambas solían levantarse para ir al baño y claro pisaban sobre mi cara, mis tetas, mi coño, diría que buscaban esas partes específicas tanto al levantarse como al acostarse, inclusive al acostarse se demoraban un poco subidas en mi cuerpo mientras que yo no me atrevía a decir nada. Con el paso de los días se repetía el ritual tanto, que finalmente me llegó a gustar su trato y el limpiar su calzado con mi lengua.

Por las mañanas el trabajo de limpieza de los suelos era extenuante y cuando pensaba que no podía ser peor la Señora me mandó llamar a su despacho, como siempre tuve que tumbarme boca arriba con las botas de la Señora en mis tetas, ya que esa era la forma en la que se dirigía a mí en el despacho cada vez que me citaba.

María “vaca no estoy para nada contenta en como limpias los suelos, no veo que te esfuerces pero eso va a cambiar a partir de hoy, llevarás en cada rodilla un estropajo al igual en cada una de tus....pezuñas jajajaja y Nieves se encargará de supervisarte ¿entendido?

Yo:” si Señora como la Señora mande”

María: “pues adelante, Nieves te espera fuera con tus nuevos utensilios, fuera de mi vista vaca”

Yo:” si Señora, gracias Señora” y salí del despacho.

Nieves: “ponte los estropajos y a cuatro patas vaca”

Tras hacerlo y para mi sorpresa Nieves se sentó en mi espalda

Nieves: “ahora te desplazarás e iras limpiando el suelo al ritmo que te marque, vamos arre vaca”

y sentí dos nalgadas que me obligaron a avanzar, la verdad que se notaba Nieves no tenía experiencia en la equitación pero a cada rato me daba nalgadas para que siguiera limpiando a buen ritmo mientras ella se frotaba en mi espalda buscando su placer, cuando me encontraba muy cansada y a punto de caerme, sus nalgadas me mantenían activa y para ella era un sueño, no solo pasaba media mañana sin hacer nada sino que también lograba un par de orgasmos frotándose en mi espalda.

Al terminar tenía que ir a darme una ducha rápida que aprovechaba para descansar un poco, no porque la Señora me premiara con una ducha, sino porque tenía que estar limpia para mi siguiente tarea, la sesión de equitación de la Señora. Día tras día la Señora María cogió el hábito de usar su fusta en mis nalgas a diestro y siniestro para hacer que no me detuviera en su monta por toda la casa. Al contrario que Nieves, la Señora María si se le notaban las tablas en la equitación prácticamente con el movimiento de su culo me hacía moverme al ritmo que deseaba pero su maldad hacía que empleara la fusta innecesariamente solo por el gusto que obtenía marcando mis nalgas.

María “vamos vaca, vamos animal más rápido, yo te haré una perfecta montura ya verás, vamos muévete” me decía a golpe de fusta una y otra vez.

Al terminar su sesión la llevaba a su despacho donde tenía que limpiar sus botas de equitación que no se quitaba con mi lengua por varias horas mientras ella descansaba cómodamente en su sillón atendiendo a sus negocios, leyendo o hablando por teléfono mientras que con su bota libre pisaba sin ningún miramiento mis tetas, mi coño o donde le apetecía.

Al llegar la tarde llegaba a la casa la Señorita Silvia. Siempre solía llegar sobre la misma hora por lo que siempre yo tenía que ir a abrirle la puerta y besar sus pies, tras lo cual se montaba en mi espalda y tenía que llevarla a su cuarto, descalzarla, masajear sus pies con mi lengua durante media hora o más y luego calzarle sus zapatillas de casa y llevarla en mi espalda al comedor donde tengo que permanecer bajo la mesa lamiendo los pies de la Señorita y siendo pisada por la Señora y aprovechar a comer alguna sobra que me tiran al suelo que me llevo a la boca cuando se cansan de pisarla. Eso y lo que queda en las suelas de su calzado tras pisar esas sobras que tengo que lamer para comerme es mi almuerzo. El desayuno es leche que tengo que beber de un plato donde la Señora María tiene metidos sus pies de forma que siempre tengo que terminar lamiendo toda la leche de sus pies hasta que no quede nada porque sino la Señora si ve algo de leche puede azotarme con su fusta de equitación. Por la noche mi cena es lo mismo, leche pero esta vez la bebo de un plato donde la Señorita Silvia mete sus pies y donde tampoco puedo dejar nada porque sino también me azota con la fusta de montar que suele tener a mano por la noche.

Tras comer tenía que volver a llevar a la Señorita Silvia a su cuarto donde se tomaba su siesta para lo cual yo tenía que lamer sus pies hasta que se quedaba dormida. Una vez dormida tenía que lustrar con mi lengua todo su calzado, especialmente el que había llevado hoy y sus botas de montar que debían estar relucientes. Cuando se despertaba debía calzarle sus botas y espuelas mexicanas, me colocaba un bocado con unas riendas y comenzaba mi “entrenamiento de élite” como ella lo llamaba para convertirme en una buena pony. Día tras día me montaba y me hacía avanzar por toda la casa a base de golpear mis muslos con sus grandes espuelas mexicanas que me hacían mucho daño pero que a ella no le importaba en absoluto. También se dedicaba a tirar de las riendas haciéndome variar de direcciones a la vez que aplicaba sus espuelas sin miramientos. Como llevaba un bocado en la boca este apagaba mis gritos de dolor al recibir sus espuelas y la Señorita Silvia me llevaba orgullosa por toda la casa haciéndome pasear por delante de su madre y de las sirvientas y golpeándome especialmente con sus espuelas ante ellas que la acompañaban con unas grandes sonrisas.

Así transcurrían los días, fui forjando una resistencia con tanto ejercicio que me llevaba a aguantar estas sesiones hasta que un día mientras lamía sus pies me habló

Silvia: “mañana vendrá una amiga a casa, quiero que le abras tú la puerta y que le beses los pies y que luego la traigas a mi habitación en tu espalda vaca, que para eso eres una pony y una vez que esté en la habitación quiero que siempre intentes besar sus botas, quiero que restriegues tu cara por sus botas y que te arrastres hasta sus botas como si te encantaran muchísimo, te quiero ver muy patética ante ella lo entiendes vaca”

Yo:” si Señorita Silvia”

Al día siguiente por la tarde después de toda la jornada tocaron a la puerta y procedí a arrodillarme y besar las botas de cuero de la Señorita para colocarme a cuatro patas ante lo cual ella sin mediar palabra saltó sobre mi espalda y me taloneo con sus botas, no me lo podía creer, esperaba que cuando me arrodillara ante ella no lo permitiera o que incluso cuando me puse a cuatro patas pasara de largo pero al parecer conocía mi posición en esta casa, claro siendo amiga de Silvia le habría contado todo. Aquella morenita de cuerpo de gimnasio no paró de talonearme hasta que llegamos al cuarto de Silvia tras lo cual ambas se besaron aprovechando Silvia que mientras me encontraba a cuatro patas con su amiga montada en mi espalda pisó mis dos manos por largo rato. Luego procedieron a sentarse y charlar y fue entonces cuando cumplí su orden y me acerqué a olfatear sus botas (pensé que raro dijo que besara sus botas y no su calzado, ya sabía que traería unas botas así que le pidió que las trajera para humillarme o algo)

Maribel “ pero que hace tu sirvienta, parece una perra olfateando mis botas, ¿Por qué olfatea mis botas?

Silvia “ jajajaja es que le encantan las botas de cuero, se muere por ellas por lamerlas y abrillantarlas, se moja con eso y ahora olfateándolas es su manera de pedirte que la dejes limpiártelas con su lengua”

Maribel “jajaja pero que patética que es ¿en serio? Vaya perra estás hecha”

Mientras totalmente roja seguía olfateando sus botas para intentar terminar con esta afrenta

Maribel “está bien perra, límpiame las botas con tu lengua y déjamelas relucientes, quiero ver mi cara reflejada en ellas”

Empecé a sentir un cosquilleo interno de placer mientras lamía y lamía las botas de aquella chica que no conocía y casi me muero de placer con su siguiente orden

Maribel “muy bien putita, ahora quítame las botas y chupa mis deliciosos pies, quiero que me los chupes y lamas hasta que los tenga muy muy relajados, vamos a que esperas perra”

Ante lo cual procedí a descalzarla y lamer todo su pie desde las plantas al talón y los dedos lo cual repetí con su otro pie, todo esto ante las risas de Silvia.

Cuando por fin se marchó Maribel quien por cierto volvió a cabalgarme hasta la puerta taloneándome sin parar y me volvió a hacer lamer sus botas en la puerta “como regalo y porque se que te mueres de ganas de hacerlo perra” me presenté en la habitación de Silvia que me había ordenado acudir allí

Silvia “ acércate vaca y arródillate ante mi” alhacerlo metió ambos dedos de los pies en los aros de mis tetas y jugó un rato a estirarlos causándome un gran dolor.

Silvia “ estoy contenta con tu desempeño hoy vaca y por tus progresos como pony, no me malinterpretes sigues siendo un torpe animal que va a necesitar varios años para ser una pony decente pero bueno progresas, muy poco pero progresas y por eso cada noche a partir de hoy tendrás un premio”

Y se quedó esperando a que le preguntara y como no lo hacía se dedicó a mover las argollas causándome un gran dolor

Yo:” ¿y cual es ese premio Señorita Silvia? Decidí finalmente preguntarle ante el continuo dolor que me producía.

Silvia:” pues verás he decidido que tengas un gran premio, a partir de hoy todas las noches me lamerás el culo y cuando a mí me de la gana irás a la habitación de mi madre a lamer su real culo, lo cual harás con dedicación y devoción y si nos places lo suficiente tanto en tu función de pony como de lameculos pues igual te rebajamos la pena es más...quiero que cuando vengas me ruegues que te deje lamer mi culo porque te encanta hacerlo y porque eres mi lameculos entiendes vaca?”

Yo:” si Señorita Silvia, por favor Señorita Silvia ¿sería usted tan generosa y tan amable de dejarme disfrutar de su hermoso culo, de su perfecto y redondo culo, permitiéndole a esta vaca el poder lamerlo para así refrescarla Señorita Silvia?”

Y con estas palabras que me salieron sin pensar había sellado mi futuro al servicio tanto de la Señorita Silvia como de su Madre María.