Una nueva vida

Marta y Silvia, Silvia y Marta, una rivalidad en el deporte que va mas allá y que coloca a cada una en su lugar

TITULO: Una nueva vida.

Mi nombre es Marta y esta es mi historia. Siempre he tenido una vida plena, con mi propia casa, mi trabajo y mis aficiones. Aunque estoy soltera me considero una mujer atractiva, 1.75 de altura, 34 años, pelo negro que usualmente recojo en un moño para resaltar mi bonita cara, ojos color miel y 65 kilos bien repartidos debido al deporte.

Las miradas que recibo del sector masculino confirman que no solo yo me veo atractiva y para que mentir, me gusta gustar. Hablando de deporte practico la equitación desde pequeña y se me da muy bien. Suelo ir a montar al club la herradura donde justamente hace un año y pico se celebraba el concurso del centenario del club. Dicho concurso era el mas importante de todos los celebrados ya que el ganador o ganadora escribiría su nombre con letras de oro en la estatua principal que precide el club, todo un honor y algo que todos queríamos. Podías ganar concursos pero ganar el del centenario y ver tu nombre en la estatua era una distinción que solo uno o una conseguiría.

En el club destacaban dos amazonas, Silvia y Yo. Nos habíamos repartido los triunfos en tantos concursos desde la adolescencia que teníamos una rivalidad evidente. En el último concurso pese a ir primera en mi última ronda mi caballo parecía no encontrarse bien, no fue lo rápido que era siempre y el de Silvia si que lo fue por lo que termine segunda. Al terminar el concurso uno de los mozos de la hípica me llamó:

Mozo: “ lo que te voy a contar solo te lo diré ahora porque te aprecio, luego lo negaré. Vi a Silvia acercarse a tu caballo y le dio algo antes de que salieras...ella no me vio pero yo no quiero problemas y no lo repetiré”

Yo:” vaya si tanto me aprecias podrías denunciarlo...” lo fulminé con mi mirada

Mozo: “ me gusta mi trabajo y esa familia puede arruinarme la vida, lo siento”

Yo:” de acuerdo, gracias por contármelo”

Estaba furiosa y aunque siempre he sido muy sumisa también soy muy competitiva. Fui a cambiarme y allí me encontré a Silvia recogiendo sus cosas.

Silvia: “ buen concurso aunque mejor final”

Yo: “ya habrá mejores finales y mas...limpios”

Silvia se limito a enseñarme su perfecta dentadura blanca con una amplia sonrisa de triunfo y se fue.

En el concurso del centenario llegamos con una ligera pero suficiente ventaja para mi a la última prueba. Yo había hecho mis deberes y conseguí esa planta que debilitaba temporalmente a los caballos y no dudé en dársela a su caballo...el resultado...hizo un mal tiempo y casi la tira. Luego salí Yo y estuve impecable...gané el concurso del centenario y la cara de Silvia era puro fuego...la misma que la de su madre que desde las gradas podía ver como sus ojos desprendían rabia.

Tras el acto donde se inscribió mi nombre en la estatua con letras de oro y mientras estaba arrodillada recogiendo mis cosas se me acercó Silvia tanto que su muslo

estaba en contacto con mi hombro.

Silvia: “ le has dado algo a mi caballo se que fuiste tú”

Yo: “ ¿si? Pruébalo...como era...ah si este es un mejor final”

dije mirando hacia arriba ya que yo continuaba arrodillada y ella de pie. Esta situación me produjo un hormigueo en mi interior, verme de rodillas ante Silvia con su atuendo de equitación y tan enfadada... a continuación me dispuse a coger mi fusta del suelo pero Silvia me pisó la mano con su bota de montar.

Silvia: “te arrepentirás, no sabes con quien te metes” me dijo sin apartar la bota de mi mano.

Yo pude empujarla y liberar mi mano pero al contrario, permití que me la pisara sin reaccionar, algo que la madre de Silvia que nos miraba desde la distancia apreció al instante y por primera vez en toda la tarde, le produjo una media sonrisa. Silvia presionó su bota en mi mano para deleite de su madre y me dijo:

Silvia “ bésame la bota cerda si quieres que deje de pisarte” a lo que yo como respuesta baje mi cabeza y besé su bota al tiempo que le di una pequeña lamida, cosa que solo apreció su Madre. Acto seguido me liberó la mano, me escupió en la cara y se marchó. Yo creyéndome sola, pase mi lengua por mis labios y me llevé parte de su escupitajo a mi boca y me lo tragué...todo ante la atenta mirada de María, la madre de Silvia cuya sonrisa era ya plena.

María “ vaya vaya, si al final es todo una sumisa y le gusta la mano dura...creo que la ayudaré en sus gustos jajaja.”

continuará.....