Una nueva Vida (07: El Dominado ahora Domina)
Ha descubierto los placeres de ser dominado, pero ahora él deberá dominar a otro hombre.
Una Nueva Vida ::VII::
(El Dominado debe Dominar)
Les aconsejo que lean los otros para que sigan la historia; y no olviden escribirme a: leopoldo_relatos@hotmail.com o dejar sus comentarios aquí; para decirme que tanto les gusta o para darme ideas y sugerencias. Son muy importantes para mí.
Parte 1
Mi hermano me había rescatado de la casa de Santiago, pero sabía muy bien que él tenía que regresar a Canadá el lunes y de nuevo estaría a merced de los machos violadores. Mi hermano lo sabía muy bien y me lo dijo cuando desperté el sábado en mi cama. Estaba a salvo por ese fin de semana, por lo menos a salvo de Santiago.
Permanecí escondido en mi cuarto para evitar que mis papás sospecharan y mi hermano me traía la comida. Por la tarde, más o menos como a las cinco, sonó el timbre de la casa. Juan Carlos se había enterado de todo y había venido a ver si estaba bien, mi hermano lo dejó pasar. Los tres nos encerramos en mi cuarto para poder platicar un poco mejor.
"Santiago está furioso por haberte escapado, juró por su vida que de esta no te escapas" exclamó Juan Carlos.
"Ese idiota debería aprender que mi hermano no es ninguna puta. Tengo unas ganas de..." respondió Ramón, pero Juan Carlos lo interrumpió.
"El Consejo Único de Machos sabe de lo que pasó ayer y te ha dado una oportunidad de que te liberes de Santiago para que el deje de ser dueño de tu cuerpo."
"Eso suena fácil. ¿Que tiene que hacer esta putita para dejar de serlo?"
"Tiene que dominar a otro hombre de su clase para volverlo una putita." Respondió Juan Carlos
"Eso será fácil, hasta puede practicar con nosotros."
"¿Que opinas perrita? Practicas hoy y yo me encargo el lunes de que domines a alguien. Tengo a la persona perfecta."
La idea de dominar a los dos machos que tenía frente a mi me excitaba. Esperaban mi respuesta y era una idea perfecta para librarme de Santiago. Miré a mi hermano y a Juan Carlos a los ojos y miles de ideas cruzaron mi cabeza.
"¡Desnúdense Perras!" les ordené y ellos empezaron a obedecer. No lo podía creer.
"Tú, Puta" dije señalando a mi hermano "Desnúdame"
"Tú, perra" dije señalando a Juan Carlos " En cuatro patas y lame mis pies como la perra que siempre fuiste."
Los dos machos me obedecían y pronto los tres nos encontramos desnudos y ellos estaban a mi merced. Podía hacer con ellos lo que quisiera y en lugar del entrenamiento estaba dispuesto a hacerlos pagar por todo lo que me habían hecho. Así lo haría.
"Ve al baño por mi rastrillo" le ordené a mi hermano y así
"¿Que piensas hacer?" preguntó Juan Carlos, a lo que yo respondí "Hacerte pagar perra. Castigarte como tu alguna vez lo hiciste."
Mi hermano regresó del baño con un rastrillo en la mano.
"Quiero que rasures a esa perra mientras ladra."
"NO LO VOY A HACER" contestó mi hermano
"¿Porque no?"
"Te dimos una oportunidad de que aprendieras a dominar y te aprovechaste de nosotros. Es tiempo de que pagues, perra." Contestó Juan Carlos.
Ahora iba a ser dominado por dos machos calientes.
"En cuatro patas besarás nuestros pies. Lamerás cada uno de nuestros dedos y por último te recostarás en la alfombra para que te rasuremos otra vez." Me ordenó Juan Carlos y yo sumisamente obedecí. Me humillé otra vez por un poco de sudor entre los dedos de mis machos favoritos y lo estaba disfrutando.
Cuando hube terminado me recosté en la alfombra y Juan Carlos rasuró. Después de eso Ramón me vistió con una tanga, medias, zapatos de tacón, minifalda, una blusa y una peluca rubia. Ahora si estaba hecha toda una putita.
"¿Cuanto crees que valga esta puta?" dijo mi hermano
"Esta perra no vale nada." Contestó y luego dirigiéndose a mí me dijo "Híncate y metete nuestros penes a tu boca."
Así lo hice, nunca había disfrutado de dos hombres en mi boca y me estaba casi ahogando, pero estaba decidido a darles placer.
"Mira como se ahoga esta putita."
"¿Que te importa que la perra si ahoga?, sólo sirve para dar placer."
Los dos machos se burlaron. A eso había llegado mi vida, a un punto donde para encontrar la felicidad tenía que ser la puta de mi hermano. Dejarme coger por los machos de mi clase y venderme a los profesores de la escuela por una calificación. De cierta manera mi vida se simplificaba mientras más perdía mi dignidad convirtiéndome en un objeto sexual de un par de pervertidos que me violaban por la boca.
Pronto una explosión de semen llenó mi boca ahogándome por completo.
"Rompamos sus bragas y la violas tú y luego la violo yo" sugirió mi hermano
"No, hagamos algo aún mejor. Vamos a meterle al culo nuestras vergas al mismo tiempo."
"¿Estás tarado? Nunca van a entrar."
"Confía en mí"
Juan Carlos se acercó a mí y me desnudó. Mi hermano fue al baño por un bote de crema y lo untó en mi culo y en sus vergas; todo estaba listo para ser penetrado. Los dos machos pusieron las puntas de sus vergas en mi culo y empezaron a empujar. El dolor que sentí fue indescriptible. Lloré de dolor mientras que la sangre no dejaba de recorrer mi pierna. Los machos gemían excitados por la situación.
"Agghhh. Mejor no la dejamos que domine a alguien" dijo Juan Carlos
"Perderíamos a esta putita. Me encanta su culo." Respondió mi hermano dándome una nalgada. Los dos machos se besaron mientras su leche llenaba mis entrañas.
Aquella noche, mi hermano invitó a Juan Carlos a dormir y los dos me manosearon toda la noche hasta que por fin se quedaron dormidos. Aproveché estos momentos para besar cada parte de su cuerpo y lamer sus pies. Los abracé y los amé como a nadie. Estaban ahí, los machos musculosos que querían lo mejor para mí. No era cierto, pero así lo creía yo.
Parte 2
El lunes llegó, mi hermano había partido a Canadá y Santiago, junto con Javier, habían faltado a la escuela. Juan Carlos se me acercó.
"Esa será tu nueva puta" me dijo señalando al presidente de la generación llamado Ignacio.
"Ya he mandado la carta y la tanga. Si a ti te dominaron ilegalmente puedes dominarlo ilegalmente. Me encantará cogerlo cuando ya lo tengas" añadió
"Ten por seguro que tú serás el primer cliente" respondí mientras observaba aquella sonrisa infantil.
El recreo llegó, era hora de la verdad. Ignacio se quedó sentado sólo en su banca. Yo me quité la playera de deportes acercándome a él lentamente. Le bajé los pantalones y los aventé lejos.
"Me alegro que hayas decidido unirte al C.U.M. Ahora debes obedecerme." Ordené a Nacho mientras contemplaba la tanga rosa que vestía. Él asintió.
"Quítate la playera, los calcetines y los tennis" añadí mientras él sumisamente obedecía. Me desnudé para quedar en bóxers. Lo que tenía enfrente era un perfecto ejemplar de hombre. Lo deseaba, deseaba que me dominara en lugar de que yo lo dominara. Lo deseaba tanto que lo besé como los machos me habían besado a mí. Mi lengua jugaba con la suya, mis manos recorrían sus suaves caderas. No quería que este momento terminara.
Luego besé sus orejas, las mordisquéela. Recordaba la primera violación de Santiago, pero los papeles estaban cambiados. Intenté repetir lo que él había hecho conmigo.
"Un macho como yo no puede verse así. Lame el sudor, porque a partir de ahora lo conocerás como jugo de macho y a las putas como tú les encanta."
Lo tomé del pelo y lo llevé a mi banca donde sacó su lengua para lamer cada rincón de mi recién rasurado cuerpo. Yo lo guié por todo mi cuerpo, lamió mi torso y mis axilas, lamió mis pies y mi cuello. Me sentía, tal como probablemente sentía Santiago, que podía hacer con esa puta lo que yo quisiera.
Ahora eran mis instintos animales los que mandaban. Me quité el bóxer y llevé a la puta hasta mi pene. Por un momento se resistió, pero seguí apretando su cara contra mi pene.
"Mamarás mi pene, puta. Bien sabes que siempre los quisiste tener en tu boca y saborear mi leche como el mejor alimento que se haya inventado. Chúpalo puta."
¡Qué bien chupaba esa perra! De verdad sentía como si quisiera succionar la leche y siendo la segunda vez que me la mamaban no tardé mucho en soltar toda mi leche en la boca de esa puta.
"Trágatelo todo, puta" grité como cualquier macho lo haría y la puta tardó un poco en hacerlo, pero lo hizo. Esa puta era mía.
Luego vino la parte difícil para mí.
"Ponte en cuatro patas y prepárate para gemir como la puta que eres."
La nueva puta me obedeció, acercándome yo a él rompiendo su tanga; su culo se veía riquísimo. No pude evitar acercarme y lamerlo, su mierda era deliciosa.
"Si vas a hacerlo hazlo ya" dijo nervioso, yo lo nalgué.
"Esta puta sólo quiera que se la cogan."
Evidentemente lo embestí tan duro como pude, la puta sólo gimió. Me encantaba verla sufrir mientras yo estaba envuelto en placer. Nunca había sentido tan rico en mi vida, era una delicia ser macho, pensé al acelerar mi movimiento de vaivén de la pelvis para hacerme sentir más gozo. El estado de éxtasis llegó pronto llenando de mi leche las entrañas de mi puta.
Cuando todo hubo terminado mi putita volteó para besar mis pies concluyendo, así, el proceso de dominación. Luego subió y besó mi ombligo. Si que esa puta estaba enamorada de mí.
"Vístelo, perra." Dijo Juan Carlos entrando al salón.
Nacho, me vistió besando cada rincón de mi cuerpo. Al final lo besé, acariciando de nuevo las suaves curvas de sus caderas. Nacho se vistió después de eso.
"Muy bien Leopoldo, has saldado la cuenta de tu familia. Ahora lo que tienes que hacer es entregarle esta puta a Santiago."
"Pero yo quiero esta puta para mí." Protesté
"Mira, como es una puta te la vas a poder coger cuando tu quieras."
La idea de ser un macho como Juan Carlos, como Javier o como Santiago era excitante. Mi vida estaba dando una vuelta de 360º. Ahora yo sería dominador, pero quería una puta para mí sólo (después de haber pedido esta), se lo hice saber a Juan Carlos y me prometió que me conseguiría a otra puta para que los dos lo pudiéramos compartir y así lo hizo, pero esa es otro relato.