Una nueva Vida (04: El Macho VIP)
Después de una sensacional orgía el adolescente será castigado por otro macho, quién le contará un impactante secreto.
Una Nueva Vida ::IV::
(El Macho VIP)
Lamento mucho no haber podido escribir antes, pero había tenido algunos problemas con un virus. A pesar de todo mi serie sobre "Una Nueva Vida" continuará. Les aconsejo que lean los otros tres para que sigan la historia; y no olviden escribirme a: leopoldo_relatos@hotmail.com o dejar sus comentarios aquí.
Depresión
Si bien es obvio que lo que había vivido ese día había sido excitante, era obvio que las últimas palabras de Santiago resonaban en mi cabeza: "Serás castigado." No entendía porqué el castigo, después de tragar la orina y el semen de Javier, sin olvidar que lamí lo mejor que pudo su musculoso pecho. Todo parecía no tener razón de ser y durante las últimas clases de ese día caí en una depresión al sentirme fracasado. "Serás castigado" volvía a oír la voz de Santiago en mi cabeza. Tal vez se podría decir que lo que más me empezó a afectar fue como sería el castigo, si para ellos había sido premio latiguearme mientras mi cuerpo desnudo y sudoroso se encontraba contra el pizarrón. También había sido un premio levantarme los dos y aventarme contra una banca del salón mientras un moretón enorme me salía en mi pierna derecha; moretón que aún me duele y espero que en un futuro se me quite.
Llegando a mi casa seguía consternado y en seguida encontré una nota de mi mamá pegada en la puerta de la entrada. La nota explicaba claramente como ella y mi hermana iban a estar fuera toda la tarde y que llegarían hasta tarde en la noche. Mi única esperanza y salvación de que el tal "Macho VIP" no me castigaba estaba desvaneciéndose mientras yo leía esa carta. Es obvio que sentí miedo, y eso mezclado con una depresión no ayudó en nada. Sin más que hacer me fui a la sala de mi casa y me senté en un sillón viendo el reloj; viendo pasar las horas; esperando a que el mentado macho viviera a castigarme.
Poco después de las cuatro alguien toco el timbre. Sabiendo lo que me esperaba acepté mi destino y caminé hasta la puerta. Con manos temblorosas introduje la llave, la giré y abrí la puerta. ¡Que Sorpresa! Nunca me hubiera esperado esto.
Dejé de ser una puta
El macho era Juan Carlos, e iba en mi grupo de la escuela. Realmente nunca esperé que el fuera parte de los machos. Juan Carlos tenía el pelo un poco largo, siempre lacio. Sus ojos color nuez y su sonrisa infantil. Pero lo más característico de él era que era el más alto de la clase, como si fuera un gigante. Ahora lo tenía frente a mí, con sólo una fina tanga de cuero oscuro entre su pene y mi cuerpo de puta. Su cuerpo no era marcado ni musculoso como los de Santiago y Javier. Este gigante frente a mí tenía un cuerpo normal, pero aún así excitante a la vista.
Juan Carlos tenía un collar de castigo, como la que les ponen a los perros, en su mano izquierda; y una correa de perro en la mano derecha. Juan Carlos dio un paso entrando a la casa mientras su sonrisa infantil se borraba de su rostro; azotó la puerta detrás de sí.
Desnúdate dijo con su voz ronca- ni siquiera quiero ver tu tanga ahora.
Sin rezongar, pero con un nudo en el estómago, lo obedecía y pronto me encontré desnudo frente a Juan Carlos, quién sonreía complacido. No espero ni un segundo, ni dijo nada más; sólo me puso la cadena de castigo alrededor de mi cuello. El metal estaba frío. Luego unió el collar a la correa y dando un tirón hacia el piso gritó.
En cuatro patas, porque a partir de ahora ya no eres una puta, sino una perra. se detuvo unos momentos y luego ordenó- ladra
Guau Guau dije yo, desnudo, en cuatro patas.
Vamos a tu sala, Andando.
Dio un tiro a la cadena y empezó a caminar, naturalmente yo lo seguí con la lengua de fuera como si fuera una perra.
Caminamos un rato para que me acostumbrara a ese modo de caminar y luego de eso, a pesar de lo que Juan Carlos había dicho, me llevó a mi baño y amarró la correa a la tina mientras dejaba escapar una sonrisa malvada.
De la nada sacó mi rastrillo y continuando con una sonrisa malvada, lo acercó a mi cuerpo. Cuando la hoja de metal fría tocó mi cuerpo me estremecí, pero me estremecí más cuando vi caer todo el vello de mi cuerpo. Cada partícula peluda, a excepción de mi cabeza, estaba siendo extraída por un macho VIP que reía furiosamente. Sentí como si este fuera el último paso para perder mi hombría y unirme para siempre al C.U.M.; era raro que recordara esas iniciales mientras mi cuerpo era despojado de todo su pelo. Reuniendo todo mi valor suspiré lo más hondo que pude.
Oye Juan Carlos.... dije esperando una bofetada o algo así, pero nada pasó.
¿Que quieres perra? me respondió casi susurrando porque estaba concentrado en rasurar mis piernas.
¿Me puedes decir que es el C.U.M.?
Juan Carlos se detuvo en seco y me miró a los ojos. Algo extraño estaba pasando.
¿Quieres decirme que no lo sabes, perra? me preguntó muy extrañando mientras yo asentía con la cabeza.
¿Como te uniste a nosotros? añadió
Yo traté de resumir lo del regalo de cumpleaños, la tanga roja, las extrañas notas, la primera violación de Santiago, mi evaluación y para terminar hablé sobre Javier. El Macho VIP oía pacientemente mis historias mientras acababa de rasurar todo mi cuerpo.
Por eso te dicen el VIP
Cuando estaba totalmente lampiño Juan Carlos me quitó el collar y la correa. Puso ambas manos en mis hombros y luego me miró a los ojos de una manera muy tierna.
Escúchame bien me dijo suavemente- tu no deberías ser una puta. Ser una puta es una decisión voluntaria, se podría decir que eres una puta ilegal.
Entonces que me liberen y ya esta dije yo muy campante.
El problema es que una vez que se empieza el entrenamiento no hay marcha atrás. Intercederé al "Consejo de Único de Machos", mientras tanto yo te levanto el castigo.
Se inclinó y unió sus labios a los míos, nuestras lenguas se entrelazaron en un acto de amor. Al separase nuestras lenguas contemplé su sonrisa infantil, que resurgía lentamente. Fue en ese momento que me di cuenta que lo amaba, no como a Santiago o a Javier que los respetaba sexualmente, a este en verdad lo amaba.
Brinqué sobre su cuerpo y el me sostuvo con sus poderosos brazos de gigante, nuestros labios se volvieron a unir. Cargándome, me llevó a mi cuarto y mientras dejaba caer su tanga de cuero, él me soltó en mi cama. Su pene venoso era del mismo tamaño que el de Santiago, de unos 17cm; pero con una gran diferencia: el pene de Juan Carlos era muy gordo, yo diría que demasiado.
Prepárate para sentir al VIP en tu cuerpo.
Yo sonreí, hasta que su sonrisa volvió a desaparecer y una lujuria inapagable se vio en sus ojos. Luego añadió.
Pinche Perra.
Fue en ese momento que supe que todo había acabado. Mi cuerpo causaba lujuria a cualquier macho, sea quien fuere.
Me coloqué en cuatro patas, pues es la posición usual que yo había aprendido para ser penetrado. Juan Carlos había sacado una crema de mi baño y con un par de dedos la untó en mi culo. Luego, dándome de nalgadas empezó a introducir su pene en mi culo. Como su pene era muy grande tuvo que hacerlo lentamente y aún así un hilillo de sangre fue corriendo por mi pierna y mi moretón.
Ah Ah Ah , que rica estás perrita mía gemía con los ojos cerrados empezando a mover su cadera para provocar un efecto metisaca en mi culo.
Juan Carlos, para ya. No aguanto tu pene. Sácamelo.... gemía yo de regreso.
Cállate perra, mientras más te duele más placer siento yooooo.....
Un estallido se semen llenó mi entrañas y Juan Carlos se dejo caer sobre la cama, cansado por esta escena.
Te Amo
Los dos quedamos abrazados sobre la cama, ambos estábamos envueltos en sudor y no pude aguantar la tentación de probar el jugo de mi macho favorito. Nos besábamos y una vez más deje de ser una puta para volver a ser el amante ardiente de Juan Carlos, el gigante VIP.
Juan Carlos se levantó de la cama, se vistió con su pequeña tanga de cuero y salió del cuarto con la promesa de que pronto sería libre otra vez. Me advirtió también que siguiera actuando como puta hasta que pudiera liberarme. ¿Que tantas aventuras tendría hasta que llegara ese momento?