Una nueva experiencia con mi novio

Fin de la trilogía sobre mi novio. En ésta ocasión contaré cómo una usual sesión de sexo, termina siendo para mí el comienzo de una nueva obsesión. Como siempre basado en una vivencia real.

A éstas alturas, mi novio y yo ya habíamos conseguido satisfacer nuestras fantasías sexuales. Incluso de vez en cuando las repetíamos, aunque no demasiado para no acabar cansándonos. En ésta ocasión, quiero contaros lo que nos ocurrió sábado por la mañana cualquiera.

Adoro los sábados por la mañana, cuando podemos dormir hasta tarde y nos levantamos contentos y con energías. Estando yo en una de éstas, recién despierto y con mi novio a mi lado remoloneando, aproveché para meterle un poco de mano mientras terminaba de despertarse.

Estando tumbado de lado, dándome la espalda, me pegué un poco a él posando mi paquete (que ya estaba empezando a crece) en su culo. Mi novio duerme siempre en camiseta y calzoncillos, como yo, lo cual me da buen acceso para poder tocarle a mi antojo. Suavemente comencé a meter una mano bajo su camiseta para acariciar su vientre, al tiempo que él hacía presión con su culo en mi paquete. Comencé a besarle el cuello y cuando giró suavemente la cabeza le surruré al oído:

  • Buenos días...

Él solamente hizo un leve ronroneo y se dejó hacer, por lo que deslicé mi mano hasta su polla, que mostraba una clara erección matutina.

Su polla palpitaba cada vez que hacía un poco de presión, y no tardó en empezar a brotar algo de líquido preseminal mojando sus calzoncillos. Lentamente fui haciéndole una suave paja, al tiempo que presionaba mi duro paquete contra sus nalgas.

Estuvimos así unos cinco minutos, ya bastante más espabilados, hasta que mi novio se giró para ponerse boca arriba. Comenzó a besarme con suavidad, agarrando mi mano para que no dejara de masajearle la entrepierna. Me encantaba estar jugando con su polla, pero empezaba a necesitar llevármela a la boca.

Levantando un poco las sábanas, empecé a bajar hasta su polla. Al tiempo que me colocaba, él se bajaba los calzoncillos, por lo que quedó patente que tenía muchas ganas de que se la chupara. Agarrándola por la base, abrí bien mi boca y me la fui introdujendo muy poco a poco en la boca. Cuando ya no pude más, hice un poco de presión con los labios y comencé a subir, acariciándo todo su tronco. Él gemía y acariciaba mi cabeza, tratando de guiarme para que hiciera más subidas y bajadas. Un rato después mi novio me dijo:

  • Bufff, mójamela bien que me apetece un montón follarte - Me dijo mi novio entre pausados jadeos.

Yo que ya estaba succionando su polla con fuerza, saboreando su glande con mi lengua, empecé a salivar para lubricarla bien. La verdad es que ésa mañana tenía muchas ganas de desayunar leche, más que de que me la metieran, pero lo vi que se estaba excitando tanto que decidí hacerle caso.

Me reincorporé, ya con las sábanas deshechas, y me quité los calzoncillos para empezar con la tarea.

  • Cómeme un poco el culo para que entre mejor. - Le dije al tiempo que me sentaba en su cara.

Mi novio abrió mis nalgas con sus manos y empezó a dar lametones alrededor de mi ano. Mientras yo le seguía comiendo la polla, aprovechando los últimos momentos, disfrutaba del placer de su lengua salivándome bien el ojete. Me escupió en el culo y metió su pulgar de golpe, con lo que no pude evitar gemir en alto. Estaba empezando a calentarme mucho con el 69 hasta que mi novio me desplazó con suavidad hacia adelante, dándome a entender que era el momento de follarme.

En cuclillas de espaldas a él, comencé a sentarme sobre su polla. Creo que ya lo he comentado otras veces, pero normalmente solíamos hacerlo a pelo. El me guiaba con sus manos, y a medida que su tronco iba metiéndose más adentro, sentía que mi interior empezaba a adaptarse para él. Cuando iba por la mitad, le indiqué que parase un poco, y empecé a levantar mis caderas para introducirme de nuevo todo el recorrido.

  • Eso es, muévete para mí. - Me decía mientras trataba de clavarme más su polla.

Mi novio siguió con la tarea de penetrarme más a fondo, y me cogió de los brazos haciendo presión hacia abajo. Me empezó a obligar a bajar, cosa que me gustó (cualquier cosa que me hagan en contra de mi voluntad me pone caliente) pero sus deseos se vieron frustrados inesperadamente.

  • ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!. - De pronto escuchamos que alguien llamaba a la puerta de casa.

  • ¡Joder! - Exclamámos los dos casi al unísono.

Mi novio sugirió hacer caso omiso y continuó metiéndome su polla, pero alguien seguía insistiendo en la puerta así que nos rendimos.

  • Ya voy yo, que asco, quién cojones será.. - Mi novio me apartó y salió de la cama. Un corte de rollo en toda regla...

Yo me quedé sentado en el borde de la cama mientras mi novio se subía los calzoncillos y se acercó a la puerta. Tan pronto como llegó se dio cuenta de que ahora estaban llamando a la puerta de al lado, por lo que volvió a la habitación maldiciendo.

  • Putos vendedores ambulantes, un sábado a éstas horas... - Me dijo quedándose de pie frente a mi.

  • Bueno, ya está, tranquilo...¿por dónde íbamos? - Le dije al tiempo que bajaba de nuevo sus calzoncillos.

Su polla saltó de nuevo como un resorte, seguía igual de dura y enorme a pesar del percance. Todavía me había quedado con ganas de polla, y verle de pie con ella apuntándo a mi cara me calentaba demasiado. Entonces, de forma impulsiva, la agarré con la mano y me la metí en la boca.

  • ¡Dios! ¡Qué cerdo eres! - Me dijo mi novio riendo, que permanecía en su posición.

Sin embargo, para mí era algo bastante serio, empecé a saborear su polla. Estaba mucho más caliente que antes, con un sabor distinto, nunca había hecho algo así antes pero me estaba calentando enormemente. Empecé a pajearme con fuerza y a disfrutar del momento.

  • ¿Que pasa? ¿Te gusta esto? Te la he metido bien adentro.. - Las provocaciones de mi novio me dejaron claro que había entendido el nuevo juego.

Aun así, le respondí con un claro mensaje. Saqué mi lengua y la empecé a pasar por su glande, asegurándome bien de que lo viera. Le miré a los ojos gimiendo y haciendo ruidos de placer, pude ver como me estaba sonriendo con satisfacción.

Entonces se apartó de mi y me empujó hacia atrás de forma brusca, me levantó las piernas y se puso sobre mí con su polla apuntando a mi culo.

  • ¡Fóllame más! - Le dije como poseído por el calentón que tenía.

El empezó a meterme la polla, ésta vez con mucho menos cuidado. Tanto que me empezó a doler un poco, pero empezó a buscar mi lengua con la suya y consiguió que mi excitación pudiera más. Su polla entraba y salía de mi culo a un ritmo frenético. Con cada embestida mi novio gemía y se echaba sobre mi, hundiéndome en la cama cada vez más.

Entonces deceleró el ritmo, y comenzó a sacar su polla de mi culo con suavidad. Se quedó unos segundos mirándome, y empezó a metérmela entera. Iba lento pero seguro hundiendo su pollón en mis tripas, recreándose a cada centímetro que avanzaba. Yo gemía en voz baja, temblando por la tensión del momento. Cuando su polla entró por completo en mi culo, comenzó a hacer presión fuertemente, como queriendo meterla todavía más.

  • ¿Quieres volverlo a hacer? - Susurró mi novio mientras trataba de llegar aún más lejos.

Yo estaba que no podía más, mi culo no daba más de sí y me estaba empezando a molestar tremendamente. Accedí de muy buena gana y mi novio se incorporó de nuevo, avanzando sobre mi y dejando su polla a la altura de mi cara de nuevo.

Lentamente fue bajando sus caderas, enterrando su polla en mi boca. Tan pronto como mis labios tocaron su tranca me dio un vuelco el corazón, pero él no paró hasta que sus huevos dieron contra mi barbilla.

  • Eso es... limpiamela bien, cabrón - Me dijo mientras yo paladeaba su rabo a gusto. Hacía ya tiempo que había aprendido cómo tenía que hablarme si quería calentarme, y ya lo creo que lo estaba consiguiendo.

Poco después me la quitó de la boca, y de nuevo volvió a enterrármela en mi culo. Nunca había pensado en realizar un juego sexual semejante, pero sus humillaciones me estaba poniendo a mil. Siguió follándome y besándome un buen rato, yo le pedía que me follara bien fuerte y el me la clavaba tan fuerte como podía. Estábamos los dos sudando del esfuerzo, y por sus gritos noté que le quedaría poco para terminar.

  • ¿Quieres que me corra ya?

  • ¡Si, joder! Levántate y fóllame la boca mientras te corres. - Le dije loco de placer.

Entonces se apartó, y yo me reincorporé rápidamente para quedar justo como antes de empezar a hacer esas cerdadas. En ese momento, miré su polla y me percaté de que ésta vez había ido demasiado lejos, ya que podía verse como tenía su capullo ligeramente manchado de un color marrón.

Mi novio se quedó dudando un poco, no sabía bien qué hacer. Sin embargo, yo estaba tan cachondo que quería seguir adelante, así que tal y como hice un rato antes, me metí su polla en la boca y empecé a succionar. Admito que en cualquier otro momento me habría dado un asco tremendo, y que el sabor que tenía en la boca en ese instante no era muy agradable. Sin embargo, mi pulso se había acelerado y mi polla estaba a punto de reventar, mi cuerpo me pedía seguir succionando su polla hasta sacarle toda la leche.

En ese momento mi novio entendió que había que seguir con el plan, y me agarró la cabeza para empezar a follarme la boca brutalmente.

  • ¿Te gusta como sabe tu culo, cerdo de mierda? - Me gritaba con furia mientras me clavaba su tranca hasta la garganta.

Yo no podía casi ni respirar, sólo intentaba amortiguar sus pollazos, esperando por mi premio mientras un reguero de babas caía desde mi boca por mi pecho. Me estaba pajeando desde hace un rato, quería correrme con su leche y el acre sabor de mi culo. Y el momento llegó, mi novio lanzó un grito, me cogió con sus dos manos de la cabeza y de un último pollazo empezó a soltar leche directamente en mi boca.

Sus espasmos iban acompañados de trallazos que se acumulaban en mi garganta, y tan pronto como terminó tragué todo fuertemente. Dando una gran bocanada para devolver aire a mis pulmones, empecé a correrme con fuerza entre sus pies.

Nos quedamos unos segundos callados y de pronto me invadió la vergüenza por lo que acababa de hacer. No quise mirarle a la cara, pero cuando me levanté, me miró tiernamente a los ojos y me dio un genial beso.

  • Eh, no pasa nada, ¿vale? Lo hemos disfrutado un montón, ahora no vale que te arrepientas.

Le sonreí y nos fuimos a dar una ducha. Aún quedaba todo un fin de semana por delante, y con semejante sorpresa de comienzo, ¿quién sabe cómo podría terminar?

Nota del autor:

Con esto termino la trilogía que empecé hace tiempo, lamento haber tardado tanto, pero sólo suelo escribir cuando tengo realmente ganas y tiempo. Sin embargo, agradezco enormemente vuestros comentarios de apoyo, es estupendo saber que hay gente que disfruta con mis historias.

Que haya acabado la trilogía no significa que deje de escribir, simplemente es que esta trilogía era real y ya no me quedan más experiencias que contar. Comentad y pedidme relatos, hacedme preguntas, lo que queráis.