UNA NUEVA EXPERIENCIA A MIS 60 AÑOS (actualizado)

Llego a vivir a un conjunto de Interés Social, algo impensable para mi, pero me recibe una sabrosa madura que me dará muchos placeres (CON FOTOS)

UNA NUEVA EXPERIENCIA A MIS 60 AÑOS (ACTUALIZADA Y COMPLETADA) (CON FOTOS)

Mi nueva experiencia, es muy parecida a la trama de la película mexicana: "Lagunilla, Mi Barrio". Y por ello no es original, pero me vale madres ya que esa fue mi experiencia, y ésta, mi particular forma de relatarla.

Para aquellos que no la disfrutaron, toda la trama se desarrolla, porque don Abel –el protagonista- tiene o decide (ya no recuerdo), cambiar su residencia de una de las colonias más "popis" de la Ciudad de México a otra de las de clase más populachera y brava de la inmensa ciudad.

El cambio implica para el protagonista, alternar con personas de otro estrato social, con todo lo que ello involucra.

Pero entremos en materia:

Resulta que por diversas causas, que sería aburrido detallar, mi esposa y su servilleta, decidimos, en los mejores términos, divorciarnos.

Y para lograrlo, con nuestras limitaciones económicas, (ella nunca supo de mi cuenta de inversión que me produjo jugosos dividendos) la única solución que encontramos, o más bien la mejor, fue rentar nuestro privilegiado condominio, y con el producto de la renta + la ayuda económica de nuestros preciosos hijos, rentar dos mini-departamentos de una recámara –uno para cada uno- eso sí, tratando de conservar en lo posible, todos los servicios a que estamos acostumbrados, incluyendo no alejarnos de la zona en que vivíamos, para no apartarnos de los hijos y de nuestras amistades más queridas.

Con ello, y después de una exhaustiva búsqueda de mi inteligente y capaz esposa, conseguimos lo buscado.

A mí me tocó llegar a un conjunto de Interés Social que cumplía con lo requerido. No podía hacer notar que tenía dinero, porque al enterarse mi ex, en cero segundos, me demandaría por su mitad. Y me   ganaría.

Y empezó mi nueva experiencia.

A pesar de seguir en la zona sur de la ciudad, el hecho de llegar a una unidad de interés social, implicaba alternar con vecinos de diferente nivel social, y por ende de diferente educación y costumbres, que nunca consideré inferiores a las propias, es más, en muchos sentidos mejores a las de nosotros los “riquillos”.

Cosa que debo confesar, me interesaba especialmente, ya que por experiencias anteriores por mi tipo de trabajo (constructor), deseaba saber más de las personas de un nivel inferior solo socialmente, porque tenían, según pude constatar en nuestra convivencia, un muy diferente punto de vista de la vida y un sentido del humor, que envidiaba.

Debo insistir que no solo NO menosprecio a las personas que no tuvieron la suerte

gratis

de desenvolverse en un ambiente como el que yo tuve. Al contrario, desde un principio, me pareció interesante el poder vivirlo.

El caso es que para mi buena suerte, la tarde-noche del día de mi llegada a mi nuevo domicilio, se fueron presentando varias de mis nuevas vecinas, para darme la bienvenida y ofrecer su apoyo en cualquier cosa que necesitara ¡Que afortunado soy!, y es la primera manifestación de sus virtudes, pensé.

Con ello reconfirmé los buenos sentimientos de las personas con muchos menos recursos económicos a los que estuve acostumbrado toda mi vida, que conllevan gustos y aficiones diferentes a la mal autollamada "gente bien".

Y digo reconfirmé, porque por mi profesión de arquitecto, como ya comenté, tuve contacto con albañiles y puedo decir, que muchas de las gentes "ricas" o "popis", ya quisieran tener los sentimientos y la calidez de ellos.

Bueno pues, la última visita en darme la bienvenida, fue una señora cercana a los 45 años, guapa, buenísima, muy arreglada y perfumada, quien con mucha coquetería y moviendo sugestivamente sus amplias caderas, me pidió lápiz y papel, para dejarme todos sus datos, y ofreciendo por supuesto, su ayuda en cualquier cosa que yo necesitara.

Yo pensé: en esa colita o más bien colota, yo si me formo y está justo como más me gustan: caderotas, con nalgas pompeyanas de donde agarrarse con entera confianza, con experiencia como para no espantarse de nada y por los primeros indicios, necesitada de atención, sexo y cariño.

Estaba mascando chicle, algo que no me gusta, pero me valió madres como dicen los intelectuales, porque al dejar de admirar su grupa, noté unos amplios y generosos pechos más que apetecibles. Con ello, sentí que mi casi moribundo amigo, tenía ganas de volver a tener acción, algo que hacía años, no sucedía, solo tenía contacto con doña Manuela y sus 5 hijas, que siempre  serán un pobre substituto de una buena encamada.

Dormí mal esa primera noche, extrañando todo a lo que estaba acostumbrado, empezando con los ruidos de fondo que durante 14 años formaron inconscientemente parte de mis sueños, a pesar de tener casi todas mis cosas ya acomodadas en su lugar de mi nuevo espacio.

A la mañana siguiente me despertaron las campanas del timbre de mi nuevo mini departamento. Era la doña Diana Laura, quien portaba una charola cubierta con una blanca servilleta.

Como eran las 9 de la madrugada, a regañadientes y entre mentadas de

DIANA LAURA VARIAS HORAS MÁS TARDE

madre mentales,  la hice pasar y decidí sentar las bases para sus próximas visitas, no muy amablemente por cierto.

  • ¿ Qué la trae tan temprano, doña? – pregunté abruptamente.
  • Como creo que no tiene nada para su desayuno, le traje jugo, café y pan dulce.
  • Se lo agradezco mucho, pero no acostumbro desayunar más que un licuado de leche con chocolate, pero ya que está aquí, pase, siéntese y espéreme, me lavaré la boca y me arreglaré un poco. Me despertó. Con toda sinceridad debo aclararle que detesto las sorpresas y en especial las tan a temprana hora.
  • Perdonará mi imprudencia al venir sin avisarle, pero sin tener el número de su teléfono y preocupada por el bienestar de tan fino caballero, decidí arriesgarme a ser inoportuna. Tenga la charola y me avisa cuando puedo recoger mis tiliches.
  • No, por favor, pase usted.

Se acomodó en mi único sofá de dos plazas, esperando mi respuesta.

  • Como le dije, espere a que me arregle un poco. Regreso en un momento.

Con toda saña, la hice esperar 15 minutos y salí con el hocico lavado, peinado y con cara seria le expresé:

  • Perdonará mi franqueza, no quiero ser descortés con una señora tan guapa, atractiva y amable. Pero, como me interesa mucho su amistad, prefiero sentar las bases para que esa amistad florezca.

Pensé: que cursi puedo ser, "florezca", pero la doña ante el piropo, atinó a sonreír un poco forzada.

Ahora venía con un bata informe que ocultaba todas sus redondeces y atributos. Lo pude apreciar a pesar de la infame bata al levantarse a dejar la charola en la cocina, y ¡Que nalgas!, moviendo la grupa, como diciendo: todo esto lo puede tener solo siendo amable.

Y como SI la quería tener, me senté en el brazo del sofá, a su lado, espiando el nacimiento de sus pechos que con dos botones desabrochados, podía apreciar bien, y con un tono más cálido le informé:

  • Yo soy más nocturno que diurno. Me levanto tarde y de malas, perdone mi brusquedad. Quiero decirle que hoy está aún más guapa que ayer, y no creí que eso fuera posible. Para irnos conociendo ¿Qué tal le parece si hoy en la noche, la invito a tomarnos unos buenos líquidos? ¿Puede? ¿O la regañan? Así nos conoceremos mejor y de paso nos divertimos.
  • Vivo solita, no tengo quien me regañe. Que jodida estaría si a mi edad tuviera que pedir permiso ¿A qué hora nos vemos?

Como lo sospechaba, no era "la dama del buen decir" y eso para mí, la hacía aún más cachonda.

  • A las 8 ¿Qué te gusta beber?
  • Tequila y para bajarlo unas cervecitas requete frías. Yo traigo la botana.
  • Perfecto, pero ahora permíteme calentar el café y me acompañas con él, a tomarme mi licuado. En el microondas estará listo en un minuto. Y ya deja el usted, porque ya somos amigos ¿O no?
  • Espero que no seas tan rápido en todo. -me respondió con una mirada pícara.
  • Te  mostraré en la noche que no para todo.

Estuve todo el día afinando detalles del departamento, incluyendo el crear un espacio para bailar, y sacar la cama del estudio- coach , pero a las 7 de la noche me bañé, me puse loción y preparé el escenario para recibirla: poca luz, música cachonda, prendí un incienso de aroma floral y sobre la mesa del comedor, una botella de un fino y sabroso tequila, otra de ron para miguelito, mi vaso consentido, un vaso alto y angosto de vidrio soplado para el tequila, una coca de 2  litros y lo que encargué a Wal Mart.

Llegó puntual, vestida como para matar, porque estaba ataviada con unas medias negras de red + una de esas prendas que los modistas y las mujeres, denominan tops , que se pegan al cuerpo como una segunda piel, negro y transparente en esta ocasión, que dejaba translucir un erótico conjunto negro lleno de encajes y para acabarla de chingar, una pulsera en su tobillo derecho. Me quedó claro que todo tenía, menos ser tímida   y tener buen gusto –según yo-  pero me excitó el conjunto.

Fue entonces que mi conciencia me empezó a joder:

Piensa pendejo, hace 20 años eras un garañón, ahora eres un pinche viejo al que con trabajo se le para.

Además, ni que fueras tan galán, esta vieja está demasiado dispuesta a darte las nalgas y quien sabe en qué problemas te pueda o quiera meterte. No sabes nada de ella.

Y mi conciencia tenía razón, decidí irme con tiento.

Olvidé mencionar que al llegar, me aclaró que la botana que trajo era un mousse de cilantro con chile serrano y que una de sus virtudes era ser una buena cocinera.

Le serví una generosa ración de tequila, saqué hielo para mi cuba y una lata de cerveza para ella y la senté en el sofá, acomodándome en mi sillón consentido frente a ella y cuando alcé mi vaso para brindar, me dijo burlonamente:

  • ¿Por qué tan lejos? Solo muerdo cuando me lo piden ¿No será que usted, digo tú, también me tienes miedo?
  • ¿También?
  • En este pinche conjunto, la bola de viejas pendejas. me dicen la come hombres. Perdona mi vocabulario, Luís, tú tan fino y yo soy muy mal hablada. Pero prefiero que me conozcas tal cual soy.
  • ¿Y cómo eres?
  • A toda madre.
  • Me gustas tal como eres y  me excitan tus palabrotas. Te quedan a toda madre,- yo

Se rió con ganas.

  • Soy una pobre viuda desde hace 10 años, que necesita cariño y sexo, que solo consigue muy de vez en cuando, pues como te dije, todos me tienen miedo. Miedo de que los pueda meter en una bronca y las esposas -porque todos acá son casados o arrejuntados, y hasta hay varios puñales- ni me saludan, pinches viejas corrientes.
  • ¿Y por qué sigues aquí? – pregunté con lógica.
  • ¿Y darles el gusto de sacarme? Que se chinguen. Además, mi viejo solo me dejó mi departamento y una jodida pensión que apenas me alcanza para tragar. Y me gusta vivir en el sur, no quiero acabar en una vecindá en el centro, rodeada de rateros y viciosos.
  • Ni siquiera me han permitido demostrarles que soy una buena persona, calientísima, pero buena gente. Mi única amiga en esta unidá es mi comadre, también viuda. ¿Y qué hay de ti? Cuenta, cuéntame.
  • Yo solo soy un viejo recién divorciado, arquitecto retirado, aunque trabajo ocasionalmente en mi casa con mi computadora, haciendo pequeños programas que me solicitan de vez en cuando.
  • ¿Y por qué viniste a dar a este pulguero? Tus eres una persona fina, con personalidad, cultura y educación. ¿Por qué vivir con gentes de una clase social más baja?
  • Por las mismas razones que tu, el cochino dinero, o mejor dicho, la falta de él, pero no tan aguda como a ti. Y también me gusta el sur de la ciudad.
  • Bueno, no nos pónganos trágicos, mejor sírveme otro fogonazo de ese buen tequila y usté acábese su cuba, que ya está pagada. ¿Quién canta?
  • Es Nora Jones y aunque canta como negra, es blanca ¿Te gusta?
  • Si, harto-mucho,  canta rete cachondo, como para bailar ¿Te apetece?

Pensé ¡Dios mío! No debe de haber terminado ni la primaria y nunca aprobó el castellano.

Como si hubiera leído mi mente, siguió:

  • Híjole, tú hablas rete bien bonito y yo más sin en cambio, necesito clases de español. Mejor bailemos y después me cuenta cosas más íntimas, no como entrevista de tele.
  • Hecho, pero soy pésimo para bailar, dicen que tengo dos pies izquierdos.
  • Yo te llevo y además son canciones lentas, que solo moviendo un poco el bote, se siente a toda madre.

Nos levantamos y al tomar su brazo me sorprendió su consistencia, esperaba carne un poco fofa.

Olía a un perfume dulce, no fino, pero tampoco desagradable, así que me acerqué hasta que nuestros cuerpos quedaron juntos.

  • Así mi Don, bien cerquitas para que el cuerpo sienta lo que recibe. Necesito otro tequila para darme valor, usté está como fichando, su cuba ya debe saber a vidrio, chínguele.

Mi conciencia volvió a molestarme:

Querías folklore, pues ya lo tienes, ahora te chingas, y más te vale disfrutarlo.

Como no estoy seguro del interés de mis escritos por mi preferencia a extenderme en largas descripciones, antes de relatar detalles explícitos de sexo, apreciaré sus opiniones al respecto.

Veloz como reptil, nos serví un tequila para ella, de un largo trago terminé la mía, y la repuse con otra más cargada.

  • …ingue su madre, tienes razón, voy a agarrar un buen pedito, porque ya me tienes bien caliente .-yo
  • ¡Bravo! Ya estamos hablando el mismo idioma. Y desde endenantes tu amigo me presentó su presencia y sus urgencias. Méndigo, que maravilla que vives lejos. Justo lo que necesito, un buen mozo urgido,  necesitado y bien equipado. ¿Me sirves otro tequila? Yo también voy a agarrar un buen pedito, para celebrar que hayas caído justo aquí, en este pulguero y entre mis brazos, para empezar.

Alentado con los comentarios anteriores, bajé mi mano derecha a sus apetitosas nalgas, acariciando ambas  y atrayéndola más hacia mí.

Soltó un largo y cachondo gemido del más puro placer, al sentir la estatura y robustez de mi amigo impaciente, quien con habilidad se acomodó justo en el vértice de su amplia pelvis.

Debo comentar que ya había notado que estaba justo en el límite entre lo “llenita” y la gordura, pero su comportamiento me aseguraba unos placeres que no obtendría ni de una “sex simbol”.

Algo que a lo largo de mis experiencias, sabía que eso era más importante que un cuerpo disque perfecto, pero generalmente de silicón. ¿Agarraron la onda, chavos imberbes?

Dentro de mis incansables caricias a sus amplias nalgas, el sentir los inconfundibles  tirantes de un liguero, para mantener en su lugar las medias, fue lo que me excitó aún más.

Aclaro que para la mayoría de los hombres de mi generación, los ligueros son un autentico fetiche erótico que nos calienta aún antes de verlos, así que ya urgido le pregunté:

  • ¿Quieres cenar?, tengo  tamales de “La Flor de Lis”. Los mejores de toda la ciudad.
  • La comida es la tumba de la bebida, mi nene. Mejor nos los desayunamos. Más mejor sírveme otro tequilazo y después poséeme, quiero sentirte muy dentro de mí. Y venirme hasta empaparte con mis jugos.

Nunca antes ninguna mujer me había expresado mejor lo que realmente deseaba, siempre o casi, salían con la mamada de: ¿Qué vas a pensar de mí si nos acostamos en la primera cita? Creen que somos pendejos, porque siempre se las han cogido puros pendejos. Y yo para nada.

Ya le había bajado sus calzones, para disfrutar en vivo de sus nalgas, y aproveché ese momento para separárselas   y acariciar  su culito, lo que me   dijo que le encantaba. Y empecé a desvestirla, le quité la falda, mientras ella respondía extendiendo el cuello y colocando la cabeza viendo hacia el techo. Aproveche la oportunidad y me  incliné  hasta su cuello pera lamerlo, besarlo y mamar cada pliegue. Y esto sirvió como disparador para darme todo.

  • Vámonos a la cama, ya no aguanto sin sentirte y verte o más mejor vernos y sentirnos encuerados los dos.
  • Te voy a ir sacando fotos al desvestirte.
  • N’ombre, pus que va a decir el que las revele.
  • Son digitales.
  • ¿Y eso que chingados es?
  • Que no se imprimen, solo se pueden ver en la computadora.
  • Entonces ¿Yo cuando las voy a ver?
  • El día que quieras te invito, pero vienes sin calzones, con un vestido amplio y las vemos,  después vemos unas películas porno, tu sentada en mis piernas y enchufada. ¿sabes cuáles son?
  • Tampoco me creas tan pendeja. Si no acabo de llegar del rancho.

    • Mira que pechos tienes mamacita, ahí me voy a acabar de criar, y que bonitos brazos redonditos, con las axilas recién rasuradas para lamerlas a placer, y con esa pancita no voy a necesitar almohada.
  • ¡Qué rica estas! Ahora un close up de tus calzones.

  • Que piernas y ¡Que nalgas!

  • Que hermosa forma de rematar esos pechos. Los pezones rosas, aureolas tamaño medio, de las que no se arrugan al excitarse y el botoncito como de goma de lápiz.

  • Y rasuradita del bigote para poder mamar a placer. Pero para mí, quiero que te dejes una alfombrita de pelos cortos, de la forma que tú escojas, si es de flechita, más mejor.

  • Ese culito será debidamente homenajeado, en su momento. Y ya basta de fotos encuérame tú para irnos a la cama. Pero ayúdame a colocarle este hule para no embarrarla con  el aceite, con el que te voy a dar el mejor masaje de tu vida, pero antes tráete nuestros tragos y yo las botellas a esta mesita que puse pegada a la cama.

  • Qué bonita verga te cargas, méndigo, y de muy buen tamaño. Vamos a necesitar un lubricante.
  • En el cajón de mi buró hay un tubo nuevo de gel KY.
  • Eres una maravilla, en todo pensaste.
  • Es que nací cansado y soy muy güevón para andarme levantando. Acuéstate boca abajo.

Del cajón de mi buró saqué mi aceite mágico y empecé mi masaje, claro, después de besar su nuca y su sensible cuello.

Debo aclarar que tomé un diplomado de fisioterapia con énfasis en masajes relajantes, luego entonces, si sé cómo darlos, ya que incluía un detallado estudio de todos los músculos del cuerpo humano. Y lo hice para que me sirviera para conseguir llevarme al catre a mis ocasionales mujeres, cosa que se ha cumplido ampliamente. Y a las que no han llegado al catre, cuando menos les di una cachondeada de antología.

Lo recomiendo, chavos, y les aconsejo que pidan o consigan una credencial que los acredite como fisioterapeutas. Les abrirá muchas piernas.

La rocié generosamente con mi aceite y empezamos a disfrutar los dos. Ella relajándose y su servilleta calentándome aún más con la manoseada que le estaba dando.

Fui bajando hacia el sur, pero al llegar a sus nalgas, me las salté y seguí con sus piernotas sin celulitis hasta sus pies. Al masajearlos y acariciarlos oí su fuerte suspiro, y pensé:

Esta cuasi gordita es una joya, tiene terminaciones nerviosas sensibles en todo su ebúrneo cuerpazo. Que banquete me voy a dar.

Subí hasta sus  hermosas y sabrosas nalgas. Lo primero fue amasarlas, cual si estuviera fabricando un pan que necesita fuerza y cariño para “levantar con la levadura”.

Después, como un sibarita, lamí la separación entre ellas, lentamente, pero sin profundizar hasta llegar a su culito. Para mí, todo tiene su tiempo. Por supuesto, ya había hecho “la prueba del añejo” y estaba perfectamente limpia. Atrás y adelante.

Le ordené voltearse boca arriba. Y va de nuez.

Primero me prendí de su sabrosa trompa como diez minutos, haciéndonos disfrutar las penetraciones, y por consiguiente, el sabor de nuestra lenguas.

Seguí mi viaje al sur, hasta llegar a sus chichis (término usado por los nacos) y esto merecería un capítulo completo.

¡Qué hermosura y sabrosura! Caídas por su tiempo, sin perder su magia, y su sabor   digno  de anotarlo en una bitácora. ¡Y sus pezones! Los mamé como becerro recién parido, a pesar de sus espasmódicos movimientos por su placer sentido, y ¡OH! Maravilla, sentí su humedad en mis muslos, ya que estaba entre sus sabrosas piernas.

Me regaló su primer orgasmo y me hizo feliz por ello.

Y pensé: y lo que te falta, mamacita.

Hice un sabio paréntesis:

Me levanté, repuse mi cuba y su gran copa de tequila y me acosté a su lado.

  • ¿Me estás torturando, recabrón?
  • Yo no me llevo con insultos .-sentencié
  • Recuerda que mi vocabulario no es el mismo que el tuyo: “popis y mamón”!
  • *No sé si sabes que en el sexo, TODO SE VALE, claro, siempre y cuando, los contendientes estén de acuerdo, sin importar el número de ellos.

Excepto las prisa*

s

. Ellas echan a perder hasta el romance más chingón. * Y tú me puedes decir recabrón y reloque sea, porque me siento feliz en tu compañía. Como dijites eres una  hermosa mujer, y lo que es más importante, una bella persona. * ¡AY papacito! También dije que tuve la suerte  de que cayeras entre mis brazos. Y ahora retifico: entre mis piernas. Estoy cerca de otorgarte el primer lugar de los hombres que  he conocido y saboreado. Síguele. Pero no tardes mucho en meterme tu hermosura de verga hasta la raíz.

Alentado, seguí con mi viaje al sur, llegando a su perineo y después a su culito. Al primer toque de mi cuasi bífida lengua fui premiado con un gemido especialmente intenso, y como me enseñó mi maestra la viudita, hice punta mi ejercitada y polifacética lengua y se la introduje un par de centímetros nada más, no fuera que le sacara fruta a la piñata.

Muy poco tiempo después de que me la  estuve cogiendo con la lengua me premió con su segundo orgasmo, más intenso que el primero, por cierto, acompañado por el dolor de sus largas uñas clavadas en mi espalda. Y sus ya,  gritos de placer.

Hice otra sabia pausa, me levanté y bebimos los dos de nuestros respectivos brebajes.

Como estaba literalmente rodeado de suaves y sensibles carnes, empezando con sus rubicundas y aceitadas piernas, que por cierto, tenía cruzadas sobre mi espalda envolviéndome, se me ocurrió deslizarme sobre toda ella, algo que, confieso, nunca había hecho, ¡que pendejo!

Con esas “patinadas” conseguí erotizarla a toda ella, y yo lo mismo, estuve a un tris de venirme sin metérsela. Me detuve e inmediatamismo me reclamó:

  • ¡Carajo! te dije que ya quería que me la metieras.
  • ¡Qué bueno que no eres envidiosa! Tú ya llevas dos orgasmos, porque yo antepuse tu placer al  mío, propio, de mí.
  • Tienes razón, perdón.

¿Qué quieres que haga? * Solo déjate llevar, y como dices tú, no me estés chingando. Ponte a veinte uñas, de perrito, hoy me la debes, te la voy a dejar ir por atrás. Despacito, pero hasta los güevos. * Para mí eso es un premio. Ya te contaré, a mi bella comadre le fascina usar su arnés para darme por mi culito. Y a mí me   retencanta. Siempre que haiga un arnés, claro, porque ella es lesbiana di a madres. No como yo, que soy bisepsual.

Lo que ese día era novedad, con el tiempo acabé hasta disfrutándolo:

Conjugaba el verbo haiga perfectamente, además en poco tiempo adoptó una frase que seguramente le escuchó a alguien y le gustó, pero como no sabía cuando aplicarla, resultaba un paréntesis en sus narraciones, porque sin venir al caso intercalaba: “cierto modo era…”

Y para acabar decía que a veces le dolía una nalga, porque estaba enferma de la “asiática”.

Con el tiempo hasta ternura y remordimiento sentía con sus errores  gramaticales, teniendo presente que sin pedirlo, y sin habérmelo ganado, o sea gratis, yo recibí educación mientras ella trabajaba para ayudar a  su santa mamá a llevar alimentos para ella y sus 5 hermanos.

Y volviendo a donde estamos, se puso de a perrito, se separó sus rubicundas nalgas y empinándose al pegar la cara con el colchón, me dejó una vista inmejorable de su culito, y gracias a su experiencia, ella lo convirtió en una especie de rito, ya que muy pausadamente, siguió con los preparativos para lo que se convirtió en toda una ceremonia: se untó lubricante en su culito y a mi amigo lo cubrió con el mismo, mientras yo, siguiendo sus indicaciones, mantenía separadas sus sabrosas nalgas, una vez cumplido lo anterior, me ordenó acariciarle su culito con mi lubricado amigo.

Una vez cumplida su erótica orden, sosteniendo separadas sus nalgas, pausadamente separó sus piernas para darme acceso al mejor lugar para hincarme y gozar lo más placenteramente lo que ambos andábamos buscando. Muy obediente, a pesar de mí disque mucha experiencia, cumplí con lo requerido y suavemente empujé para entrar, acompañado de sus ilustrativos comentarios:

  • Métemela toda, papacito. Eres un maestro, con una verga del primer mundo. Me gustas un chingo y dos montones.

Se la fui metiendo centímetro a centímetro, sintiendo como si la estuviera guardando dentro de una apretada  y caliente funda, acompañado con sus suaves gemidos de placer.

Por supuesto, con todos los antecedentes, confieso que a la tercera o cuarta estocada, me  vine como marrano, con un placer exquisito. Lo cual sentí en ella como un cierto alivio.

Me levanté con las piernas aún temblorosas y le recriminé:

  • Tengo hambre, y tú ni has probado lo que tecompré especialmente como aperitivo: Palmito, filetes de anchoas y espárragos en salmuera.
  • Discúlpame pero perdóname, no sé ni cómo comer esas cosas.
  • No te disculpes conmigo. Lo hice pensando en compartir contigo mis gustos disque más refinados. Te insisto eres una bellísima persona. Para mí, un premio no merecido, y menos, esperado al llegar a este pulguero, como tú dices.
  • Pos brindemos por eso mesmo.
  • Nos bañamos y después cenamos.

Lo propuse porque era indispensable, y también porque le había comprado un pequeño pero útil regalo:

Necesitaba yo una bata de baño, y aproveché la oferta del “tú y yo”, en uno de los grandes almacenes y obtuve, en la súper especial barata, dos juegos de bata y pantuflas, muy elegantes, de color azul marino , que además, incluía personalizarlas con una o dos iniciales c/u. bordadas un blanco, sobre la bolsa del pecho.

Después del baño y la cena nos recostamos en mi cama matrimonial a platicar:

  • Quiero proponerte un negocio: yo te pago $100.00 diarios, o sean $3,000.00 mensuales, para que me atiendas, primero haciendo mi comida, pero suficiente para comer los dos. Con ello podrás ahorrar todo lo que hasta hoy gastas en comida y  los tres mil pesos los podrás ahorrar o gastar en tus pequeños lujos. Después viene el aseo del departamento, que tendrás que hacerlo a fondo dos veces por semana y diario una barrida y sacudida “por donde ve la suegra”. Y por último lavar mi ropa en mi lavadora una vez a la semana y que por supuesto podrás usar para lavar la tuya, sin gastar en jabón y en suavizantes ¿Te interesa?
  • O sease que quieres que sea tu gata.
  • Si tú misma quieres degradarte usando ese término, estás jodida. Te aclaro que para mí siempre serás mi amiga. Todo lo anterior bajo mis estrictas condiciones.
  • ¿Cuáles son tus condiciones?
  • Repito ¿Te interesa?
  • Claro que SI, si taruga no soy ni tantito.

Del cajón de mi buró saque una grabadora de bolsillo aclarando:

  • Para que nada se olvide voy a grabar mis condiciones y las aclaraciones que me pidas, mamacita.

  • 1.   Quiero vivir solo, y solo nos veremos cuando yo te lo pida. Cuando lo haga, si tienes  algún compromiso, lo cancelas. Soy prioridad # 1.

  • 2.   Nunca me despertarás salvo por una Emergencia Nacional. Te daré una llave para que entres a  hacer el aseo diario, pero deberás entrar con el sigilo de un diputado mexicano, o lo que es lo mismo, de un ratero. Recuerda que siempre amanezco de muy malas, y te consta.
  • 3.   Para el menú de las comidas, al terminar tu aseo diario, deberás dejarme un papel con lo que dispusiste para ese día. Si no te llamo por teléfono, es que estoy de acuerdo y eso comeremos, juntos todos los días, salvo cuando te avise que comeré fuera. Podrás cocinar en tu casa o aquí, tú decides lo que te sea más cómodo. Es importante que a media tarde no haya ni platos sucios, y menos utensilios para cocinar sucios. Todo en su lugar como para recibir la inspección de un cuartel. Si aceptas, hoy te daré $1,000.00 en efectivo para la compras del día y desde mañana haremos juntos una compra semanal en el super o donde tu dispongas. Es importante me entregues cuentas con comprobantes. Las compras que hagas en las que no den comprobante, deberás anotarlas detallando el qué, para que, y cuanto costó. Ten presente que la confianza y el amor, nos los debemos ganar, nunca se nos dan gratis, y así debe de ser. Hoy tuve la fortuna de conocerte y como me interesa mucho conservar  tu compañía, tu amistad y tu redondeado cuerpazo, por eso me pongo tan mamón, como tú dirías.
  • 4.   De mi ropa: no tendrás que planchar más que conmigo encima u otras posiciones más creativas y cachondas. Pediré instalen un tubo cromado en nuestro patio de servicio, para que una, vez seca, cuelgues lo colgable de ella, y estando contigo te enseñaré el orden que debes de conservar con mis trapos. NUNCA debes entrar a mi recámara sin que yo esté presente. Si lo haces me enteraré y me reencabronaré.

  • Recomendación:

  • El cumplir cabalmente con lo anterior determinará el tiempo que nuestra relación persista. En ti está determinar dicho tiempo.

¿Preguntas y aclaraciones?

  • ¿Por qué no debo de entrar a tu recámara? ¿escondes algo?
  • Porque NO ME GUSTA. Y ahora pasemos a algo más interesante: tu comadre, me gustaría conocerla, pero descríbemela por favor.
  • Más mejor aún, traigo una foto:

LA COMADRE

CONTINUARÁ CON EL TÍTULO “LA COMADRE”

AGRADECERÉ SUS COMENTARIOS PARA  MEJORAR MIS ESCRITOS. LO SIENTO PERO YA NO ACEPTAN FOTOS.