Una nochevieja especial

Para mi y un amigo esta nochevieja celebrada en el chalet de mi vecina tuvo un sabor muy especial...y para ella aun hubo más sorpresas.

UNA NOCHEVIEJA ESPECIAL

Me llamo Victor, tengo 35 años, soy moreno, creo que resultón, de profesión liberal y vivo solo en una urbanización de clase media-alta a las afueras de Madrid. Os voy a contar la razón por la que la nochevieja de este año tuvo un sabor muy especial para mi.

La noche en principio se presentaba más bien gris. Cené en mi casa en compañía de un compañero de trabajo llamado Andrés, ya que tras las uvas estábamos invitados a una fiesta que daban en la bodega de un chalet próximo y a la que iban a asistir un gran número de amigos y vecinos. Allí nos plantamos, rodeados de muchas parejas y algún que otro divorciado/a, unas 30personas, concurrencia que rondaría los 40 años en su media de edad.

Procuré beber moderadamente para tener alerta mi instinto de cazador sexual, esperando que alguna mujer solitaria me diera cancha y pudiera empezar el año con buen pie. Pasaban ya las cuatro de la mañana y más de uno, entre ellos el anfitrión de la fiesta, tenía ya una buena borrachera. La música seguía sonando y las luces de discoteca que habían instalado iluminaban la penumbra donde bailaba una docena de personas, entre ellas Andrés y la anfitriona, una hembra estupenda de esas sobre las cuales se hace muy difícil adivinar su edad y que lo mismo pueden tener 35 que 45 años, rostro muy agradable enmarcado por una media melena rubia teñida, labios carnosos, ojos alegres, enfundada en un vestido de fiesta negro elástico que definía de una forma muy seductora sus curvas rotundas, con un escote generoso, tenso a causa de lo que parecían unos buenos pechos y un culo amplio pero muy bien puesto.

Detecté que a pesar que todos bailaban sueltos y alegres, mi vecina, que se llamaba Paula, y mi amigo no dejaban de lanzarse miradas insinuantes y en un momento dado ambos desaparecieron casi seguidos por la puerta de acceso a la vivienda, lo cual no tenía porque causar extrañeza a los demás ya que el aseo estaba situado como es lógico allí. Pero a mi sí que me la causó, ya que conozco las tácticas de Andrés.

A los cinco minutos entré en la vivienda y subí despacio al piso superior de la vivienda, donde vi una puerta ligeramente entreabierta desde donde partía una luz tenue. Me acerqué sigiloso y descubrí un panorama excitante. Andrés, que es un rubio de mi edad y estatura pero más fornido, estaba plantado de pie ante la hembra con sus pantalones en los tobillos y su verga tiesa ante el rostro de mi vecinita, quien sentada en la cama y a la luz de la lámpara de la mesilla de noche se ufanaba en hacerle una mamada de escándalo. Sus labios recorrían con evidente deleite los considerables calculo que 20 cm de Andrés, mientras con su mano izquierda se aferraba a lo que no se metía en la boca y con la derecha le acariciaba sus huevos.

En los apenas dos minutos en los que fui espectador de excepción desde la rendija de la puerta, mi excitación alcanzó una alta temperatura y mi polla comenzó a pugnar por reventar la cremallera de mi pantalón. Cachondo perdido, entré en la habitación.

"Que hay Andrés, hola Paula"- saludé con una amplia sonrisa. Inmediatamente ella dejo de chupar la estaca de Andrés e instantáneamente las manos de Andrés cogieron su cabeza obligándole a seguir con la mamada a la vez que me contestaba "que pasa, ¿te aburres o qué?". Sin prisas pero sin pausa, comencé a desnudarme, ante la mirada sorprendida de Paula y el gesto divertido de Andrés.

En traje de Adán, me senté en la cama y le acaricié el cabello, los hombros, los pechos. Ella me miraba con sus bonitos ojos a la par que seguía atendiendo con su boca una polla que nunca hubiera imaginado tan larga y gruesa. Mi amigo se apartó un momento para desnudarse por completo. La dama se intentó levantar a la vez que decía "esto no es lo que yo quiero" y yo con firmeza pero sin violencia se lo impedí, tumbándola y besándola a la par que la acariciaba sobre su vestido.

Andrés ya desnudo y como si hubiéramos tenido un pacto previo le dijo "nena, va a ser tu mejor noche, así que mejor que no protestes y que goces como la hembra que eres, ¿no querrás que se enteren tus invitados ni tu maridito?"- cerró la puerta y se sentó en la cama – "¿por qué no te desnudas Paula?".

Ella se levantó nos miró con fiereza y dijo "esperó que esto quede para siempre entre nosotros". Se bajó la cremallera del vestido y la prenda cayó al suelo.

Divina, estaba divina. Piel blanca, unos pechos encerrados en un sujetador de encaje negro por lo menos de la talla 90, tangasminúsculas del mismo color, abdomen duro y muslos generosos pero trabajados en gimnasio. Se soltó el sujetador y vimos dos pezones sonrosados grandes, las tangas cayeron y apareció un sexo cubierto de un pelo corto muy recortado.

Tumbada con nosotros, la acariciamos a cuatro manos y dos bocas. Ella se retorcía de gusto y sus ojos centelleaban de lujuria, sus pezones se endurecieron brillando con nuestras salivas, mis dedos se perdieron en su sexo, entrando sin dificultad hasta lo más profundo.

Andrés se encaramó sobre ella y comenzó a follarla con fuerza, sin ningún preámbulo, consiguiendo que su herramienta desapareciera en ese coño sin aparente esfuerzo. Los gemidos quedos de ella se detuvieron cuando le metí en la boca mi polla, elegante pero más pequeña que la del semental que la penetraba. La mamaba con maestría, con esa sabiduría que solo tienen las casadas viciosas.

Tras un rato y muy caliente ya Andrés, cambiamos de posición y ahora fui yo quien la monté a cuatro patas, colocándose mi amigo delante de ella para que la pobre siguiera teniendo algo en la boca. Era maravilloso agarrarse a sus pálidas caderas y entrar en aquel chochito de mantequilla, viendo como a cada empujón se tragaba sin remedio casi toda la verga de Andrés.

Al poco ella apartó su rostro de mi compañero y gimiendo nos dijo que se corría, mientras movía frenéticamente su culo. "Córrete perra", "que zorra eres" le decíamos en su climax. Después de esto, se dejo caer en la cama rendida.

Miré con picardía a Andrés y le señalé con discreción el trasero de la mujer, asintiendo él, a la vez que se sentaba y empezaba a acariciarle el cabello y los hombros. Yo coloqué mi rabo, que seguía muy húmedo, entre sus nalgas y ella reaccionó con violencia "ni hablar, eso no me va, si queréis os hago una paja u os la chupo, acabar rápido y bajamos ya abajo que seguro que me están echando ya de menos" .

Andrés simplemente fijo fuertemente los hombros de mi vecina a la cama y dijo "dale". Yo dejé caer el peso de mi cuerpo sobre ella por lo que quedó de espaldas e inmovilizada "no, por favor, eso no" – decía mientras yo buscaba torpemente con mi polla su ano – "soy virgen, no quiero, dejarme cabrones", palabras que solo consiguieron excitarme aún más.

Empecé a meter el capullo y doy fe que era virgen por lo que me costaba meter cada centímetro de rabo. Ella bufaba, lloraba, nos insultaba, se aferraba con fuerza a las sábanas. Se la hundí por completo y fue una sensación maravillosa. La estrechez del orificio apretaba con fuerza mi miembro, que no obstante salía y entraba taladrándolo sin tener en cuenta sus súplicas y quejas.

Avisé que me iba a correr y Andrés me pidió que me saliera, que no la quería meter manchándose de leche. Ella, más rendida, aumento sus súplicas rogándole a él que no se la metiera, que la iba a matar. El semental no tuvo en cuenta nada y la sodomizó sin piedad, de golpe, dándole fuerte no mucho rato hasta que se corrió dentro de ella. Excitadísimo me corrí masturbándome sobre su rostro surcado por las lágrimas y manchado de semen.

Andrés y yo nos vestimos y bajamos a la fiesta donde todo seguía más o menos igual, la concurrencia cada vez más bebida y sin muestras de haberse percatado de nuestra ausencia. Esperamos a irnos a ver a que la anfitriona bajara, ya arreglada y muy seria.

Por cierto, desde entonces no me habla mi vecina, que maleducada.