Una noche tonta que me crucé con un ex. Parte 1
?Sabes ese chico que te follaba como loca en la adolescencia? Pues ahí viene...y quiero jugar.
Durante las vacaciones de semana santa, varias amigas de la infancia quedamos en la casa de Lorena, una casa grande con piscina. La idea era echar la tarde tranquilamente intentando aprovechar el calor que nos estaba otorgando estas vacaciones.
Estábamos un grupito majo, todas chicas, en bikini tomando el sol con varios mojitos y refrescándonos en la piscina. Alguna como yo tenía menos contacto con ellas, pues me había tenido que desplazar para cursar los estudios de magisterio en otra ciudad.
- ¿Y tú, miri? ¿Se rumorea que estas quemando Madrid?
Todas rieron ante la broma de Julia.
- Bueno, digamos que trato de no perder el tiempo jajaja.
Las risas continuaban.
- ¿Y ese chico que?
Hacía varios meses que estaba saliendo con un madrileño, Mario. Les expliqué todo lo bueno de ese chico, que era casi todo. Estaba bueno, y eso es en lo que más hice hincapié, sobre todo porque era lo que interesaba a la mayoría. Apoyé mi descripción con alguna imagen de Instagram.
- Ostias se parece mucho a Alejandro, el de la pastelería.
El verano antes de irnos cada una a estudiar a nuestras respectivas ciudades por primera vez, fue el verano de la locura. Habíamos acabado selectividad y teníamos unos meses por delante para disfrutar hasta comenzar la universidad.
Y vaya si lo aproveché, estaba de fiesta casi diariamente, con muchas de mis amigas. Y tuve algún rollito que otro, alguno más largo e intenso que otro, la verdad. El caso es que Alejandro, era un chico unos 3 años mayor que nosotras, hijo del dueño de la pastelería, cosa que nos hacía gracia porque él estaba buenísimo.
Tanta fiesta y tanto desmadre, acabe teniendo con Alejandro, no una relación porque no lo llamaría tanto, digamos, que ese verano hubo un tiempo en el que él y yo follabamos. Follabamos mucho, muy bruto y en cualquier parte.
Digamos que yo estaba descubriendo hasta donde era capaz de llegar sexualmente hablando, y él demostraba su mayor experiencia, me reventaba en cada polvo que me echaba. Tenía uno de los penes más grande que he visto, grueso, como a mí me gustaban. Recuerdo contarles a mis amigas como me ponía y como me dejaba, y alguna que otra anécdota en la que sufría arcada tras arcada intentando engullir ese monstruo.
- Sí que es verdad, se parece al Ale, ¿También te hace vomitar?
Bromeo Lorena, todas reímos, incluso yo. Y me hizo recordar al hijo de pastelero ¿Estaría por allí estos días? Gracias a las redes sociales, sé que se fue a Sevilla a estudiar, pero desde hace tiempo había dejado de publicar cosas, y salvo algún comentario y o algún me gusta, no sabía nada de él.
- Ha comentado en la foto que subimos antes, voy a decirle que si está por aquí que se pase.
Volvió a bromear Lorena. Aunque en realidad no me importaba que se pasara, es más me gustaría por saber de él. Pensé. La tarde siguió y acabó derivando en una cena en la que todas íbamos bastante contentas, entonces me vino la anfitriona a decirme que había hablado con Ale por redes y que estaba con unos amigos, si no me importaba que les invitara.
- Para nada, que vengan, y él sobretodo.
Contesté de forma graciosa.
- ¿Te lo vas a follar?
Me preguntó ella, sin ningún tipo de maldad entiendo. Y lo cierto es que no lo había pensado, pero, ¿podría? Es decir, por ganas, la verdad que solo recordar ese verano me excita, y no niego haberme masturbado rememorando algún que otro rato con Alejandro. Y mi novio, no sería el primero, y ya sabemos lo cachonda que me pone poner los cuernos, sé que está mal, pero me pone.
Me limité reír y a bailar para desviar la atención. Que, pensándolo ahora, Lorena debió entender que sí, que me lo quería follar. Pero en realidad, no era mi prioridad, a saber como le habría tratado la vida en estos años, puede que tenga novia o que se dedique al porno. Mejor no pensarlo.
Fui a mirar la hora en mi móvil y a revisar mi whatsapp cuando me sorprende una conversación nueva.
- ¿Estás en casa de Lorena?
Era Alejandro, aún tenía su número claro. Y me estaba preguntando no sé por qué motivo, porque había visto la foto, y sabía que sí. A lo mejor preguntaba por si me había ido o no sé.
- Si, vente.
Me limité a contestar, igual seca igual mandona, igual lo entiende mal. Que entienda lo que quiera, estoy borracha, con un bikini de tanga tan solo tapado por un pareo en la parte inferior y una camiseta de tirantes ancha. Y si ahora aparece el chico que me follaba tan bien hace unos años, pues a ver…
Dejo el móvil sin mirar si contesta y me echo otra copa, si realmente viene, quiero estar bien borracha, pienso. Y tras tomarme otra copa mientras bromeaba y medio bailaba con mis amigas, llegan tres amigos, uno de ellos Alejandro. No sé si era el alcohol, pero lo vi más atractivo que nunca. Con camisa de manga corta de flores, bien apretada por tanto músculo y unos pantalones cortos que yo bien sabía lo que escondían.
Está más atractivo, más fuerte… ¿Follará mejor? Me pregunto. Y voy a rellenarme la copa mientras veo como saluda a todas mis amigas. Cuando llega hasta mí me giro y le entrego la copa.
- ¡Esto es para ti! ¿Y ahora cuéntame?
Le digo mientras le abrazo lentamente acariciando su cabeza con mi mano. El me abraza con esos brazos fuertes que me rodean, seguro que le sigo poniendo cachondo. Mi figura es casi la misma, no soy muy alta, pero tengo un culito que siempre llama la atención. Y aunque en el instituto no fuera de las llamativas, en la universidad mis tetas habían ganado en seguridad en sí mismas. Son redonditas, lo suficiente para que caigan un poco pero no demasiado, lo justo para que, al saltar, voten haciendo moverse los pezones rosados, que admito son preciosos.
El comienza a contarme, y me da bajón. Lleva años con una chica, viviendo juntos aquí en la ciudad. Dejó los estudios y se hizo cargo del negocio familiar, y no le va mal, pues ya ha abierto otro local en Sevilla capital. Pero nada hace indicarme que exista algo de esa fogosidad que desprendía. Su físico de empotrador podían dar fe de aquellos tiempos, pero ni forma de actuar, su tono… o a lo mejor era conmigo, estará enamorado.
La noche avanzó, bailamos, hicimos bromas, nos bañamos… Pero Alejandro, al margen de ser gracioso y simpático no intentó ni le vi atisbo alguno de querer darme lo que me daba. Me subí encima de él, agarrándolo por la nuca, con mis piernas bien abiertas cruzando sobre su cadera, intentando calentarlo un poco, pero nada…
Ni siquiera cuando tuvimos una charla algo más a solas en el borde de la piscina intentó nada. Durante esa charla, deje haciendo ver que era un despiste uno de mis pezones a la vista. Fue él quien me avisó con una broma algo ingenua. No tenía nada que hacer.
Se fueron los tres chicos a la vez, acercando a dos amigas a sus respectivas casas. Nos quedamos tres aún sentadas en el porche. Me puesto tonta para nada, había fantaseado un poco, y ahora me había quedado para el arrastre. Cojo mi teléfono y veo que tengo un mensaje de Alejandro. Puede que haya una última esperanza, pensé
- ¡Genial! Voy para allí.
¿Para dónde? Ah coño. Ese mensaje lo envío hace casi cuatro horas y no lo había leído. Hasta siento un poco de vergüenza. Me había insinuado, aun habiéndole dicho que tengo novio y él haberme contado lo suyo, lo he hecho. Inconscientemente, pero lo he hecho. Me pone pensar que me folla otro que no es mi novio, y me ponía aún más que lo hiciera como ya lo había hecho cien veces antes, como a mi gustaba. Por quemar una última bala, pensé, y le escribí.
- Vengaaa avisa cuado llegue.
Escribí intentando hacerme la más bebida aun si cabe con las faltas de ortografía. No cierro aun el chat cuando el veo la flechita azul, y dos segundos más tarde.
- Jajaja ¿Ya te has ido? ¿Podría haberte acercado?
Sabe perfectamente que no me había ido, no habían pasado ni 5 minutos desde que se fue él. ¿Se estaba haciendo el tonto? ¿O quería jugar?
- Pues ven por mí.
Le puse, dejando bien claro que quería que viniese. Dejando más claro aún si podía que quería que me follara. Aunque eso lo pensé yo. Leyendo la frase puedes interpretar cualquier cosa, la verdad.
- Salte.
No contesté. Me puse el pareo rodeándome la cadera y la camiseta ancha de tirantes por la que bien se podía ver la parte de arriba del bikini. Me pongo las chanclas cojo el bolso de playa que me había llevado. Les digo a mis amigas que me voy, a la que ambas contestan con risas y un: pásatelo bien.
Sonrío, esa era mi intención. Salgo y ahí está Alejandro, subido en el coche de su padre, en ese en el que otras veces ya me había montado en todos los asientos y de todas las posturas posibles.
Mientras lo rodeo para entrar por la puerta del copiloto voy pensando opciones para ponerlo cachondo, podría abalanzarme sobre él diciendo que voy borracha. Muy típico, pienso. Ya se me ocurrirá algo. Por lo pronto, voy a sacarme una teta de la parte de arriba del bikini para que pueda verla a través de la camiseta ancha de tirantes. Antes en la piscina era solo descuido, un poco de pezón al aire. Ahora, aunque estaba la camiseta, se podía bien ver el pezón totalmente fuera. A ver ahora que dirá.
Continuará...