Una noche productiva

Un hombre recrea mentalmente, en primera persona, la violación oral a una chica. Tal vez no sea exactamente un relato erótico, pero viene al caso.

UNA NOCHE PRODUCTIVA

Acabo de regresar a mi casa. El corazón me late a mil por hora, y el sudor recorre toda mi cara. Voy a al salón y me sirvo un buen whisky, para intentar calmarme un poco. Todavía no entiendo bien por qué estoy tan nervioso, se supone que ya lo he hecho otras veces. Aunque tal vez no las suficientes. Pero la chica de hoy era guapa de veras, con unas facciones muy estilizadas, muy próximas a la belleza; así que no puedo arrepentirme. Me acomodo en el sillón, tomo un par de tragos, me enciendo un cigarrillo y trato de reconstruir los acontecimientos de esta noche.

La he descubierto saliendo de un bar, sobre las 12. Iba sola, lo que facilitaba las cosas. Empiezo a seguirla, durante un rato, hasta que me aseguro de que no hay nadie cerca, nadie que pueda auxiliarla, y la agarro fuerte del brazo. Ella empieza a chillar, así que le doy una bofetada y le muestro mi navaja, amenazándola con matarla si no me hace caso. La llevo, entre empujones y amenazas, a un callejón cercano, bastante oscuro. Le arranco la blusa y la fuerzo a ponerse de rodillas. Entonces me desabrocho la bragueta y me saco la polla, mostrándosela. La mira asustada, y me susurra, temblando de miedo, que la deje marchar. Le arreo otra bofetada, y le pongo la navaja en el cuello, y la polla frente a su boca.

¡Chúpamela zorra!, le digo. ¡De aquí no te vas hasta que me corra en tu boca!

Percibo en su cara el miedo y el asco, y eso me la pone aún más dura. Se la pongo en la punta de los labios, y ella intenta retirar la cara, en un gesto casi involuntario de rechazo, pero yo le sujeto la cabeza firmemente entre mis manos.

¡Vamos, puta! ¿A qué esperas? ¡Chupa!

No tiene elección, por supuesto; tengo aspecto de psicópata, y voy armado con una navaja, y también con mi polla. Así que cierra los ojos y, mientras empiezan a resbalarle lágrimas por las mejillas, abre la boca, y yo le introduzco dentro mi gruesa polla, que ya está durísima, y lista para ser devorada. Comienza a chupármela, despacito, tímidamente, pero sin pasión, y eso no me basta. Voy a tener que poner yo de mi parte. Le agarro fuerte la cabeza y empiezo a follármela oralmente, atrás y adelante, delante y atrás, cada vez más rápido. Joder que placer. Sigo así un rato, hasta derramarme en su boca, y no retiro mi polla hasta asegurarme de que se lo ha tragado todo.

Me lo ha hecho pasar bien , la muy perra. Vuelvo a darle una bofetada y le digo que se quede en el callejón diez minutos, y que como se atreva a salir antes me la cargo. Ella asiente, arrasada en lágrimas, y la dejo allí, todavía de rodillas, temblando. Hubiera podido matarla, pero por esta noche ya era suficiente. No hace falta recoger de golpe todos los boletos para el infierno, me digo, es mejor que me los reparta, ya tendré más ocasiones.

Me asomo a la calle principal y no veo a nadie, así que echo a andar, silbando, tratando de aparentar serenidad. Cruzo varias calles y avenidas, y cuando veo que estoy a salvo, de que no corro ningún peligro, paro un taxi y le doy mi dirección.

Ha sido una noche productiva, hay que reconocerlo, productiva y emocionante. También ha tenido cierta novedad, porque esta ha sido la primera mamada. Las veces anteriores habían consistido en penetraciones, simples folladas; y todavía me queda por penetrar culos, que son mi asignatura pendiente. Me sirvo más whisky, esta vez más relajado. Lo de esta noche me servirá para disfrutar durante una semana, por lo menos. Me servirá para poder recrearme en cada sucio, sórdido y morboso detalle del asunto, para ver su cara angelical suplicándome piedad, y su regia boquita recibiendo mi humilde polla. Suspiro. Dentro de pocos días toda la emoción habrá quedado en nada, y tendré que buscarme a otra chica, a la que le perforaré el culito, entre musicales sollozos. Pero eso ya será otra historia, igualmente placentera, e igualmente morbosa.